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martes, 24 de mayo de 2016

PEQUEÑA AMÈRICA - PABLO NERUDA (POEMA)

Cuando miro la forma
de Amèrica en el mapa,
amor, a ti te veo:
las alturas del cobre en tu cabeza,
tus pechos, trigo y nieve,
tu cintura delgada,
veloces rìos que palpitan, dulces
colinas y praderas
y en el frio del sur tus pies terminan
su geografìa de oro duplicado.

Amor, cuando te toco
no sòlo han recorrido
mis manos tu delicia,
sino ramas y tierras, frutas y agua,
la primavera que amo,
la luna del desierto, el pecho
de la paloma salvaje,
la suavidad de las piedras gastadas
por las aguas del mar o de los rìos
y la espesura roja
del matorral en donde
la sed y el hambre acechan.
Y asì mi patria extensa me recibe,
pequeña Amèrica, en tu cuerpo.

Aùn màs, cuando te veo recostada
veo en tu piel, en tu color de avena,
la nacionalidad de mi cariño.
Porque desde tus hombros
el cortador de caña
de Cuba abrasadora
me mira, lleno de sudor oscuro,
y desde tu garganta
pescadores que tiemblan
en las hùmedas casas de la orilla
me cantan su secreto.
Y asì a lo largo de tu cuerpo,
pequeña Amèrica adorada
las tierras y los pueblos
interrumpen mis besos
y tu belleza entonces
no sòlo enciende el fuego
que arde sin consumirse entre nosotros,
sino que con tu amor me està llamando
y a travès de tu vida
me està dando la vida que me falta
y al sabor de tu amor se agrega el barro,
el beso de la tierra que me aguarda.

¿CÓMO SE DEFINE LA MASCULINIDAD MODERNA? TENIENDO MÚSCULOS Y DINERO... Y GUARDÁNDOSE LAS EMOCIONES

LAS PRESIONES Y EXPECTATIVAS SOCIALES QUE VIVE EL HOMBRE EN EL MUNDO MODERNO


Grayson Perry es un hombre transexual que ha estado haciendo un minucioso estudio de lo que es la masculinidad moderna. Perry es ganador del reconocido Turner Prize, el cual se entrega a artistas en Gran Bretaña, y recientemente ha llevado su exploración crítica a la TV con el show Grayson Perry: All Man.

Este artista británico señala que los hombres modernos siguen creyendo que "rompen el contrato entre hombres si lloran mucho. Es por ello que los hombres se suicidan más --se lo guardan, se lo guardan, se lo guardan, hasta que se ven completamente abrumados".

Perry hace referencia al alarmante índice de suicidios en su país: los hombres de entre 20 y 49 años de edad tienen mayor tendencia a morir suicidándose que por cualquier otra causa de muerte. Y explica que, en un mundo en el que la labor manual está en declive --siendo reemplazada por máquinas, las características asociadas con la agresividad son cada vez más redundantes.

Siguiendo la investigación de Perry, The Guardian preguntó a sus lectores en diferentes partes del mundo qué se siente ser hombre en sus diferentes países o ciudades y con qué expectativas de la masculinidad conviven. 

Un joven gay londinense dijo que en esta ciudad aparentemente progresiva suele encontrase con personas que "le exigen ser un hombre de verdad" e incluso entre los hombres gays existe un fuerte sector que sólo sale con hombres que no muestran signos de feminidad, lo que se llama "masc 4 masc".

Un lector chileno escribe: "Desafortunadamente, ser un hombre en el mundo moderno significa ganar mucho dinero y verse bien. Cada día nos bombardean con anuncios de imágenes del 'hombre perfecto', quien puede hacer lo que quiera porque tiene dinero y músculos". El joven agrega que hoy en día ya se espera que el hombre también se arregle y produzca una imagen conforme a los estándares que se ven en los medios. En esto las mujeres llevan ventaja --habiendo sufrido la presión mediática de conformarse a un ideal de belleza y "deseabilidad", algo que cada vez más está ocurriendo también para los hombres (la imagen del ideal que se maneja en los medios se interioriza). En el caso de los hombres la presión extra viene del lado de tener dinero: en nuestra sociedad materialista, se asume que un hombre atractivo es capaz de mantener a una mujer. 

