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miércoles, 14 de junio de 2017

CAPOEIRA, BERIMBAUS, ZUNGUS Y MANDINGAS: EL QUILOMBO RESISTE


"Me diga de onde veio/Me diga prá onde vai/
Se é casado ou solteiro/Que trabalho você faz
O diabo respondeu/Eu não tenho superior/Sou filho da liberdade
Eu não conto minha vida, o meu bem/Pois não há necessidade
Eu não sou foragido/Nem vocês autoridade
Camaradinho
Iê...
(Eu já canto há muitos anos)

(Dígame de dónde vino / Dígame por donde va /
Si usted está casado o soltero / Qué trabajo hace usted
El diablo respondió / No tengo superior / Soy hijo de la libertad
Yo no cuento mi vida, mi bien / Pues no hay necesidad
No soy pródugo / Ni ustedes autoridad
Camarada
Ie...) 




La procedencia de la palabra "zungu" en diferentes lenguas africanas es la misma: no consentimento, ruido de muchas voces. En swahili significa conspiración, o la mirada sin rumbo ni objetivo. También girar en el mismo lugar, deambular. Así les llamaron en el siglo XVIII a los blancos colonos los de África Oriental, los vagabundos que deambulaban y buscaban, sin rumbo. Las casas que se llamaban así en la ciudad de Rio de Janeiro, las casas zungu, albergaron a los capoeiras, esclavos negros fugitivos que vivían en la capoeira o monte, y que asaltaban a los viajantes por supervivencia. Eran hombres y mujeres que participaban en la lucha contra la autoridad. 

Estas casas zungu, gestionadas por mujeres, sustituyeron a las casas de quilombo, lugares donde se refugiaban y vivían los esclavos que habían huido. Eran casas secretas, ya que al esclavo que huía, si le atrapaban, le cortaban los tendones o las orejas, o los ahorcaban. En Luisiana, eran simplemente una prescripción facultativa por "drapetomanía", enfermedad creada en 1851 y acuñada por el reconocido cirujano y benemérito psicólogo del estado de Luisiana, Dr. Samuel A. Cartwright, quien alegaba que los negros y negras se contagiaban de la discapacidad de querer escaparse epidémicamente. 


Estas casas "zungu" eran como los quilombos que, cosas del lenguaje, actualmente, en el lenguaje rioplatense, común en Argentina, Uruguay, sur de Brasil, Paraguay, significa: caos, desorden, burdel. Quilombo viene de la legua bantú, y significa "campo de iniciación". Además de refugio, las casas zungu también ofrecían el servicio de las "quitandas" o establecimientos en los cuales se hacían negocios (abiertos o cerrados, ambulantes o no) para comprar frutas y hortalizas, que después pasaron a llamarse "casas de angu", y finalmente zungus. Aquí, les ofrecían a los esclavos fugitivos el "angu" una masa espesa a base de harina de maíz, de mandioca o de arroz, y agua. Todavía hoy, en lengua portuguesa, "angu" no es solamente alimento, sino también alude a la intriga, confusión, complicación. Aquello que sorprende por ser inesperado. Será porque además del angu, también les ofrecían batuques, bailes que llegaron a Brasil desde África, realizados en círculo, acompañados de instrumentos de percusión y sueños por escaparse.

"Las mujeres que cuidaban y mantenían estos espacios situados en el centro de la ciudad eran acusadas por la policía de complicidad de una red esclava de fuga" explica Gustavo Ferreira Simões. Eran grupos que pertubaban "la tranquilidad de la élite de la capital del Imperio, que entre 1835 y finales de la década de 1840, temía la posibilidad de que estallara un alzamiento similar al de los malês, ocurrida en Salvador, liderada por negros africanos de procedencia islámica. El objetivo inmediato de los malês era la liberación de los esclavos, el fin de la imposición del catolicismo y la guerra contra la élite bahiana".
Los malês eran los Mandinga, un gran grupo étnico de África occidental conocidos también como mandinka, malinkém, mandé o manden, con un lenguaje común que se llama mandinga. Residen en diferentes países del oeste de África, en las naciones de Sierra de Leona, Gambia, Guinea, Guinea Bissau, Malí, Senegal, Burkina Faso y Costa de Marfil.

