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sábado, 7 de abril de 2018
viernes, 6 de abril de 2018
FACEBOOK ES LA CIA! - ENRIQUE ROMERO (RADIO ZONICA)
ROMERO en Radio Zonica - La purga dentro de la CIA hace que vuelen carpetas por la ventana. Una de ellas es la de Facebook. Columna semanal de análisis internacional en el programa "El Arranque", conducido por Maximiliano Lequi por Radio Zonica http://www.radiozonica.com.ar
H&E: DIFERENCIA ENTRE JUDAÌSMO Y SIONISMO
El sionismo es sin dudas una de los grandes factores de poder mundial del cual tenemos mucha información desde sectores no judíos pero rara vez vemos en los medios voces disidentes de la colectividad judía. Darío Minskas, miembro de la Corriente Judía Nacional y Popular, se acercó a nuestro estudio para conversar sobre el sionismo y el judaísmo, su relación compleja y las diferencias que muchas veces son ocultadas intencionalmente por los medios de comunicación. En su columna Azul Ramírez nos sorprende una vez más con el tema relacionado al Futuro del Trabajo.
CONTRACARA N°11 - DIOS Y LA CONSTITUCIÒN,LOS DEFENSORES DEL NIÑO POR NACER (TLV1)
Contracara N°11 - Dios y la Constitución, los defensores del niño por nacer Juan Manuel Soaje Pinto entrevista a Srta. Lourdes Varela, directora de la organización "40 Días por la Vida" de EEUU y para el mundo de habla hispana en América Latina y la Dra. Chinda Brandolino, Medica Legista, Clinica y Perito Forense de La Plata, Prov. de Bs.As. Directora y miembro de variadas organizaciones ProVida, analizan sobre el debate propuesto por el gobierno de Mauricio Macri de la despenalización del aborto en el Congreso de la Nación. Los orígenes y consecuencias desde variados puntos de vista. Video Telesur: https://www.youtube.com/watch?v=n3Crd... Para contactarse con Guadalupe Varela en Facebook "40 días por la vida internacional" o sinó acceder a www.fortydaysforlife.com
PSR NAC N°08 - RECUPEREMOS N/MALVINAS... Y N/ARGENTINA!!! (TLV1)
PSR Nacional N°08 - RECUPEREMOS LAS MALVINAS...Y LA ARGENTINA!! (03-Abr-2018) Juan Manuel Soaje Pinto conduce esta edición "Nacional" de "Segunda República", charlando con Adrian Salbuchi, en la que ambos analizan la Recuperacion de Nuestras Islas Malvinas el 2 de abril de 1982
(03:24) MARCHA PSR POR MALVINAS / 2 DE ABRIL
(07:45) LA BANDERA QUIE VOLVIÓ DE MALVINAS...
(10:02) JAMAS HAY QUE RENDIRSE!!! EL MAL EJEMPLO DEL GRAL MARIO MENENDEZ
(14:20) DIP. NAC. FERNANDO IGLESIAS (CAMBIEMOS): VIL Y REPUGNANTE TRAIDOR A LA PATRIA ARGENTINA
(17:55) PUTIN LE DICE A LOS INGLESES: "DEVUELVAN LAS MALVINAS!"
(21:00) GRAN ERROR DEL GOBIERNO MILITAR: NO ENTENDER LAS FUERZAS GEOPOLITICAS EN JUEGO EN 1982
(27:30) ENTREVISTA VIZOSO POSSE: Especial TLV1 Nº51: "Malvinas, desarrollo de una guerra inconclusa." - https://www.youtube.com/watch?v=jVnUo...
(33:28) EL GOBIERNO: MAXIMO ENEMIGO DE LOS TRABAJADORES ARGENTINOS (46:50) TARIFAZO!!! ORDENADO POR LOS "EXITOSOS" CEO'S!!!!
(49:18) LOS PEORES "CHORROS DEL ASFALTO"
(52:15) EL EJERCITO DE OCUPACION DE LA ARGENTINA_ ¡¡RESISTENCIA YA!! (53:30) IMPUESTOS: EL EJÉRCITO OCUPANTE SE LLEVA EL 74% DE SUS INGRESOS. (63:50) PLAN FISCAL DEL PARTIDO SEGUNDA REPÚBLICA (70:00) GRAN PRISION PARA TODOS LOS CHORROS!!! Libro de Salbuchi: Colonialismo Financiero Mundial: vampiros y buitres: https://articulo.mercadolibre.com.ar/....
lunes, 2 de abril de 2018
EL SOL REVELA PACIENTEMENTE ESTAS FOTOGRAFÍAS EN HOJAS CAÍDAS DE ÁRBOLES
“TENGO MIEDO DE OLVIDAR, PUES LA MEMORIA HA FORMADO LO QUE SOY. ESTAS PIEZAS SON COMO UNA PROYECCIÓN DE MI MEMORIA. UNA PUERTA ABIERTA HACIA UN RECUERDO PRECISO”, DICE HIRO CHIBA A PROPÓSITO DE ESTE TRABAJO.
Quizá por eso el trabajo que ahora presentamos de Hiro Chiba sorprende tanto. Chiba es una joven artista originaria de Japón que recientemente comenzó un proyecto que podría parecer simple pero al mismo tiempo es profundamente elocuente: revelar sus fotografías en hojas caídas de árboles sirviéndose de los rayos del sol.
Aunque bellas por sí mismas, las fotografías adquieren por ese método otro significado. De alguna manera, es como si aun en su captura del instante se mostrara que no escapan a la condición efímera del mundo.
“Tengo miedo de olvidar, pues la memoria ha formado lo que soy. Estas piezas son como una proyección de mi memoria. Una puerta abierta hacia un recuerdo preciso”, explicó Hiro en esta entrevista para el sitio japanization.
La técnica con la cual revela las imágenes es relativamente secreta. Hace algunos años el fotógrafo vietnamita Binh Danh realizó un trabajo similar llevando imágenes de la guerra que se libró en la década de 1970 en su país igualmente a hojas de árboles. Para tal fin, Danh desarrolló un procedimiento propio que no quiso hacer de conocimiento público.
Sea como fuere, el resultado es profundamente admirable. Los rayos del sol, la hoja del árbol, el proceso de impresión de la imagen…Por un lado, la vida; por el otro, el tiempo; y en medio de ambos, la existencia humana.

