ESTE ES UN BLOG PARA COMPARTIR IDEAS Y EXPRESARSE LIBREMENTE, ESPERO LES GUSTE....
Seguidores
martes, 17 de febrero de 2015
lunes, 16 de febrero de 2015
¿QUÉ ES EL HUMANISMO? ¿QUÉ ES LO QUE NOS HACE HUMANOS?
Artículo escrito en la revista Mito.
http://revistamito.com/redescubriendo-al-ser-humano/
¿Qué es el humanismo? ¿Qué es lo que nos hace humanos?
“¿Se puede dividir la realidad humana? ¿Hay afuera?” Edward Said.
Las Ciencias han estudiado al ser humano y las culturas como piezas museísticas, entendiéndolas como algo cerrado, anclado en el tiempo y, sobre todo, muy distantes entre sí. Hoy, sabemos que lo que la raza humana comparte es, precisamente, nuestra necesidad de necesitarnos cerca.
Paul Bohannan, antropólogo, en su libro “Para raros, nosotros”, cuenta:
“En 1950 me encontraba haciendo trabajo de campo entre los tiv de Nigeria Central. Una tarde, un tiv regresó de bañarse en el rio local. Metió la cabeza en mi cabaña para decirme que ya había vuelto. Le pregunté qué había pasado. Me contestó: “No mucho. Se ha ahogado un hombre”. Inmediatamente expelí: ¿Qué? ¿¿Ahogado??
- ¿Conoces el lugar del río donde el fondo cae de golpe? Bueno, era extranjero. Perdió pié, y no sabía nadar.
- ¿Nadie le salvó? ¿No intentaste tú salvarlo?” (Yo sabía que era un gran nadador)
La respuesta fue demoledora: “No era mío”
Entendí perfectamente lo que quería decir. Los tiv se toman molestias para prestar algún servicio a sus parientes, pero no cualquiera. Me encontré odiándole a él y a sus valores porque me habían enseñado a pensar que una vida humana es una vida humana, sin importar de quien sea. Pensé -y sigo pensando- que no le hubiese costado demasiado rescatar a aquel extraño.
Una semana más tarde, cuando estaba hablando con el mismo ayudante sobre la familia tiv, mencioné que no veía a mi madre desde hacía casi cinco años. Me miró horrorizado: “¿Quieres decir que no vas a tu casa a ayudar a tu madre?” Intenté decirle que nos escribíamos, que nos manteníamos en contacto, que ella no necesitaba mi ayuda. Mis explicaciones no sirvieron de nada, estaba tan ultrajado por mis valores como yo por los suyos. Después de considerarlo una y otra vez durante años, todavía creo que los míos son mejores. Sin duda él sigue creyendo que los mejores son los suyos.”
Gracias a la antropología, nuestros esquemas se derrumban. ¿Qué es más lícito? ¿Qué es lo natural, lo normal? ¿Lo moralmente correcto?
En un principio, no cabían las dudas: estudiamos a los primitivos para saber los orígenes de nuestras culturas occidentales evolucionadas (a mejor, por supuesto) Escudriñamos otras culturas con gran objetividad y rigurosidad, como manda la neutralidad científica: sin suspiros, ni sonidos, ni emoción. O sea, sin personas. Lo importante es el objeto a estudiar, el átomo: una cultura pura raza, originaria, grotesca y pintoresca, lejana y aislada. El análisis bajo lupa, y en categorías: lo biológico, lo económico, lo religioso, lo político… El mensaje a divulgar, casi siempre el mismo: Nosotros somos los civilizados individualistas tecnológico-racionales, que nos diferenciamos de los Otros salvajes y primitivos incivilizados.
Pero todo cambia. Parece que la religión, el capitalismo, la política y todo aquello que antes nos daba un sentido al mundo, una cosmogonía y una seguridad, hace tiempo que nos anda abandonando. Cada individuo está solo y desnudo ante el resto del mundo, y sólo nos queda una alternativa: asomarnos con humildad al mundo.
Es más, este sentimiento de soledad ante un mundo que se encoje, que acelera y que aísla, solo se puede entender comparándolo con el vacío cultural producido por el colonialismo impuesto en muchos lugares. Pero, en vez de acudir a la santería, por ejemplo, acudimos a Gran Hermano. O a lo peor, al fascismo, al racismo y a muchos otros “ismos” de miedo y odio.
Por eso, quizás sea hora de sobrepasar esa Ciencia cuantitativa y ver que que el ser humano y la cultura no es algo que funcione como los engranajes de un reloj, como aseguró Newton. Que, indagando en la sabiduría del ser humano veremos que durante toda nuestra existencia hemos entendido que hay muchas cosas de valor que no se pueden medir, y que no tienen precio, comenzando por la vida misma. Que somos porque los demás son.