El 24 de enero de 1835, un grupo formado por cientos de esclavos musulmanes mandinga y ex esclavos hicieron varios intentos para apoderarse de los puestos claves de Salvador. Aunque la revuelta duró sólo un día, sirvió para despertar las conciencias dormidas convirtiéndose en un símbolo de la resistencia de los esclavos en Brasil.



"Los zungus promovían pequeños movimientos que burlaban las autoridades y permitían la fuga de esclavos, proveyendo alimento, hospedaje y contactos con ex cautivos que resistían en los  quilombos. Los zungus articularon motines y rebeliones, organizaron pandillas y ayudaron a maltas de capoeiras (grupos de capoeiras) en batallas incesantes contra el régimen esclavista.

En un principio, la práctica de la capoeira no era considerada criminal, y la principal acusación que pesaba era la de ser "vagos" causantes de desórdenes, perturbación del orden público y porte de armas. Es a partir del alzamiento de los malês que en la décadade 1870, aparecen las primeras acusaciones de criminalización por la necesidad de "extirpar esta enfermedad moral" según algunas autoridades. En 1890, con la publicación del Código Penal, está finalmente prohibida. El capítulo 402 del nuevo Código, titulado "De los vagones y capoeiras", trataba del asunto explicitando la penalización a "hacer en las calles y plazas públicas ejercicios de agilidad y destreza corporal conocidos por la denominación capoeira; Caminar con armas o instrumentos capaces de producir una lesión corporal, provocando tumulto o desórdenes, amenazando a una persona cierta o incierta, o incutando temor de algún mal".

Los capoeiras, además de encarcelados, también podían ser deportados a Fernando de Noronha y al Mato Grosso. Algunos permanecían detenidos en la Casa de Detención de Río de Janeiro o eran reclutados para el servicio militar, que costó la vida de miles de negros en la Guerra del Paraguay (1865-1870). "Si la capoeira fue capaz de soportar la tremenda presión de la violencia del Estado durante largas décadas, es porque contó con aliados subterráneos, apoyos ocultos, que se escondían por debajo de la ciudad oficial que aparece en los documentos" explica Carlos Eugenio Líbano Soares.
La institucionalización de la capoeira como deporte nacional ocurrió en el gobierno de Getúlio Vargas. Pero antes, aún a principios del siglo XX, militares proponían la enseñanza de la capoeira con los lemas de "perfeccionamiento de la raza brasileña", "defensa de la soberanía nacional". Aunque en la sociedad republicana y supuestamente igualitaria de aquel comienzo de siglo, la capoeira bárbara, para existir, debía civilizarse como arte especializada, enseñada en espacios cerrados, dividida en estilos, jerarquías y grados. Y manejada por la población blanca.


Es en este período, escribe Leticia Vidor Reyes, que "todos los negros serán entonces considerados sospechosos, no más por ser potenciales esclavos sediciosos, sino "hordas de salvajes y bárbaros", que comprometían el "progreso". Existía la oposición barbarie (negro) / civilización (blanco), que sirvió para oponer la capoeira-lucha del siglo XIX, a la capoeira-deporte del siglo XX"


La capoeira es hoy conocida como arte marcial de raíz afrobrasileña que combina aspectos de lucha, danza y juego, al ritmo de la música ejecutada por los mismos practicantes. Se trata de una interacción cara a cara entre dos individuos dentro de un círculo de combate, donde el objetivo consiste en exhibir los puntos vulnerables de un oponente usando la simulación de ataques como arma, y movimientos acrobáticos como defensa. Todo es simulación, se trata de jugar como "malandragem", ser deshonesto al actuar, embaucando, mintiendo, enredando, confundiendo. Se trata de actuar como dicta la Ley de Gérson: "gosto de levar vantagem em tudo" ("me gusta llevar ventajita en todo").
Y también con "mandinga", que es como se le llama a ese poder, fuerza o estilo propio que se activa durante el juego. También es la oración, el "cachimbó", para amarrar las piernas del contrincante, o el don de la palabra que tiene poder. Los mandinga son esos esclavos malês que despertaron las conciencias dormidas aquel día de 1835, y que aún lo hacen al nombrarlos en la capoeira. Mandinga según el lenguaje yoruba de Malí, significa sacerdote o erudito.

