Según Gurdjieff,
"Uno de los errores más importantes del hombre", dijo, "uno que debe ser recordado, es su ilusión en relación con su Yo.
"El hombre como lo conocemos, el "hombre-máquina", el hombre que no puede "hacer" y con quien y a través de quien todo "ocurre", no puede tener un Yo permanente y único. Su Yo cambia tan rápidamente como sus pensamientos, sentimientos, y humores, y comete un profundo error al considerarse a sí mismo siempre una y la misma persona; en realidad siempre es una persona diferente, no la que era hace un momento.
"El hombre no tiene un Yo permanente e inmutable. Cada pensamiento, cada humor, cada deseo, cada sensación, dice "Yo". Y en cada caso parece darse por hecho que este Yo pertenece al Todo, a la totalidad del hombre, y que un pensamiento, un deseo, o una aversión es expresada por este Todo. De hecho no existe ningún fundamento para esta suposición. Cada pensamiento y deseo del hombre aparece y vive muy separada e independientemente del Todo. Y el Todo nunca se expresa a sí mismo, por la simple razón de que existe, como tal, sólo físicamente como una cosa, y en abstracto como un concepto. El hombre no tiene Yo individual. Pero hay, en cambio, cientos y miles de Yos pequeños separados, muy a menudo completamente desconocidos unos de otros, mutuamente exclusivos e incompatibles. Cada minuto, cada momento, el hombre está diciendo o pensando "Yo". Y cada vez este Yo es diferente. Apenas ahora era un pensamiento, ahora es un deseo, ahora una sensación, ahora otro pensamiento, y así, sin fin. El hombre es una pluralidad. El nombre del hombre es legión.
"La alternación de Yos, su continua obvia lucha por supremacía, está controlada por influencias externas accidentales. Calor, luz solar, buen clima, inmediatamente llaman a todo un grupo de Yos. Frío, niebla, lluvia, llaman otro grupo de Yos, otras asociaciones, otros sentimientos, otras acciones. No hay nada en el hombre capaz de controlar este cambio de Yos, principalmente porque el hombre no se da cuenta, o sabe de él; vive siempre en el último Yo. Algunos Yos, por supuesto, son más fuertes que otros. Pero no es su propia fuerza consciente; han sido creados por la fuerza de accidentes o estímulos mecánicos externos. Educación, imitación, lectura, la hipnosis de la religión, casta y tradiciones, o el glamour de nuevos eslogans, crea muy fuertes Yos en la personalidad del hombre, que domina a toda una serie de otros Yos más débiles. Pero su fuerza es la fuerza de los "papeles" en los centros. Y todos los Yos que forman la personalidad de un hombre tienen el mismo origen que estos "papeles"; son el resultado de influencias externas; y ambas son echadas a andar y controladas por nuevas influencias externas.
"El hombre no tiene individualidad. No tiene un sólo, gran Yo. El hombre está dividido en una multiplicidad de Yos pequeños.
"Y cada Yo pequeño y separado es capaz de llamarse a sí mismo por el nombre del Todo, para actuar en nombre del Todo, para estar de acuerdo o en desacuerdo, para dar promesas, para tomar decisiones, de las cuales otro Yo o el Todo tendrán que hacerse cargo. Esto explica por qué la gente tan a menudo toma decisiones y tan raramente las lleva a cabo. Un hombre decide levantarse temprano a partir del siguiente día. Un Yo, o un grupo de Yos, decide esto. Pero levantarse es el asunto de otro Yo que está completamente en desacuerdo con la decisión e incluso puede no saber absolutamente nada de ella. Por supuesto que el hombre continuará durmiendo en la mañana y en la noche una vez más decidirá levantarse temprano. En algunos casos esto puede asumir consecuencias muy desagradables para un hombre. Un pequeño Yo accidental puede prometer algo, no a sí mismo, pero a alguien más en cierto momento simplemente por vanidad o entretenimiento. Luego desaparece, pero el hombre, esto es, la combinación total de otros Yos que son bastante inocentes por esto, puede tener que pagar por ello toda su vida. Es la tragedia del ser humano que cualquier pequeño Yo tenga el derecho de firmar cheques y pagarés y el hombre, es decir, el Todo, tenga que cumplirlos. Vidas enteras de la gente a menudo consisten en pagar las notas promisorias de Yos accidentales pequeños.Esa es la situación del hombre externo. ¿Cuál es la tarea del centro magnético? Gurdjieff continúa:
"Enseñanzas orientales contienen varias imágenes alegóricas cuyo fin es mostrar la naturaleza del ser del hombre desde este punto de vista.