Una de las cualidades esenciales de la fotografía es su capacidad de capturar el instante. En cierto sentido, esa es su magia y también el motivo por el cual nos fascina tanto. Frente al tiempo que transcurre sin detenerse, frente a la vida que corre paralela y ante los hechos que empiezan y terminan pero no se detienen, la fotografía es una pequeña trampa que nos permite conservar algo de eso siempre en fuga.
Quizá por eso el trabajo que ahora presentamos de Hiro Chiba sorprende tanto. Chiba es una joven artista originaria de Japón que recientemente comenzó un proyecto que podría parecer simple pero al mismo tiempo es profundamente elocuente: revelar sus fotografías en hojas caídas de árboles sirviéndose de los rayos del sol.

Aunque bellas por sí mismas, las fotografías adquieren por ese método otro significado. De alguna manera, es como si aun en su captura del instante se mostrara que no escapan a la condición efímera del mundo.
“Tengo miedo de olvidar, pues la memoria ha formado lo que soy. Estas piezas son como una proyección de mi memoria. Una puerta abierta hacia un recuerdo preciso”, explicó Hiro en esta entrevista para el sitio japanization.


La técnica con la cual revela las imágenes es relativamente secreta. Hace algunos años el fotógrafo vietnamita Binh Danh realizó un trabajo similar llevando imágenes de la guerra que se libró en la década de 1970 en su país igualmente a hojas de árboles. Para tal fin, Danh desarrolló un procedimiento propio que no quiso hacer de conocimiento público.
Sea como fuere, el resultado es profundamente admirable. Los rayos del sol, la hoja del árbol, el proceso de impresión de la imagen…Por un lado, la vida; por el otro, el tiempo; y en medio de ambos, la existencia humana.
FUENTE: PIJAMASURF
CARL JUNG, CRISTO, EL AVE FÉNIX Y LA PIEDRA FILOSOFAL
UNA INTRODUCCIÓN AL SIMBOLISMO ARQUETÍPICO DE LA ALQUIMIA, SEGÚN LA LECTURA DE CARL JUNG
Hoy se celebra la Pascua, lo cual nos brinda un trasfondo simbólico o una especie de "sincronicidad" para investigar la relación entre Cristo y la piedra filosofal, la gran obra de los alquimistas (ya sea el oro u elixir en su forma material, medicinal o espiritual ). Para penetrar este tema un tanto misterioso nos serviremos del trabajo de Carl Jung, quien dedicó buena parte de su último cuarto de vida a la exploración de la tradición alquímica de Occidente. Debo mencionar que la interpretación psicológica de la alquimia que hace Jung ha sido disputada por algunos alquimistas operativos (como Von Bernus) y algunos otros historiadores y comentadores de la alquimia (como Burckhardt, Haage y Hanegraaff). Es necesario detenernos brevemente en esto antes de continuar con el tema que nos atañe.
Primero debemos mencionar que la interpretación psicológica de la alquimia de Jung es sumamente compleja (Jung escribió miles de páginas sobre alquimia). Una de las principales críticas que se le hace es que entiende todos los procesos alquímicos como procesos psíquicos y específicamente como proyecciones del inconsciente, de esta forma negando el importante componente material y los procesos de transformación de la materia en el laboratorio. Es cierto que la interpretación de Jung es marcadamente dispar en este sentido, cargándose radicalmente a lo psicológico. La crítica de Von Bernus parece acertada cuando dice que Jung se equivoca cuando ve "en las instrucciones e imágenes de los alquimistas sólo procesos psicológicos". Por ejemplo, cosas como el "árbol filosófico de oro", no son meramente símbolos o proyecciones del inconsciente de los alquimistas, sino describen con cierta precisión procesos que se logran en el laboratorio. Jung, por supuesto, no niega que se lograran ciertas transformaciones de la materia en el laboratorio, aunque sí pone en duda que se haya conseguido tal cosa como esa piedra (lapis philosophorum) capaz de llevar a todos los metales a su perfección. Niega ciertamente la interpretación meramente materialista de la alquimia.
Titus Burckhardt en su crítica de Jung dice "la fuente de la juventud de los alquimistas de ninguna manera mana de un oscuro substrato psíquico; fluye desde la misma fuente que el Espíritu". Esta crítica es más endeble ya que el "oscuro substrato psíquico" -el inconsciente- para Jung abarca las regiones superiores del espíritu a las que Burckhardt alude, sólo que incluye y abraza también los avernos y profundidades. Jung se detiene más en estas profundidades, puesto que considera que el espíritu en nuestra época ha tomado una cierta pesadez; el fuego de lo alto se ha convertido en el agua sombría y represa; como en la historia gnóstica del Himno de la Perla, el hijo debe de buscar en las aguas, rodeado de la serpiente, el tesoro. Asimismo Jung interpreta que las etapas iniciales que son descritas por los alquimistas en términos de "mortificación" "negrura", "tortura", etc., y donde aparecen personajes teriomórficos como dragones, cuervos, serpientes y demás tienen que ver con el arquetípico proceso de un descenso al inframundo, una muerte y purificación espiritual, que para él requieren de una penetración en el propio inconsciente y una integración de los aspectos más sombríos del alma. En esto me parece que no se equivoca, al menos en el caso de esa gran corriente espiritual que es innegable que existe entre los alquimistas, quienes ciertamente no correteaban el oro vulgar y sabían de la necesidad del ascetismo. Los alquimistas veían en su obra una reiteración del proceso de creación macrocósmico y del drama religioso de Cristo, y en ocasiones incluso de algunos mitos "paganos" como la muerte y desmembramiento de Osiris. Ellos mismos, siendo profundamente religiosos, debían de revivir estos procesos; de manera correspondiente, su obra, expresada en los metales, también vivía este mismo proceso. Con singular fluidez y flexibilidad, los alquimistas hablan ora de su materia ora de sí mismos, como creando una zona liminal de interpenetración, lo cual no debe de extrañarnos del todo -aunque el lenguaje que utilizan es sumamente extraño- si tomamos en cuenta la centralidad que tienen en la obra alquímica la espiritualización de la materia y la materialización del espíritu. De hecho, Jung entiende que esto hace de los alquimistas una suerte de heterodoxia cristiana y los acerca al gnosticismo, ya que a diferencia de la Iglesia, que proyecta el mal en la naturaleza y busca separar lo espiritual de lo material (y no reunirlo), los alquimistas ven en la naturaleza la lumen naturae, la luz oculta que tiene potencia curativa que deben de liberar para poder recrear la obra divina en la tierra; luz o espíritu que deben de hacer ascender y luego descender de nuevo para oficiar la redención en sus propios cuerpos y crisoles. Los alquimistas no sienten que hayan sido completamente liberados por la pasión de Cristo y su expiación del pecado, sino que ellos mismos, como buenos místicos, deben de llevar a fruición esa obra que es la vocación de todas las cosas impregnadas por el espíritu divino.
