SI BIEN EN LA TEORÍA, EL DESAPEGO SUENA FÁCIL Y LIBERADOR DE MALESTARES, SE TRATA DE UN PROCESO QUE LIBERA LOS MIEDOS MÁS INSOPORTABLES PARA ENFRENTAR, TAL COMO SI FUESE LA CAJA DE PANDORA.
El apego es uno de los requisitos básicos que todo ser humano –y vivo– requiere para su óptimo desarrollo. Sin esos cuidados primarios probablemente no seríamos capaces de mantener ningún vínculo afectivo saludable, acciones de autocuidado ni proyectos a futuro que nos motiven a alcanzar objetivos. Por tanto, ¿acaso el apego es malo para nuestra salud emocional?
Esta característica casi innata del ser humano es tan necesaria que no podemos enterrarla ni desterrarla de nuestro ser; pero sí podemos dominarla para evitar que duela o frustre cuando la expectativa no se asemeje a la realidad. Es entonces cuando entra en juego el término del “desapego”, es decir la fuerza resiliente que permite superar las pérdidas, decepciones y cambios reduciendo en la medida de lo posible el sufrimiento.
Si bien en la teoría, el desapego suena fácil y liberador de malestares, se trata de un proceso que libera los miedos más insoportables para enfrentar, tal como si fuese la caja de Pandora. Es francamente doloroso, sin embargo, necesario para superar rupturas, duelos y cambios inevitables. Dado que no puede eliminar de la experiencia humana, se intenta regular lo más posible, y éstos son algunos consejos útiles para lograrlo:
– Volvernos responsables de sí mismos
Si bien existen frases como “¿Ves lo que me hiciste hacer?”, “¿Por qué me estás haciendo sufrir?”, entre otras, la realidad es que sólo somos responsables de uno mismo –física, psíquica y emocionalmente–. Llega una edad, entre adolescencia y adultez que debemos enfrentarnos ante las necesidades de nuestra propia existencia, así como de nuestras necesidades. Y en el caso de que la expectativa no se acerque a la realidad, uno requiere tomar consciencia de no hay persona más apta para cuidarse, procurarse y reducir el contacto tanto con personas tóxicas como con situaciones de riesgo, que uno mismo.
Gracias a ello es importante comprender que no podemos continuar esperando a que alguien nos ame incondicionalmente o tener para siempre el reconocimiento de la familia o de los jefes; si no a buscar algún objetivo personal y cumplir los planes adecuados para alcanzar aquello que nos satisface personalmente. La idea es concretar de que sólo uno mismo es capaz de cubrir todas las necesidades personales, siendo responsable de las consecuencias de las decisiones propias y regresándole la responsabilidad a cada persona por sus respectivas acciones.
– El presente como asumir la realidad y proceso de auto cuidado
Existen estudios que demuestran que la meditación mindfulness, la toma de consciencia del presente, que surte efecto de un poderoso analgésico. Por tanto, el ocupar la atención en el aquí y en el aquí permite una conexión entre mente y cuerpo facilitando la sanación de procesos traumáticos, depresivos, ansiolíticos y aquellos relacionados con el desapego. De modo que realizar acciones de auto cuidado –como tener una dieta equilibrada y saludable, abrazarse a sí mismo, tener un día o un momento al día de apapachos como un té en el sofá mientras se lee sin distracciones, poner límites a las personas agresivas…– en el aquí y el ahora, permite tomar consciencia de lo maravilloso que es estar ahí y no divagar en el pasado/futuro sin poder estar realmente ahí.
También, al contemplar la vida en el aquí y el ahora permite que la fluidez enseñe la impermanencia de las cosas, la vida y los vínculos. De alguna manera, este camino del aquí y ahora permite tejer un orden natural que liberan las cadenas del pasado, facilitando el perdón y empoderando a la resiliencia.
– La libertad como la base del amor
En el vínculo con familiares, amistades y pareja es difícil no caer en el juego tétrico del romanticismo: “tú y yo somos uno mismo”. Pues esta perniciosa creencia, la de pensar que somos objetos de aquel emite el cariño, prohibe la libertad de ser de cada individuo. ¿Por qué no gozar de nuestros amigos como nuestra pareja de los suyos? ¿Por qué no permitirnos disfrutar de nuestra sexualidad y decidir sólo compartirla? ¿Por qué no ser uno mismo mientras se ve obligado a adaptarse a los gustos y necesidades de otro? De modo que el amor, con base en la libertad, requiere el aprendizaje de saber amar y saber recibir amor: siendo responsable del tipo de amor que se brinda y aquel que se recibe, liberando la incertidumbre de los miedos y creencias irracionales.