Un hombre de Cambridgeshire añade que hay una crisis de identidad ya que por una parte muchas mujeres esperan lo que se llama "un hombre verdadero", un hombre fuerte capaz de resolver tareas físicas al tiempo que se busca una sensibilidad emocional. A la par, los hombres siguen glorificado el prototipo de "macho alfa", lo cual da lugar a la "lad culture", la cultura machista de deportes, cervezas y aparente rudeza emocional. ¿Un hombre con un rifle, una sexy mujer y un gatito?

Ahora bien, hay que señalar que el tema es complejo. Si bien la apertura a diferentes formas de percibir y ejercer la masculinidad debe ser bienvenida y fomentada, también es cierto que existe un factor biológico e incluso arquetípico que hace que las mujeres (y al parecer algunos homosexuales también) se sientan atraídas por hombres que muestran caracteres esencialmente masculinos, ya sea en la forma de sus cuerpos, en ciertos gestos o en actitudes que comunican esta masculinidad. Claro que estos factores de afirmación de la masculinidad, ligados a la expansión, la acción, la toma de iniciativa, la fuerza física y emocional, no tienen que estar peleados con la sensibilidad, la apertura emocional e incluso la dulzura. Un famoso escritor alguna vez dijo que "todo hombre sabio está en contacto con su lado femenino", y de hecho este es uno de los rasgos distintivos de un hombre maduro. Al final de cuentas todos somos hombres y mujeres, andróginos que se inclinan a un lado del espectro. Dicho eso, tampoco es necesario que los hombres dejen de expresar ciertos rasgos de masculinidad arquetípica, lo cual sería lo mismo que decirle a una mujer que no exprese su feminidad con su sensualidad, con su tendencia a lo maternal o alguna otra característica. 

Al lector (o a la lectora) le podrá interesar un popular artículo en el que Carl Safina describe las verdaderas características de los machos alfa, basadas en su estudio de los lobos. Escribe:

En mis observaciones de los lobos que viven en manadas en el parque nacional de Yellowstone, en Estados Unidos, he visto que los machos que mandan no lo hacen de forma forzada, ni dominante, ni agresiva para con los que les rodean. Los lobos auténticos no son así.

Sí son, en cambio, de otra forma: el macho alfa puede intervenir de forma decisiva en una cacería pero, inmediatamente después de la captura, irse a dormir hasta que todo el mundo está saciado. “La principal característica de un lobo macho alfa”, dice el guardabosques y veterano estudioso de esta especie Rick McIntyre mientras los observamos, “es una discreta confianza y seguridad en sí mismo. Sabe lo que tiene que hacer; sabe lo que más conviene a su manada. Da ejemplo. Se siente a gusto. Ejerce un efecto tranquilizador”. En definitiva, el macho alfa no es agresivo, porque no necesita serlo. 

FUENTE: PIJAMASURF

CONTRA EL CULTO A LA JUVENTUD: MORIR VIEJO Y TENER RAZÓN

NUESTRA SOCIEDAD REPRIME A LA VEJEZ PORQUE LE RECUERDA LA INEVITABILIDAD DE LA MUERTE; ASÍ SE AFERRA ILUSORIAMENTE A ESTA VIDA MATERIAL, IGNORANDO LA GRAN FRONTERA QUE LA LLAMA Y LA POSIBILIDAD QUE LA MISMA MUERTE OFRECE PARA ENRIQUECER LA VIDA




Ciertamente el culto a la juventud es un signo de nuestra época, especialmente porque vivimos en la época de la imagen pública, y por todos lados se nos bombardea --como estrategia de mercado-- con cuerpos núbiles, lustrosos y aparentemente sanos como los que sólo podemos tener en la cúspide de la juventud. El arquetipo de la belleza, desde los griegos, es el del eterno puer, en perpetua florescencia, con una dicha que el tiempo no puede más que marchitar porque está ligada a la primavera y al verano, a la energía y al vigor que en un mundo impermanente imposiblemente no declinan. Así perseguimos el espejismo de la fuente de la juventud y ocultamos nuestra vejez y marginamos a nuestros viejos --poco vale para nosotros la sabiduría de la edad en comparación con la intensidad del placer sensorial y el rubor fogoso de los años mozos. Como escribe el poeta Ramón López Velarde, queremos siempre "ser de nuevo/la frente limpia y bárbara del niño":

Volver a ser el arrebol, y el húmedo

pétalo, y la llorosa y pulcra infancia

que deja el baño para secarse al sol...

