“Mi corazón se ha hecho capaz de todas las formas. Es (…) templo para los ídolos y Kaaba del peregrino, tablas de la Torá y libro del Corán”.
Ibn Arabi. Siglo XIII.
"Todo el mundo tiene dos patrias....la suya propia y Siria" (Andre Parrot, antiguo director del Museo del Louvre)
(Extractos del libro de Pablo Sapag:
"Siria en perspectiva: de una crisis internacionalmente mediatizada al histórico dilema interno" y de la entrevista con el mismo autor.)
Siria es el país más complejo del mundo. Es la cuna de la civilización y es el país más antiguo habitado. Damasco y Alepo, se disputan el título de la ciudad habitada permanentemente por más largo tiempo en la historia, entre 6.000 y 8.000 años. Además, está en un lugar del mundo históricamente "bisagra", cruces de civilizaciones, imperios, que han dejado su historia y su riqueza.
Por eso, Siria es una sociedad MULTICONFESIONAL: a lo largo de la historia se han desarrollado formas de comportamiento social que son multi e interconfesionales.
En Siria nacen las tres religiones monoteístas. Fue el primer país de expansión del Islam después de la penísula arábiga cuando era un país cristiano ortodoxo. El Islam se convirtió en poder político pero no en poder social hasta muchos siglos después, lo que determinó la cultura y la política de Siria. A partir de la Independencia, 1946, se ha dotado de un Estado aconfesional (que no laico) que garantiza la sociedad multiconfesional y la cultura interconfesional.
En Líbano, su país vecino, las posiciones de poder se ejercen en función de la confesión. El presidente de la República debe ser un cristiano maronita; el primer ministro, un musumán suní; el presidente del Parlamento, un musulmán chií asistido por al menos un vicepresidente cristiano ortodoxo de rito griego. La propia Constitución libanesa reconoce que el modelo político del país es abiertamente confesional, pero en esta misma Constitución libanesa, añade "la abolición del confesionalismo político ha de ser un objetivo nacional y debe alcanzarse de acuerdo a un plan por etapas".
No como en Siria, en la que el Estado no pertenece ni está adscrito a ninguna confesión religiosa, como exigen algunos sectores político-religiosos, aunque no por ello actúa con indiferencia o desconociendo las muchas confesiones que existen en Siria y que dado su peso histórico aportan de manera decisiva a la construcción de la identidad cultural de la sociedad.
Un sistema que va mucho más allá de concepto de "tolerancia" como "respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias". Y es que en Siria, no hay religión propia, no hay religión de Estado.
Por ejemplo, se puede verificar que el 30% - 35% del profesorado de la universidad de Damasco es cristiano. Esto es porque cuando el Islam se convierte en poder político, al principio del Califato Omeya, a los cristianos se les limita a los estratos altos de la administración y la milicia, por el "dhimmi", el pacto establecido entre el poder político musulmán y los cristianos y judíos en su condición de "ahlu al kitab", pueblos del Libro. Otro ejemplo es el hecho de que los alauitas están sobrerepresentados en la milicia y en la Fuerza Aérea, porque a partir de 1920 los franceses crearon una fuerza militar auxiliar en la que se enrolaron alauitas por presión de una Francia deseosa de dividir a los sirios y por pura necesidad de los alauitas, que encontraron en las Tropas Especiales una salida laboral. Lo mismo que ocurrió con los drusos, que aún tienen una destacada participación en el Ejército. Los musulmanes suníes, por su parte, están más presentes en la política y en el sector comercial de ciudades como Damasco o Alepo o en la tenencia de tierras en las provicias de Homs o Hama.
multiconfesional e interconfesional.
Salvo en lo relativo al controvertido caracter genérico de musulmán que sigue exigiendo el artículo 3 inciso 2 la Constitución de 2012 al Jefe de Estado, y por lo tanto está vetado a los cristianos y drusos, cualquiera puede ocupar otra posición dentro de la Administración o las Fuerzas Armadas. De acuerdo al artículo 3 incisos 3 y 4 de la Constitución de la República Árabe Siria de 2012, el Estado aconfesional se impone como obligación proteger a todas las confesiones a la vez, independientemente del número de fieles o el peso demográfico numérico que en determinadas facetas de la vida social y económica pueda tener cada una de estas confesiones. El Estado, pues, respeta y garantiza explícitamente la libertad de culto y las propiedades de todas las confesiones así como lo que éstas establezcan respecto a ciertos aspectos del estatuto personal de sus fieles.
