Frecuentemente, sobre todo desde el punto de vista de los hombres, tendemos a pensar que las mujeres son alguna cosa tierna y delicada para las que la rudeza del ejército y la guerra es algo que no va con ellas. Ello, a parte de ser un prejuicio machista y una falacia transmitido de generación en generación, implicó, por ejemplo, que cuando se admitió a las mujeres en el ejército español se levantara una agria polémica al respecto de la conveniencia de que la féminas pudieran hacer la guerra igual que los hombres. Sin duda, los que pusieron reparos a este ingreso no conocían ni por asomo a un ejército formado exclusivamente por mujeres que fueron capaces de poner en un brete a todo un ejército francés. Me refiero a las temibles Amazonas de Dahomey.
Durante los últimos siglos -personalmente ignoro porqué- se ha producido una oposición a que tanto el colectivo gay como el de las mujeres participaran de ninguna forma en el ejército, dando por sentado que el "arte" de la guerra era exclusivo de loshombres heterosexuales, aunque ejemplos históricos hay que demuestran lo contrario (ver La temida y épica bravura de un ejército gay). En el caso de las mujeres, un mayor tamaño y capacidad física de los hombres podría tener cierta lógica en un combate cuerpo a cuerpo, pero seguro que no era eso lo que pensaba, en 1890, el ejército francés que estaba en la costa de lo que hoy en día es Benín.
A finales del siglo XIX, África se había convertido en un pastel que ansiaban todas las potencias (y no tan potencias) europeas y cada cual luchaba por hacerse con trozo de este continente. La mayoría de las veces, la conquista de grandes territorios no era demasiado problemático habida cuenta la brutal diferencia militar entre las tribus nativas y los colonizadores europeos. No obstante, en el golfo de Guinea había un reino llamado Dahomey cuyos habitantes eran famosos por su bravura y sus pocas consideraciones para con sus vecinos, con una particularidad especial: su ejército estaba formado casi en una tercera parte por un regimiento exclusivamente de mujeres, que se destacaban por su especial fidelidad, bravura... y crueldad.
El insólito grupo armado femenino -llamadas "amazonas" por los occidentales y "mino" por los nativos- estaba formado por hasta 6.000 mujeres perfectamente equipadas y entrenadas para enfrentarse cuerpo a cuerpo contra los peores enemigos, armadas con sus mosquetes y, sobre todo, con sus afiladas espadas de doble filo con las cuales no dudaban en rebanar el gaznate de cualquier enemigo que se le pusiera por delante. Tal era el grado de confianza en este batallón que los reyes de Dahomey las tenían como un cuerpo de élite dedicado a su defensa personal desde principios del siglo XVIII.
El sistema de reclutamiento era bastante particular. Por un lado, lo más normal era que fueran voluntarias, deseosas de dejar su sangre en esas selvas de Dios por el rey del momento; por otro lado, se escogía entre las mujeres menos agraciadas del harén del rey -como no fueras muy guapa y no tuvieras hijos, lo llevabas crudo- y, para acabar, se obligaba a enrolar en este grupo -a modo de correccional- a las mujeres demasiado rebeldes y que daban problemas a sus familias y maridos, los cuales habían llevado su queja al rey. Un elenco de dulces e indefensas féminas, definitivamente.
El entrenamiento a que estaban sometidas era exactamente igual al de los hombres pero, encima, se les adiestraba especialmente para eliminar cualquieratisbo de piedad y humanidad que fuera un contratiempo en su ataque. Para empezar, en las maniobras que hacían en presencia del rey, se les hacía saltar por encima de barricadas hechas con ramas de acacia -que eran peor que las concertinas actuales por sus espinas de un palmo- pasándolas como si fueran por la rambla. Para seguir, se les hacía tirar con sus manos a los prisioneros desde una plataforma a varios metros de altura para estamparlos contra una peña y, como colofón, a las amazonas que no habían matado a nadie, les obligaban a matar a machetazos a un prisionero y, acto seguido, cortarle la cabeza; afición esta última que tenían muy arraigada cuando entablaban batalla con sus enemigos.
En esta situación, cuando el rey de Dahomey, Behanzin, declaró la guerra a los franceses en 1890, el ejército galo, formado por unos 800 hombres -sobre todo fusileros de Senegal y Gabón (llámalos tontos a los europeos)- creyó tener la partida ganada contra 8.000 soldados mal equipados de los de Behanzin.
