jueves, 3 de octubre de 2013

LA CULTURA DEL DINERO EN NUESTRA SOCIEDAD

La cultura del dinero, como todas las culturas, es un producto del ser humano y como tal es una creación subjetiva y sometible a reflexión. Hoy la creación cultural del dinero tiene un propósito fundamental y es mantener a la sociedad controlada y cohesionada a la vez que muchas personas y entidades obtienen grandes beneficios por ello. 

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El elemento material a través del cual se crea esta cultura del dinero es el propio dinero, un valor que permite el intercambio de productos. Este intercambio es inmenso ya que, en un mercado tan desarrollado como el actual, el tipo de productos que se pueden adquirir mediante el consumo es profundamente variado. Se pueden consumir desde productos básicos como los alimentos hasta las sensaciones que se pueden obtener en un parque de atracciones temático. El concepto consumir siempre ha estado cargado de connotaciones negativas y en realidad solamente hace alusión al proceso de adquirir cierto producto mediante dinero, sin hacer ninguna valoración ética o moral de ese acto. Este tipo de connotaciones se disipan cuando se hace referencia a otros tipos de consumo como el consumo de salud al comprar medicamentos.

Hoy casi todo servicio y producto se adquiere mediante dinero menos aquellos servicios gratuitos que provienen del voluntariado o de las acciones benéficas, que en ningún caso son el motor de la economía. Pero lo importante del dinero no es el dinero mismo sino su cultura. Pero, ¿qué es la cultura?. Podríamos definir la cultura como un conjunto de rasgos espirituales, materiales e intelectuales que caracterizan a una sociedad y a su sistema de valores. Según esta definición tan genérica lo ideal seria hacer un análisis de la cultura del dinero en cada momento y lugar, pero eso escapa a la pretensión de este breve ensayo y además resultaría imposible. Es correcto, por lo tanto, un análisis valorativo de la cultura del dinero desde una posición que abarque a la generalidad.

Es obvio que nuestra cultura del dinero es una continua herencia de la cultura del dinero norteamericana, la cual está marcada por motivaciones externas y es además resultado del capitalismo económico y del libre mercado. Este capitalismo se basa en la oferta persuasiva de productos que no solamente satisfacen un deseo interno sino que además tienen una dirección hacia el exterior, es una cultura del dinero dirigida hacia la calle. Un sencillo ejemplo aclarará mejor este punto. Por decirlo de alguna manera en nuestra cultura del dinero se prefiere adquirir un coche que sea lujoso por fuera a un coche que sea lujoso por dentro, se prefiere tener un móvil de tamaño miniatura aunque uno de tamaño mayor cumpla nuestras exigencias. Nuestra actividad económica está dirigida hacia el exterior y de esa manera indicamos la clase social a la que pertenecemos o a la que creemos pertenecer. Es cierto que hay otros elementos de clasificación social como lo pueden ser la cultura o los conocimientos pero hoy el elemento primario de clasificación más importante es el económico. Por esto, entre otras cosas, se entiende que la población sea presa de las modas, del agresivo marketing y de los escaparates comerciales, porque de esa manera no pierde el criterio social que debe seguir para demostrar su poder o simplemente sentir seguridad. Además mediante la cultura del dinero se consigue sentir cierta identidad o cierto rol al desarrollar preferencias, como por ejemplo elegir el restaurante en el que se quiere comer o el lugar al que se prefiere ir de vacaciones.

Uno de los efectos secundarios de la cultura del dinero del presente es la ansiedad. Una ansiedad por conseguir más cantidad de dinero para adquirir más productos sin tener un motivo real para ello. Los creadores de esta conducta son las empresas y grandes multinacionales cuyo propósito es crear e incentivar un gran consumo para aumentar sus beneficios.

En la actualidad las nuevas tecnologías, como por ejemplo las telecomunicaciones, son la apuesta clave y el mayor motor económico mundial. Sabiendo esto veamos como actúan las empresas de telefonía móvil para generar consumo. Hagamos un ejercicio de reflexión con un ejemplo sencillo: ¿cuando no existía el teléfono móvil se hablaba el mismo tiempo que ahora?. En la respuesta podemos apreciar como existe una creación de necesidades ficticias por parte de las grandes empresas. Antes no había necesidad de usar el teléfono móvil nada más que en situaciones muy especiales y solamente lo utilizaba una minoría. Sin embargo, las empresas que controlan la telefonía móvil han generado una nueva necesidad entre las personas, una necesidad que antes no existía, la de hablar frecuentemente por el móvil. Esto ha llegado a ser tan claro que incluso se han vendido -en Italia por ejemplo- teléfonos móviles de plástico. La gente los compraba para usarlos en la calle y así parecía que utilizaban uno real, esto es otro ejemplo de conducta orientada hacia el exterior.