Ejemplos hay y son múltiples: “Sumak kawsay” o “Suma qamaña” es, para los aymaras y quichuas, la vida en plenitud a través de la interacción entre la existencia humana y la natural. En el sur del Sahara, una persona con “Ubuntu” reconoce que existe porque los demás existen. Entre las tribus del norte de Natal, Sudáfrica, se saludan con un “Sawu bona”, te veo, y responden diciendo “Sikkhona”, estoy aquí. Los ancianos y ancianas de Irán, para saludar a alguien a quien aprecian, tapan sus ojos con sus manos y dicen “tú eres mis ojos”, y es que es bien conocida la hospital islámica o “diyâfa”. Tanto los inuit (esquimales) como los maoríes, cuando se encuentran y arriman sus narices, comparten algo más que un saludo: también comparten su aliento de vida, es el “kunik” inuit y el “hongi” maorí. Los daneses también prefieren compartir su bienestar “hygge” con su gente querida, una buena charla en el calor del hogar y en el de la amistad.
Por eso, quizás sea hora de entender que los valores que tenemos, y el modo en que vivimos, no son los únicos en el mundo, ni mucho menos lo “natural”, y que, claro, tampoco pueden ser impuestos a la fuerza. Que la contribución al bienestar para toda la humanidad reside en conocer “todos estos sueños, ideas, inspiraciones, intuiciones de toda la raza humana. El gran legado de la humanidad; todo lo que somos y lo que podemos ser.” como bien dice Wade Davis al hablar de la “etnosfera”.
“Tat tvam asi”, eso eres tú, dice el hinduismo. Ante el Occidente positivista y objetivo que postula el dualismo (cuerpo/espíritu, sujeto/objeto, bueno/malo) las filosofías asiáticas abogan por la unidad del universo y aseguran que la realidad no es sólo ese estado impuesto por el racionalismo o la ciencia, sino también por el de la armonía del universo y la perfectibilidad humana y su serenidad mental: el chi, el yoga, el zen… El universo eres tú, y tú eres un universo.
Por eso, quizás sea hora de ver que ni el antropocentrismo ni el etnocentrismo llevan a ninguna parte. Que ahora, lo que prima son la humildad, la cooperación, el respeto, la comunicación… y el humanismo.
Un poco al modo de Edward Said, que en su libro “Orientalismo”, se preguntaba: “¿Se puede dividir la realidad humana? ¿Hay afuera?”
http://revistamito.com/redescubriendo-al-ser-humano/
¿Qué es el humanismo? ¿Qué es lo que nos hace humanos?
“¿Se puede dividir la realidad humana? ¿Hay afuera?” Edward Said.
Mujer cocinando, pclvv
Las Ciencias han estudiado al ser humano y las culturas como piezas museísticas, entendiéndolas como algo cerrado, anclado en el tiempo y, sobre todo, muy distantes entre sí. Hoy, sabemos que lo que la raza humana comparte es, precisamente, nuestra necesidad de necesitarnos cerca.
Paul Bohannan, antropólogo, en su libro “Para raros, nosotros”, cuenta:
“En 1950 me encontraba haciendo trabajo de campo entre los tiv de Nigeria Central. Una tarde, un tiv regresó de bañarse en el rio local. Metió la cabeza en mi cabaña para decirme que ya había vuelto. Le pregunté qué había pasado. Me contestó: “No mucho. Se ha ahogado un hombre”. Inmediatamente expelí: ¿Qué? ¿¿Ahogado??
- ¿Conoces el lugar del río donde el fondo cae de golpe? Bueno, era extranjero. Perdió pié, y no sabía nadar.
- ¿Nadie le salvó? ¿No intentaste tú salvarlo?” (Yo sabía que era un gran nadador)
La respuesta fue demoledora: “No era mío”
Entendí perfectamente lo que quería decir. Los tiv se toman molestias para prestar algún servicio a sus parientes, pero no cualquiera. Me encontré odiándole a él y a sus valores porque me habían enseñado a pensar que una vida humana es una vida humana, sin importar de quien sea. Pensé -y sigo pensando- que no le hubiese costado demasiado rescatar a aquel extraño.
Una semana más tarde, cuando estaba hablando con el mismo ayudante sobre la familia tiv, mencioné que no veía a mi madre desde hacía casi cinco años. Me miró horrorizado: “¿Quieres decir que no vas a tu casa a ayudar a tu madre?” Intenté decirle que nos escribíamos, que nos manteníamos en contacto, que ella no necesitaba mi ayuda. Mis explicaciones no sirvieron de nada, estaba tan ultrajado por mis valores como yo por los suyos. Después de considerarlo una y otra vez durante años, todavía creo que los míos son mejores. Sin duda él sigue creyendo que los mejores son los suyos.”