"Así, en una enseñanza, el hombre es comparado con una casa en la que hay una multitud de sirvientes pero no hay amo ni mayordomo. Los sirvientes todos han olvidado sus tareas; nadie quiere hacer lo que debería; todos quieren ser amos, aunque sea por un momento; y, en este tipo de desorden, la casa se ve amenazada por grave peligro. La única oportunidad de salvación es que un grupo de los sirvientes más sensatos se reúnan y juntos elijan un mayordomo temporal, o sea, un mayordomo sustituto. El mayordomo sustituto puede entonces poner a los otros sirvientes en sus lugares, y hacer que cada uno haga su propio trabajo: el cocinero en la cocina, el conductor del carruaje en los establos, el jardinero en el jardín, y así. De este modo la "casa" puede ser preparada para la llegada del verdadero mayordomo que, a su vez, la preparará para la llegada del amo." [P. D. Ouspensky, In Search for the Miraculous, p. 59, 60]Mouravieff escribe acerca de la labor del centro magnético:
En un sentido general, uno puede decir que la radiación de este centro [magnético] asistirá en eficientemente perfeccionar el desarrollo de los centros inferiores [motor, emocional e intelectual]. Bajo su guía, los lazos entre los tres centros serán radicalmente modificados, y esto influirá fuertemente la vida de un hombre. A su vez, esto llevará a ciertas repercusiones en sus lazos con aquéllos a su alrededor. [...]
[...] Estos conjuntos de lazos mecánicos [entre los tres centros inferiores] tienen una importancia especial, desempeñando un papel positivo en la vida mental del individuo. Tomados en su conjunto, constituyen el órgano - o mejor aun el instrumento - de la moralidad. Dado que, en la vida exterior, la voz del "Yo" verdadero es débil y raramente escuchada, el hombre, casi constantemente identificado con el "Yo" de su Personalidad, puede y a menudo de hecho actúa sin tomar las palabras de su voz secreta en consideración, aunque se arrepienta después. En la práctica, bajo estas condiciones, los lazos mecánicos entre los tres centros son el único freno sobre su ambición ingobernable.
Este instrumento moral está moldeado para encajar con las tradiciones del medio y la familia. Está formado a partir del nacimiento y hacia la educación. [...]
Tomando en cuenta lo de arriba, podemos fácilmente entender que la moralidad no es idéntica a la Conciencia. La primera es una especie de sustituto, no basada - como la Conciencia auténtica - en el juicio espontáneo, simple y directo, sino en un conjunto de consideraciones [de raza, civilización, época, clase, medio ambiente, y motivos personales]. [...]
Hemos dicho que la emergencia del centro magnético puede provocar un profundo cambio en el organismo mental.Habiendo alcanzado cierto grado de crecimiento, este centro establece lazos directos - ya no mecánicos sino conscientes - con cada uno de los tres centros [...]
Cuando estos nuevos lazos están suficientemente consolidados reemplazan a los lazos viejos, que caen. A partir de ahora, el hombre recupera su capacidad de tener pensamientos puros y sentimientos puros, ya no más adulterados como resultado de la interdependencia mecánica de los centros. A partir de este punto, cada centro será capaz de trabajar independientemente pero bajo el estricto control del centro magnético, que asegurará su coordinación.
Así, actuando sobre nuestra naturaleza moral, la emergencia y crecimiento del centro magnético resultará en el reemplazo progresivo de los elementos de esta naturaleza moral por elementos correspondientes de Conciencia. Entonces dejamos de ser las víctimas de movimientos impulsivos, y nuestras reacciones a impresiones e impactos se vuelven más y más reflexionadas y meditadas. Sin embargo, uno no debe pensar que tal transformación radical de la vida interna como externa puede ocurrir abruptamente. Excluyendo muy raras excepciones, que conciernen a los justos por naturaleza - esta evolución parece un proceso largo, un combate sin interrupción con una serie de éxitos y caídas. Más de una vez, el que busca caerá en crisis o desánimo; más de una vez le parecerá que está siendo empujado más allá de los límites de su propia vida; a veces se sentirá aplastado bajo la carga de las pruebas y dificultades contra las que se enfrentará durante su búsqueda. [...] En todo caso donde la ciencia esotérica ofrece todo, demanda todo a cambio. Uno debe pagar todo. Es imposible alcanzar lo Verdadero por el camino de las mentiras o los juegos hipócritas, porque en este caso buscamos ser, en lugar de aparentar ser. [...] [Boris Mouravieff, Gnosis, Tomo I, p. 54-57]Hay mucho qué meditar sobre los fragmentos de arriba.
