Sarah Brokaw´s photo
Lesoto y Ruanda han estado en los puestos más altos del ranking de Igualdad de género del Foro Económico Mundial. Lesoto estuvo hace un par de años en el octavo puesto, y Ruanda en el séptimo en el 2014. ¿Sabes por qué?
Sula, curandera, vive en la aldea ruandesa de Gitarama, al suroeste de Kigali. Durante el genocidio ruandés salvó la vida de diecisiete personas, tutsis, hutus moderados y cuatro europeos entre ellos.
Un día, advertida del inevitable asalto de las fuerzas hutus, Sula recurrió al oficio que había heredado de sus ancestros. La anciana preparó extraños mejunjes que provocaron vómitos y produjeron una estrepitosa diarrea colectiva a sus protegidos. Tras esparcir aquel reguero de inmundicias a los guardias, simuló estar en trance y comenzó a lanzar maledicencias de grotescos gritos y movimientos epilépticos. Los guardias huyeron despavoridos de aquella mujer poseída por el demonio.
En otra ocasión, Sula consiguió esquivar la muerte cambiando la señalización del camino principal, desviando la ruta de los guardias armados.
Sarah Brokaw´s photo.
Por Ruanda es frecuente escuchar historias de tenacidad y solidaridad de las
Sarah Brokaw´s photo.
mujeres. Después del genocidio, la ruina era tal que las mujeres tuvieron que avanzar con el lastre de mutilaciones y enfermedades, violaciones, hijos desaparecidos y maridos asesinados o responsables de las matanzas. Se trata de un genocidio que en tan solo 100 días fueron asesinados casi un millón de tutsis y de hutus moderados.
“Trabajamos juntas para reconstruir nuestras casas. Entre nosotras hay viudas de asesinados y también mujeres de hombres acusados de participar en el genocidio”, dice Hanina, una joven viuda de la Red de Mujeres Ruandesas.
Sí: levantar las casas con sus propias manos fue un paso determinante, ya que anteriormente era una tarea reservada a los hombres. “Cuando las mujeres se dieron cuenta de que podían levantar sus propias casas, supieron que iban a poder con muchas otras cosas”, dice Donnah Kamashazi de UNIFEM.
Así, no tuvieron tiempo para pensar en el rencor ni en la venganza. “Antes del genocidio no nos conocíamos, ahora estamos más unidas que nunca. Juntas lloramos, bailamos, cantamos y aprendemos a defender nuestros derechos”, explica Felicite. “Aquí estamos sentadas hutus y tutsis, nos sentimos ruandesas, queremos salir de la pobreza y trabajar por el futuro de nuestros hijos”, añade Hanina.
David Joles´ photo
Poco a poco pero sin pausa, emprendieron pequeños proyectos cooperativos y recogieron a decenas de miles de niños que se habían quedado sin familia. Hoy en Ruanda es frecuente encontrar hogares en los que viven hasta 12 niños y adolescentes. “Además de las miles de viudas, en el país había más de 300.000 niños huérfanos, sin padres o perdidos, sin saber a dónde ir. Con el paso de los años esa cifra se redujo”, sostiene por su parte Fatuma Ndangiza, ex secretaria ejecutiva de la Comisión Nacional por la Unidad y la Reconciliación. Es lo que ella define como “solidaridad africana”, que sobrevivió al genocidio.
Hoy en Ruanda, del documento de identidad han desaparecido las señas hutus y tutsis que los colonos belgas habían establecido en 1932, convirtiendo en étnicas las diferencias que hasta entonces habían sido categorías socioeconómicas (algo así como castas). Esa medida de los belgas fue decisiva para alentar el genocidio.
“El principal problema es el trauma. Escuchamos los problemas e intentamos encontrar soluciones. En general las mujeres se muestran abiertas, receptivas, cuando se les ofrece ayuda. Por lo demás, cada cual vive con su trauma como puede. Algunas reciben asistencia y siguen con su vida, pero hay otras que necesitan superarlo para empezar nuevamente” cuenta Assumpta Umurungi, integrante de las Viudas del Genocidio (AVEGA), con más de 25.000 ruandesas viudas.