"Mercurius, es materia y espíritu; el sí mismo como proceso simbólico abarca la esfera de lo corporal y la de lo psíquico", escribe Jung en Mysterium Coniunctionis. (Mercurius es otro de los nombres con los que personifican los alquimistas a la piedra filosofal, es un espíritu hermafrodita en el que se reúnen los opuestos). De aquí podemos derivar otra importante aclaración, que nos hace pensar que muchos de los críticos de Jung no han leído con suficiencia su obra -la cual consta de más de 20 volúmenes (y probablemente al final llegue, si no la ha hecho ya, a más de 30 contando obra póstuma, cartas y demás)- y es que la noción que tenía Jung de lo psicológico, de lo psíquico y del mismo inconsciente, es mucho más vasta de lo que comúnmente se entiende. "Lejos de que este mundo sea una mundo material, este es un mundo psíquico", y también "el cuerpo y el espíritu para mi son meros aspectos de la realidad de la psique. La experiencia psíquica es la única experiencia inmediata". Y en su autobiografía Jung habla de cómo desde su juventud concibió a las plantas y a los minerales como pensamientos de Dios, una idea que se encuentra a calca casi exacta en el Corpus Hermeticum. Aunque Jung escribió que lo que los alquimistas observaban en sus experimentos eran proyecciones o fantasías, esto no significa que esta energía psíquica no fuera capaz de modificar y aparecer en el mundo material. Como sugieren estas citas, Jung creía que la psique, de hecho, constantemente se manifiesta en el mundo exterior y que los arquetipos que conforman el inconsciente colectivo trascienden el tiempo. En este sentido podemos pensar en el inconsciente colectivo como "el alma del mundo", en identidad con el Anima Mundi del neoplatonismo; es también, según el propio Jung, "el fundamento de lo que en la antigüedad se definió como la 'simpatía de todas las cosas"', con lo que se explica tanto la teoría hermética de las correspondencias como los fenómenos parapsicológicos.
Habiendo hecho esa aclaración sigamos con nuestro tema. Primero definamos lo que era la alquimia para Jung. Jung creyó ver en los esfuerzos de los alquimistas una búsqueda mayormente inconsciente por alcanzar la totalidad del ser, lo que en los términos de su psicología analítica se conoce como individuación. Esta búsqueda de la totalidad o completud, del homo totus, se efectuaba en un teatro químico de proyecciones en el que la psique irrumpía al mundo con fuerza arquetípica y no sin cierta poesía: aguas encantadas por ninfas y espíritus; fuegos filosóficos que calcinaban sapos y serpientes; reyes solares y reinas lunares que se unían en incestuosos baños nupciales; leones verdes que combatían; colas de pavo real que aparecían en medio de una feliz operación como una alianza iridiscente; amaneceres en el atanor; albos y rubicundos esplendores... En Mysterium Coniunctonis, la obra que culmina su larga reflexión sobre la alquimia, escribe:
Las afirmaciones de los alquimistas sobre la piedra filosofal, consideradas psicológicamente, describen el arquetipo del sí mismo (Selbst, Self, Atman). Su fenomenología se ejemplifica en el simbolismo del mandala, en el que se representa el sí mismo como una estructura concéntrica y frecuentemente en la forma de una cuadratura del círculo. Coordinados con esto hay varios símbolos secundarios, la mayoría expresando la naturaleza de la unión de los opuestos.
Jung, como antes Silberer, notó que la idea de la conjunción de los opuestos es la "idea central" de la alquimia occidental (y seguramente también de la oriental). Vemos por ejemplo que la gran obra es el filius microcosmi, el hijo de Sol y Luna, del espíritu y la materia, del sulphur y el mercurio, del fuego y el agua e innumerables pares de opuestos. La alquimia puede concebirse como "un drama arquetípico de muerte y renacimiento que yace oculto en la coniunctio[conjunción]... Es la tarea moral del alquimista llevar el fondo femenino maternal de la psique masculina, hirviendo con pasión, a una armonía en el principio del espíritu. ¡Verdaderamente una labor hercúlea!" El proceso por el que se lograba esto, según la lectura comparativa de Jung, tenía que ver con lograr extraer un espíritu celeste de la materia a través de la disolución -separar lo puro de lo impuro- circularlo para que active su esplendor original y luego coagularlo. Este espíritu era la quintaesencia, el aspecto eterno e incorruptible del cuerpo, "un corpus glorificatum" que podía unirse con lo que alquimista Gerhard Dorn llamó el unus mundi, el estado adánico de unidad divina.
Aunque el objetivo del opus alchymicum era indudablemente la producción del lapis o el caelum [el cielo], no cabe duda de su tendencia a espiritualizar el "cuerpo". Esto se expresa en el simbolismo del líquido "color aire" que flota en la superficie. Representa nada menos que un corpus glorificationis, el cuerpo resucitado cuya relación con la eternidad es obvia.
Podemos comparar estas definiciones con las que hace el alquimista francés André Savoret, quien según el académico Richard Caron ha hecho la definición más concisa que se tiene de este arte hermético.
El proceso entero se trata de separar para reunir: corporalizar el espíritu y espiritualizar el cuerpo, el uno a través del otro. La alquimia espiritual procede de esta misma forma. Es por ello que Jesús nos dice que elevemos nuestras almas hacia Dios orando y las reincorporemos de nuevo ejercitando la caridad, deviniendo así uno, como Él es uno con el Padre...
En lo que concierne al hombre "físico", su Gran Obra es su transformación en un "cuerpo glorioso", un cuerpo regenerado e incorruptible... Este cuerpo glorioso es el cuerpo del hombre como era antes de la caída.
Vemos aquí que está profundamente arraigada en la alquimia y en general en el hermetismo la idea cristiana de Orígenes de la apocatastásis, o la reconstitución de la naturaleza a su condición original, es decir Dios. Es por ello que la famosa prima materia de la alquimia es esencialmente idéntica a la materia última, al oro de los filósofos y que ésta puede encontrarse en todas partes. Esto es algo que demuestran tanto Jung como Savoret y muchos otros pero que incluso encontramos una gran similitud en el budismo mahayana con la noción del embrión o germen búdico (tathagatagarbha en sánscrito). Lo que el practicante debe de hacer es purificar y eliminar todos los obstáculos para que la verdadera y natural condición se manifieste. Se utiliza la metáfora de limpiar un espejo o también la de someter el oro al fuego, ya que el fuego elimina las impurezas y lo único que permanece es el oro (esta imagen del oro purificado por el fuego se encuentra en casi todas las tradiciones religiosas, es algo así como una metáfora universal de la espiritualización y en ocasiones incluso literal).