El apego es uno de los requisitos básicos que todo ser humano –y vivo– requiere para su óptimo desarrollo. Sin esos cuidados primarios probablemente no seríamos capaces de mantener ningún vínculo afectivo saludable, acciones de autocuidado ni proyectos a futuro que nos motiven a alcanzar objetivos. Por tanto, ¿acaso el apego es malo para nuestra salud emocional?
Esta característica casi innata del ser humano es tan necesaria que no podemos enterrarla ni desterrarla de nuestro ser; pero sí podemos dominarla para evitar que duela o frustre cuando la expectativa no se asemeje a la realidad. Es entonces cuando entra en juego el término del “desapego”, es decir la fuerza resiliente que permite superar las pérdidas, decepciones y cambios reduciendo en la medida de lo posible el sufrimiento.
Si bien en la teoría, el desapego suena fácil y liberador de malestares, se trata de un proceso que libera los miedos más insoportables para enfrentar, tal como si fuese la caja de Pandora. Es francamente doloroso, sin embargo, necesario para superar rupturas, duelos y cambios inevitables. Dado que no puede eliminar de la experiencia humana, se intenta regular lo más posible, y éstos son algunos consejos útiles para lograrlo:
– Volvernos responsables de sí mismos
Si bien existen frases como “¿Ves lo que me hiciste hacer?”, “¿Por qué me estás haciendo sufrir?”, entre otras, la realidad es que sólo somos responsables de uno mismo –física, psíquica y emocionalmente–. Llega una edad, entre adolescencia y adultez que debemos enfrentarnos ante las necesidades de nuestra propia existencia, así como de nuestras necesidades. Y en el caso de que la expectativa no se acerque a la realidad, uno requiere tomar consciencia de no hay persona más apta para cuidarse, procurarse y reducir el contacto tanto con personas tóxicas como con situaciones de riesgo, que uno mismo.
Gracias a ello es importante comprender que no podemos continuar esperando a que alguien nos ame incondicionalmente o tener para siempre el reconocimiento de la familia o de los jefes; si no a buscar algún objetivo personal y cumplir los planes adecuados para alcanzar aquello que nos satisface personalmente. La idea es concretar de que sólo uno mismo es capaz de cubrir todas las necesidades personales, siendo responsable de las consecuencias de las decisiones propias y regresándole la responsabilidad a cada persona por sus respectivas acciones.
– El presente como asumir la realidad y proceso de auto cuidado
Existen estudios que demuestran que la meditación mindfulness, la toma de consciencia del presente, que surte efecto de un poderoso analgésico. Por tanto, el ocupar la atención en el aquí y en el aquí permite una conexión entre mente y cuerpo facilitando la sanación de procesos traumáticos, depresivos, ansiolíticos y aquellos relacionados con el desapego. De modo que realizar acciones de auto cuidado –como tener una dieta equilibrada y saludable, abrazarse a sí mismo, tener un día o un momento al día de apapachos como un té en el sofá mientras se lee sin distracciones, poner límites a las personas agresivas…– en el aquí y el ahora, permite tomar consciencia de lo maravilloso que es estar ahí y no divagar en el pasado/futuro sin poder estar realmente ahí.
También, al contemplar la vida en el aquí y el ahora permite que la fluidez enseñe la impermanencia de las cosas, la vida y los vínculos. De alguna manera, este camino del aquí y ahora permite tejer un orden natural que liberan las cadenas del pasado, facilitando el perdón y empoderando a la resiliencia.
– La libertad como la base del amor
En el vínculo con familiares, amistades y pareja es difícil no caer en el juego tétrico del romanticismo: “tú y yo somos uno mismo”. Pues esta perniciosa creencia, la de pensar que somos objetos de aquel emite el cariño, prohibe la libertad de ser de cada individuo. ¿Por qué no gozar de nuestros amigos como nuestra pareja de los suyos? ¿Por qué no permitirnos disfrutar de nuestra sexualidad y decidir sólo compartirla? ¿Por qué no ser uno mismo mientras se ve obligado a adaptarse a los gustos y necesidades de otro? De modo que el amor, con base en la libertad, requiere el aprendizaje de saber amar y saber recibir amor: siendo responsable del tipo de amor que se brinda y aquel que se recibe, liberando la incertidumbre de los miedos y creencias irracionales.
FUENTE: PIJAMASURF
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