En Siria, por ejemplo, nunca ha habido una ley que prohiba el alcohol. En Siria no hay códigos de vestimenta, como ocurre en Francia o en otros países europeos, que está prohibido entrar en centros públicos con un velo islámico o hiyab u otra prenda u accesorio que revele el caracter musulmán de su portador. En Siria, cada uno es libre de vestir como quiera y de llevar en público las prendas y accesorios propios de su confesión: un hiyab, una mano de Fatima, un crucifijo, la imagen de Hussein, de San Jorge, la zebiba o callo en forma de pasa en la frente que se forma al tocar el suelo la parte delantera de la cabeza durante el rezo.
En Siria, los funcionarios del Estado si son cristianos pueden librar para ir a misa el domingo y los musulmanes el viernes para ir a la mezquita si así lo desean. El calendario oficial laboral reconoce y contempla por igual fiestas cristianas y musulmanas. Navidad, Semana Santa, el Eid al Adha, el Eid al Fitr o final del Ramadán y el Nacimiento del profeta Mahoma son fiestas oficiales que conmemoran la mayoría de la población porque son parte de su cultura social al margen de la adscripción religiosa de cada uno. Todas estas fiestas religiosas reciben amplia cobertura en los medios de comunicación del Estado independientemente del peso demográfico de los seguidores de cada confesión. La televisión pública siria da tanta importancia a los actos religiosos de la Navidad Armenia, que se celebra el 6 de Enero, como a los de la mucho más numerosa iglesia Greco Ortodoxa de Antioquía o de la católica siriaca, que celebran la Navidad el 25 de diciembre.
La defensa de esa característica única e intranferible de la sociedad siria ha inspirado la resistencia ante los intentos de transformar el Estado sirio en un Estado confesional. Ni el wahabismo ni el salafismo takfiri (el que acusa a otro de apóstata) han tenido predicamiento masivo. En Siria, y como legado del periodo Omeya, ha sido el sufismo y su apuesta por la multiconfesionalidad la corriente que más huella espiritual y política dejó en los suníes sirios frente a la influencias salafistas provenientes de Egipto y el Golfo Pérsico. Muchos ciudadanos, incluso contrarios al Gobierno y del presidente de la República, interpretaron que debían acudir en defensa de ese Estado garante de la multiconfesionalidad siria, una interconfesionalidad cultural derivada de las muchas manifestaciones religiosas que históricamente se han desarrollado en territorio sirio.
Todavía tienen un gran papel los mediadores, figuras sociales indispensables en los procesos de reconciliación nacional, que combinan la solución militar y la política, y que se basan en un elemento propio de la cultura siria: el de honor (sharf) y dignidad (karama). Estos valores defienden que no se humille al rival, e inculcan que siempre hay que ofrecer una salida digna al adversario, sea éste quien sea. En el caso de los procesos de reconciliación nacional, esa salida digna puede ser su vuelta a una vida normalizada, una posible incorporación laboral, o no aceptar la amnistía y marcharse a otro sitio. El caso es que estos conceptos de la cultura local la conocen los mediadores, que pueden ser tanto religiosos como tribales. Un grupo armado islamista puede designar como mediador a un patriarca de una iglesia cristiana o a un líder tribal. Poco importa mientras sean buenos mediadores.
En Siria, una confesionalización de la política podría llevar a la constitución de cantones, que dado su tamaño y diversidad geográfica del país, podrían abrir irreversibles brechas territoriales, económicas y políticas, como en Iraq, y trasvases demográficos no deseados y traumáticos. Y es que, por ejemplo, los cristianos ortodoxos están en todo el país. Los kurdos no solo habitan en el norte, también en las grandes ciudades. Los alauitas hace tiempo dejaron de estar confinados en las montañas de Tartus y Latakia, en cuyas ciudades nunca han sido mayoritarios. Lo mismo ocurre con los drusos, que no solo están en Sweida.
Foto principal: Yara Al Najem (fotografía), Azza Abo Rebieh (pintura)
FUENTE: UNAANTROPOLOGAENLALUNA
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