El mayor peligro que entraña nuestra actual cultura del dinero es que el espacio individual para nuestros gustos propios y nuestra forma crítica de ver la realidad sea suplantada por los intereses del capitalismo. El consumo genera muchos beneficios e intereses como para que su cultura no esté fuertemente controlada y nuestro sentido crítico quede minimizado. Otro sencillo ejemplo aclarará este punto. Si una persona tiene un gusto propio, por ejemplo, consumir un alimento de determinado sabor -fresa- y pasado un tiempo las empresas de este alimento hacen una gran publicidad de un sabor diferente al que tenía esa persona -menta-, esa persona tendrá un criterio propio y podrá elegir entre su gusto personal -fresa- y el gusto implantado -menta-. Hasta aquí no aparece ningún problema, el problema surge cuando la presión sea tan grande que esa persona no consiga distinguir cuál es su gusto personal y cuál es el gusto impuesto. Es decir, el individuo como tal quedaría anulado y sus gustos e intereses responderían únicamente a las intenciones económicas del capitalismo.

Frente a este problema la única solución es la visión crítica y la reflexión sobre nuestras acciones en la economía. Hacer un ejercicio de reflexión frente a la cultura del dinero, conocer quien la domina y bajo que motivaciones, conocer nuestra forma de consumir y ser críticos ante ella nos hará capaces de sustraernos de la cultura del dinero impuesta y podremos hacer la nuestra propia. Cada cual conforme a sus intereses creará la más adecuada para sí mismo. Así se toma dirección hacia el propósito más alto que es la libertad. No existe un ser libre si éste no tiene capacidad de elección y no hay capacidad de elección si no conocemos las reglas del juego económico moderno. Analicemos la realidad, comprendámosla y actuemos en ella moviendo nuestra pieza como si de una partida de ajedrez se tratase. El dinero existe por necesidad práctica, es un invento artificial para que el mundo moderno y supuestamente avanzado se sostenga. Por último, recordemos que lo importante es saber utilizar el dinero, o mejor dicho, saber evitar que el dinero nos utilice a nosotros.

Fco. Javier Lozano 
Estudiante de sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Visto en www.sociologicus.com

FUENTE: SSOCIOLOGOS

CONTROL MENTAL: ESTIMULACIÓN DE LOS SENTIDOS PARA QUE COMPREMOS MÁS

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Son pocos los que pueden entrar a un supermercado y llevarse sólo lo que está en su lista de compras. Los comercios son inteligentes y han desarrollado una serie de técnicas de estimulación de los sentidos para que sus clientes compren más.

Aprovechando las debilidades de nuestro cerebro, las tiendas utilizan estímulos que hacen irresistible gastar más dinero, interrumpiendo la lógica de nuestro pensamiento. ¿Quieres saber cómo hacen esta suerte de control mental?
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Colores

Los colores nos hacen percibir las cosas de cierta manera, llevándonos a realizar distintas acciones. Sí, los colores afectan nuestras acciones. Por ejemplo, el rojo es estimulante y energético y los pasillos o zonas de venta en donde el rojo se destaca, nos llevan a comprar más.

Por su parte, el verde se asocia a suerte y riqueza. Artículos que pueden parecer comunes, bajo el color verde, pueden percibirse mejores o más exclusivos, lo que combinado al precio nos harán comprarlos.

El azul, nos provoca una sensación de seguridad sobre la calidad de lo que estamos por comprar y, el amarillo se utiliza para llamar la atención en vitrinas.

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Aromas

El sentido del olfato pone en alerta a nuestro cerebro. Está comprobado que, un olor agradable, nos pone de mejor humor, haciendo sentir que los productos son mejores o más atractivos. Si sentimos un olor penetrante que nos guste, nos veremos estimulados a comprar. Por ejemplo, el café de grano que suelen preparar en los supermercados nos llevan a desear café, esté o no en nuestra lista de compras.

El olor a pino durante la temporada navideña también evoca las ganas de comprar productos relacionados con la festividad.

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Oído

La música que se toca en las tiendas no es al azar, sino que está cuidadosamente seleccionadapara causar un efecto en el cerebro de los compradores.

El uso de música clásica o retro trae la nostalgia a los compradores, que se sienten atraídos por la bonanza del pasado y, aún en tiempo complicados económicamente, compran más, ya que les hace sentir seguros con respecto a un momento que ya conocen.

La música navideña o de festividades genera un sentimiento positivo y levanta nuestro espíritu, lo que nos hace más propensos a gastar.

