Libro completo aquí: http://bit.ly/2ddEEdH
Molara Ogundipe es una de las teóricas feministas más importantes de África, además de activista, educadora y crítica literaria desde su Nigeria natal.
"En el matrimonio yoruba, culturalmente se esperaba que la mujer obedeciera al marido. Sin embargo, el matrimonio cristiano coartaba a las mujeres yoruba de la generación de mi madre de un modo inusual: vestido, libertad de movimiento y asociación, trabajo fuera de la casa o ajeno al control financiero del marido... En la cultura yoruba existían importantes roles, tanto estructurales como dignos, para la mujer, a pesar de sus supuestos patriarcales"
"Me formé con la conciencia de que las mujeres eran inteligentes, algo expresado de forma corriente al menos en el África Occidental, y entre los yorubas en particular. También encontramos mujeres en roles gubernamentales tradicionales importantes entre los oyo, descritos por Samuel Johnson en History of the Yoruba, que leí a los trece años en nuestra biblioteca. Las mujeres también formaron parte de muchos sistemas rituales y disponían de conocimientos científicos y médicos. Asimismo, las mujeres contribuyeron a la tecnología, como la metalurgia, mediante su trabajo con hierro y con otros metales".
"Nuestros cultos y sociedades secretas, menospreciadas por el cristianismo y la educación occidental, eran realmente contenedores de los sistemas autóctonos. Los yorubas, por ejemplo, a través de sus cultos, disponían de una teoría de los gérmenes mucho antes de Louis Pasteur. Cultivaban el bacilo de la viruela antes de la llegada de los europeos en el culto obaluaye, por ejemplo. El historiador Winthrop Jordan, en su libro, White Over Black, escribe que los esclavos africanos trasmitieron este conocimiento a los americanos en las plantaciones. Los yorubas comprendieron la electricidad, entre otros conocimientos científicos, que utilizaban como acoso hacia sus enemigos. Era políticamente importante para los colonos destruir esos cultos y esas sociedades secretas porque allí residían conocimientos autóctonos, pues eran un foco de resistencia. El sistema de adivinación yoruba, el ifa, con sus más de 4.000 versículos de acumulación de conocimiento comunitario, historia y experiencia mitológica, incluye a mujeres entre sus practicantes, ya que también agradece a la mujer y diviniza el principio femenino. Es de sobras sabido que cada babalawo (sacerdote de ifa o «padre de los misterios», si lo traducimos literalmente), debe tener una mujer de conocimiento (una «madre» en el sentido de «mujer poderosa que gestiona el mundo») a quien recurrir. Esta mujer, o «madre», se traduce a veces como «bruja» en el habla cotidiana yoruba o en inglés. Pero la idea de «bruja» significa una mujer que posee conocimientos autóctonos y poderes misteriosos. Este tipo de mujer no se encuentra sólo entre los yorubas. En muchas culturas africanas las podemos encontrar, como en la acholi del África Oriental, donde las mujeres son las médicos, o entre los lovedu. La reina de la lluvia no sólo fue una mujer-marido para divertir a los antropólogos y después a los turistas. Ella y su corte controlaban el conocimiento científico de su época, mucho antes de los meteorólogos de la televisión. En mi época de universitaria, conocí la tradición de reinas, como Sarranouia, en el Sahel, o en el norte de Nigeria. Al intentar investigar este tema en la década de los ochenta, me encontré con que algunos habitantes actuales de esa zona se resisten a creer que existieron reinas, aunque la historia oral y escrita lo confirman. Las reinas Amina y Zaria son las más conocidas de las reinas hausa de Nigeria en una cultura que privilegia la mujer en su integridad. Probablemente no se ha realizado suficiente investigación sobre la especificidad de género en cómo el cristianismo y las influencias coloniales y externas afectaron este tipo de liderazgo femenino. Necesitamos trabajos que traten y se centren en ejemplos como el reinado femenino lovedu".
"En el matrimonio yoruba, culturalmente se esperaba que la mujer obedeciera al marido. Sin embargo, el matrimonio cristiano coartaba a las mujeres yoruba de la generación de mi madre de un modo inusual: vestido, libertad de movimiento y asociación, trabajo fuera de la casa o ajeno al control financiero del marido... En la cultura yoruba existían importantes roles, tanto estructurales como dignos, para la mujer, a pesar de sus supuestos patriarcales"
"Me formé con la conciencia de que las mujeres eran inteligentes, algo expresado de forma corriente al menos en el África Occidental, y entre los yorubas en particular. También encontramos mujeres en roles gubernamentales tradicionales importantes entre los oyo, descritos por Samuel Johnson en History of the Yoruba, que leí a los trece años en nuestra biblioteca. Las mujeres también formaron parte de muchos sistemas rituales y disponían de conocimientos científicos y médicos. Asimismo, las mujeres contribuyeron a la tecnología, como la metalurgia, mediante su trabajo con hierro y con otros metales".