Carlos Monsiváis nos recuerda cómo el ardor del Fausto de Goethe por trascender la guadaña del tiempo a través de la filosofía oculta, hoy en día deviene en la compulsión obsesiva del consumismo y en el abaratamiento de los principios, un "canje del espíritu metafísico por los goces físicos", habiéndose perdido "lo que [Alfonso Reyes] comprendía de este modo: 'El éxito o el fracaso cuentan menos que el anhelo de desentrañar los secretos del mundo y darles forma comprensible, a través de la acción del arte, de la poesía, la filosofía, y la ciencia: ¿Qué otra cosa anhelaba Fausto?"'. Explica Monsiváis en un formidable pasaje de su libro póstumo Las esencias viajeras:

...ya en el siglo XX, al convertirse la juventud en la meta suprema, incluso los propios jóvenes, el pacto fáustico deviene el centro de las obsesiones, de las ilusiones recónditas y públicas, hasta llegar a los finales de esta centuria convertido en búsqueda gozosa y patética de la cirugía plástica, los gimnasios, las dietas estrictas, el maquillaje, las ropas rejuvenecedoras, la liposucción, hasta llegar a la ilusión química de la feromona humana... La metáfora prodigiosa de un libro se convierte en el sueño masivo de consumo y ansiedad por resistir al tiempo.

Tenemos un pacto fáustico rebajado, versión lite, ni siquiera comprendido, en el que las masas se van por la carnada del placer y el materialismo y la literalidad sin comprender y menos buscar la dimensión metafórica, estética y metafísica. El problema de esto es que, como muestra en su sublime frivolidad El retrato de Dorian Gray, tarde o temprano lo que le hacemos al cuerpo alcanza al alma y viceversa. La corrupción es también holística (como los spas).

Monsiváis recupera una cita de Bartolomé Mitre que encierra el espíritu que guía este ensayo: "No hay que morir joven. El que sobrevive a sus coetáneos siempre acaba por tener razón", y aquí el énfasis es en tener razón, no en tener la razón o superar a los demás para vindicar nuestro orgullo... razón que para los griegos era el Logos, lo divino en la mente humana... La vejez como la verdadera oportunidad de encontrar la sabiduría, aquello que se resiste a la veleidad de la moda, los fundamentos sólidos, los frutos precisos y disciplinados de la experiencia y de una vida al servicio de la antigua máxima de conocerse a sí mismo como vía regia para conocer el universo y sus secretos. Revivir quizás el "sueño íntimo de vencer la decrepitud" de Fausto y negarse "a la consigna 'Los dioses mueren jóvenes'". La dignidad de la vejez no es sólo la sombra amable y discreta de la juventud, es por su propia cuenta una potencia, misma que ya acaricia, rediviva, prístinos jardines. Los hombres que se vuelven dioses, nos dirían Sócrates y Platón, son aquellos que no se resisten a la muerte sino que la investigan y, habiendo vivido filosóficamente, logran hacer de la tumba la última cuna, el fin de la sufrida rueda.

