La idea de desarrollo siempre nos fue presentada como una promesa de futuro. En los enfrentamientos políticos, “desarrollo” es el camino para un país mejor. Tratado de forma trascendental, desarrollo es la finalidad que mueve las acciones de los sujetos y de gobiernos. Durante años ésta ha sido la palabra de orden en el centro de los debates económicos, políticos y sociales. Varios términos se convirtieron en sinónimos y se mutaron en la historia: el “progreso” la “civilización” “riqueza”, “crecimiento” y “modernización”. Sin embargo, el concepto de desarrollo en sí mismo es una abstracción, y al mismo tiempo concreto (cuando asume su intencionalidad universalista y occidentalizadora).
Varios pensadores ya han emprendido teorizar este concepto en sus diversos campos, y el punto de partida de todo el pensamiento es, o al menos debería ser: ¿cómo mejorar la calidad de vida de las personas? Pocos lograron una respuesta mordaz, a pesar de varios intentos de prescribir recetas de modernización.
Cuando Adam Smith escribió “La riqueza de las naciones” se inauguró, de alguna manera, el debate sobre el desarrollo que ha llegado hasta ahora. De antemano, otros pensadores (de Kautilya, en la antigua India, incluso Aristóteles en la antigua Grecia, o San Agustín en la Europa medieval) han teorizado acerca de ciertas acciones y decisiones que permitirían una mayor prosperidad de las ciudades, países y reinos. Sin embargo, este debate se vincula más estrechamente con el universo filosófico asociado con la modernidad, y los cambios provocados por la Revolución Industrial.
Como consecuencia primordial de estos casos citados, el principal legado dejado por el pensamiento clásico (Smith, Ricardo, Malthus, Sturat Mill, etc.) fue el carácter productivista de la idea del desarrollo – obviamente impulsado por las ganancias materiales obtenidos durante el siglo.
Ya en el siglo XX, el crecimiento económico siguió siendo el elemento central en el debate sobre el desarrollo, en los distintos enfoques teóricos, tanto en el enfoque de la modernización económica y sociológica, en la teoría dependencia nacida en América Latina, hasta la crisis de los años 80, cuando se hacen evidentes los males producidos por la forma como se buscó el progreso en estos años. El mal-desarrollo, concepto que caracteriza a esta mirada economicista y poco humana del desarrollo, produjo varios debates alternativos.
Entre los autores que participaron de esos debates se destaca Amartya Sen.. Su mayor contribución es mostrar que el desarrollo de un país está esencialmente vinculado a las oportunidades que ofrece a las personas a tomar decisiones y ejercer su ciudadanía. Y eso incluye no sólo la garantía de los derechos sociales básicos como la salud y la educación, sino también la seguridad, la libertad, la vivienda y la cultura.
Son muchas las contribuciones del trabajo de Sen para el desarrollo humano. De acuerdo con él, la libertad política y los derechos humanos son bienes en sí mismos, capacidades que los seres humanos tienen buena razón para valorar. La libertad política ejemplarizada en la libertad de expresión y discusión, es importante desde el punto de vista discursivo. Así, el corazón del enfoque de Sen es su innovadora forma de concebir al desarrollo. En sus propias palabras, “…el desarrollo puede concebirse (…) como un proceso de expansión de las libertades reales de las que disfrutan los individuos”. Es decir que el desarrollo no debe medirse con otro indicador que no sea el aumento de las libertades de los individuos. (SENS, 2000, p. 19).
Su pensamiento, contrasta con la teoría económica tradicional, donde el desarrollo de un país es medido por su PIB, que dividido per capta, enseña el grado de riqueza alcanzado por sus habitantes. Como el PIB es una medida de desarrollo, su elevación es considerada objetivo final de cualquier gobierno, de manera que empiezan a surgir posicionamientos sorprendentes, como el que afirma, por ejemplo, que instituciones como la democracia, derechos civiles, y la libertad individual dificultan el desarrollo por no permitir la expansión económica en su grado máximo, siendo por lo tanto un “lujo” que los países en vías de desarrollo no podrían disfrutar ya que lo más urgente para ellos sería el logro de la riqueza. Para Sen, este modelo de desarrollo daría lugar a distorsiones, de modo que un nuevo modelo de desarrollo, basado en la expansión de la mejora de las condiciones de vida de las personas, sería necesario.
En Desarrollo y Libertad, Amartya Sen analiza bajo un sesgo diferencial el papel del desarrollo en lugar de la orientación restrictiva que geralmente lo vincula puramente a través de factores tales como el crecimiento del Producto Interno Bruto, los ingresos personales, la industrialización, el avance tecnológico y la modernización social. Aunque estos factores contribuyen directamente a la expansión de las libertades que pueden ser disfrutados por los miembros de una sociedad en particular, el crecimiento económico no puede ser considerado como un fin en sí mismo, por lo que el desarrollo tiene que estar relacionado principalmente a la mejora de vida de las personas y el fortalecimiento de sus libertades. Así, Amartya Sen demuestra cómo el desarrollo también depende de otras variables, ampliando así la gama de elementos promotores del proceso de desarrollo.