No obstante, cuando se encontró cara a cara con el ejército de Dahomey, se encontró con que, a parte de los fieros soldados varones, se enfrentaban a algunos grupos de mujeres armadas que no dudaban a enfrentarse cuerpo a cuerpo contra las bayonetas francesas, haciéndolos retroceder constantemente; según cuentan los cronistas, los franceses -acostumbrados a luchar únicamente contra hombres- se paralizaban ante el ataque de las mujeres, ya que no esperaban el ataque de "dulces damiselas".
Finalmente, tras cuatro años de luchas, Dahomey cayó en poder francés. Sus ejércitos, especializados en el cuerpo a cuerpo letal pero mal preparados en la batalla armada (los franceses disparaban desde el hombro, mientras que los Dahomey disparaban desde la cintura) cayeron como moscas ante el fuego galo, siendo las Amazonas las últimas en rendirse.
Behanzin fue capturado y con él se disolvió el regimiento de mujeres, las cuales, acostumbradas a la vida guerrera, se adaptaron mal a la vida civil, con episodios de depresión, alcoholismo o directamente locura, similar a lo que vivieron muchos años después los veteranos de Vietnam. Aún así, algunas adolescentes mino, aún vivieron lo suficiente para ver cómo su país obtenía la independencia de nuevo en 1960, esta vez bautizado comoBenín. Con todo, la última Amazona de Dahomey, llamadaNawi, murió en 1979.
Todo un ejemplo de cómo, cuando se lo proponen, las mujeres nos superan a los hombres en todo.
Incluso en lo malo.
Lograron vender aproximadamente 2 millones de africanos a los daneses. A cambio, ellos apertrecharon el ejército de las amazonas con los incombustibles rifles Winchester. Se rumoreaba que eran temibles, dado que después de las batallas, cortaban las cabezas de los soldados muertos y las exhibían como trofeos de guerra.
En aquel reino, existían ciertas castas entre las mujeres. “Las mujeres del Rey” destinadas a controles administrativos sobre los funcionarios, “Las Guerreras” que se preocupaban de la seguridad y “Las esclavas”, quienes eran ancianas que atendían a las amazonas guerreras.
Estas mujeres eran criadas para la guerra, además de ser vírgenes, llegaron a ser 5.000 de las 12.000 personas que cubrían el ejército regular. Incluso, tenían un juramento.
“Ghézo nos ha dado a luz de nuevo. Somos sus esposas, sus hijas, sus soldados. Las guerra es nuestro pasatiempo y la comida que nos alimenta”.
Sin embargo, aquel juramento estaba por llegar a su fin. En 1890, Francia invadió Dahomey con el fin de colonizar, debido a su posición estratégica en África occidental. Finalmente, durante 4 sangrientos años y la intervención de la Legión Extranjera, el reino cedió ante el poderío galo.
“Mujeres guerreras” en imágenes:
Ubicación de Benín
Soldados de Dahomey
A finales del siglo XIX, África se había convertido en un pastel que ansiaban todas las potencias (y no tan potencias) europeas y cada cual luchaba por hacerse con trozo de este continente. La mayoría de las veces, la conquista de grandes territorios no era demasiado problemático habida cuenta la brutal diferencia militar entre las tribus nativas y los colonizadores europeos. No obstante, en el golfo de Guinea había un reino llamado Dahomey cuyos habitantes eran famosos por su bravura y sus pocas consideraciones para con sus vecinos, con una particularidad especial: su ejército estaba formado casi en una tercera parte por un regimiento exclusivamente de mujeres, que se destacaban por su especial fidelidad, bravura... y crueldad.
Amazonas de Dahomey
El insólito grupo armado femenino -llamadas "amazonas" por los occidentales y "mino" por los nativos- estaba formado por hasta 6.000 mujeres perfectamente equipadas y entrenadas para enfrentarse cuerpo a cuerpo contra los peores enemigos, armadas con sus mosquetes y, sobre todo, con sus afiladas espadas de doble filo con las cuales no dudaban en rebanar el gaznate de cualquier enemigo que se le pusiera por delante. Tal era el grado de confianza en este batallón que los reyes de Dahomey las tenían como un cuerpo de élite dedicado a su defensa personal desde principios del siglo XVIII.
Guardiana del rey
El sistema de reclutamiento era bastante particular. Por un lado, lo más normal era que fueran voluntarias, deseosas de dejar su sangre en esas selvas de Dios por el rey del momento; por otro lado, se escogía entre las mujeres menos agraciadas del harén del rey -como no fueras muy guapa y no tuvieras hijos, lo llevabas crudo- y, para acabar, se obligaba a enrolar en este grupo -a modo de correccional- a las mujeres demasiado rebeldes y que daban problemas a sus familias y maridos, los cuales habían llevado su queja al rey. Un elenco de dulces e indefensas féminas, definitivamente.