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Tacto

Solemos comprar lo que tocamos, ya que alterna nuestra percepción. Si se ofrece una muestra de papel y, sentimos su suavidad, podríamos vernos estimulados a comprarlo, aún cuando no lo necesitemos.

Si un producto está ubicado al centro de un display, a la altura y lugar perfecto, probablemente lo toquemos y, quizá se gane un lugar en el carro.

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Sentimientos

Los comercios juegan con nuestra afectividad y ansiedad. Si se ve a muchas personas comprando o varias ofertas que se topan, subirá nuestra actividad cerebral y la ansiedad por participar de ese fenómeno colectivo.

La presión de las masas también actúa. Si se promociona una oferta y vemos al resto corriendo a comprar, quizá hagamos lo mismo, sin importar de qué se trate.

¿Conocías estas técnicas de estimulación de los sentidos? ¿Crees que es una suerte decontrol mental sobre nosotros? Entrena tu cerebro, cierra tus sentidos y, la próxima vez que vayas a una tienda, prepárate para resistir los engaños con los que el comercio quiere dominar tus acciones.

FUENTE: OJOCIENTIFICO

SUEÑOS BAJO EL AGUA: FOTÓGRAFA REALIZA INQUIETANTE SECUENCIA ONÍRICA SUBMARINA



Olas de sombra
mojan mi pensamiento
—y no lo apagan.

Octavio Paz, “Campanas en la noche”

El agua es un símbolo poderoso. En Ka, su libro exegético sobre la mitología hindú, Roberto Calasso las caracteriza como un “irreductible plural femenino”. Las aguas, ese vientre ubicuo donde todo comienza.

Susanna Majuri, fotógrafa de origen finlandés, dio a conocer recientemente una serie en que esta característica metafísica del agua se revela a la luz de las ensoñaciones oníricas, haciendo de este elemento primordial el sustrato donde ocurren los sueños-

Para sus tomas Majuri efectivamente sumergió a sus retratados y también se sumergió ella misma, acaso el rito de paso necesario para penetrar ese otro mundo, el requisito ineludible de cruzar una frontera para llegarse a un territorio que de ordinario y por definición está en otra parte.

“Mi corazón palpita salvajemente cuando puedo sentir la presencia de las sorpresas. Mi reto es ver la realidad con una luz no tradicional. Cuando tomo las imágenes, tengo la premonición de que algo extraño está a punto de suceder”, dice la artista a propósito de su trabajo.

El efecto conseguido, por cierto, por momentos parece alejar a las imágenes del ámbito de la fotografía para acercarlas más bien al de los óleos y las pinturas, una afortunada confusión que otorga todavía más fantasía a las escenas.









FUENTE: PIJAMSURF

EL TESORO DE TILLYA TEPE Y LA CIVILIZACIÓN PERDIDA DE AFGANISTÁN

El soberbio ajuar funerario hallado en 1978 por un arqueólogo soviético reveló la brillante cultura de Asia Central a inicios de la era cristiana

En 1978, el arqueólogo soviético Viktor Ivanovich Sarianidi llegó al noroeste de Afganistán para iniciar una excavación en un lugar de nombre evocador: Tillya Tepe, la «colina dorada». El yacimiento había sido descubierto nueve años antes y Sarianidi quería confirmar si correspondía a alguno de los grandes Estados que se formaron en Asia Central a principios de la era cristiana, sobre los que se poseía muy escasa información.

Al cabo de algunas semanas de trabajo, los arqueólogos desenterraron seis tumbas en cuyo interior se guardaba un riquísimo ajuar: más de veinte mil objetos, entre ellos una enorme cantidad de discos de oro, joyas, monedas y armas. Sarianidi llegó a la conclusión de que las tumbas pertenecían a nobles de Bactriana, una región de Asia Central conquistada por Alejandro Magno en el siglo IV a.C., que conformó un poderoso reino en el que se reunían influencias helenísticas, indias y persas. El arqueólogo creyó que eran concretamente nobles kushanos, un pueblo nómada procedente de Xinjiang, en el oeste de China, que conquistó el reino grecobactriano en el siglo II a.C. y acabó adoptando sus costumbres.

Salvar el tesoro

Sin embargo, el momento del hallazgo de las tumbas y de su espectacular tesoro no podía haber sido peor. En 1978, Afganistán vivía en un ambiente de guerra civil, con los comunistas que habían tomado el poder en Kabul y los muyaidines de las distintas tribus de las regiones montañosas que se preparaban para lo que iba a ser una larga guerra contra el ejército soviético, que invadió el país al año siguiente. Tillya Tepe no quedó al margen de esta situación. Sarianidi recordaría más tarde cómo «una mañana aparecieron a caballo unos hombres armados de unas tribus, como demonios de la arena surgidos del desierto; rodearon Tillya Tepe e hicieron airadas preguntas. Los asustados trabajadores nos imploraron que no dijéramos nada o nos fusilarían». Esa vez el peligro pasó, pero Sarianidi comprendió que había que poner a salvo los tesoros hallados, por lo que en febrero de 1979 decidió trasladarlos a Kabul.

