En 1930, algunas regiones de Argentina atravesaban la más dura sequía de los últimos años. Por la época muchos científicos estaban ocupados en el desarrollo de proyectos que contribuyeran a paliar la sequía.
Entonces, el ingeniero Juan Baigorri Velar dijo a los habitantes de Buenos Aires que prepararan sus paraguas porque el 2 de junio de 1939 llovería. ¿Meteorólogo? ¿Adivino? Nada de eso: él había inventado una máquina de hacer llover.
Un invento fortuito y misterioso
Inicialmente, Baigorri Velar inventó un aparato que podía medir las condiciones electromagnéticas de la tierra; pero en 1938, mientras estaba trabajando en el altillo de su casa en Buenos Aires, descubrió que el aparato inducía una breve lluvia que se dispersaba en el ambiente. Entonces el joven intuyó que algo más grande se podría lograr…
Sus estudios de geofísica en la Universidad de Milán lo conducirían a desarrollar a gran escala este extraño artefacto. El ingeniero guardó celosamente el secreto del funcionamiento de su máquina para hacer llover; no obstante, se llegó a saber que constaba de dos circuitos: el “A” estaba diseñado para lloviznas ligeras y el “B” se utilizaba para precipitaciones fuertes.
Baigorri Velar logró hacer llover en algunas de las regiones más secas y remotas del país, que no habían visto caer agua desde hacía meses e incluso años. Por ejemplo, en la provincia de Santiago del Estero hacía un año y cuatro meses que no llovía; el ingeniero visitó el lugar y tras dos horas de hacer funcionar el artefacto cayeron 2,36 pulgadas de agua. Asimismo, en San Juan no había llovido nada menos que por ocho años, y Baigorri Velar provocó precipitaciones de 1,2 pulgadas.
Más allá de esta generosa ayuda a los problemas de sequía en el país, en 1939 llegaría su gran reto. El director del Servicio Meteorológico Nacional, Alfredo Galmarini, todavía descreía del invento de Baigorri Velar. No obstante, desafió al ingeniero a provocar una lluvia en un día exacto: el 2 de junio de 1939. Este aceptó la prueba; la víspera el cielo despejado se pobló de nubes y al día siguiente tuvo lugar un verdadero diluvio.
FUENTE: OJOCIENTIFICO
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