Uno de los argumentos que esgrime el gobierno para no subir los impuestos a las grandes fortunas es que si se hiciera, se llevarían su dinero fuera. Y ya. Axioma y a callar. A los políticos les encanta agarrarse a las frases categóricas que no invitan a la reflexión sino al acatamiento. Nos hacen creer que son la conclusión inamovible de sesudos análisis avalados por la firma de los mejores. Pero la realidad es que son fruto de la repetición de dogmas ideológicos sin ningún otro fin que forjar la opinión pública a base de simplezas de fácil digestión, recuerdo y repetición.
¿Dónde están las fortunas de los megarricos? Su dinero no participa de la economía real, del consumo y la creación de empresa. La inmensa mayoría de su capital está invertido en productos bursátiles y compañía (ay, SICAVs de mi corazón), con la única misión de replicarse a sí mismo en el casino de las apuestas al alza y la baja de los mercados. La misión de estas fortunas no es, de este modo, reforzar la economía ni financiar a emprendedores ni favorecer el consumo. Su único fin es multiplicarse para beneficio exclusivo de su dueño.
¿Ayuda el gasto de los ricos a activar la economía? Con los réditos de su cápital, los millonarios pueden consumir más, es cierto. Pero jamás el consumo de unos pocos compensará lo que dejan de consumir miles o millones de personas que han perdido poder adquisitivo tras las subidas de impuestos directos e IRPF. Además, su desmesurado capital tergiversa los precios de bienes como la vivienda, pudiendo ellos hacer acopio de un gran número que encarece el precio haciéndola inaccesible a la clase media.
¿No es beneficiosa su participación en accionariado de empresas para aportar liquidez? La posesión de acciones de empresas no responde en los ricos a un deseo de mejorar la empresa sino a un deseo de multiplicar el valor de la acción y con ella de su capital. Esto requiere que las empresas mejoren sus resultados año tras año para premiar con dividendos a sus accionistas. En escenarios de consumo retraido, al accionista solo se le puede satisfacer anualmente si se recorta empleo y gastos. Fomenta la visión cortoplacista de la economía y la empresa.
Todo esto nos lleva a la conclusión principal que debería marcar la política fiscal del gobierno: los ricos no crean empleo, su dinero, esté aquí o no, no ayuda a salir de la crisis. Es la clase media la que hay que incentivar. Es el consumo de la clase media el que hace que las empresas funcionen. Son las compras de millones de personas las que incentivan que los emprendedores se lancen al mercado. Quitarle el dinero a la clase media es la decisión más desacertada que podía tomarse. El dinero de los millonarios no estará aquí cuando las cosas empeoren, sean los impuestos altos o bajos. El dinero de los ricos puede viajar donde quiera, no se quedará cuando vengan aún peor dadas. Es el dinero de la clase media el que salvará la economía. Salvo que el objetivo sea acabar con la clase media y pasar a una sociedad compuesta por clase alta y baja, élite y vasallos, deberíamos cambiar el rumbo de la política fiscal.
Con argumentos similares, el millonario Nick Hanauer defiende en esta interesantísima charla TED (que no fue subida a la web oficial al ser considerada “demasiado política”) la subida impuestos para los ricos:
Algunas consideraciones sobre esta falacia:
¿Dónde están las fortunas de los megarricos? Su dinero no participa de la economía real, del consumo y la creación de empresa. La inmensa mayoría de su capital está invertido en productos bursátiles y compañía (ay, SICAVs de mi corazón), con la única misión de replicarse a sí mismo en el casino de las apuestas al alza y la baja de los mercados. La misión de estas fortunas no es, de este modo, reforzar la economía ni financiar a emprendedores ni favorecer el consumo. Su único fin es multiplicarse para beneficio exclusivo de su dueño.
¿Ayuda el gasto de los ricos a activar la economía? Con los réditos de su cápital, los millonarios pueden consumir más, es cierto. Pero jamás el consumo de unos pocos compensará lo que dejan de consumir miles o millones de personas que han perdido poder adquisitivo tras las subidas de impuestos directos e IRPF. Además, su desmesurado capital tergiversa los precios de bienes como la vivienda, pudiendo ellos hacer acopio de un gran número que encarece el precio haciéndola inaccesible a la clase media.
¿No es beneficiosa su participación en accionariado de empresas para aportar liquidez? La posesión de acciones de empresas no responde en los ricos a un deseo de mejorar la empresa sino a un deseo de multiplicar el valor de la acción y con ella de su capital. Esto requiere que las empresas mejoren sus resultados año tras año para premiar con dividendos a sus accionistas. En escenarios de consumo retraido, al accionista solo se le puede satisfacer anualmente si se recorta empleo y gastos. Fomenta la visión cortoplacista de la economía y la empresa.
Todo esto nos lleva a la conclusión principal que debería marcar la política fiscal del gobierno: los ricos no crean empleo, su dinero, esté aquí o no, no ayuda a salir de la crisis. Es la clase media la que hay que incentivar. Es el consumo de la clase media el que hace que las empresas funcionen. Son las compras de millones de personas las que incentivan que los emprendedores se lancen al mercado. Quitarle el dinero a la clase media es la decisión más desacertada que podía tomarse. El dinero de los millonarios no estará aquí cuando las cosas empeoren, sean los impuestos altos o bajos. El dinero de los ricos puede viajar donde quiera, no se quedará cuando vengan aún peor dadas. Es el dinero de la clase media el que salvará la economía. Salvo que el objetivo sea acabar con la clase media y pasar a una sociedad compuesta por clase alta y baja, élite y vasallos, deberíamos cambiar el rumbo de la política fiscal.
Con argumentos similares, el millonario Nick Hanauer defiende en esta interesantísima charla TED (que no fue subida a la web oficial al ser considerada “demasiado política”) la subida impuestos para los ricos:
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