EL ROSTRO HUMANO DE LOS OBJETOS DE CONSUMO QUE ESTÁN EN MANOS DE LOS NIÑOS OCCIDENTALES.
Vivimos rodeados de objetos de plástico cuya procedencia --dada la velocidad del consumo y el ciclo de adquisición, uso y desecho en el que dichos objetos se mueven-- apenas nos pasa por la cabeza. Por ello es una experiencia humanizadora observar la serie The Real Toy Story del fotógrafo Michael Wolf, quien ya antes nos había sorprendido con una exploración de la fractalización del paisaje urbano con estas imágenes.
Aproximadamente el 75% de los juguetes del mundo llevan en alguna parte la inscripción "Made in China" como un perenne recordatorio de su verdadera nacionalidad; sin embargo, aunque sabemos que el gigante asiático es el mayor manufacturador de productos del mundo, pocas veces caemos en cuenta de que no se trata de líneas de ensamble automatizadas, sino que son personas en condiciones muy precarias las que producen los objetos de mayor estima y goce infantil.
El enfoque de Wolf no es sentimental, sino más bien periodístico, pues es capaz de dar cuenta de una forma de vida --el trabajador chino-- que no parece ser contemporánea del supuesto desarrollo tecnológico y cultural de Occidente (ni de Oriente, para el caso). Durmiendo en cajas de cartón, trabajando largas horas, estos trabajadores anónimos no gozan de ningún tipo de reconocimiento fuera de su salario, lo que puede ponernos a pensar por un momento en el lado atroz del consumo: esa esclavitud contemporánea de la que todos los consumidores --a sabiendas o no-- participan y fomentan.
FUENTE: PIJAMASURF
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