En su altamente imaginativa y variada forma de referirse a la piedra filosofal, una de las correspondencias más frecuentes que usaron los alquimistas fue la de Cristo. La identidad entre la gran obra y Cristo es una de las constantes entre los alquimistas -obviamente descontando a los alquimistas griegos y a los alquimistas árabes que fueron parte importante de la tradición-. Esta identidad es tanto arquetípica y espiritual como material (se revela en los procesos de la disolución, vivificación, coagulación, etc.) Escribe Jung:
Debe notarse cómo la alquimia puso en lugar de los sponsus [el esposo, Cristo] y sponsa[la esposa, la Iglesia] una imagen de la totalidad que por una parte era material y por otra espiritual y correspondía con el Paracleto [espíritu santo]. Adicionalmente había una cierta tendencia en la dirección de una Eclessia spiritualis. El equivalente alquímico del Hombre-Dios y el Hijo del Hombre era Mercurius, quien siendo hermafrodita contenía en sí mismo el elemento femenino, Sapientia y materia y el masculino, el espíritu santo y el diablo.
Jung considera que los alquimistas al tomar de la tierra oscura y de la materia sublunar -a la que se refieren como un dragón-, incorporan a su disciplina al diablo, lo integran como si fuere. En este sentido acercándose a la posibilidad de trascender la dualidad, no negando la existencia y el valor del polo opuesto. En este sentido están cerca de la doctrina gnóstica que ve al diablo como el hermano de Cristo, o como existiendo en relación dialéctica a Cristo: el bien necesita del mal en cierta forma, la naturaleza se regocija en la naturaleza, la naturaleza conquista a la naturaleza, la naturaleza domina a la naturaleza, dice el adagio. En la triada alquímica de sulphur, mercurio y sal, el sulphur es el principio fogoso, solar, activo, pero también es el corruptor "tiene afinidades con el diablo mientras que por otro lado aparece como un paralelo de Cristo". Cristo obviamente también está conectado con el Sol y con el aspecto regio, triunfal y luminoso de la conciencia. Este sulphur es por una parte lo divino celeste y por otra parte el aspecto infernal, destructivo, pestilente, el azufre.
Los alquimistas utilizaron la figura de Cristo, según Jung, porque Cristo es el arquetipo del hombre perfecto, del hombre completo. Si el oro es lo más perfecto y la vocación de los metales, Cristo lo es en los hombres. El uso de este arquetipo fue fértil puesto que pertenece a una corriente más antigua que el cristianismo, según Jung.
El lapis, que nace del dragón, es laudado como el salvador y mediador ya que representa el equivalente de un redentor que ha manado del inconsciente. El paralelo Cristo-lapis vacila entre una mera analogía y una identidad profunda, pero en general no es pensado como una conclusión lógica, por lo que un enfoque dual permanece. Esto no es sorprendente ya que muchos de nosotros actualmente no hemos alcanzado a entender a Cristo como la realidad psíquica de un arquetipo, más allá de su historicidad. No dudo de la realidad histórica de Jesús de Nazaret, pero la figura del Hijo del Hombre y de Cristo el Redentor tiene antecedentes arquetípicos. Son estos los que forman las bases de las analogías alquímicas.
Encontramos paralelos mitológicos entre Cristo, Osiris y Dionisio y otras deidades más y Jung nos diría que estas ideas primordiales trascienden probablemente a la humanidad. Estos arquetipos no son ideados por el hombre sino que el hombre es una encarnación de estos arquetipos.
Hay una alegoría alquímica del alquimista Michael Maier (uno de los principales involucrados en el llamado "Misterio Rosacruz") en la que un adepto viaja a los diferentes continentes en busca de Hermes o Mercurius. En su viaje se encuentra con la sibila quien lo guía hacia Mercurius y éste finalmente hacia el ave fénix. Jung analiza:
Como la sibila [de Eritrea] quien alguna vez había profetizado la llegada del Señor, ahora ella señala la vía hacia Mercurius. Cristo es el Anthropos, el Hombre Primordial; Mercurius tiene el mismo significado, y el Hombre Primordial representa la totalidad completa y original, que desde hace mucho ha estado cautiva por los poderes del mundo.
Para Jung los alquimistas buscaban completar la victoria de Cristo sobre los poderes mundanos y por ello querían obtener el remedio universal contra el sufrimiento y la muerte; eran los continuadores de la creación, los restauradores del paraíso, de una redención que no ha sido efectuada completamente o que, al menos, debe de efectuarse en cada uno -como creía también Meister Eckhart quien tantas veces repitió que la Palabra Divina -la luz y la vida eterna- debía nacer también en el alma, actualizarse, como si fuere. Pero en esta identificación de Cristo con un "factor químico", con una medicina o elixir que se obtiene de la naturaleza, de alguna manera inconsciente, han hecho, siendo que la alquimia es la precursora de la química, que el status de la materia se eleve: "la ecuación tuvo el efecto de canalizar el númen espiritual hacia la naturaleza física y finalmente hacia la materia en sí misma, que a su vez tuvo la oportunidad de convertirse en un principio metafísico subsistente". Nos encontramos aquí con una interpretación posiblemente polémica, Jung sugiere que inadvertida e involuntariamente los alquimistas habrían contribuido a consolidar el materialismo científico que domina el pensamiento moderno y que el psicólogo suizo diagnóstica como uno de los grandes males que asolan al hombre moderno, que es un hombre en busca de alma y de sentido.