Gracias a la antropología, nuestros esquemas se derrumban. ¿Qué es más lícito? ¿Qué es lo natural, lo normal? ¿Lo moralmente correcto?
En un principio, no cabían las dudas: estudiamos a los primitivos para saber los orígenes de nuestras culturas occidentales evolucionadas (a mejor, por supuesto) Escudriñamos otras culturas con gran objetividad y rigurosidad, como manda la neutralidad científica: sin suspiros, ni sonidos, ni emoción. O sea, sin personas. Lo importante es el objeto a estudiar, el átomo: una cultura pura raza, originaria, grotesca y pintoresca, lejana y aislada. El análisis bajo lupa, y en categorías: lo biológico, lo económico, lo religioso, lo político… El mensaje a divulgar, casi siempre el mismo: Nosotros somos los civilizados individualistas tecnológico-racionales, que nos diferenciamos de los Otros salvajes y primitivos incivilizados.
Pero todo cambia. Parece que la religión, el capitalismo, la política y todo aquello que antes nos daba un sentido al mundo, una cosmogonía y una seguridad, hace tiempo que nos anda abandonando. Cada individuo está solo y desnudo ante el resto del mundo, y sólo nos queda una alternativa: asomarnos con humildad al mundo.
Es más, este sentimiento de soledad ante un mundo que se encoje, que acelera y que aísla, solo se puede entender comparándolo con el vacío cultural producido por el colonialismo impuesto en muchos lugares. Pero, en vez de acudir a la santería, por ejemplo, acudimos a Gran Hermano. O a lo peor, al fascismo, al racismo y a muchos otros “ismos” de miedo y odio.
Por eso, quizás sea hora de sobrepasar esa Ciencia cuantitativa y ver que que el ser humano y la cultura no es algo que funcione como los engranajes de un reloj, como aseguró Newton. Que, indagando en la sabiduría del ser humano veremos que durante toda nuestra existencia hemos entendido que hay muchas cosas de valor que no se pueden medir, y que no tienen precio, comenzando por la vida misma. Que somos porque los demás son.
Ejemplos hay y son múltiples: “Sumak kawsay” o “Suma qamaña” es, para los aymaras y quichuas, la vida en plenitud a través de la interacción entre la existencia humana y la natural. En el sur del Sahara, una persona con “Ubuntu” reconoce que existe porque los demás existen. Entre las tribus del norte de Natal, Sudáfrica, se saludan con un “Sawu bona”, te veo, y responden diciendo “Sikkhona”, estoy aquí. Los ancianos y ancianas de Irán, para saludar a alguien a quien aprecian, tapan sus ojos con sus manos y dicen “tú eres mis ojos”, y es que es bien conocida la hospital islámica o “diyâfa”. Tanto los inuit (esquimales) como los maoríes, cuando se encuentran y arriman sus narices, comparten algo más que un saludo: también comparten su aliento de vida, es el “kunik” inuit y el “hongi” maorí. Los daneses también prefieren compartir su bienestar “hygge” con su gente querida, una buena charla en el calor del hogar y en el de la amistad.
Por eso, quizás sea hora de entender que los valores que tenemos, y el modo en que vivimos, no son los únicos en el mundo, ni mucho menos lo “natural”, y que, claro, tampoco pueden ser impuestos a la fuerza. Que la contribución al bienestar para toda la humanidad reside en conocer “todos estos sueños, ideas, inspiraciones, intuiciones de toda la raza humana. El gran legado de la humanidad; todo lo que somos y lo que podemos ser.” como bien dice Wade Davis al hablar de la “etnosfera”.
“Tat tvam asi”, eso eres tú, dice el hinduismo. Ante el Occidente positivista y objetivo que postula el dualismo (cuerpo/espíritu, sujeto/objeto, bueno/malo) las filosofías asiáticas abogan por la unidad del universo y aseguran que la realidad no es sólo ese estado impuesto por el racionalismo o la ciencia, sino también por el de la armonía del universo y la perfectibilidad humana y su serenidad mental: el chi, el yoga, el zen… El universo eres tú, y tú eres un universo.
Por eso, quizás sea hora de ver que ni el antropocentrismo ni el etnocentrismo llevan a ninguna parte. Que ahora, lo que prima son la humildad, la cooperación, el respeto, la comunicación… y el humanismo.
Un poco al modo de Edward Said, que en su libro “Orientalismo”, se preguntaba: “¿Se puede dividir la realidad humana? ¿Hay afuera?”