La vejez como virtud, el derecho a bien envejecer y la buena vejez como superno logro o al menos una senectud lúcida y socialmente aceptada son --a la luz de su ausencia-- un punto débil en nuestra cultura, el talón de Aquiles de nuestra vida futura. Con el culto y la glamourización del cuerpo en su estado idílico perpetuo --siempre conservado, maquillado, acondicionado, la muerte es llevada a la sombra, ascépticamente borrada de la cotidianidad, como si pudiéramos así salvarnos de ella (contradictoriamente, puesto que la muerte es la única posibilidad de salvación que podemos soñar). Las improntas colectivas con las que crecemos en Occidente nos han enseñado a creer que debemos quemar todos nuestros cartuchos la primera mitad de nuestras vidas, ocultar todo signo de vulnerabilidad en nuestro deseo de atraer y ver a la vejez como algo detestable y desechable, cuya única actividad consiste en recordar lo que vivimos en nuestra juventud y en nuestra plenitud y en algunos casos excepcionales servir como consejera de la vida de los jóvenes (que es la que realmente importa). Como si uno no pudiera seguir perfeccionando, mejorando, creciendo y creando nueva belleza hasta el último día. En México por ejemplo, se tiene tan poca consideración por "la tercera edad" que ocupa el último lugar en la OCDE en pensiones y el penúltimo en América Latina, sólo antes de República Dominicana. Esto revela el poco respeto hacia los adultos mayores y la poca conciencia eutanánistica que se tiene, pese a que se celebra el Día de los Muertos --con colorida parafernalia y desvaída devoción-- y pese a que se tiene un vigoroso culto a la Santa Muerte, al parecer se olvida el viejo proverbio: "el día de tu muerte es el más importante de tu vida". Como en la política, en el espíritu, preferimos apostarle al corto plazo, al siguiente goce, a este sexenio y no construir y planear para la carrera larga de los siglos.

Ciertamente no se trata de preferir un tiempo sobre otro, lo cual seguramente sería el resultado de un estupor perceptual, de un excesivo apego al cuerpo y a sus ilusiones o de una radical negación de la existencia física. En cambio, es posible abrazar la existencia en su totalidad y hacer consciente cómo cada momento y cada edad tienen sus propias particularidades y cualidades y cada una contribuye al entendimiento y a la construcción de la vida y su desenlace en la muerte. Sin una juventud y una madurez sana, disciplinada y creativa, la vejez se vuelve insoportable, tortuosa y prácticamente irredimible; sin una vejez sabia y serena y una buena aproximación a la muerte, la juventud se vuelve absurda, vana nostalgia, efímera irrealidad, un fuego de petate. Ambas se nutren y equilibran, como en una alquimia interna, una conjunción de polos arquetípicos: puer y senex, el encuentro de Cupido y Saturno, las dos puntas de un hilo que tejen un mandala y el posible uróboros de la vida que encuentra su puerto en la muerte. James Hillman escribe sobre el senex:

Saturno retiene los atributos de Kronos; es un dios de la fertilidad. Saturno inventó la agricultura; este dios de la tierra y el campesino, la cosecha y la saturnalia, es regente de la fruta y la semilla. Incluso su castrante guadaña es una herramienta de siembra. Tendría que ser Saturno quien inventara la agricultura: sólo el senex tiene la paciencia que equipara a la de la tierra y puede entender la conservación de la tierra y la conservaduría de aquellos que la trabajan; sólo el senex tiene el tiempo necesario para las estaciones y su repetición crónica; la habilidad de abstraer para amaestrar la geometría del arado, la esencia de las semillas, de hacer las cuentas para rendir ganancias, el abono, la soledad...

No debemos olvidar que hay una cierta potencia y fecundidad en la melancolía y en la memoria saturnal de los viejos industriosos o contemplativos y una amplitud panorámica que sólo el padre (Cronos) atisba en la vicisitudes del tiempo. Una mirada que trasciende las pequeñeces y se concentra sólo en lo que, como su experiencia le ha enseñado, supera la vanidad y la futilidad. Para los chinos respetar a los padres, y a los hombres viejos en general, es respetar y seguir al cielo y a la ley cósmica. Por más que sean irritantes, neuróticos, amargos e intolerantes, se les respeta y escucha porque en ellos se reconoce la insondabilidad de mirar al fondo del abismo del tiempo, la dignidad de haber observado los patrones, conocer las causas ocultas y contemplar las formas que perduran, todo lo cual es insondable para una vida más corta.


