domingo, 14 de octubre de 2012

VÍNCULOS DE LA ANTIGÜEDAD... (3)


A nuestro parecer, sin embargo, el rostro de la deidad es el de un toro -un animal completamente desconocido en Sudamérica, pero que aparece mucho en la tradición y en la iconografía del Oriente Próximo de la antigüedad. Curiosamente (en nuestra opinión), era el «animal de culto» de Adad, y la cordillera que atraviesa sus dominios en Asia Menor todavía recibe el nombre de Montes del Tauro.

El tercer descubrimiento consiste en una extraña y enigmática columna de piedra grabada de Chavín de Huantar que recibe el nombre de El Lanzón, a causa de su forma lanceolada (Fig. 94). Se descubrió en el edificio del medio, y ha permanecido allí porque su altura (más de 3,5 metros) excede los tres metros de altura de la galería en donde se eleva; así, el extremo superior del monolito sobresale del suelo en el nivel superior a través de una abertura cuadrada cuidadosamente tallada.


La imagen que aparece en este monolito ha sido objeto de muchas especulaciones; para nosotros, una vez más, parece representar el rostro antropomorfizado de un toro. ¿Quiere esto decir, así pues, que quienquiera que erigió este monumento -obviamente, antes de que se construyera el edificio, pues éste se hizo en función de la estatua- adoraba al dios Toro?


Figura 94


En general, fue el alto nivel artístico de los objetos, más que las complejas y extrañas construcciones, lo que impresionó a los expertos y les llevó a considerar la cultura chavín como la «cultura matriz» del Perú norte y central, y a creer que aquel lugar era un centro religioso. Pero recientes descubrimientos en Chavín de Huantar hacen pensar que su fin no era religioso, sino funcional.

En las últimas excavaciones apareció toda una red de túneles subterráneos tallados en la roca viva; formaban una especie de panal por todo el emplazamiento, tanto debajo de las zonas construidas como de las no construidas, y servía para conectar varias series de compartimientos subterráneos dispuestos en cadena (Fig. 95).

Figura 95

Las aberturas de los túneles dejaron perplejos a sus descubridores, pues parecían conectar los dos ríos que discurren por los lados de este yacimiento arqueológico; uno (debido al terreno montañoso) por encima de él, y el otro en el valle de abajo. Algunos exploradores han sugerido que estos túneles se construyeron así con el fin de controlar los desbordamientos, para canalizar las riadas de las montañas en la época del deshielo y hacer correr el agua por debajo en vez de entre los edificios. Pero, si hubiera un peligro de inundación (sobre todo tras unas fuertes lluvias, más que por el deshielo), ¿por qué motivo levantaron sus edificios tan ingeniosos constructores en tan vulnerable lugar?

Nosotros sostenemos que lo hicieron a propósito; que, ingeniosamente, utilizaron los diferentes niveles de los dos ríos para crear un flujo potente y controlado de agua, con el fin de utilizarla en los procesos que se llevaban a cabo en Chavín de Huantar. Pues allí, como en otros muchos lugares, estos dispositivos de flujo de agua se utilizaban para la criba de oro.

Nos encontraremos con más de estas ingeniosas obras hidráulica-s en los Andes; ya las vimos, de forma más rudimentaria, en los asentamientos olmecas. En México, había lugares con complejos terraplenes; y en los Andes, obras maestras en piedra -a veces, grandes emplazamientos, como el de Chavín de Huantar; a veces, solitarias ruinas de rocas talladas y modeladas con increíble precisión, como éstas que viera Squier en la zona de Chavín (Fig. 96), que parecían estar pensadas para algún tipo de maquinaria ultramoderna desaparecida hace mucho tiempo.
Figura 96


De hecho, fue el trabajo con la piedra -no de los edificios, sino de los objetos artísticos- el que parece proporcionar una respuesta a la pregunta de quiénes fueron los que estaban en Chavín de Huantar. Las habilidades artísticas y los estilos escultóricos de la piedra recuerdan sorprendentemente el arte olmeca de México.

Entre otros fascinantes objetos se encuentra un receptáculo con forma de jaguar-gato, un toro-felino, un cóndor-águila, un cuenco con forma de tortuga, gran cantidad de vasijas y otros objetos decorados con jeroglíficos hechos con colmillos entrelazados -un motivo que decora tanto las losas de las paredes como los objetos (Fig. 97a).

Sin embargo, también había losas de piedra decoradas con motivos egipcios -serpientes, pirámides, el sagrado Ojo de Ra (Fig. 97b). Y, como si esto no fuera suficiente, había fragmentos de bloques de piedra grabados que mostraban motivos mesopotámicos, como las deidades dentro de los discos alados (Fig. 97c) o (grabadas en huesos) imágenes de dioses que llevan tocados cónicos, tocados que identificaban a los dioses en Mesopotamia (Fig. 97d).


Figura 97


Figura 98


Las deidades que portan tocados cónicos tienen rasgos faciales de aspecto «africano», y el hecho de haber sido grabados en huesos indicaría que se trata de las más antiguas representaciones artísticas de este lugar. ¿Es posible que en época tan temprana hubiera africanos -negroides, egipcios-nubios- en este lugar de Sudamérica? La sorprendente respuesta es sí.

Sí que hubo negros africanos aquí y en lugares cercanos (concretamente, en un lugar llamado Sechín), y dejaron tras de sí sus retratos. En todos estos lugares, hay docenas de piedras grabadas que llevan imágenes de esta gente; en la mayoría de los casos, se les puede ver sosteniendo algún tipo de herramienta; en muchos casos, se representa al «ingeniero» relacionado con un símbolo de obras hidráulicas (Fig. 98).

En los lugares costeros que llevan a los emplazamientos chavín en las montañas, los arqueólogos han encontrado cabezas esculpidas de arcilla, no de piedra, que debieron de representar a los visitantes semitas (Fig. 99); una de ellas era tan increíblemente similar a las esculturas asirías que su descubridor, H. Ubbelohde-Doering (On the Royal Highway of the Incas), la apodó el «Rey de Asiría».


Pero no está claro que estos visitantes hubieran llegado a los emplazamientos de las montañas -al menos, no con vida: se han encontrado cabezas de piedra esculpidas con rasgos semitas en Chavín de Huantar, pero la mayor parte de ellas muestran muecas grotescas o mutilaciones, clavadas como trofeos en las murallas que rodean el lugar.


Figura 99

La edad de Chavín sugiere que la primera oleada de estos emigrantes del Viejo Mundo, tanto olmecas como semitas, llegó allí hacia el 1500 a.C. De hecho, fue durante el reinado del duodécimo monarca del Imperio Antiguo cuando, según cuenta Montesinos, «llegaron a Cuzco noticias del desembarco en la costa de unos hombres de gran estatura... gigantes que se estaban asentando por toda la costa» y que tenían herramientas de metal.





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