Otra gran imagen que aparece con cierta constancia en las comparaciones que se hacen de la piedra filosofal es el ave fénix (la otra que no falta es la del uróboros), el ave que renace de sus cenizas, a veces, como Cristo, el tercer día. Se debe mencionar, aunque no debe de extrañarnos, que el ave fénix es también un símbolo de Cristo dentro de la teología cristiana. Los alquimistas describen el estado de perfección de su materia como un fénix, generalmente un ave vinculada con el rojo o el morado - el estado final de la obra es frecuentemente el rubedo. Como el fénix, los alquimistas son fundamentalmente quienes operan la regeneración de la naturaleza. Y, como en el caso del fénix, la gran obra, el oro de los filósofos emerge luego de que es probado y purificado por el fuego. Jung enlista las correspondencias entre Cristo y el fénix:
Para entender el mito del fénix es importante saber que en la hermenéutica cristiana, el fénix es una alegoría de Cristo, lo cual es una reinterpretación del mito. La autocombustión del fénix corresponde al autosacrificio de Cristo, sus cenizas a su cuerpo enterrado y su milagrosa regeneración a su resurrección. Según Horapolo... el fénix significa el alma en su viaje al mundo del renacimiento. Significa la "restitución duradera de las cosas"; en sí, la renovación.
Plinio señala que el fénix primero emerge como un gusano, lo cual puede resonar con los alquimistas ya que también ellos toman una naturaleza vil y baja para la creación de su gran obra y la van transformando hacia su esplendor. Epifanio de Salamina también hace mención de que el fénix primero emerge como un gusano. El obispo bizantino dice que cuando el ave se consume en el fuego queda una ceniza de la cual brota "en un día un gusano de poca monta el cual crece alas y se renueva".
Jung nota que el alquimista Khunrath hace referencia a "un día" en su Amphiteatrum y que ese "un día" podría ser el día de Pascua. "En la alquimia la unión del alma con el cuerpo es el milagro del coniunctio, por el cual el lapis se convierte en un cuerpo viviente. El fénix significa justo ese momento". Igualmente "la transformación alquímica comúnmente era comparada al amanecer del Sol", algo que ocurre también con el ave fénix, quien es, por supuesto, un símbolo de la renovación del Sol cada mañana.
Twitter del autor: @alepholo

Primero debemos mencionar que la interpretación psicológica de la alquimia de Jung es sumamente compleja (Jung escribió miles de páginas sobre alquimia). Una de las principales críticas que se le hace es que entiende todos los procesos alquímicos como procesos psíquicos y específicamente como proyecciones del inconsciente, de esta forma negando el importante componente material y los procesos de transformación de la materia en el laboratorio. Es cierto que la interpretación de Jung es marcadamente dispar en este sentido, cargándose radicalmente a lo psicológico. La crítica de Von Bernus parece acertada cuando dice que Jung se equivoca cuando ve "en las instrucciones e imágenes de los alquimistas sólo procesos psicológicos". Por ejemplo, cosas como el "árbol filosófico de oro", no son meramente símbolos o proyecciones del inconsciente de los alquimistas, sino describen con cierta precisión procesos que se logran en el laboratorio. Jung, por supuesto, no niega que se lograran ciertas transformaciones de la materia en el laboratorio, aunque sí pone en duda que se haya conseguido tal cosa como esa piedra (lapis philosophorum) capaz de llevar a todos los metales a su perfección. Niega ciertamente la interpretación meramente materialista de la alquimia.
Titus Burckhardt en su crítica de Jung dice "la fuente de la juventud de los alquimistas de ninguna manera mana de un oscuro substrato psíquico; fluye desde la misma fuente que el Espíritu". Esta crítica es más endeble ya que el "oscuro substrato psíquico" -el inconsciente- para Jung abarca las regiones superiores del espíritu a las que Burckhardt alude, sólo que incluye y abraza también los avernos y profundidades. Jung se detiene más en estas profundidades, puesto que considera que el espíritu en nuestra época ha tomado una cierta pesadez; el fuego de lo alto se ha convertido en el agua sombría y represa; como en la historia gnóstica del Himno de la Perla, el hijo debe de buscar en las aguas, rodeado de la serpiente, el tesoro. Asimismo Jung interpreta que las etapas iniciales que son descritas por los alquimistas en términos de "mortificación" "negrura", "tortura", etc., y donde aparecen personajes teriomórficos como dragones, cuervos, serpientes y demás tienen que ver con el arquetípico proceso de un descenso al inframundo, una muerte y purificación espiritual, que para él requieren de una penetración en el propio inconsciente y una integración de los aspectos más sombríos del alma. En esto me parece que no se equivoca, al menos en el caso de esa gran corriente espiritual que es innegable que existe entre los alquimistas, quienes ciertamente no correteaban el oro vulgar y sabían de la necesidad del ascetismo. Los alquimistas veían en su obra una reiteración del proceso de creación macrocósmico y del drama religioso de Cristo, y en ocasiones incluso de algunos mitos "paganos" como la muerte y desmembramiento de Osiris. Ellos mismos, siendo profundamente religiosos, debían de revivir estos procesos; de manera correspondiente, su obra, expresada en los metales, también vivía este mismo proceso. Con singular fluidez y flexibilidad, los alquimistas hablan ora de su materia ora de sí mismos, como creando una zona liminal de interpenetración, lo cual no debe de extrañarnos del todo -aunque el lenguaje que utilizan es sumamente extraño- si tomamos en cuenta la centralidad que tienen en la obra alquímica la espiritualización de la materia y la materialización del espíritu. De hecho, Jung entiende que esto hace de los alquimistas una suerte de heterodoxia cristiana y los acerca al gnosticismo, ya que a diferencia de la Iglesia, que proyecta el mal en la naturaleza y busca separar lo espiritual de lo material (y no reunirlo), los alquimistas ven en la naturaleza la lumen naturae, la luz oculta que tiene potencia curativa que deben de liberar para poder recrear la obra divina en la tierra; luz o espíritu que deben de hacer ascender y luego descender de nuevo para oficiar la redención en sus propios cuerpos y crisoles. Los alquimistas no sienten que hayan sido completamente liberados por la pasión de Cristo y su expiación del pecado, sino que ellos mismos, como buenos místicos, deben de llevar a fruición esa obra que es la vocación de todas las cosas impregnadas por el espíritu divino.