Como contraparte al senex, en la coniunctio interna de la psique, tenemos al puer. Así describe Hillman el arquetipo del puer, el eterno niño:

Como el hijo de una cabra, el niño baila con un excedente de exuberancia; como un gatito explora todo y de súbito coge miedo; como un puerquito, ¡que rico sabe todo! El mundo es un buen lugar --cuando y sólo cuando, la imaginación con la que el niño desciende está todavía lo suficientemente viva para imbuir las cosas con su visión de belleza.

Hillman agregar también que, como un ángel, el niño llega al mundo seguido por "una nube de gloria"; llamada “por su verdadero nombre la niñez es el reino de la reminiscencia arquetípica”. Pareciera que el niño en su frescura y en su impresionabilidad trae consigo todavía la memoria de otro mundo: todo brilla con un resplandor prístino. Eros es representado como un niño mágico con alas como símbolo de su vínculo activo con el cielo y con la creatividad de las potencias celestes (ángeles, tronos, dominios...).

La potencia del niño es la de trastocar todo con la luz de su mirada: su imaginación activa que se posa sobre las cosas y las transfigura; la potencia del viejo es la muerte, su capacidad de ver la vida bajo la luz de la muerte y la impermanencia y a todo dotarlo de su justa dimensión temporal. Ambos mantienen en su conciencia vislumbres de una misma frontera al límite de la conciencia: la muerte es un nacimiento y el nacimiento es una muerte. Al nacer, creían los griegos, bebemos del Río del Olvido, pero algunos llegan a beber del Río de la Memoria y conectan, por así decirlo, los hilos de las Moiras. Ambos extremos de la vida son reprimidos. Aunque adoramos al niño, lo tratamos como un dios idiota, una criatura preciosa extremadamente frágil que debemos proteger. Al protegerlo --creyendo que en su tierna tabla rasa toda patología se puede imprimir indeleblemente-- lo desposeemos de su fértil originalidad, lo normalizamos, le proyectamos todos nuestros vicios y virtudes. Al criarlo para que encaje dentro de nuestra visión de mundo y de la "realidad" convencional y no sufra por ser él mismo --eso tan especial, raro y poco común que es y por lo que el mundo "real" podría rechazarlo-- no reconocemos su propia inteligencia y lo despojamos de su genio particular, de la posibilidad de conservar consigo la memoria de su alma. Como dice el poeta William Wordsworth:

Our birth is but a sleep and a forgetting:

The Soul that rises with us, our life's Star,

Hath had elsewhere its setting,

And cometh from afar:

Not in entire forgetfulness,

And not in utter nakedness,

But trailing clouds of glory do we come

From God, who is our home:

Heaven lies about us in our infancy!

Hillman considera que lo que más reprimimos en nuestra sociedad no es el sexo sino el deseo de belleza sin riendas, como ocurre en el deseo de los niños de vivir enamorados de las cosas, de unirse con ellas sin pena (como Pan), enfrentados siempre con la posibilidad gemela del “terror y la alegría”, con “los extremos en las fronteras de la curva de la normalidad”. Habría que añadir a este esquema de lo más represo también a la muerte y a la senectud como imagen progresiva, lenta e intolerable de la muerte. Reprimimos y expulsamos a la vejez para que no nos recuerde la muerte que seremos. Senex y puer, las dos terminaciones nerviosas de la existencia humana, extremos que nos enfrentan con lo desconocido, que se tocan remotamente en el azul de otro mundo... la posibilidad no reconocida de hacer de la vida una alquimia interna.

Twitter del autor: @alepholo
FUENTE: PIJAMASURF

ESTAS SON LAS 6 CARACTERÍSTICAS QUE DEFINEN A UNA PERSONA SABIA SEGÚN LA NEUROCIENCIA

CIENTÍFICOS HAN ENCONTRADO QUE NO TODO DECLINA CON LA EDAD; CIERTAS CUALIDADES DE AUTORREGULACIÓN, DECISIÓN Y CAPACIDAD DE RAZONAR EN LA INCERTIDUMBRE SON FRUTOS DE LA EXPERIENCIA Y LA EDAD




En los últimos años algunos neurocientíficos y psicólogos han intentado refinar los criterios del estudio de la inteligencia y han buscado entender cosas como qué es la sabiduría. El trabajo pionero en este campo es el Wisdom Project establecido en Berlín en los 80 por Paul Baltes y Ursula Staudinger, el cual definió a la sabiduría como "la capacidad de desarrollar una intuición profunda y un juicio correcto sobre la esencia de la condición humana y las formas y medios para planear, administrar y entender una buena vida". Una sabiduría que "es la finalidad ideal del desarrollo humano".

