Extracto del libro
Psicoanálisis de la Sociedad Contemporanea. Por Erich Fromm.
¿Cuál es la relación del hombre consigo "mismo? En otro lugar he descrito esta relación como una "orientación mercantil" . En esta orientación el hombre se siente a sí mismo como una cosa para ser empleada con éxito en el mercado. No se siente a sí mismo como un agente activo, como el portador de las potencias humanas. Está enajenado de sus potencias. Su finalidad es venderse con buen
éxito en el mercado. El sentimiento de su identidad no nace de su actividad como
individuo viviente y pensante, sino de su papel socioeconómico. Si las cosas hablaran, una máquina de escribir contestaría a la pregunta "¿quién eres?" diciendo: "Soy una máquina de escribir", y un automóvil diría: "Soy un automóvil", o, más específicamente: "Soy un Ford", o "un Buick”, o "un Cadillac”. Si preguntáis a un hombre "¿quién eres?", responde: "Soy un fabricante", "soy un empleado", "soy un médico", o "soy un hombre casado", "soy el padre de dos niños", y su respuesta tiene un sentido muy parecido a la de la cosa que habla. Ése es el modo como se siente a sí mismo, no como un hombre con amor, miedo, convicciones, dudas, sino como una abstracción, enajenada de su
naturaleza real, que desempeña cierta función en el sistema social. Su sentido del valor depende de su éxito, de si puede venderse favorablemente, de si puede hacer de sí mismo más de lo que era cuando empezó, de si es un éxito. Su cuerpo, su mente y su alma son su capital, y su tarea en la vida es invertirlo favorablemente, sacar utilidad de sí mismo. Cualidades humanas como la amistad,
la cortesía, la bondad, se transforman en mercancías, en activos de la
personalidad "ya en su paquete", conducentes a un precio más elevado en el mercado de personalidades. Si el individuo fracasa en hacer una inversión favorable de sí mismo, cree que él es un fracaso; si lo logra, él es un éxito.
Evidentemente, su sentido de su propio valor depende siempre de factores extraños a él mismo, de la veleidosa valoración del mercado, que decide acerca de su valor como decide acerca del de las mercancías. Él, como todas las mercancías que no pueden venderse provechosamente, no vale nada en cuanto a valor en cambio, aunque puede ser considerable su valor de uso.
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