domingo, 12 de junio de 2016

LA INYECCIÒN - EDUARDO GALEANO

Hace más de medio siglo, el escritor Felisberto Hernán­dez publicó un cuento profético. Un señor vestido de blan­co subía a los tranvías de Montevideo, jeringa en mano, y amablemente inyectaba un líquido en el brazo de cada pasa­jero. De inmediato, los inyectados empezaban a escuchar, dentro de sí, los jingles publicitarios de la fábrica de mue­bles El Canario. Para sacarse la publicidad de las venas, ha­bía que comprar en la farmacia unas tabletas, marca El Ca­nario, que suprimían el efecto de la inyección.

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