Este autor señala, además de la industrialización, del progreso tecnológico, y la modernización social, las disposiciones sociales y económicas, como la educación y servicios de salud, los derechos civiles y la libertad política, como ejemplos de factores de promoción de las libertades sustantivas. El éxito de una sociedad debe ser evaluado, de acuerdo con la teoría de “Desarrollo como libertad” a través de las libertades sustantivas que los sujetos disfrutan en una sociedad. Tal modelo para evaluar el éxito de un la sociedad difiere del modelo evaluación más tradicional, que se centra sólo en variables como el ingreso real.
Asi, Sen, afirma que:
Varios pensadores ya han emprendido teorizar este concepto en sus diversos campos, y el punto de partida de todo el pensamiento es, o al menos debería ser: ¿cómo mejorar la calidad de vida de las personas? Pocos lograron una respuesta mordaz, a pesar de varios intentos de prescribir recetas de modernización.
Cuando Adam Smith escribió “La riqueza de las naciones” se inauguró, de alguna manera, el debate sobre el desarrollo que ha llegado hasta ahora. De antemano, otros pensadores (de Kautilya, en la antigua India, incluso Aristóteles en la antigua Grecia, o San Agustín en la Europa medieval) han teorizado acerca de ciertas acciones y decisiones que permitirían una mayor prosperidad de las ciudades, países y reinos. Sin embargo, este debate se vincula más estrechamente con el universo filosófico asociado con la modernidad, y los cambios provocados por la Revolución Industrial.
Como consecuencia primordial de estos casos citados, el principal legado dejado por el pensamiento clásico (Smith, Ricardo, Malthus, Sturat Mill, etc.) fue el carácter productivista de la idea del desarrollo – obviamente impulsado por las ganancias materiales obtenidos durante el siglo.
Ya en el siglo XX, el crecimiento económico siguió siendo el elemento central en el debate sobre el desarrollo, en los distintos enfoques teóricos, tanto en el enfoque de la modernización económica y sociológica, en la teoría dependencia nacida en América Latina, hasta la crisis de los años 80, cuando se hacen evidentes los males producidos por la forma como se buscó el progreso en estos años. El mal-desarrollo, concepto que caracteriza a esta mirada economicista y poco humana del desarrollo, produjo varios debates alternativos.
Entre los autores que participaron de esos debates se destaca Amartya Sen.. Su mayor contribución es mostrar que el desarrollo de un país está esencialmente vinculado a las oportunidades que ofrece a las personas a tomar decisiones y ejercer su ciudadanía. Y eso incluye no sólo la garantía de los derechos sociales básicos como la salud y la educación, sino también la seguridad, la libertad, la vivienda y la cultura.
Son muchas las contribuciones del trabajo de Sen para el desarrollo humano. De acuerdo con él, la libertad política y los derechos humanos son bienes en sí mismos, capacidades que los seres humanos tienen buena razón para valorar. La libertad política ejemplarizada en la libertad de expresión y discusión, es importante desde el punto de vista discursivo. Así, el corazón del enfoque de Sen es su innovadora forma de concebir al desarrollo. En sus propias palabras, “…el desarrollo puede concebirse (…) como un proceso de expansión de las libertades reales de las que disfrutan los individuos”. Es decir que el desarrollo no debe medirse con otro indicador que no sea el aumento de las libertades de los individuos. (SENS, 2000, p. 19).
Su pensamiento, contrasta con la teoría económica tradicional, donde el desarrollo de un país es medido por su PIB, que dividido per capta, enseña el grado de riqueza alcanzado por sus habitantes. Como el PIB es una medida de desarrollo, su elevación es considerada objetivo final de cualquier gobierno, de manera que empiezan a surgir posicionamientos sorprendentes, como el que afirma, por ejemplo, que instituciones como la democracia, derechos civiles, y la libertad individual dificultan el desarrollo por no permitir la expansión económica en su grado máximo, siendo por lo tanto un “lujo” que los países en vías de desarrollo no podrían disfrutar ya que lo más urgente para ellos sería el logro de la riqueza. Para Sen, este modelo de desarrollo daría lugar a distorsiones, de modo que un nuevo modelo de desarrollo, basado en la expansión de la mejora de las condiciones de vida de las personas, sería necesario.
En Desarrollo y Libertad, Amartya Sen analiza bajo un sesgo diferencial el papel del desarrollo en lugar de la orientación restrictiva que geralmente lo vincula puramente a través de factores tales como el crecimiento del Producto Interno Bruto, los ingresos personales, la industrialización, el avance tecnológico y la modernización social. Aunque estos factores contribuyen directamente a la expansión de las libertades que pueden ser disfrutados por los miembros de una sociedad en particular, el crecimiento económico no puede ser considerado como un fin en sí mismo, por lo que el desarrollo tiene que estar relacionado principalmente a la mejora de vida de las personas y el fortalecimiento de sus libertades. Así, Amartya Sen demuestra cómo el desarrollo también depende de otras variables, ampliando así la gama de elementos promotores del proceso de desarrollo.