Comandante mino
El entrenamiento a que estaban sometidas era exactamente igual al de los hombres pero, encima, se les adiestraba especialmente para eliminar cualquieratisbo de piedad y humanidad que fuera un contratiempo en su ataque. Para empezar, en las maniobras que hacían en presencia del rey, se les hacía saltar por encima de barricadas hechas con ramas de acacia -que eran peor que las concertinas actuales por sus espinas de un palmo- pasándolas como si fueran por la rambla. Para seguir, se les hacía tirar con sus manos a los prisioneros desde una plataforma a varios metros de altura para estamparlos contra una peña y, como colofón, a las amazonas que no habían matado a nadie, les obligaban a matar a machetazos a un prisionero y, acto seguido, cortarle la cabeza; afición esta última que tenían muy arraigada cuando entablaban batalla con sus enemigos.
Las mino eran un grupo de élite
En esta situación, cuando el rey de Dahomey, Behanzin, declaró la guerra a los franceses en 1890, el ejército galo, formado por unos 800 hombres -sobre todo fusileros de Senegal y Gabón (llámalos tontos a los europeos)- creyó tener la partida ganada contra 8.000 soldados mal equipados de los de Behanzin.
¿Dulces damiselas?
No obstante, cuando se encontró cara a cara con el ejército de Dahomey, se encontró con que, a parte de los fieros soldados varones, se enfrentaban a algunos grupos de mujeres armadas que no dudaban a enfrentarse cuerpo a cuerpo contra las bayonetas francesas, haciéndolos retroceder constantemente; según cuentan los cronistas, los franceses -acostumbrados a luchar únicamente contra hombres- se paralizaban ante el ataque de las mujeres, ya que no esperaban el ataque de "dulces damiselas".
Finalmente, tras cuatro años de luchas, Dahomey cayó en poder francés. Sus ejércitos, especializados en el cuerpo a cuerpo letal pero mal preparados en la batalla armada (los franceses disparaban desde el hombro, mientras que los Dahomey disparaban desde la cintura) cayeron como moscas ante el fuego galo, siendo las Amazonas las últimas en rendirse.
El rey Behanzin, capturado
Behanzin fue capturado y con él se disolvió el regimiento de mujeres, las cuales, acostumbradas a la vida guerrera, se adaptaron mal a la vida civil, con episodios de depresión, alcoholismo o directamente locura, similar a lo que vivieron muchos años después los veteranos de Vietnam. Aún así, algunas adolescentes mino, aún vivieron lo suficiente para ver cómo su país obtenía la independencia de nuevo en 1960, esta vez bautizado comoBenín. Con todo, la última Amazona de Dahomey, llamadaNawi, murió en 1979.
Todo un ejemplo de cómo, cuando se lo proponen, las mujeres nos superan a los hombres en todo.
Incluso en lo malo.
Veteranas de las Amanzonas de Dahomey
Lograron vender aproximadamente 2 millones de africanos a los daneses. A cambio, ellos apertrecharon el ejército de las amazonas con los incombustibles rifles Winchester. Se rumoreaba que eran temibles, dado que después de las batallas, cortaban las cabezas de los soldados muertos y las exhibían como trofeos de guerra.
En aquel reino, existían ciertas castas entre las mujeres. “Las mujeres del Rey” destinadas a controles administrativos sobre los funcionarios, “Las Guerreras” que se preocupaban de la seguridad y “Las esclavas”, quienes eran ancianas que atendían a las amazonas guerreras.
Estas mujeres eran criadas para la guerra, además de ser vírgenes, llegaron a ser 5.000 de las 12.000 personas que cubrían el ejército regular. Incluso, tenían un juramento.
“Ghézo nos ha dado a luz de nuevo. Somos sus esposas, sus hijas, sus soldados. Las guerra es nuestro pasatiempo y la comida que nos alimenta”.
Sin embargo, aquel juramento estaba por llegar a su fin. En 1890, Francia invadió Dahomey con el fin de colonizar, debido a su posición estratégica en África occidental. Finalmente, durante 4 sangrientos años y la intervención de la Legión Extranjera, el reino cedió ante el poderío galo.
“Mujeres guerreras” en imágenes:
Foto de © YZ
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