FUENTE: UNAANTROPOLOGAENLALUNA
EL ATLAS DE LA BELLEZA: FOTOGRAFÍAS DE LA BELLEZA NATURAL DE LA MUJER POR TODO EL MUNDO
Soy un fotógrafo de Rumanía y me despedí del trabajo para dar la vuelta al mundo. En mi paso por 37 países he fotografiado a mujeres durante los últimos dos años. En la serie 'Atlas de la belleza', retrato la belleza natural de mujeres autóctonas de los distintos lugares del mundo", así se presenta el enigmático AroundTheWorld, autor de un artículo que está causando sensación en Internet.
Hace dos años, Mihaela Noroc, un fotógrafo de Rumanía emprendió un largo viaje al rededor del mundo para fotografiar la belleza natural de mujeres de diferentes culturas.
Su proyecto se llama "El Atlas de la Belleza" en el que trata de mostrar la diversidad del planeta mediante retratos de mujeres y demostrar que la belleza se puede encontrar en cualquier parte del mundo, sin necesidad de cosméticos, tan solo siendo uno mismo.
Estos son los retratos que va sacando:
Hace dos años, Mihaela Noroc, un fotógrafo de Rumanía emprendió un largo viaje al rededor del mundo para fotografiar la belleza natural de mujeres de diferentes culturas.
Su proyecto se llama "El Atlas de la Belleza" en el que trata de mostrar la diversidad del planeta mediante retratos de mujeres y demostrar que la belleza se puede encontrar en cualquier parte del mundo, sin necesidad de cosméticos, tan solo siendo uno mismo.
Estos son los retratos que va sacando:
Medellín, Colombia
Tibet, China
El Paico, Chile
Sídney, Australia
Vilna, Lituania
La Habana, Cuba
San Francisco, Estados Unidos
Tiflis, Georgia
Otavalo, Ecuador
San Pedro de Atacama, Chile
Templo Maori, Nueva Zelanda
El Paico, Chile
Khanom, Tailandia
Moscú, Rusia
Habana, Cuba
Nueva York, EEUU
Singapore
México DC
Colca Valley, Peru
Pekín, China
Nasir al-Mulk, Iran
Riga, Latvia
Amazon Rainforest
Rio de Janeiro, Brazil
Shiraz, Iran
Yangon, Myanmar
Maramures, Romania
Jakarta, Indonesia
domingo, 15 de febrero de 2015
jueves, 12 de febrero de 2015
DESCUBRE NUEVAS CONSTELACIONES MEDIANTE LA PAREIDOLIA CÓSMICA (FOTOS)
Las constelaciones no son otra cosa que juegos pareidólicos combinados con relatos míticos de la Antigüedad: darle forma a las estrellas, o bien, unir los puntos del espacio, ha sido un entretenimiento atávico y fascinante desde el principio de la humanidad. Pero el fotógrafo estelar J-P Metsävainio ha ido un paso más allá, jugando con un montón de imágenes de su colección, con increíbles resultados.
La pareidolia es encontrar formas familiares en lugares inesperados; básicamente es lo que hacemos cada vez que vemos las nubes o el cielo nocturno. Pero Metsävainio es uno de los fotógrafos estelares más socorridos de las publicaciones científicas, por lo que uno esperaría que ver —literalmente— tantos millones de estrellas le hubiera opacado un poco la imaginación a cualquiera. Pero no.
Su galería (que puedes visitar completa aquí) está compuesta de objetos cotidianos como pelotas de tenis o pizzas y de seres míticos, como ángeles y dragones. Incluso Pac-Man aparece por ahí. Nunca ha sido más cierto que una imagen vale más que mil palabras, y las semejanzas de estos grupos de estrellas, galaxias y nebulosas con objetos de nuestro mundo resulta extraordinaria.
La pareidolia es encontrar formas familiares en lugares inesperados; básicamente es lo que hacemos cada vez que vemos las nubes o el cielo nocturno. Pero Metsävainio es uno de los fotógrafos estelares más socorridos de las publicaciones científicas, por lo que uno esperaría que ver —literalmente— tantos millones de estrellas le hubiera opacado un poco la imaginación a cualquiera. Pero no.
Su galería (que puedes visitar completa aquí) está compuesta de objetos cotidianos como pelotas de tenis o pizzas y de seres míticos, como ángeles y dragones. Incluso Pac-Man aparece por ahí. Nunca ha sido más cierto que una imagen vale más que mil palabras, y las semejanzas de estos grupos de estrellas, galaxias y nebulosas con objetos de nuestro mundo resulta extraordinaria.
Murciélago (o ángel, depende)
Burbuja
Nebulosa chile
Oso polar bebé
Galaxia pizza
Nebulosa Pac-Man
Explosión nuclear
Signo de interrogación
Scotish terrier
Caballo cósmico
Rostro sonriente
FUENTE: PIJAMASURF
domingo, 8 de febrero de 2015
jueves, 5 de febrero de 2015
martes, 3 de febrero de 2015
Suscribirse a:
Entradas (Atom)