"Mercurius, es materia y espíritu; el sí mismo como proceso simbólico abarca la esfera de lo corporal y la de lo psíquico", escribe Jung en Mysterium Coniunctionis. (Mercurius es otro de los nombres con los que personifican los alquimistas a la piedra filosofal, es un espíritu hermafrodita en el que se reúnen los opuestos). De aquí podemos derivar otra importante aclaración, que nos hace pensar que muchos de los críticos de Jung no han leído con suficiencia su obra -la cual consta de más de 20 volúmenes (y probablemente al final llegue, si no la ha hecho ya, a más de 30 contando obra póstuma, cartas y demás)- y es que la noción que tenía Jung de lo psicológico, de lo psíquico y del mismo inconsciente, es mucho más vasta de lo que comúnmente se entiende. "Lejos de que este mundo sea una mundo material, este es un mundo psíquico", y también "el cuerpo y el espíritu para mi son meros aspectos de la realidad de la psique. La experiencia psíquica es la única experiencia inmediata". Y en su autobiografía Jung habla de cómo desde su juventud concibió a las plantas y a los minerales como pensamientos de Dios, una idea que se encuentra a calca casi exacta en el Corpus Hermeticum. Aunque Jung escribió que lo que los alquimistas observaban en sus experimentos eran proyecciones o fantasías, esto no significa que esta energía psíquica no fuera capaz de modificar y aparecer en el mundo material. Como sugieren estas citas, Jung creía que la psique, de hecho, constantemente se manifiesta en el mundo exterior y que los arquetipos que conforman el inconsciente colectivo trascienden el tiempo. En este sentido podemos pensar en el inconsciente colectivo como "el alma del mundo", en identidad con el Anima Mundi del neoplatonismo; es también, según el propio Jung, "el fundamento de lo que en la antigüedad se definió como la 'simpatía de todas las cosas"', con lo que se explica tanto la teoría hermética de las correspondencias como los fenómenos parapsicológicos.
Habiendo hecho esa aclaración sigamos con nuestro tema. Primero definamos lo que era la alquimia para Jung. Jung creyó ver en los esfuerzos de los alquimistas una búsqueda mayormente inconsciente por alcanzar la totalidad del ser, lo que en los términos de su psicología analítica se conoce como individuación. Esta búsqueda de la totalidad o completud, del homo totus, se efectuaba en un teatro químico de proyecciones en el que la psique irrumpía al mundo con fuerza arquetípica y no sin cierta poesía: aguas encantadas por ninfas y espíritus; fuegos filosóficos que calcinaban sapos y serpientes; reyes solares y reinas lunares que se unían en incestuosos baños nupciales; leones verdes que combatían; colas de pavo real que aparecían en medio de una feliz operación como una alianza iridiscente; amaneceres en el atanor; albos y rubicundos esplendores... En Mysterium Coniunctonis, la obra que culmina su larga reflexión sobre la alquimia, escribe:
Las afirmaciones de los alquimistas sobre la piedra filosofal, consideradas psicológicamente, describen el arquetipo del sí mismo (Selbst, Self, Atman). Su fenomenología se ejemplifica en el simbolismo del mandala, en el que se representa el sí mismo como una estructura concéntrica y frecuentemente en la forma de una cuadratura del círculo. Coordinados con esto hay varios símbolos secundarios, la mayoría expresando la naturaleza de la unión de los opuestos.
Jung, como antes Silberer, notó que la idea de la conjunción de los opuestos es la "idea central" de la alquimia occidental (y seguramente también de la oriental). Vemos por ejemplo que la gran obra es el filius microcosmi, el hijo de Sol y Luna, del espíritu y la materia, del sulphur y el mercurio, del fuego y el agua e innumerables pares de opuestos. La alquimia puede concebirse como "un drama arquetípico de muerte y renacimiento que yace oculto en la coniunctio[conjunción]... Es la tarea moral del alquimista llevar el fondo femenino maternal de la psique masculina, hirviendo con pasión, a una armonía en el principio del espíritu. ¡Verdaderamente una labor hercúlea!" El proceso por el que se lograba esto, según la lectura comparativa de Jung, tenía que ver con lograr extraer un espíritu celeste de la materia a través de la disolución -separar lo puro de lo impuro- circularlo para que active su esplendor original y luego coagularlo. Este espíritu era la quintaesencia, el aspecto eterno e incorruptible del cuerpo, "un corpus glorificatum" que podía unirse con lo que alquimista Gerhard Dorn llamó el unus mundi, el estado adánico de unidad divina.
Aunque el objetivo del opus alchymicum era indudablemente la producción del lapis o el caelum [el cielo], no cabe duda de su tendencia a espiritualizar el "cuerpo". Esto se expresa en el simbolismo del líquido "color aire" que flota en la superficie. Representa nada menos que un corpus glorificationis, el cuerpo resucitado cuya relación con la eternidad es obvia.
Podemos comparar estas definiciones con las que hace el alquimista francés André Savoret, quien según el académico Richard Caron ha hecho la definición más concisa que se tiene de este arte hermético.
El proceso entero se trata de separar para reunir: corporalizar el espíritu y espiritualizar el cuerpo, el uno a través del otro. La alquimia espiritual procede de esta misma forma. Es por ello que Jesús nos dice que elevemos nuestras almas hacia Dios orando y las reincorporemos de nuevo ejercitando la caridad, deviniendo así uno, como Él es uno con el Padre...
En lo que concierne al hombre "físico", su Gran Obra es su transformación en un "cuerpo glorioso", un cuerpo regenerado e incorruptible... Este cuerpo glorioso es el cuerpo del hombre como era antes de la caída.
Vemos aquí que está profundamente arraigada en la alquimia y en general en el hermetismo la idea cristiana de Orígenes de la apocatastásis, o la reconstitución de la naturaleza a su condición original, es decir Dios. Es por ello que la famosa prima materia de la alquimia es esencialmente idéntica a la materia última, al oro de los filósofos y que ésta puede encontrarse en todas partes. Esto es algo que demuestran tanto Jung como Savoret y muchos otros pero que incluso encontramos una gran similitud en el budismo mahayana con la noción del embrión o germen búdico (tathagatagarbha en sánscrito). Lo que el practicante debe de hacer es purificar y eliminar todos los obstáculos para que la verdadera y natural condición se manifieste. Se utiliza la metáfora de limpiar un espejo o también la de someter el oro al fuego, ya que el fuego elimina las impurezas y lo único que permanece es el oro (esta imagen del oro purificado por el fuego se encuentra en casi todas las tradiciones religiosas, es algo así como una metáfora universal de la espiritualización y en ocasiones incluso literal).
En su altamente imaginativa y variada forma de referirse a la piedra filosofal, una de las correspondencias más frecuentes que usaron los alquimistas fue la de Cristo. La identidad entre la gran obra y Cristo es una de las constantes entre los alquimistas -obviamente descontando a los alquimistas griegos y a los alquimistas árabes que fueron parte importante de la tradición-. Esta identidad es tanto arquetípica y espiritual como material (se revela en los procesos de la disolución, vivificación, coagulación, etc.) Escribe Jung:
Debe notarse cómo la alquimia puso en lugar de los sponsus [el esposo, Cristo] y sponsa[la esposa, la Iglesia] una imagen de la totalidad que por una parte era material y por otra espiritual y correspondía con el Paracleto [espíritu santo]. Adicionalmente había una cierta tendencia en la dirección de una Eclessia spiritualis. El equivalente alquímico del Hombre-Dios y el Hijo del Hombre era Mercurius, quien siendo hermafrodita contenía en sí mismo el elemento femenino, Sapientia y materia y el masculino, el espíritu santo y el diablo.
