La Arqueología ha excavado y catalogado gran parte de los territorios y yacimientos de la Antigüedad que poseían algún tipo de resto de los tiempos pasados. Allí donde ha sido posible realizar una expedición se ha hecho y se ha documentado lo hallado en ese lugar. Casi todo el planeta ha sido recorrido y explorado, y prácticamente no queda zona donde el hombre no haya llegado en su ansia de conocimiento científico.
Sin embargo aún quedan algunos lugares vírgenes a tal extraordinaria ansia exploratoria. Uno de ellos es la selva tropical amazónica, especialmente en la zona fornteriza entre los paises de Bolivia, Perú, y también en partes de la selva brasileña.
En estas zonas se han realizado exploraciones por parte de particulares y aventureros que han buscado legendarias ciudades perdidas, como Paititi, y maravillosos tesoros ocultos.
Uno de esos aventureros fue Karl Brugger, que en 1974 escribió un libro titulado Crónicas de Akakor en las que contaba la historia de un pueblo llamado Ugha mongulata según se la había narrado a él un jefe de dicha tribu llamado Tatunca Nara.
El viaje prodigioso de Ferdinand Schmid
Siguiendo las indicaciones de Tatunca Nara, Schmidt partió de Manaus a través del curso del Amazonas y al llegar a la frontera con Perú realizó un trayecto a pie durante semanas hasta llegar a una región montañosa donde dice que se erigían tres pirámides similares a las egipcias de la meseta de Gizah.
Schmidt tomó fotos de aquello pero dichas fotos sólo revelan unas colinas selváticas con forma similar a pirámides pero nada concluyente ni digno de ser tomado en consideración por los arqueólogos ni especialistas en la materia.
Sin embargo las cosas que vio hicieron creer a este aventurero que realmente había llegado a la mítica ciudad de Akakor, y ante los restos de un antiguo templo escuchó la historia que Tatunca Nara le contó acerca de los origenes de su pueblo y los acontecimientos que rodearon su historia.
Tatunca Nara y su origen alemán
Pero antes de adentrarnos en el relato místico acerca de Akakor y su origen, es justo hablar un poco acerca del personaje narrador de la historia.
Una cosa que les sorprendió a Karl Brugger y a Ferdinand Schmidt es que la piel de Tatunca Nara era más clara que la de cualquier indigena de la zona y que hablaba con fluidez el alemán pese a que provenía de una región muy inhóspita de la Amazonia.
El caudillo indígena respondió que eso era así porque su padre era un soldado alemán, que tras la Segunda Guerra Mundial se había refugiado en esa región para evitar las represalias de los aliados tras la derrota de Hitler.
Por lo tanto, pese a ser un indigena, conocía bastantes cosas de la cultura occidental y sabía hablar varios idiomas. Por ello la exposición de su relato fue facilmente comprensible para sus interlocutores y pudieron tomar nota con detalle de todo lo que les relataba.
Según Tatunca Nara Akakor fue fundada por una raza de dioses que vinieron de los cielos y enseñaron a los Ugha a construir templos y pirámides, a cultivar la Tierra, a aprovechar su entorno para su progreso y a organizarse en sociedad.
Habla de esta primera época como un periodo glorioso. Los dioses, aseveraba, tenian su base en una gran isla situada en medio del océano y que después desapareció (¿La Atlántida?). De allí les visitaban periódicamente para conocer sus avances y enseñarles nuevas cosas.
También les introdujeron en el mundo espriritual y religioso: les enseñaron el culto a una diosa madre y a un dios serpiente, que representaba la sabiduría (¿Quetzalcoatl?), y a quienes periódicamente se les rendían sacrificios tanto humanos como de otras clases.
Sin embargo esta época de esplendor no duró por siempre. En cierta ocasión el cielo se oscureció y de él empezaron a caer llamaradas de fuego que provocaron grandes incendios y muchos de los monumentos que los dioses habían construido desaparecieron. Y los dioses desaparecieron con ellos. Decían que había comenzado una enorme guerra en el cielo.
También realizaron enormes y largos caminos subterráneos que comunicaban Akakor con Ofir y otras ciudades. Sin embargo esta nueva época de esplendor se truncó cuando una gran inundación y grandes terremotos acabaron con la isla de la que los dioses provenían y estos desaprecieron para siempre.
A partir de entonces los Ugha tuvieron que vivir por sus propios medios y muchos de los logros que consiguieron con los dioses fueron olvidados.
Una red de túneles subterráneos circula Sudamérica
Uno de los puntos clave sobre este relato es el que narra que los dioses construyeron una amplia red de caminos bajo tierra que conectaban entre sí ciudades muy distantes geográficamente.
Estas ciudades no son sólo las que supuestamente pertenecían a la civilización de Akakor, sino también con otras ciudades como Macchu Picchu y Tiahuanaco que según el relato de Tatunca Nara también fueron construidas por los dioses.
Estas redes subterráneas se mantuvieron durante mucho tiempo, y aparte de vías de comunicación eran también pasadizos donde se efectuaban sacrificios a los dioses serpiente. Cuando los conquistadores españoles penetraron en el ámbito sudamericano estos caminos subterráneos fueron cegados y sellados para que no fueran descubiertos.
Las misteriosas circunstancias en las que murió Karl Brugger en 1981, al parecer asesinado por algún oscuro motivo, ha alimentado la leyenda de que quizás el mito de Akakor fuera cierto. Y sigue habiendo aventureros dispuestos a encontrarlo...........
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FUENTE: VERITAS-BOSS
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