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En el pueblo de Hurfeish, en las montañas del norte de Israel, cerca de 40 mujeres se reúnen a coser y tejer.
Las artesanías que aprenden de generación a generación, se han convertido en un pasatiempo clásico de las mujeres en lacomunidad drusa, una rama del Islam desarrollada en Egipto en el siglo 11 y que ahora practican cerca de un millón de personas en todo el Oriente Medio.
Lo que comenzó como un hobbie, hoy se ha convertido en una forma de asegurar su futuro. Formaron una cooperativa y fabrican productos para vender como arte. Es la primera vez que muchas de ellas pueden ganar su propio dinero.
Cada vez más mujeres drusas en aldeas montañosas y aisladas de Israel, están empezando a abrir sus círculos, mostrar sus artesanías, sus cocinas y hasta sus hogares a los turistas, ofreciendo comidas a domicilio y talleres de cocina.
Durante años, los viajeros solo han podido experimentar la cultura a través de los ojos de los hombres, que suelen ser propietarios de restaurantes o lugares públicos. La comunidad drusa no le permitía a los extranjeros conocer detalles sobre su teología, sus libros sagrados o sobre los espacios de su vida cotidiana, hasta ahora.
Como parte de los cambios sociales que están viviendo muchas de las minorías árabes e israelíes, la comunidad drusa se abre al mundo y muestra su cultura y sus tradiciones.
Durante las dos últimas décadas, las mujeres jóvenes drusas asisten a la universidad, van a trabajar y hasta abandonan la vestimenta tradicional, al igual que otras minorías de la región que buscan integrarse más en la economía.
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Si bien la realidad se expande para las mujeres jóvenes, las mayores siguen más apegadas a la religión, aunque asisten a las cooperativas como forma de hablar de los cambios sociales, que cambian la perspectiva de las familias. La cooperativa es un lugar en el que pueden hablar acerca de cómo tratar a los niños que ya no practican la religión.
A medida que la comunidad drusa abandona los estudios y la práctica de su religión, más se pierde el conocimiento de latradición de esta cultura. Pero de alguna manera, para muchas mujeres, la cooperativa y sus artesanías se convierten en elúnico vínculo sólido con su tradición.
FUENTE: BATANGA
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