Jung considera que los alquimistas al tomar de la tierra oscura y de la materia sublunar -a la que se refieren como un dragón-, incorporan a su disciplina al diablo, lo integran como si fuere. En este sentido acercándose a la posibilidad de trascender la dualidad, no negando la existencia y el valor del polo opuesto. En este sentido están cerca de la doctrina gnóstica que ve al diablo como el hermano de Cristo, o como existiendo en relación dialéctica a Cristo: el bien necesita del mal en cierta forma, la naturaleza se regocija en la naturaleza, la naturaleza conquista a la naturaleza, la naturaleza domina a la naturaleza, dice el adagio. En la triada alquímica de sulphur, mercurio y sal, el sulphur es el principio fogoso, solar, activo, pero también es el corruptor "tiene afinidades con el diablo mientras que por otro lado aparece como un paralelo de Cristo". Cristo obviamente también está conectado con el Sol y con el aspecto regio, triunfal y luminoso de la conciencia. Este sulphur es por una parte lo divino celeste y por otra parte el aspecto infernal, destructivo, pestilente, el azufre.
Los alquimistas utilizaron la figura de Cristo, según Jung, porque Cristo es el arquetipo del hombre perfecto, del hombre completo. Si el oro es lo más perfecto y la vocación de los metales, Cristo lo es en los hombres. El uso de este arquetipo fue fértil puesto que pertenece a una corriente más antigua que el cristianismo, según Jung.
El lapis, que nace del dragón, es laudado como el salvador y mediador ya que representa el equivalente de un redentor que ha manado del inconsciente. El paralelo Cristo-lapis vacila entre una mera analogía y una identidad profunda, pero en general no es pensado como una conclusión lógica, por lo que un enfoque dual permanece. Esto no es sorprendente ya que muchos de nosotros actualmente no hemos alcanzado a entender a Cristo como la realidad psíquica de un arquetipo, más allá de su historicidad. No dudo de la realidad histórica de Jesús de Nazaret, pero la figura del Hijo del Hombre y de Cristo el Redentor tiene antecedentes arquetípicos. Son estos los que forman las bases de las analogías alquímicas.
Encontramos paralelos mitológicos entre Cristo, Osiris y Dionisio y otras deidades más y Jung nos diría que estas ideas primordiales trascienden probablemente a la humanidad. Estos arquetipos no son ideados por el hombre sino que el hombre es una encarnación de estos arquetipos.
Hay una alegoría alquímica del alquimista Michael Maier (uno de los principales involucrados en el llamado "Misterio Rosacruz") en la que un adepto viaja a los diferentes continentes en busca de Hermes o Mercurius. En su viaje se encuentra con la sibila quien lo guía hacia Mercurius y éste finalmente hacia el ave fénix. Jung analiza:
Como la sibila [de Eritrea] quien alguna vez había profetizado la llegada del Señor, ahora ella señala la vía hacia Mercurius. Cristo es el Anthropos, el Hombre Primordial; Mercurius tiene el mismo significado, y el Hombre Primordial representa la totalidad completa y original, que desde hace mucho ha estado cautiva por los poderes del mundo.
Para Jung los alquimistas buscaban completar la victoria de Cristo sobre los poderes mundanos y por ello querían obtener el remedio universal contra el sufrimiento y la muerte; eran los continuadores de la creación, los restauradores del paraíso, de una redención que no ha sido efectuada completamente o que, al menos, debe de efectuarse en cada uno -como creía también Meister Eckhart quien tantas veces repitió que la Palabra Divina -la luz y la vida eterna- debía nacer también en el alma, actualizarse, como si fuere. Pero en esta identificación de Cristo con un "factor químico", con una medicina o elixir que se obtiene de la naturaleza, de alguna manera inconsciente, han hecho, siendo que la alquimia es la precursora de la química, que el status de la materia se eleve: "la ecuación tuvo el efecto de canalizar el númen espiritual hacia la naturaleza física y finalmente hacia la materia en sí misma, que a su vez tuvo la oportunidad de convertirse en un principio metafísico subsistente". Nos encontramos aquí con una interpretación posiblemente polémica, Jung sugiere que inadvertida e involuntariamente los alquimistas habrían contribuido a consolidar el materialismo científico que domina el pensamiento moderno y que el psicólogo suizo diagnóstica como uno de los grandes males que asolan al hombre moderno, que es un hombre en busca de alma y de sentido.
Otra gran imagen que aparece con cierta constancia en las comparaciones que se hacen de la piedra filosofal es el ave fénix (la otra que no falta es la del uróboros), el ave que renace de sus cenizas, a veces, como Cristo, el tercer día. Se debe mencionar, aunque no debe de extrañarnos, que el ave fénix es también un símbolo de Cristo dentro de la teología cristiana. Los alquimistas describen el estado de perfección de su materia como un fénix, generalmente un ave vinculada con el rojo o el morado - el estado final de la obra es frecuentemente el rubedo. Como el fénix, los alquimistas son fundamentalmente quienes operan la regeneración de la naturaleza. Y, como en el caso del fénix, la gran obra, el oro de los filósofos emerge luego de que es probado y purificado por el fuego. Jung enlista las correspondencias entre Cristo y el fénix:
Para entender el mito del fénix es importante saber que en la hermenéutica cristiana, el fénix es una alegoría de Cristo, lo cual es una reinterpretación del mito. La autocombustión del fénix corresponde al autosacrificio de Cristo, sus cenizas a su cuerpo enterrado y su milagrosa regeneración a su resurrección. Según Horapolo... el fénix significa el alma en su viaje al mundo del renacimiento. Significa la "restitución duradera de las cosas"; en sí, la renovación.
Plinio señala que el fénix primero emerge como un gusano, lo cual puede resonar con los alquimistas ya que también ellos toman una naturaleza vil y baja para la creación de su gran obra y la van transformando hacia su esplendor. Epifanio de Salamina también hace mención de que el fénix primero emerge como un gusano. El obispo bizantino dice que cuando el ave se consume en el fuego queda una ceniza de la cual brota "en un día un gusano de poca monta el cual crece alas y se renueva".
