Pola Bonilla modelaba barros y niños.
Ella era ceramista de buena mano y maestra de escuela en los campos de Maldonado; y en los veranos ofrecía a los turistas sus cacharros y chocolate con churros.
Pola adoptó a un negrito nacido en la pobreza, de los muchos que llegan al mundo sin un pan bajo el brazo, y lo crió como hijo.
Cuando ella murió, él ya era hombre crecido y con oficio.
Entonces los parientes de Pola le dijeron:
—Entra en la casa y llévate lo que quieras.
Él salió con la foto de ella bajo el brazo y se perdió en el camino.
Ella era ceramista de buena mano y maestra de escuela en los campos de Maldonado; y en los veranos ofrecía a los turistas sus cacharros y chocolate con churros.
Pola adoptó a un negrito nacido en la pobreza, de los muchos que llegan al mundo sin un pan bajo el brazo, y lo crió como hijo.
Cuando ella murió, él ya era hombre crecido y con oficio.
Entonces los parientes de Pola le dijeron:
—Entra en la casa y llévate lo que quieras.
Él salió con la foto de ella bajo el brazo y se perdió en el camino.
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