El manifiesto de "Open Source Everything" refuerza el movimiento de transparencia informática como mecanismo opositorio a la corrupción y al poder elitista, así como esbozar un mecanismo para detonar la expansión de la conciencia en su relación trina con la información y la energía.
Una de las grandes contribuciones de Internet es que por momentos nos hace pensar que toda la información del mundo está ahí, disponibe, esperando a que hagamos magia con ella. El universo, esa gran biblioteca, se ha digitalizado y si su código permanece abierto podemos acceder a toda la inmensidad del espacio desde cualquier punto. Si la información es open source, si podemos nadar en la fuente, tenemos al menos la posibilidad, la elección de programarnos y reprogramar las cosas que usamos y el ambiente en el que nos movemos –y no sólo ser programados por el mundo en el que nos movemos y las cosas que usamos (¿nos usan?). Nos hace imaginarnos que somos parte de una empresa colectiva, de un proyecto planetario libre, sin una estructura jerarquica vertical, que todo lo que hagamos podrá ser reutilizado, mejorado y compartido en una bola de de nieve de energía transparente. Repito, esto sucede por momentos, en los más optimistas destellos (o delirios de unidad). En otros momentos Internet parece ser la máquina de espionaje perfecta y seguir el camino de los medios tradicionales corporativos que han sido legislados para favorecer a un grupo privilegidado, y que sobre todo sirven para difundir un modelo comercial consumista enajenante.
Desde hace un par de años Douglas Rushkoff, inspirado en el software de código abierto –Linux, Firefox, WordPress, etc.– extrapoló este modelo de acceso a la información de un producto, no sólo para ser utilizado libremente sino también para ser mejorado a través de la inteligencia colectiva, a una serie de ámbitos como el hardware, el dinero, la democracia, el mercado… “Open Source Everything”, dijo Rushkoff en el 2008 en el blog Boing-Boing en un momento de lúcido entusiasmo.
Rushkoff detectó una clave en el código abierto. Uno de las grandes secretos de la hegemonía de una élite hstóricamente ha sido la exclusividad para realizar una actividad y fabricar o vender un producto. Desde el derecho único de producir monedas que tenían los reyes o de imprimir dinero de los bancos hasta los patentes de medicinas y automóviles, el copyright de canciones o las licencias del espectro radioeléctrico, el poder ha asegurado su jetatura limitando el acceso a la información y su libre uso. Esto además de cultivar una sociedad de control tiene el efecto de detener la evolución científica y tecnológica.
El código abierto tiene una característica fundamental indeseable para el poder político y económico tradicional: impulsa a la autofabricación, a lo que se llama DIY, Do it Yourself. La autofabricación no sólo repercute en una sociedad menos consumista, también genera una sociedad más libre en general, que se forja a sí misma, que autodelibera al dejar de depender de un estado y una corporación que provea para ellos necesidades básicas y productos innecesarios, desde agua potable a un iPod. Un ejemplo un tanto radical, Nikola Tesla había bosquejado aparatos para generar energía libre utilizando rayos cósmicos. No sabemos del todo si sus ideas eran funcionles; Tesla fue el genio más grande que la humanidad ha conocido en cuanto al desarrollo de fuentes de energía, pero por momentos sus alcances superaban la realidad común y se movían en otros mundos. Cuando murió sus archivos fueron requisados por el FBI. ¿Qué hubiera pasado si desde décadas atrás hubieran circulando por ahí en libros y luego en la Red? Tal vez alguien podría haber descifrado un hack tecnológico para extraer energía libre ilimitadamente. No es del todo desaforado pensarlo.
Siguiendo con esta filosofía de apertura, que ciertamente encontró su cresta histórica máxima con el nacimiento de Internet, y que se ha catalizado recientemente con el popular surgimiento de WikiLeaks, Anonymous, Occupy y los partidos políticos emanados del Pirate Bay, un nuevo movimiento se está gestando en torno al código abierto: Open Source Everything. (Incluso la magia y el esoterismo, que por definición son encausados secretamente, han encontrado en últimas fechas una propuesta de deshermetizarse, de abir las puertas del grimorio y hacer “Open Sourcery”).
El concepto fundamental aquí, uno que Buckminister Fuller promovería, es lograr CERO RESISTENCIA en la transferencia de energía e información.