"Uno de los errores más importantes del hombre", dijo, "uno que debe ser recordado, es su ilusión en relación con su Yo.
"El hombre como lo conocemos, el "hombre-máquina", el hombre que no puede "hacer" y con quien y a través de quien todo "ocurre", no puede tener un Yo permanente y único. Su Yo cambia tan rápidamente como sus pensamientos, sentimientos, y humores, y comete un profundo error al considerarse a sí mismo siempre una y la misma persona; en realidad siempre es una persona diferente, no la que era hace un momento.
"El hombre no tiene un Yo permanente e inmutable. Cada pensamiento, cada humor, cada deseo, cada sensación, dice "Yo". Y en cada caso parece darse por hecho que este Yo pertenece al Todo, a la totalidad del hombre, y que un pensamiento, un deseo, o una aversión es expresada por este Todo. De hecho no existe ningún fundamento para esta suposición. Cada pensamiento y deseo del hombre aparece y vive muy separada e independientemente del Todo. Y el Todo nunca se expresa a sí mismo, por la simple razón de que existe, como tal, sólo físicamente como una cosa, y en abstracto como un concepto. El hombre no tiene Yo individual. Pero hay, en cambio, cientos y miles de Yos pequeños separados, muy a menudo completamente desconocidos unos de otros, mutuamente exclusivos e incompatibles. Cada minuto, cada momento, el hombre está diciendo o pensando "Yo". Y cada vez este Yo es diferente. Apenas ahora era un pensamiento, ahora es un deseo, ahora una sensación, ahora otro pensamiento, y así, sin fin. El hombre es una pluralidad. El nombre del hombre es legión.
"La alternación de Yos, su continua obvia lucha por supremacía, está controlada por influencias externas accidentales. Calor, luz solar, buen clima, inmediatamente llaman a todo un grupo de Yos. Frío, niebla, lluvia, llaman otro grupo de Yos, otras asociaciones, otros sentimientos, otras acciones. No hay nada en el hombre capaz de controlar este cambio de Yos, principalmente porque el hombre no se da cuenta, o sabe de él; vive siempre en el último Yo. Algunos Yos, por supuesto, son más fuertes que otros. Pero no es su propia fuerza consciente; han sido creados por la fuerza de accidentes o estímulos mecánicos externos. Educación, imitación, lectura, la hipnosis de la religión, casta y tradiciones, o el glamour de nuevos eslogans, crea muy fuertes Yos en la personalidad del hombre, que domina a toda una serie de otros Yos más débiles. Pero su fuerza es la fuerza de los "papeles" en los centros. Y todos los Yos que forman la personalidad de un hombre tienen el mismo origen que estos "papeles"; son el resultado de influencias externas; y ambas son echadas a andar y controladas por nuevas influencias externas.
"El hombre no tiene individualidad. No tiene un sólo, gran Yo. El hombre está dividido en una multiplicidad de Yos pequeños.
"Y cada Yo pequeño y separado es capaz de llamarse a sí mismo por el nombre del Todo, para actuar en nombre del Todo, para estar de acuerdo o en desacuerdo, para dar promesas, para tomar decisiones, de las cuales otro Yo o el Todo tendrán que hacerse cargo. Esto explica por qué la gente tan a menudo toma decisiones y tan raramente las lleva a cabo. Un hombre decide levantarse temprano a partir del siguiente día. Un Yo, o un grupo de Yos, decide esto. Pero levantarse es el asunto de otro Yo que está completamente en desacuerdo con la decisión e incluso puede no saber absolutamente nada de ella. Por supuesto que el hombre continuará durmiendo en la mañana y en la noche una vez más decidirá levantarse temprano. En algunos casos esto puede asumir consecuencias muy desagradables para un hombre. Un pequeño Yo accidental puede prometer algo, no a sí mismo, pero a alguien más en cierto momento simplemente por vanidad o entretenimiento. Luego desaparece, pero el hombre, esto es, la combinación total de otros Yos que son bastante inocentes por esto, puede tener que pagar por ello toda su vida. Es la tragedia del ser humano que cualquier pequeño Yo tenga el derecho de firmar cheques y pagarés y el hombre, es decir, el Todo, tenga que cumplirlos. Vidas enteras de la gente a menudo consisten en pagar las notas promisorias de Yos accidentales pequeños.Esa es la situación del hombre externo. ¿Cuál es la tarea del centro magnético? Gurdjieff continúa:
"Enseñanzas orientales contienen varias imágenes alegóricas cuyo fin es mostrar la naturaleza del ser del hombre desde este punto de vista.