"Nuestros cultos y sociedades secretas, menospreciadas por el cristianismo y la educación occidental, eran realmente contenedores de los sistemas autóctonos. Los yorubas, por ejemplo, a través de sus cultos, disponían de una teoría de los gérmenes mucho antes de Louis Pasteur. Cultivaban el bacilo de la viruela antes de la llegada de los europeos en el culto obaluaye, por ejemplo. El historiador Winthrop Jordan, en su libro, White Over Black, escribe que los esclavos africanos trasmitieron este conocimiento a los americanos en las plantaciones. Los yorubas comprendieron la electricidad, entre otros conocimientos científicos, que utilizaban como acoso hacia sus enemigos. Era políticamente importante para los colonos destruir esos cultos y esas sociedades secretas porque allí residían conocimientos autóctonos, pues eran un foco de resistencia. El sistema de adivinación yoruba, el ifa, con sus más de 4.000 versículos de acumulación de conocimiento comunitario, historia y experiencia mitológica, incluye a mujeres entre sus practicantes, ya que también agradece a la mujer y diviniza el principio femenino. Es de sobras sabido que cada babalawo (sacerdote de ifa o «padre de los misterios», si lo traducimos literalmente), debe tener una mujer de conocimiento (una «madre» en el sentido de «mujer poderosa que gestiona el mundo») a quien recurrir. Esta mujer, o «madre», se traduce a veces como «bruja» en el habla cotidiana yoruba o en inglés. Pero la idea de «bruja» significa una mujer que posee conocimientos autóctonos y poderes misteriosos. Este tipo de mujer no se encuentra sólo entre los yorubas. En muchas culturas africanas las podemos encontrar, como en la acholi del África Oriental, donde las mujeres son las médicos, o entre los lovedu. La reina de la lluvia no sólo fue una mujer-marido para divertir a los antropólogos y después a los turistas. Ella y su corte controlaban el conocimiento científico de su época, mucho antes de los meteorólogos de la televisión. En mi época de universitaria, conocí la tradición de reinas, como Sarranouia, en el Sahel, o en el norte de Nigeria. Al intentar investigar este tema en la década de los ochenta, me encontré con que algunos habitantes actuales de esa zona se resisten a creer que existieron reinas, aunque la historia oral y escrita lo confirman. Las reinas Amina y Zaria son las más conocidas de las reinas hausa de Nigeria en una cultura que privilegia la mujer en su integridad. Probablemente no se ha realizado suficiente investigación sobre la especificidad de género en cómo el cristianismo y las influencias coloniales y externas afectaron este tipo de liderazgo femenino. Necesitamos trabajos que traten y se centren en ejemplos como el reinado femenino lovedu".
"Es un documental sobre el vestido khanga, una ropa tradicional que las mujeres visten a lo largo de la costa de Tanzania y Zanzíbar. Crecí con esto. Es una ropa que se expresa en una cultura del silencio. El documental contaba la historia de cómo esta ropa está diseñada y llevada por las mujeres, y también su papel en la lucha por la independencia nacional. Los británicos prohibieron esta ropa en la Tanganyika colonial si traían consignas estampadas contra el colonialismo. Para contrarrestarlo, importaban khangas con frases de Winston Churchill. Entonces las mujeres de Tanganyika boicotearon la ropa. En aquella época, el movimiento independentista de la India tenía mucha relación con el de Tanganyika. Así que las mujeres pasaban de contrabando los diseños a la India, donde se estampaban los khangas. Después volvían de contrabando, de manera que las mujeres pudieran vestirse con estas reivindicaciones."
Ayesha Imam, activista por los derechos humanos, y de las mujeres en particular. Fundadora y directora de BAOBAB (www.baobabwomen.org), una organización nigeriana enfocada a la defensa de las mujeres en cuestiones legales.
"Existe un vínculo entre la dominación masculina de la vida social y política y la prevalencia de la guerra y el militarismo. Podemos extraer un buen ejemplo del caso de Somalia, dónde las facciones en lucha se matan fundamentándose en las identidades de clan. Debido a que estos clanes son exogámicos, las mujeres no tienen una identidad clánica del mismo modo. Sus vínculos con hermanos, maridos, hijos y padres se extienden a través de muchos clanes. Las identidades de género de las mujeres somalíes trascienden los clanes y, por lo tanto, están menos dispuestas a luchar y matar basándose en el clan. Por eso las mujeres somalíes rechazan a los hombres que han estado luchando y matándose entre ellos. Están cansadas de pagar el precio del conflicto masculino.
Ocurre lo mismo en Ruanda, puesto que era muy común que los hombres hutus se casaran con mujeres tutsis. Durante el genocidio hutu, a menudo los hombres mataron a sus propias mujeres porque eran tutsis, aunque estas hubieran tenido hijos de padres hutus... El análisis sobre cómo las identidades de género pueden mitigar o consolidar las identidades étnicas es muy instructivo."
