miércoles, 14 de junio de 2017

MUSICOFILIA: MÚSICA Y CEREBRO

"La música parece ser una invención cultural que hace uso de partes del cerebro ­desarrolladas para otros propósitos" Oliver Sacks, neurólogo.

"Todos los que estaban en la sala aquel día padecían tics, cada uno con su propio ritmo. Pude ver erupciones de tics, contagios de tics, que pasaban como una onda por los treinta y pico pacientes con Tourette que había allí. Pero cuando comenzó el círculo de percusión, liderado por Matt, todos los tics desaparecieron a los pocos segundos. De repente, había sincronización, e iban unidos como grupo, tocando al compás del ritmo"
Los síntomas del síndrome de Tourette son irrefenables tics del movimiento, pero también de un explosivo e inapropiado lenguaje. El que relata este curioso concierto de percusión es Oliver Sacks, un neurólogo que, más que de enfermedades o trastornos, habla de personas, y de cómo sus dolencias afectan a sus vidas y de qué manera conviven con ellas. A veces, a través de la música.

"Todos nosotros (con muy pocas excepciones) podemos percibir la música, los tonos, el timbre, los intervalos, los contornos melódicos, la armonía y (quizás de una manera sobre todo elemental) el ritmo. Integramos todas estas cosas y “construimos” la música en nuestras mentes utilizando muchas partes distintas del cerebro. Y a esta apreciación estructural en gran medida inconsciente de la música se añade una reacción emocional a menudo intensa y profunda."


 

La música, única entre todas las artes, es a la vez completamente abstracta y profundamente emocional. No tiene la capacidad de representar nada en particular o eterno, pero sí una capacidad única para expresar estados o sentimientos interiores. La música puede atravesar el corazón directamente; no precisa mediación. […] Y hay aquí, en fin, una profunda y misteriosa paradoja, pues mientras que esa música te hace experimentar dolor y pesar más intensamente, al mismo tiempo trae solaz y consuelo”.

En su obra "Musicofilia. Relatos de la música y el cerebro", cuenta sobre la neurología y la música: cómo el cerebro percibe e interpreta la música, y tiene el poder de despertar zonas dañadas de nuestra mente.

Hay personas que son incapaces de percibir la música como tal (amusia), que sufren de disarmonía o arritmia, como la condición del Che Guevara, de quien dice que “era famoso por su sordera al ritmo”. Mientras, otras poseen oído absoluto (Mozart), capaces de describir cualquier sonido en términos de notas musicales, o incluso de frecuencias. Como el caso de Frederick Ouseley, quien ya de pequeño decía: “papá se suena en Sol”. Hay quienes no pueden reconocer ninguna melodía, y las personas que como Martin, con retraso mental profundo, sabe de memoria más de dos mil óperas completas; es lo que se conoce como “savant” musical.


 

A las personas con Parkinson les afecta "la música silenciosa del cuerpo", ese fluir y elegante del cuerpo, el movimiento normal con naturalidad y fluidez. Cuando caminamos, nuestro paso surge en un flujo rítmico, automático. En el parkinsonismo, este automatismo desaparece. "Es música lo que necesitan los parkinsonianos, pues sólo la música, que es rigurosa aunque espaciosa, sinuosa y viva, puede suscitar respuestas que también lo sean. Y necesitan no sólo la estructura métrica del ritmo y el movimiento libre de la melodía, sino la “voluntad” e intencionalidad de la música, para poder recuperar la libertad de su propia melodía cinética"


Clive Wearing, un músico y musicólogo inglés, a los cuarenta y cinco años sufrió una devastadora infección cerebral que afectó gravemente a su memoria. Su memoria es de siete segundos. La primera vez que escribió en su diario, anotó: 2.10 pm: esta vez estoy perfectamente despierto (…) 2.14 pm: esta vez estoy por fin despierto (…) 2.35 pm: esta vez absolutamente despierto… A su esposa le saluda como si fuera la primera vez en el día, cuando en realidad hacía tiempo que se encontraba en la habitación. Pero cuando Clive se sienta al piano, su capacidad para tocar el piano y el órgano, para cantar o dirigir un coro se conservan intactas, y su memoria se dilata.
En cuanto a la demencia “En el hospital donde yo trabajo –explicaba Sacks- y en un gran número de hogares de ancianos, hay muchas personas que tienen alzhéimer u otro tipo de demencias. Algunos están confundidos, otros agitados, los hay en un estado letárgico y también que han perdido el lenguaje. Pero todos ellos, sin excepción, responden a la música. Especialmente, a las viejas canciones que alguna vez conocieron. Estas melodías tocan los resortes de la memoria y de las emociones, que de otra manera permanecerían inaccesibles. Este tipo de lucidez puede durar horas después”.

"Uno nunca está sin nada, nunca es una tábula rasa (...) algunos aspectos esenciales del caracter, la personalidad y la persona, el yo, junto con algunas formas indestructibles de memoria, sobrevivien incluso en la demencia más avanzada." "En particular, la reacción a la música se mantiene, aun cuando la demencia está muy avanzada".

El video ‘Aive Inside’ (Vivo en mi interior), realizado por Michael Rossato-Bennett, muestra cómo Henry Dryer se sienta, desplomado sobre la bandeja atada a su silla de ruedas. Él no habla, y rara vez se mueve, hasta que un trabajador del hogar de ancianos le pone los auriculares. A continuación, Henry comienza a mover los pies, moviendo los brazos flexionados hacia adelante y hacia atrás, y canta en voz alta en perfecta sincronía con sus canciones favoritas. "Vemos a Henry inerte, tal vez deprimido, sin responder y casi sin vida. Entonces se le da un iPod que contiene su música favorita... Y en seguida se enciende" explica Sacks.




La percepción musical, la sensibilidad, la emoción y otras formas de memoria musicales pueden sobrevivir mucho después de que otras formas de memoria han desaparecido. […] Oír una música conocida actúa como una especie de mnemotecnia proustiana, suscitando emociones y asociaciones olvidadas hace mucho tiempo, lo que le permite a los pacientes acceder a estados de ánimo y recuerdos, pensamientos y mundos que parecían haberse perdido del todo. En las caras se dibuja una expresión a medida que se reconoce la música y se experimenta su poder emocional.

"La música forma parte del ser humano, y no existe ninguna cultura en la no esté enormemente desarrollada y valorada"."Para aquellos que padecen demencia (...) la música no es un lujo, sino una necesidad, y tiene un poder que está por encima de cualquier otra cosa para recuperarlos para sí mismos, para los demás, al menos durante un tiempo."




En 2015, Sacks descubrió que un melanoma ocular del que había sido tratado hacía nueve años se había reproducido y propagado al hígado. Le quedaban pocos meses de vida y encontró al último paciente a quien observar: a sí mismo. Y en cuatro emocionantes artículos en el New York Times, describió esos momentos de confusión física.
Su párrafo final es una oda a la vida bien vivida.

    “Y ahora, débil, sin aliento, con mis músculos, antes firmes y ahora desvanecidos por el cancer, me encuentro pensando cada vez más, no en lo espiritual o sobrenatural, sino en lo que significa vivir una vida buena y plena – logrando una sensación de paz interior. Mis pensamientos se van al sabbat, el día de descanso, el séptimo día de la semana, y quizás también el séptimo día de la vida misma, cuando uno puede sentir que el trabajo está hecho, y puede, en consciencia, descansar.

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