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En una comunidad a código abierto, todos los costos son minimizados y todos los beneficios optimizados
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La Red es capaz de hacer lo que ninguna otra red –y ciertamente ningún gobierno o corporación– puede aspirar a: decir la verdad, toda la verdad, todo el tiempo, enraízada en la transparencia y construyendo confianza –esta es la alquimia del siglo 21: compartir información, ganar confianza.
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El reto contemporáneo es la transición del panorma mundial de consumo irrestañable, egoismo y “todo se vale” a una nueva era de la información donde “todo está conectado”, lo que significa que todos somos responsables del todo. Los recursos son limitados, el poder mental es virtualmente infinito. Código Abiert Todo es el meme, el estado mental y el método.
Esto podría sonar como palabrería, wishful thinking y demás lugares comunes del activismo moderno, pero habría que rescatar de todas formas el concepto de crear una especie de Red o intracarretera de transferencia de información, que bien canalizada puede convertirse en energía. Una mayor energía es literalmente la prueba de una mayor evolución, o al menos de un estado vital superior. No me queda duda que el Open-Source es un modelo estructural –tal vez el mejor que hemos ideado hasta el momento– con el potencial de aglutinar esta red de estimulación memética.
Una última reflexión, si el universo en su naturaleza más básica es información (la partícula subatómica ubicua del futuro es el quantum bit) y nosotros mismos somos información -código genético– cuya actividad ontológica primordial es copiarse a sí misma y copiar a los demás… Y como rezan los hackers, la información está viva y quiere ser libre… acaso no sería una especie de crimen metafísico no permitir que la información fluya indiscriminadamente, sea copiada, reprocesada, reformulada, remediatizada y remezclada sin ningún tipo de condicionamiento elitista. La información podría ser considerada como un ser vivo, con derechos, como un animal colectivo de luz y bits: en realidad, el primer animal del universo.
FUENTE: PIJAMASURF
Una de las grandes contribuciones de Internet es que por momentos nos hace pensar que toda la información del mundo está ahí, disponibe, esperando a que hagamos magia con ella. El universo, esa gran biblioteca, se ha digitalizado y si su código permanece abierto podemos acceder a toda la inmensidad del espacio desde cualquier punto. Si la información es open source, si podemos nadar en la fuente, tenemos al menos la posibilidad, la elección de programarnos y reprogramar las cosas que usamos y el ambiente en el que nos movemos –y no sólo ser programados por el mundo en el que nos movemos y las cosas que usamos (¿nos usan?). Nos hace imaginarnos que somos parte de una empresa colectiva, de un proyecto planetario libre, sin una estructura jerarquica vertical, que todo lo que hagamos podrá ser reutilizado, mejorado y compartido en una bola de de nieve de energía transparente. Repito, esto sucede por momentos, en los más optimistas destellos (o delirios de unidad). En otros momentos Internet parece ser la máquina de espionaje perfecta y seguir el camino de los medios tradicionales corporativos que han sido legislados para favorecer a un grupo privilegidado, y que sobre todo sirven para difundir un modelo comercial consumista enajenante.
Desde hace un par de años Douglas Rushkoff, inspirado en el software de código abierto –Linux, Firefox, WordPress, etc.– extrapoló este modelo de acceso a la información de un producto, no sólo para ser utilizado libremente sino también para ser mejorado a través de la inteligencia colectiva, a una serie de ámbitos como el hardware, el dinero, la democracia, el mercado… “Open Source Everything”, dijo Rushkoff en el 2008 en el blog Boing-Boing en un momento de lúcido entusiasmo.
Rushkoff detectó una clave en el código abierto. Uno de las grandes secretos de la hegemonía de una élite hstóricamente ha sido la exclusividad para realizar una actividad y fabricar o vender un producto. Desde el derecho único de producir monedas que tenían los reyes o de imprimir dinero de los bancos hasta los patentes de medicinas y automóviles, el copyright de canciones o las licencias del espectro radioeléctrico, el poder ha asegurado su jetatura limitando el acceso a la información y su libre uso. Esto además de cultivar una sociedad de control tiene el efecto de detener la evolución científica y tecnológica.