Yasmin Jusu-Sheriff es miembro de la Comisión de los Derechos Humanos de Sierra Leona y vice-presidenta de la Mano River Women's Peace Network:
"En Sierra Leona siempre ha habido la idea, bastante extendida y dominante, de tenemos que actuar colectivamente. Tenemos muchísimas sociedades de mujeres tradicionales. Las mujeres participan en grupos femeninos, están en la iglesia o en las sociedades bundu (sociedades secretas formadas por mujeres). Normalmente una mujer pertenece a algún tipo de colectivo. Como no nos han dejado formar partidos políticos y nos lo han impedido con violencia, nos hemos esforzado mucho para crear asociaciones y entidades de mujeres. Estas organizaciones se veían impulsadas por la ineficacia de las autoridades en gestionar la guerra".
"Caminar juntas facilita que las personas tengan más maneras de verse y entenderse y vivir consigo mismas. Algunas de las experiencias que han tenido las mujeres, no tienen palabras, van más allá de la comprensión. En el tipo de sociedad que has crecido, no encuentras las palabras para describir algunas de las barbaridades. Otras pueden venir y ayudarte con los términos que necesitas para entender, procesar y gestionar tu experiencia".
Assia Djebar de Argelia, trabajó de profesora de historia en la Universidad de Argel. Fue escritora y realizó dos largometrajes: La Nouba des femmes du Mont Chenoua, premio de la crítica de la Bienal de Venecia de 1979, y La Zerda ou les chants de l'oubli:
"Mi trabajo en el cine siempre ha empezado por lo oral, y por este tipo de conversaciones con las mujeres. Yo quería una memoria de mujeres y el pretexto era que hablasen de su experiencia en la guerra, de 1954 a 1962. (...) Remarqué que cuanto más ha sufrido alguien, más parco es en sus recuerdos. Así, durante la guerra o poco después, hay toda una literatura basada en la puesta en escena de la desgracia. Yo me dirigía a personas que habían tenido que pasar por cosas terribles, pero no quería que contaran todos los detalles, quería dejarlas que explicaran lo que quisiesen. Por ejemplo, al hablar de su hijo, una me dijo: «Estoy muy enfadada con mi hijo porque no sabía tener miedo. En un combate, tenía una herida en el estómago y tuvo que utilizar la ropa para que no le salieran las tripas. Antes de la guerra, era guapo, le gustaba bailar y la fiesta, ahora está desfigurado». No me lo decía para hacer de su hijo un héroe. Simplemente lo contaba".
Yolande Mukagasana (Ruanda, 1954), fue enfermera durante diecinueve años en un centro sanitario de Ruanda, hasta que empezó el genocidio de 1994. Víctima de las masacres que arrasaron el país, perdió a sus tres hijos y marido, así como a su hermano y hermanas. Hoy, es activista y se ocupa de una veintena de huérfanos ruandeses:
"¿Los asesinos de mi marido y de mis hijos? Sí, fueron los vecinos, los amigos. Entre ellos, un hombre al que prácticamente crié. Nunca imaginé que ese chico podía hacer daño, ya que siempre lo había considerado como un hijo. Hoy en día tiene miedo de encontrarme, ya que sabe que lo que hizo es irreparable. Al escuchar sus testigos queda claro que no puedes permanecer igual tras matar a un ser humano.
He llorado junto a los supervivientes. También era necesario que viera a los asesinos para entender, para recuperarme, para renovar el vínculo social en este país destrozado. Pude ver sus heridas y creo que es inútil que sus hijos sufran por lo que hicieron sus padres. En base a esto debemos reconstruir una África donde la gente viva como hermanos.
Lo que es triste es que los africanos que defienden esta postura son una minoría. Incluso si lo entienden, pueden moverse por el oportunismo y matar a sus hermanos. Creo sinceramente que si no podemos sobrepasar esto, África no tiene solución."
Aminata Dramane Traoré, Malí, fue ministra de Cultura en su país de 1997 al 2000, y actualmente es una de las figuras del altermundialismo, tanto en África como en el resto del planeta:
"El Banco Mundial se limpia la conciencia hablando de las mujeres mientras que ha dinamitado completamente nuestras sociedades. El sistema capitalista aplicado a África se encuentra en su origen de la prostitución y de la privatización de los servicios. Las mujeres pagan muy caro la falta de trabajo de sus hombres. Actualmente, lucho por una alianza entre hombres y mujeres africanas, puesto que estamos en el mismo barco. No tenemos destinos diferentes: el hombre no es mi enemigo, el sistema es nuestro enemigo".
"Estamos desbordados de potencialidades y me rebelo contra la naturaleza del sistema y su capacidad para destruir la esperanza en África: todo lo que podríamos hacer por nosotros mismos se ve alterado por estas instituciones. Les gusta mucho que seas demócrata, pero si no les obedeces dejan de solidarizarse. Occidente sólo recompensa a quienes traicionan a su pueblo".
FUENTE: UNAANTROPOLOGAENLALUNA