No obstante, el concepto de Trinidad, entendido como el conjunto de los tres poderes que controlan e influencian el Universo, es antiquísimo.
Fue justamente el concepto de rito, vinculado con el atribuir la vida en la Tierra a un poder más grande, situado más allá de ésta, el que puede considerarse, en mi opinión, la línea divisoria entre el homínido y el ser humano.
A partir de aquel lejano momento, el hombre empezó a comparar su vida en la Tierra con un poder absoluto, que identificó inicialmente con el Sol y con el Trueno. El segundo paso fue relacionar su vida con la muerte y, por tanto, con la idea de la sepultura, de los espíritus y del más allá.
Así fue como surgieron las tres concepciones, los pilares de la Trinidad Universal: el mundo actual, ligado a la Tierra; el mundo de arriba, asociado al cielo y al Sol, y el Inframundo, o mundo de las tinieblas, donde viven las almas errantes.
En la civilización de los Sumerios, el Absoluto, reconocido con el nombre de Nammu, en un acto de creación dio forma al Cielo, denominado An (nombre también del Dios del Cielo), y a la Tierra, llamada Ki (a la Diosa de la Tierra se le nombraba también Ninhursag). El mundo de las tinieblas se identificaba con el nombre de Kur, una enorme serpiente que vivía al interior de una montaña (Kur significaba montaña en lengua sumeria).
El concepto de serpiente como eterno devenir, animal que cambia de piel y renace infinitas veces, por tanto, creador de vida y de potencia, estaba ya presente en las culturas mesopotámicas de hace más de 6000 años.
Es extraño que en las culturas andinas sea la misma serpiente la generadora de vida, y por el hecho mismo de vivir en el Inframundo, en las cavidades y en las grutas de la Tierra, evoca el útero de la mujer, de donde se origina, justamente, la vida.
Para las culturas andinas (empezando por Tiahuanaco hasta los Incas) el mundo de abajo se llamaba Uku Pacha.
El mundo terreno o del presente se denominaba Kay Pacha, y el animal que lo simbolizaba era (y lo sigue siendo en las culturas indígenas) el jaguar. El felino es símbolo de fuerza, potencia y precisión.
El mundo de arriba, en cambio, se llamaba Hanan Pacha y su símbolo era el cóndor, el ave voladora más grande del mundo, por su cercanía al Sol, o sea, a Dios. Viracocha, el personaje supremo del mundo andino, vivía en el Hanan Pacha.
Extrañamente, los términos An y Hanan (el mundo de arriba de los Sumerios y de los pueblos andinos) y los vocablos Ki y Kay (la Tierra para los dos pueblos) se asemejan.
Podría tratarse de una prueba más de la llegada de los Sumerios al lago Titicaca, como se deduce de mis artículos Fuente Magna y Monolito de Pokotia.
Se evidencia entonces que el concepto de Trinidad ya estaba representado hace seis mil años tanto en Mesopotamia como en las orillas del lago Titicaca.
Pero también en India el concepto de Trinidad (Trimurti) se conocía en tiempos remotísimos.
En la religión védica, anterior al hinduismo, las tres divinidades que personificaban el concepto de Absoluto eran Suria (Sol), Indra (Dios de los relámpagos y del cielo) y Agni (Dios del fuego).
Con la llegada del hinduismo, las tres Divinidades védicas fueron suplantadas por Visnú, Brahmá y Shivá, respectivamente el conservador, el creador y el destructor, pero la Trimurti continuó siendo venerada.
Según la fe hinduista, Visnú, Brahmá y Shivá se originaron de un huevo cósmico y reúnen en un triple aspecto la única entidad divina, o bien, Brahman.
El ciclo de la creación es representado como un sueño de Visnú durante el cual el creador Brahmá sale de su ombligo y genera el mundo.
Al despertar de Visnú, el mundo originado por Brahmá será reabsorbido instantáneamente en su ombligo, desaparecerá en un segundo. Él, Visnú, volverá a dormir, y su sueño será otro universo, creado nuevamente por Brahmá. A Shivá, el Dios destructor, se le representa con un tridente, símbolo del conocimiento del pasado, presente y futuro, y del control de los tres planos de la existencia humana: espiritual (alma), mental y físico.
También en la principal religión china, el taoísmo, existe el concepto de Trinidad: la idea del Absoluto, personificada en la energía vital (qi), se transformó en el Dios Yuanshi Tianzun, que a su vez asumió las formas de Lingbao Tianzun y Daode Tianzun. De la Trinidad taoísta deriva el concepto de Taiji y de éste la idea de Yin y Yang.
Asimismo, en la mitología egipcia la Trinidad tuvo un rol simbólico fundamental. El universo estaba dividido en tres partes: el cielo, Nun, cuya Diosa era Nut; la Tierra, casa de los hombres, cuyo Dios era Geb, el creador (generado a su vez por Nut) y el mundo de los infiernos, llamado Duat.
De la unión de Geb con Nut nació Osiris, el Dios de la resurrección.
La Trinidad continuó siendo venerada con Osiris, su esposa Isis y su hijo Horus.
En la mitología egipcia Osiris fue muerto por su envidioso hermano Seth.
Isis devolvió a su amado a la vida y por esto fue recordada como la Diosa de la magia. Osiris se transformó en el Dios de los muertos, o bien, en el Señor del Inframundo, mientras que Isis fue considerada como la Diosa de la fertilidad y de la maternidad. Su hijo Horus, asociado al símbolo del halcón, fue considerado el fundador de la civilización egipcia y venerado como Dios del Sol. (Halcón, águila o cóndor, símbolos de la cercanía al Sol, por tanto, a Dios).
En la mitología griega la Trinidad la representaban Zeus (Júpiter en la mitología romana), Poseidón (Neptuno) y Hades (Plutón).
Aunque en el panteón griego Zeus no fue considerado la “causa primera”, era visto como el Dios del Cielo y del Trueno. Estaba asociado simbólicamente al águila y al rayo. Cuando los tres hermanos Zeus, Poseidón y Hades lograron desterrar a los Titanes, se dividieron el mundo: Zeus fue el señor del Cielo, Poseidón del mar y Hades del inframundo.
Como la cultura romana hizo propias las creencias y las tradiciones griegas, estos Dioses fueron adorados, en la Roma imperial, con los nombres de Júpiter, Neptuno y Plutón.
En suma, como puede verse, el concepto de Trinidad Universal ha permeado a muchísimas culturas en diferentes partes del mundo, desde los Sumerios hasta nuestros días.
Los tres aspectos de la Divinidad suprema están presentes en todas las sociedades humanas, y están en la base de cada culto.
YURI LEVERATTO
FUENTE: YURILEVERATTO
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