Este autor señala, además de la industrialización, del progreso tecnológico, y la modernización social, las disposiciones sociales y económicas, como la educación y servicios de salud, los derechos civiles y la libertad política, como ejemplos de factores de promoción de las libertades sustantivas. El éxito de una sociedad debe ser evaluado, de acuerdo con la teoría de “Desarrollo como libertad” a través de las libertades sustantivas que los sujetos disfrutan en una sociedad. Tal modelo para evaluar el éxito de un la sociedad difiere del modelo evaluación más tradicional, que se centra sólo en variables como el ingreso real.
Asi, Sen, afirma que:
“las libertades no sólo son el fin principal del desarrollo, sino que se encuentran, además, entre sus principales medios. Además de reconocer la importancia fundamental en la libertad en la realización de evaluaciones, también tenemos que comprender la notable relación empírica que existe entre los diferentes tipos de libertades. Las libertades políticas (en forma de libertad de expresión y elecciones libres) contribuyen a fomentar la seguridad económica. Las oportunidades sociales (en forma de servicios educativos y sanitarios) facilitan la participación económica. Los servicios económicos, (en forma de oportunidades de participar en el comercio y la producción), que pueden contribuir a generar riqueza personal general, así como recursos público para financiar servicios sociales. Los diferentes tipos de libertades pueden reforzarse mutuamente”. (SEN, 2000, p. 28)
Por el contrario, la limitación de una libertad concreta, como la privación de la libertad económica, al nivel de pobreza extrema, por ejemplo, contribuye a la privación de libertad de otras especies, tanto social y político, haciendo de este proceso un hilo en el que hay interconexiones. En este sentido, el análisis que Amartya Sen hace acerca del desarrollo está atento a la expansión de lo que él concibe como “capacidades” de la gente a llevar el tipo de vida que valoran.
Al abordar la capacidad humana no existe una definición cerrada por el término “desarrollo”. Sin embargo, es posible una aclaración progresiva del significado de este término, por medio de una reflexión sobre una serie de caracterizaciones proporcionada por Sen (2000):
1) “El desarrollo se puede ver (…) como un proceso de expansión de las libertades reales que disfruta la gente ” (p. 3).
2) “A causa de estas interconexiones (entre las libertades de diferentes tipos) que agente la libre y sostenible condición de agente [agency] se perfila como el principal motor del desarrollo ” (p. 4).
3) “La brecha entre los dos puntos de vista (es decir, entre una concentración exclusiva en la riqueza económica y un enfoque más amplio sobre las vidas que podamos llevar) es un tema clave en la conceptualización del desarrollo ” (p. 14).
4) “Una concepción adecuada del desarrollo debe ir más allá de la acumulación de la riqueza, el crecimiento del producto nacional bruto (PNB) y otras variables relacionadas con los ingresos. Sin ignorar la importancia de la crecimiento económico, debemos mirar más allá de esto ” (p. 14).
Para Sen, el agente es cualquier persona que causa un cambio en el medio ambiente con su acción libre y racional. El agente no está únicamente en sus “razones internas” (normas, objetivos, motivos, valores, etc.). Por lo tanto, la condición de agente es la capacidad de la para actuar libremente de acuerdo a sus propios fines y normas. Por ejemplo, en la planificación de la carrera, la organización de un amplio conjunto de acciones, metas, objetivos, etc. Sin embargo, la condición de agente puede estar limitada por varios factores “externos”, como la pobreza, la tiranía política, la falta de oportunidades económicas, la exclusión social, la intolerancia, la negación de los derechos civiles, etc. Por lo tanto, una parte las políticas de desarrollo importante es identificar y combatir factores como éstos, llamados por Sen “fuentes de privación de la libertad de los particulares”. (SABOYA, 2012, p 14).
Por lo tanto, la tesis de Sen es innovadora en su papel de encontrar una nueva metodología para comprender el proceso de desarrollo. Este proceso no es en si mismo el acumulo de riquezas, pero la busca de buenas experiencias y estilo de vida que se puede lograr con él. Las libertades, de este modo, necesitan ser vistas idealmente como medios y fines vinculados al desarrollo.
Bibliografía
FALETTO, E. (2007). Dimesiones Sociales Políticas y Culturales del Desarollo. Santiago de Chile: FLACSO
OCAMPO, José A. Los Paradigmas del Desarollo en la Historia Latino-Americana
SABOYA, Mauricio. As liberdades humanas como base do desenvolvimento: uma análise conceitual da abordagem das capacidades humanas de Amartya Sem. IPEA, Rio de Janeiro.
SEN, Amartya. Desarrollo y libertad. Editorial Planeta. Buenos Aires, 2000
FUENTE: SSOCIOLOGOS