"Así, en una enseñanza, el hombre es comparado con una casa en la que hay una multitud de sirvientes pero no hay amo ni mayordomo. Los sirvientes todos han olvidado sus tareas; nadie quiere hacer lo que debería; todos quieren ser amos, aunque sea por un momento; y, en este tipo de desorden, la casa se ve amenazada por grave peligro. La única oportunidad de salvación es que un grupo de los sirvientes más sensatos se reúnan y juntos elijan un mayordomo temporal, o sea, un mayordomo sustituto. El mayordomo sustituto puede entonces poner a los otros sirvientes en sus lugares, y hacer que cada uno haga su propio trabajo: el cocinero en la cocina, el conductor del carruaje en los establos, el jardinero en el jardín, y así. De este modo la "casa" puede ser preparada para la llegada del verdadero mayordomo que, a su vez, la preparará para la llegada del amo." [P. D. Ouspensky, In Search for the Miraculous, p. 59, 60]Mouravieff escribe acerca de la labor del centro magnético:
En un sentido general, uno puede decir que la radiación de este centro [magnético] asistirá en eficientemente perfeccionar el desarrollo de los centros inferiores [motor, emocional e intelectual]. Bajo su guía, los lazos entre los tres centros serán radicalmente modificados, y esto influirá fuertemente la vida de un hombre. A su vez, esto llevará a ciertas repercusiones en sus lazos con aquéllos a su alrededor. [...]
[...] Estos conjuntos de lazos mecánicos [entre los tres centros inferiores] tienen una importancia especial, desempeñando un papel positivo en la vida mental del individuo. Tomados en su conjunto, constituyen el órgano - o mejor aun el instrumento - de la moralidad. Dado que, en la vida exterior, la voz del "Yo" verdadero es débil y raramente escuchada, el hombre, casi constantemente identificado con el "Yo" de su Personalidad, puede y a menudo de hecho actúa sin tomar las palabras de su voz secreta en consideración, aunque se arrepienta después. En la práctica, bajo estas condiciones, los lazos mecánicos entre los tres centros son el único freno sobre su ambición ingobernable.
Este instrumento moral está moldeado para encajar con las tradiciones del medio y la familia. Está formado a partir del nacimiento y hacia la educación. [...]
Tomando en cuenta lo de arriba, podemos fácilmente entender que la moralidad no es idéntica a la Conciencia. La primera es una especie de sustituto, no basada - como la Conciencia auténtica - en el juicio espontáneo, simple y directo, sino en un conjunto de consideraciones [de raza, civilización, época, clase, medio ambiente, y motivos personales]. [...]
Hemos dicho que la emergencia del centro magnético puede provocar un profundo cambio en el organismo mental.Habiendo alcanzado cierto grado de crecimiento, este centro establece lazos directos - ya no mecánicos sino conscientes - con cada uno de los tres centros [...]
Cuando estos nuevos lazos están suficientemente consolidados reemplazan a los lazos viejos, que caen. A partir de ahora, el hombre recupera su capacidad de tener pensamientos puros y sentimientos puros, ya no más adulterados como resultado de la interdependencia mecánica de los centros. A partir de este punto, cada centro será capaz de trabajar independientemente pero bajo el estricto control del centro magnético, que asegurará su coordinación.
Así, actuando sobre nuestra naturaleza moral, la emergencia y crecimiento del centro magnético resultará en el reemplazo progresivo de los elementos de esta naturaleza moral por elementos correspondientes de Conciencia. Entonces dejamos de ser las víctimas de movimientos impulsivos, y nuestras reacciones a impresiones e impactos se vuelven más y más reflexionadas y meditadas. Sin embargo, uno no debe pensar que tal transformación radical de la vida interna como externa puede ocurrir abruptamente. Excluyendo muy raras excepciones, que conciernen a los justos por naturaleza - esta evolución parece un proceso largo, un combate sin interrupción con una serie de éxitos y caídas. Más de una vez, el que busca caerá en crisis o desánimo; más de una vez le parecerá que está siendo empujado más allá de los límites de su propia vida; a veces se sentirá aplastado bajo la carga de las pruebas y dificultades contra las que se enfrentará durante su búsqueda. [...] En todo caso donde la ciencia esotérica ofrece todo, demanda todo a cambio. Uno debe pagar todo. Es imposible alcanzar lo Verdadero por el camino de las mentiras o los juegos hipócritas, porque en este caso buscamos ser, en lugar de aparentar ser. [...] [Boris Mouravieff, Gnosis, Tomo I, p. 54-57]Hay mucho qué meditar sobre los fragmentos de arriba.
FUENTE: SOTT
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