Ruanda se ha convertido en el país con mayor número de mujeres diputadas de todo el mundo (64% de los escaños del Parlamento). Derechos como heredar o emprender un negocio sin el permiso del marido han sido conquistados por las ruandesas.
El marido de Uyisabye, Vincent Niyonambaza, dice que "cuando ella va a una
reunión, nos explica la importancia de tener mosquiteras contra la malaria, pagar un seguro de salud y tener una huerta con verduras para luchar contra la malnutrición. Las cosas han cambiado. Cuando mi mujer va a las reuniones, yo cuido de los niños. Esto es igualdad de género… esto es desarrollo"
"Nuestro gran número de parlamentarias ha ayudado mucho a tener una legislación sensible a la mujer." añade Alphonsine Mukarugema, directora del Foro de Mujeres Parlamentarias de Ruanda. "Pusimos en marcha una serie de leyes destinadas a luchar contra la violencia de género, y se enmendaron aquellas que perjudicaban a las mujeres. De esta manera, hoy las chicas pueden heredar las propiedades de sus padres, incluida la tierra", añade. "Influimos en las actividades del Parlamento y las leyes aprobadas son sensibles a los temas de género, y velan porque los presupuestos cuiden tanto de las mujeres como de los hombres".
Un ejemplo de que en Ruanda se alteró el orden y las jerarquías sociales es Ingoma Nshya, el primer grupo de mujeres tamborileras del país. Los tambores, al igual que la construcción de casas, sólo podían ser tocados por algunos hombres, cuidadosamente seleccionados. Hoy en día, Ingoma está reconocido internacionalmente. No en vano, es una forma de terapia colectiva a través de la música.
Lesoto es un pequeño estado montañoso y pobre en medio de Sudáfrica, pero rico en fortaleza. Las mujeres gozan desde niñas de una gran independencia y respeto en su entorno.
"Nuestros padres nos enseñan desde niñas a ser fuertes, a cuidar de una misma y de la comunidad. Las shoto debemos ser fuertes. Es algo con lo que crecemos y está en nuestra mentalidad." cuenta Matabiso Tafeng.
Mientras los hombres y los niños cuidan durante meses del ganado en las montañas, las mujeres se ocupan de sacar adelante a los suyos. En el pasado, explica el periodista Xavier Aldekoa, "la mayoría de hombres debía irse a trabajar a las minas de Sudáfrica y muchas veces pasaban varios meses fuera de casa, incluso a veces algún año, porque estaban en época de apartheid y tampoco se les permitía viajar tanto."
"Mi madre nos sacó adelante sola y yo lo haré con mi hija." explica Mafransi Moshebi.
"La independencia de las shotos tiene mucho que ver con la pobreza." cuenta Linah Maseko "La mujer se vio en la necesidad de reducir la pobreza de su hogar y entendió que la mejor forma de hacerlo era estar educada."
"¿Qué ocurre?" continúa Aldekoa "Que cuando la mujer está al frente de la educación de sus hijos, enviaba no sólo a los niños, a sus hijos varones, a la escuela, sino también a las niñas. En Lesoto el 95% de las mujeres sabe leer y escribir. Y ahora mismo Lesoto es uno de los países con más igualdad de género del mundo, por encima de España y de otros muchos países que se suponen desarrollados. Allí la responsable de la policía es una mujer. Pese a todas las dificultades que hay de educación, de sanidad, la mujer tiene una voz y se la escucha en Lesoto."
"Cuando le das una oportunidad a la mujer, normalmente suele mirar hacia el futuro de sus hijos, mira más hacia el futuro y, cuando no hay ninguna otra oportunidad de salvar a los suyos, la mujer normalmente no te decepciona."
"La mujer es el motor de África."
http://www.europapress.es/internacional/noticia-ranking-igualdad-genero-2014-no-hay-buenas-noticias-espana-20141029131318.html
http://www.ipsnoticias.net/2014/04/20-anos-del-genocidio-las-mujeres-lideran-en-ruanda/