La prolongación de la guerra afgana hizo que ni siquiera en el Museo de Kabul estuvieran seguras las piezas de Tillya Tepe. Así, en 1989, un comité de arqueólogos y conservadores –del que formaba parte Sarianidi– decidió esconder el tesoro en la cámara acorazada del Banco Central de Kabul, en el interior del Palacio Presidencial. Los miembros del comité acordaron no revelar a nadie la nueva localización del tesoro. Abdul Wasey Feroozi, miembro afgano del comité, declaró luego: «Nos dijimos que no se lo diríamos a nadie, ni siquiera a nuestras esposas, y así fue hasta trece años después». En el año 2004, todos ellos pudieron ver con especial emoción cómo aquellos valiosos objetos eran extraídos de los arcones de seguridad y trasladados de nuevo a las vitrinas del Museo de Kabul, que acababa de ser reconstruido y rehabilitado.

Tumbas regias

Tillya Tepe fue hace unos 3.200 años el emplazamiento de un templo dedicado al fuego, compuesto por una gran plataforma y flanqueado por muros y torres circulares. A mediados del I milenio a.C., el lugar había quedado abandonado, pero más tarde, en el siglo I a.C., se convirtió en una necrópolis para los pueblos que vivían en la zona. Concretamente, Sarianidi interpretó que las seis tumbas excavadas y estudiadas pertenecieron a aristócratas nómadas locales, quizás una familia real que vivió en el cercano enclave de Yemshi-Tepe.

Los innumerables tesoros que contenían estas tumbas, datadas en el siglo I d.C., indican que los entierros debieron realizarse de un modo velado, muy posiblemente durante la noche. Los cuerpos fueron introducidos en ataúdes de madera que se depositaron en fosas excavadas con tal propósito y cubiertos con tierra. De los seis enterramientos, cinco eran de mujeres y sólo uno pertenecía a un varón, identificado con la figura de un príncipe. Todos los cuerpos estaban cubiertos por ricos atuendos, adornados con oro y piedras preciosas. En los ajuares se hallaron pendientes, cinturones, brazaletes, collares, armas y coronas, elaborados con materiales preciosos: oro, turquesa, cornalina y lapislázuli.

La gran cantidad de objetos de oro localizados sorprendió a los arqueólogos, y algunas piezas de particular belleza –como la corona y unos pendientes hallados en la tumba de quien fuera muy posiblemente una princesa– atrajeron la atención del gran público, que conoció el hallazgo gracias, entre otros, a un reportaje de National Geographic Magazine de 1990. Asimismo, los objetos desenterrados ofrecen una preciosa clave para saber más sobre el período conocido como la Edad Oscura de Asia Central.

Imperio multicultural

Es posible que, como creía Sarianidi, las tumbas estén relacionadas con el Imperio kushano, que se extendió desde el actual Tayikistán hasta el mar Caspio y desde Afganistán hasta el valle del Ganges. Pero hoy día los estudiosos creen que las piezas localizadas, en particular las monedas, presentan mayor afinidad con los partos que vivían en el noroeste de Irán. De lo que no hay duda es de que Tillya Tepe se hallaba en el centro de una tupida red de conexiones e influencias de diversas culturas que se extendía por Asia Central, a lo largo de la Ruta de la Seda. De ahí el origen variopinto de las piezas que forman su tesoro, en el que hallamos un cinturón de oro con una diosa flanqueada por dos leones, motivo asociado al mundo parto, monedas romanas, partas e indias, e incluso un espejo de plata con caracteres chinos.

Para saber más


Gandhara, la memoria de Afganistán. Berenice Geoffroy-Schneiter y H. Kliczkowski. Madrid, 2003.



La corona de una princesa nómada

Corona de oro desmontable hallada en la tumba Vi de Tillya Tepe. Siglo I. Museo de Kabul.



Carnero de oro

Esta exquisita pieza formó parte en su día del tocado del noble nómada enterrado en la tumba IV, la única sepultura masculina.


Pendiente ritual

De oro, turquesa y lapislázuli, representa a un señor de los animales que sujeta dos dragones y viste pantalones típicos persas.


Esqueletos y joyas

Cinco de las tumbas de Tillya Tepe contenían esqueletos de mujer, como el que se muestra en la imagen, cubierto de joyas. Esparcidos entre los huesos se encontraron discos de oro, pendientes y otros adornos.