Sólo los pobres están condenados a ser feos y viejos. Los demás pueden comprar las cabelleras, narices, párpados, labios, pómulos. tetas,vientres, culos,muslos, o pantorrillas que necesiten, para corregir a la naturaleza y para detener el paso del tiempo. Los quirófanos de los cirujanos plásticos son los shopping centers donde se ofrece la cara, el cuerpo y la edad que usted estaba buscando. "La cirugia es una necesidad del alma", explica el Roldin argentino Roberto Zelicovich. En Lima, los carteles ofrecen en las calles narices perfectas y pieles blancas, al alcance de cualquier bolsillo que pueda pagarlas. La televisión peruana entrevista a un joven empleado que ha sustituido su nariz indígena, aguileña. por una pequeña albóndiga que él luce, orgulloso, de frente y de perfil. Dice que ahora tiene más éxito con las chicas.
En ciudades como Los Ángeles, San Pablo o Buenos Aires, las gentes de dinero pueden darse el lujo de acudir al quirófano como quien va al dentista. Al cabo de algunos años y de unas cuantas operaciones, todos se parecen entre sí, ellos con caras de momias sin arrugas, ellas convertidas en novias de Drácula, y padecen todos ciertas dificultades de expresión. Si hacen una guiñada, se les sube el ombligo.