El código abierto tiene una característica fundamental indeseable para el poder político y económico tradicional: impulsa a la autofabricación, a lo que se llama DIY, Do it Yourself. La autofabricación no sólo repercute en una sociedad menos consumista, también genera una sociedad más libre en general, que se forja a sí misma, que autodelibera al dejar de depender de un estado y una corporación que provea para ellos necesidades básicas y productos innecesarios, desde agua potable a un iPod. Un ejemplo un tanto radical, Nikola Tesla había bosquejado aparatos para generar energía libre utilizando rayos cósmicos. No sabemos del todo si sus ideas eran funcionles; Tesla fue el genio más grande que la humanidad ha conocido en cuanto al desarrollo de fuentes de energía, pero por momentos sus alcances superaban la realidad común y se movían en otros mundos. Cuando murió sus archivos fueron requisados por el FBI. ¿Qué hubiera pasado si desde décadas atrás hubieran circulando por ahí en libros y luego en la Red? Tal vez alguien podría haber descifrado un hack tecnológico para extraer energía libre ilimitadamente. No es del todo desaforado pensarlo.
Siguiendo con esta filosofía de apertura, que ciertamente encontró su cresta histórica máxima con el nacimiento de Internet, y que se ha catalizado recientemente con el popular surgimiento de WikiLeaks, Anonymous, Occupy y los partidos políticos emanados del Pirate Bay, un nuevo movimiento se está gestando en torno al código abierto: Open Source Everything. (Incluso la magia y el esoterismo, que por definición son encausados secretamente, han encontrado en últimas fechas una propuesta de deshermetizarse, de abir las puertas del grimorio y hacer “Open Sourcery”).
La nueva fuente (de este peladaño abierto en la historia de la expansión de la información) es paradójicamente un ex alimirante y ex agente de la CIA (agencia que se caratcteriza por su extrema secrecía), Robert David Steele. Su libro Open Source Everything Manifesto es un lúcido llamado al desarrollo de la inteligencia colectiva a través de la apertura de la información en todos su desdoblamientos, un motor sinérgico de evolución acelerada similar, desde un frente político teórico, al Egregor Tyler del Proyecto Mayhem 2012, del movimiento hacktivista multicelular-multicultural conocido como Anonymous. ¿Nos convertiremos en abejas superconscientes?
El concepto fundamental aquí, uno que Buckminister Fuller promovería, es lograr CERO RESISTENCIA en la transferencia de energía e información.
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En una comunidad a código abierto, todos los costos son minimizados y todos los beneficios optimizados
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La Red es capaz de hacer lo que ninguna otra red –y ciertamente ningún gobierno o corporación– puede aspirar a: decir la verdad, toda la verdad, todo el tiempo, enraízada en la transparencia y construyendo confianza –esta es la alquimia del siglo 21: compartir información, ganar confianza.
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El reto contemporáneo es la transición del panorma mundial de consumo irrestañable, egoismo y “todo se vale” a una nueva era de la información donde “todo está conectado”, lo que significa que todos somos responsables del todo. Los recursos son limitados, el poder mental es virtualmente infinito. Código Abiert Todo es el meme, el estado mental y el método.
Esto podría sonar como palabrería, wishful thinking y demás lugares comunes del activismo moderno, pero habría que rescatar de todas formas el concepto de crear una especie de Red o intracarretera de transferencia de información, que bien canalizada puede convertirse en energía. Una mayor energía es literalmente la prueba de una mayor evolución, o al menos de un estado vital superior. No me queda duda que el Open-Source es un modelo estructural –tal vez el mejor que hemos ideado hasta el momento– con el potencial de aglutinar esta red de estimulación memética.
Una última reflexión, si el universo en su naturaleza más básica es información (la partícula subatómica ubicua del futuro es el quantum bit) y nosotros mismos somos información -código genético– cuya actividad ontológica primordial es copiarse a sí misma y copiar a los demás… Y como rezan los hackers, la información está viva y quiere ser libre… acaso no sería una especie de crimen metafísico no permitir que la información fluya indiscriminadamente, sea copiada, reprocesada, reformulada, remediatizada y remezclada sin ningún tipo de condicionamiento elitista. La información podría ser considerada como un ser vivo, con derechos, como un animal colectivo de luz y bits: en realidad, el primer animal del universo.
FUENTE: PIJAMASURF
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