En cuanto a la música, los instrumentos los componen los berimbaus, dos panderos, una doble campana que se llama agogó, un güiro llamado recoreco, y un tambor largo llamado atabaque.
El berimbau es un instrumento musical de resonancia, formado por una vara de 1.5 metros de largo, un cable de acero "arame", una calabaza hueca "cabaca" y una sonaja "caxixi". Se asemeja a un arco y su sonido es producido por la tensión que ejerce el cable de acero con la vara de madera y la calabaza que se ajusta en la base como caja de resonancia. En las capoeiras de angola normalmente se cuenta con la presencia de tres berimbaus: gunga, medio y viola. Algunos maestros "mestres" de capoeira afirman que este instrumento era utilizado como una especie de campana por los recolectores de basura para llamar la atención de las personas en los barrios del centro de la ciudad. De acuerdo con el etnomusicólogo Richard Graham, los orígenes del berimbau están fuertemente asociados con las tribus hungu de Luanda y mbulumbumba en el sudoeste de Angola.






"Después de una batalla terrible, la diosa protectora convirtió el arco del Guerrero en el primer instrumento musical de la tribu, para que la música y la paz reemplazaran las armas y las guerras para siempre"
 se dice que cuenta la mitología zulú nguni sobre el origen del berimbau, el arma de la feminidad de las mujeres bantú.

El birimbao (en portugués berimbau) está documentado ampliamente en toda África subsahariana, recibiendo distintos nombres en las diferentes lenguas y culturas del vasto continente. Samuius para los zulúes, gom-gom para los hotentotes, bobre en Mozambique, zedzi de lava en Madagascar, hunga o kungo en Angola etc... Este último, es el arco musical que más se asemeja con el berimbau brasileño de todos los que conocemos en África.

Se dice que el arco musical partió desde África y se extendió por todo el mundo a medida que las tribus esclavizadas eran transportadas a otras naciones. A pesar de no poder portar sus instrumentos con ellos, sabían cómo construirlos y así lo hicieron. Después, las culturas hicieron el resto, cambiando el nombre e incluso los materiales y la manera de tocar a su antojo.

Marcelino González, músico toba-guaraní, cuenta que en su cultura tocan el Gualambau, que viene de "gualang", onomatopeya guaraní del sonido de la cuerda del arco al lanzar la flecha.


De aquí, este instrumento se fue llevando a otros países de Centro América. Aunque digan muchas cosas, lo que mis papás y mis abuelos me contaron y lo que yo he estudiado, aquí en Guanacaste nació el quijongo”, cuenta Eulalio Guadamuz, el músico de casi 80 años que toca el quijongo. El quijongo es el berimbau de Costa Rica. En otros países, como en Salvador, se lo conoce como "carimba".

Otro ejemplo claro son los africanos que llegaron a la India de la mano de los comerciantes aproximadamente en el año 1100. A estos africanos deportados desde su tierra se les conoció como los Siddis, una población afro-asiática que hoy todavía existe. Los Siddis son descendientes de las naciones de habla bantú de África Oriental, de Etiopía y del sur de África, como Angola. Tocan un instrumento exactamente igual al berimbau, conocido como Malunga.


Y ahí que un día se encontraron...






¿Doña Isabel, qué historia es ésa?
¿Doña Isabel, qué historia es ésa?
De estar hecha la abolición
De ser princesa buena
Que acabó con la esclavitud
¡Estoy cansado de hablar!
¡Estoy cansado de engaños!
Abolición se hizo con sangre
Que inundó este país,
Que el negro transformó en lucha
Cansado de ser infeliz.
Abolición se hizo mucho antes
Se sigue haciendo ahora,
Con la verdad de los barrios pobres
Doña Isabel,
No con la mentira de la escuela
Isabel llegó la hora
De acabar con esa mentira
Y de enseñar para nuestros hijos
Isabel,
Cuánto cuesta la libertad
¡Viva Zumbi nuestro guerrero
Se hizo héroe allá en Palmares!
¡Viva la cultura de este pueblo,
La libertad verdadera,
Que ya corría en los Quilombos
Doña Isabel,
Que ya jugaba capoeira.
Fuentes:
http://www.nu-sol.org/artigos/ArtigosView.php?id=24
Reis, Letícia Vidor. O Mundo de pernas para o ar: a capoeira no Brasil. São Paulo, Publisher Brasil, 1997.
Soares, Carlos Eugênio Líbano. A Capoeira escrava e outras tradições rebeldes no Rio de Janeiro (1808-1850).Campinas, Editora Unicamp, 2001.
Casas de zungu: sorpresas de lo inesperado. Gustavo Simões
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-92742012000300009

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