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jueves, 15 de agosto de 2013

EL MEMORABLE DEBATE ENTRE FOUCAULT Y CHOMSKY

El encuentro entre dos figuras emblemáticas de la intelectualidad actual en la Universidad de Amsterdam, allá por 1971, dentro del International Philosophers Project. En los apenas 13 minutos de grabación que hemos encontrado, podemos observar lo mejor y lo peor de cada uno de los autores:

En Foucault vemos el perfecto análisis de la violencia ejercida por instituciones aparentemente neutrales como la universidad o la familia, pero también la tendencia al inmovilismo propia del relativismo postmoderno que es incapaz de dar alternativas a la sociedad que critica.

En Chomsky es de agradecer la llamada a la acción de uno de uno de esos raros intelectuales que no solo critica desde su torre de marfil sino que se convierte en activista social, pero también queda en evidencia la debilidad epistemológica de una visión idealista que parte de conceptos como “naturaleza humana”.

El debate integro fue publicado como libro bajo el titulo ”Chomsky – Foucault: La Naturaleza Humana Justicia Versus Poder” (te lo puedes descargar entero y en castellano aqui) .

Enfrentar a Chomsky y Foucault en una discusión tenía cierto sentido. En 1971 los dos eran famosos intelectuales en todo el mundo; los dos habían dedicado obras a la estructura del lenguaje, aunque entrenamientod de Chomsky era de linguística y no en filosofía, sobre todo, los dos habían adquirido fama por sus posiciones políticas combativas. Chomsky había publicado, en 1967, en la influyente The New York Review of Books uno de los artículos que más pesaron en el ataque a la guerra de Vietnam.

Chomsky recuerda que se conocieron y pasaron juntos varias horas antes del programa y que establecieron un terreno común a pesar de la barrera del idioma (Chomsky hablaba muy poco francés y Foucault aún no dominaba el inglés comom lo haría más tarde). Intercambiaron opiniones políticas generales, discutieron acerca de los gramáticos de Port-Royal (uno de los intereses académicos que compartían).
Pero ya había indicios de que éste no iba a ser un debate común y corriente. Con la esperanza de molestar la pulcra sobriedad del público holandés, el moderador del programa, Fons Elder, anarquista confeso, se había conseguido una brillante peluca roja y trató, infructuosamente, que Foucault se la pusiera. Por otra parte, y sin que lo supiera Chomsky, habían dado a Foucault, en pago por su presentación, una importante porción de hachís a la cual el filósofo y sus amigos llamarían, jocosamente y durante los meses que les duró, ‘el hachís de Chomsky’.”
“La conversación continuaba en este tono y Elders no dejaba de pisar a Foucault por debajo de la mesa, señalandole la peluca roja y susurrandole “póngasela, póngasela”. Foucault intentaba ignorarlo, pero las preguntas de Elders se volvían más y más apremiantes, y el filósofo empezó a irritarse”.




SER NIÑO HOY

La visión de los adultos es siempre diferente y no es cuestión de estatura.

Ser niño hoy



Tal vez lo difícil sea mirar con tus ojos, ponerme en tu piel, sentir tu dolor.

Tal vez me cueste contestar la pregunta de la razón de tus lágrimas, tan enigmáticas como tu risa.

Sé que no podrás comprender las cosas que te hacemos vivir los grandes, abandonándote, haciendo que trabajes, que “juegues” a la guerra, o no mirándote en las esquinas.


La visión de los adultos es siempre diferente y no es cuestión de estatura.

Las cosas que para nosotros no son importantes, para un niño pueden ser 
vitales, y también exactamente lo contrario.

Niño pobre, niño solo, niño sin juego.

Cómo devolverte el horizonte, cómo iluminarte el futuro.

¿El juguete que te compré reemplaza al juego compartido?

Las caricias que no te di, ¿podrán recuperarse?

La veces que te dejé, por mil ocupaciones, ¿serán reversibles?

Los “te quiero” silenciados, ¿serán inocuos?

El frío, la calle, la soledad, ¿no te harán daño?

Mi insensibilidad, mi ceguera, ¿podrán ser perdonadas?

Cada niño debe ser mi niño, retoño en busca de cobijo.

El mundo que te fabricamos es crudo, difícil, egoísta, sin valores.

Te adultizamos la infancia, obligándote a saltar sin escalas de los brazos 
maternales al ruido, al humo, a la desesperanza. 

Es responsabilidad del hombre jugarse, sublevarse, oponerse a esta realidad.

Todos los adultos debemos ser padres, porque todos los niños son hijos. 

El futuro comienza hoy y los niños, con sus grandes ojos de asombro, pueden ser el motor, fuerte, eterno, cálido.

Propongo, entonces, mirar con tus ojos, ponerme en tu piel, sentir tu dolor.

Y, así, vivir mi vida.
El texto original de este artículo fue publicado el jueves 15 de agosto de 2013 en nuestra edición impresa. Ingrese a la edición digital para leerlo igual que en el papel.

FUENTE: LAVOZ