domingo, 5 de mayo de 2013

EL ARTE DE JOAN MIRÓ


(Barcelona, 1893-Palma de Mallorca, España, 1983) Pintor, escultor, grabador y ceramista español. Estudió comercio y trabajó durante dos años como dependiente en una droguería, hasta que una enfermedad le obligó a retirarse durante un largo periodo en una casa familiar en el pequeño pueblo de Mont-roig del Camp.

De regreso a Barcelona, ingresó en la Academia de Arte dirigida por Francisco Galí, en la que conoció las últimas tendencias artísticas europeas. Hasta 1919, su pintura estuvo dominada por un expresionismo formal con influencias fauvistas y cubistas, centrada en los paisajes, retratos y desnudos.

Ese mismo año viajó a París y conoció a Picasso, Jacob y algunos miembros de la corriente dadaísta, como Tristan Tzara. Alternó nuevas estancias en la capital francesa con veranos en Mont-roig y su pintura empezó a evolucionar hacia una mayor definición de la forma, ahora cincelada por una fuerte luz que elimina los contrastes. En lo temático destacan los primeros atisbos de un lenguaje entre onírico y fantasmagórico, muy personal aunque de raíces populares, que marcaría toda su trayectoria posterior.

Afín a los principios del surrealismo, firmó el Manifiesto (1924) e incorporó a su obra inquietudes propias de dicho movimiento, como el jeroglífico y el signo caligráfico (El carnaval del arlequín). La otra gran influencia de la época vendría de la mano de P. Klee, del que recogería el gusto por la configuración lineal y la recreación de atmósferas etéreas y matizados campos cromáticos.

En 1928, el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquirió dos de sus telas, lo que supuso un primer reconocimiento internacional de su obra; un año después, contrajo matrimonio con Pilar Juncosa. Durante estos años el artista se cuestionó el sentido de la pintura, conflicto que se refleja claramente en su obra. Por un lado, inició la serie de Interiores holandeses, abigarradas recreaciones de pinturas del siglo XVII caracterizadas por un retorno parcial a la figuración y una marcada tendencia hacia el preciosismo, que se mantendría en sus coloristas, juguetones y poéticos maniquíes para el Romeo y Julieta de los Ballets Rusos de Diaghilev (1929). Su pintura posterior, en cambio, huye hacia una mayor aridez, esquematismo y abstracción conceptual. Por otro lado, en sus obras escultóricas optó por el uso de material reciclado y de desecho.

La guerra civil española no hizo sino acentuar esta dicotomía entre desgarro violento (Cabeza de mujer) y evasión ensoñadora (Constelaciones), que poco a poco se fue resolviendo en favor de una renovada serenidad, animada por un retorno a la ingenuidad de la simbología mironiana tradicional (el pájaro, las estrellas, la figura femenina) que parece reflejar a su vez el retorno a una visión ingenua, feliz e impetuosa del mundo. No resultaron ajenos a esta especie de renovación espiritual sus ocasionales retiros a la isla de Mallorca, donde en 1956 construyó un estudio, en la localidad de Son Abrines.



Entretanto, Miró amplió el horizonte de su obra con los grabados de la serie Barcelona (1944) y, un año después, con sus primeros trabajos en cerámica, realizados en colaboración con Llorens Artigas. En las décadas de 1950 y 1960 realizó varios murales de gran tamaño para localizaciones tan diversas como la sede de la Unesco en París, la Universidad de Harvard o el aeropuerto de Barcelona; a partir de ese momento y hasta el final de su carrera alternaría la obra pública de gran tamaño (Dona i ocell, escultura), con el intimismo de sus bronces, collages y tapices. En 1975 se inauguró en Barcelona la Fundación Miró, cuyo edificio diseñó su gran amigo Josep Lluís Sert.




Pintura (El guante blanco), 1925

Óleo sobre tela 
113 x 89,5 cm
Fundació Joan Miró





La estrella matutina, 1940
Témpera, gouache, huevo, óleo y pastel sobre papel 
38 x 46 cm 
Donación Pilar Juncosa de Miró


Mujer soñando con la evasión, 1945
Óleo sobre tela 
130 x 162 cm
Fundació Joan Miró


Retrato de una niña, 1919

Óleo sobre papel, sobre tela
34,8 x 27 cm 
Donación Joan Prats





El acomodador del music-hall, 1925
Óleo sobre tela 
100 x 78 cm 
Depósito de la Generalitat de Catalunya





Hombre y mujer ante un montón de excrementos, 1935
Óleo sobre cobre 
23 x 32 cm 
Donación Pilar Juncosa de Miró







Autorretrato, 1937/38-1960
Óleo y lápiz sobre tela 
146,5 x 97 cm 
Depósito Emili Fernández Miró


Mujer, pájaro, estrellas, 1942
Pastel y lápiz sobre papel
106,6 x 71,1 cm
Depósito Gallery K. AG





El cielo entreabierto nos devuelve la esperanza, 1954

Óleo sobre tela
130 x 195 cm
Depósito Gallery K. AG







El oro del azur, 1967
Acrílico sobre tela 
205 x 173 cm 
Fundació Joan Miró


Cabello perseguido por dos planetas, 1968
Óleo sobre tela
195 x 130 cm
Depósito Gallery K. AG


La sonrisa de una lágrima, 1973
Acrílico sobre tela
200 x 200 cm
Depósito Gallery K. AG


Naturaleza muerta con zapatos viejos - 1937


El jardín



Tierra labrada (1923 óleo)


Carnaval de Arlequín, 1924 óleo


Chiffres et constellations amoureux d'une femme (1941)





Femme, escultura de Joan Miró en la Casa de la Ciudad de Barcelona - 1981




Dona i ocell (1983) en Barcelona.


'Personnage


Luna de Aves (1966)



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