Desde siempre la sabiduría ha estado relacionada en la mente humana con la edad y con la experiencia, y estudios recientes parecen avalar esto. Según Igor Grossmann, de la Universidad de Waterloo en Ontario, existen aspectos cognitivos que no necesariamente declinan con el tiempo. Sabemos que con la edad la habilidad para realizar operaciones mentales y la capacidad de sostener memoria episódica disminuye, así como algunas funciones ejecutivas, debido a un desgaste en el lóbulo temporal medio. Sin embargo, "muchos de estos procesos son flexibles y pueden entrenarse"; Grossman explica que "muchas prácticas meditativas... en las que te desapegas de tu ser inmediato, y te conviertes en observador" pueden ayudar a mantener ciertas funciones cerebrales. El investigador añade que en el caso de la sabiduría muchas de las habilidades que se le asocian tiene que ver con el desarrollo de una perspectiva y de un sentido del ser, como por ejemplo el desapego y el desarrollo de un sentido de interdependencia, por lo que no están solamente sujetas al declive de la edad sino que son el resultado de la experiencia dirigida. Una persona puede nacer con inteligencia pero la sabiduría necesariamente debe obtenerse, es la marca del cultivo de esa inteligencia, de la aplicación moral y del entendimiento.

Dilip Jeste, director del Stein Institute de la Universidad de California, realizó un interesante estudio en el que entrevistó a pacientes de la tercera edad para formarse una noción de la sabiduría según la especificidad cultural. A la par analizó con un software el Bhagavad Gita, uno de los textos más importantes de la filosofía hinduista considerado un referente de la sabiduría intemporal. Jeste determinó que la noción de sabiduría entre los pacientes y este texto tenía grandes similitudes. A partir de esto, su equipo generó una definición de los seis componentes transculturales de la sabiduría:


1. Tener un conocimiento pragmático de la vida

2. Regular emociones

3. Un comportamiento prosocial que conlleve compasión, altruismo y empatía

4. Saber las propias virtudes y debilidades

5. Capacidad de tomar decisiones

6. Aceptar la incertidumbre

El sitio Nautilus ha compilado una serie de estudios en torno a la sabiduría, de los cuales se pueden tomar ciertas conclusiones. Es interesante notar que la sabiduría tiene un componente moral y está ligada a ser una buena persona, tanto por el análisis cultural como neurofisiológico ("ser una buena persona" definido como la capacidad de sentir empatía y de asumir responsabilidades).

Se desprende de aquí también la noción de que debemos reconsiderar nuestra imagen de la vejez como algo negativo que se debe reprimir a toda costa. En Las esencias viajeras, Carlos Monsiváis escribió:

...ya en el siglo XX, al convertirse la juventud en la meta suprema, incluso los propios jóvenes, el pacto fáustico deviene el centro de las obsesiones, de las ilusiones recónditas y públicas, hasta llegar a los finales de esta centuria convertido en búsqueda gozosa y patética de la cirugía plástica, los gimnasios, las dietas estrictas, el maquillaje, las ropas rejuvenecedoras, la liposucción, hasta llegar a la ilusión química de la feromona humana... La metáfora prodigiosa de un libro se convierte en el sueño masivo de consumo y ansiedad por resistir al tiempo.

Si revaloramos la noción de sabiduría quizás podamos resistirnos menos al paso del tiempo --al resistirnos generamos tensión, estrés y enfermedad para nosotros y para aquellos que son viejos y a los cuales vemos con desdén. ¿Acaso no es la sabiduría, fruto paciente de la experiencia, algo tan valioso o incluso más que la belleza y el ímpetu de la juventud? Si nuestra meta en la vida fuera ser sabios y no solamente ricos y guapos, seguramente sufriríamos menos y el mundo estaría en mejor estado. 

FUENTE: PIJAMASURF