Jung nota que el alquimista Khunrath hace referencia a "un día" en su Amphiteatrum y que ese "un día" podría ser el día de Pascua. "En la alquimia la unión del alma con el cuerpo es el milagro del coniunctio, por el cual el lapis se convierte en un cuerpo viviente. El fénix significa justo ese momento". Igualmente "la transformación alquímica comúnmente era comparada al amanecer del Sol", algo que ocurre también con el ave fénix, quien es, por supuesto, un símbolo de la renovación del Sol cada mañana.
Twitter del autor: @alepholo
FUENTE: PIJAMASURF
domingo, 1 de abril de 2018
sábado, 31 de marzo de 2018
jueves, 29 de marzo de 2018
¿SEDUCCIÓN O ANGUSTIA? ¿QUÉ ELEGIR EN LOS MOMENTOS CRUCIALES DE LA VIDA?
LA SEDUCCIÓN NOS ENTRETIENE Y NOS DISTRAE; LA ANGUSTIA, EN CAMBIO…
Todos, en algún momento de nuestra vida, enfrentamos esta decisión.
Por un lado tenemos el dolor o el sufrimiento, quizá el deber o la obligación, posiblemente la renuncia, el duelo, una responsabilidad que debemos asumir o una decisión que sabemos que tenemos que tomar, el miedo o el temor, las dudas, la crítica severa a uno mismo, la intranquilidad o la impaciencia… En una sola palabra: la angustia.
Por otro lado, se nos ofrece la seducción. ¿Quién, ante un trabajo, no ha preferido evadirlo con algún tipo de placer? ¿Quién no ha hecho lo mismo con el dolor y con el sufrimiento? Necesitamos escribir y de pronto sentimos hambre. Nos sentimos solos y tomamos el teléfono para buscar una persona con quién estar. Hay algo en nuestra vida que no está marchando como quisiéramos y nos regalamos a nosotros mismos una compensación: una compra que sale de nuestro presupuesto, una comida que va más allá de la saciedad, una borrachera. Un deber nos apremia pero preferimos distraernos con las redes sociales, en una conversación trivial o con tareas que bien podríamos dejar para otro momento… Las formas de la seducción son muchas y seguramente cada persona conocerá la propia y el camino por el cual llega a ella.
El dilema, sin embargo, no es moral. Por favor, no se entienda de esa manera. No es que el consumo de alcohol, las drogas, el sexo o la comida sean "malos", o que elegir la angustia sea "bueno" por sí mismo. En modo alguno. El dilema es más bien existencial, pues seguir uno u otro camino tiene efectos específicos en el curso que toma la vida.
La seducción nos atrae porque parte de su fuerza se encuentra en un patrón inconsciente de pensamiento y de conducta relacionado con la adversidad. Frente a aquello que parece adverso, es probable que todos tengamos miedo, la diferencia es que algunos, con miedo y todo, deciden encarar la adversidad y otros prefieren evitarla. Y, de nuevo, ninguna conducta es mejor que otra. De nuevo también, cada una tiene derivaciones distintas.
El problema con los patrones inconscientes es que se vuelven incontrolables fácilmente. De algún modo, ese es el origen de las adicciones de todo tipo. Quien no puede dejar de "trabajar", de comprar, de "conquistar" mujeres o lo que sea que tenga como comportamiento adictivo, en una medida importante se debe a que no ha hecho consciente el patrón de pensamiento que sostiene dicha compulsión. No conocemos la fuerza que nos lleva a actuar de determinada manera y por ello la obedecemos ciegamente.
Ahí se descubre otra característica importante de la seducción: es insaciable. Tanto en la forma como en el fondo. Tanto en la manifestación que adquiere –la bebida, la comida, el afán de sentirse acompañado, etc.–, como en su carácter de entidad para la que nunca nada será suficiente. Siempre demandará más y por principio su mandato será siempre inapelable.
De ahí también que la seducción sea, paradójicamente, insatisfactoria. ¿Quién puede decir que de verdad disfruta estar en Facebook? ¿Quién puede decir que disfruta procrastinar? ¿Quién no ha sentido de nuevo ese hueco que parecía haber sido llenado con una fiesta o con el sexo y que, al acabar la fiesta o el sexo, reaparece, tan vacío como estaba antes? La seducción no nos complace verdaderamente porque en última instancia no es lo que queremos, sino algo que aprendimos a aceptar como reemplazo de lo que queremos.
En este sentido, la seducción es equiparable a las nociones de goce y deseo del Otro que se encuentra en el psicoanálisis de Sigmund Freud y de Jacques Lacan. En términos muy sencillos pensemos en estas imágenes: un bebé llora porque siente frío, pero su madre piensa que tiene hambre y lo alimenta; un niño habituado a sentirse atendido llora porque se siente descuidado, y su madre o su padre, que no lo pueden atender en ese momento, le brindan algo colorido o ruidoso con lo cual pueda entretenerse y distraer así ese malestar. Poco a poco las cosas se vuelven un tanto más complejas, pero la esencia del goce está ahí: sentir que disfrutamos lo que otro nos da a cambio de lo que en verdad queremos. Por eso Lacan contrapuso el goce al placer, pues la satisfacción que creemos encontrar en el goce es una farsa que aprendimos a montar para complacer al Otro, mientras que el placer es auténtico porque surge espontáneamente de la condición deseante del sujeto.
Por eso, cuando hacemos algo que sí queremos hacer, nos sentimos de inmediato llenos de vida. No importa que esa tarea requiera esfuerzo físico o mental, no importa el tiempo que necesite, no importa que al menos de inicio parezca apabullante: hay algo que nos impulsa a seguir, que nos mantiene con alegría o con esperanza en medio de la contrariedad, que por momentos parece capaz de neutralizar el cansancio y el desgaste; y cuando la tarea termina, incluso a pesar de toda la energía volcada en ella, nos deja no sólo satisfechos, sino además con cierta sensación de más vida aún, con la sorpresa de que cedimos parte de nuestra vida y a cambio ésta no sólo no se redujo, sino además se multiplicó.
¿Así nos sentimos después de entregarnos a la seducción? Lo cierto es que no. Pero entonces ¿por qué lo hacemos? ¿Por qué, aunque el goce de la seducción no nos satisface ni nos hace sentirnos así de vivos, seguimos cediendo a su mandato? ¿Y por qué, en otro sentido, parece que no podemos sentirnos siempre así, inundados de vida? ¿Es que de verdad no es posible?
Una respuesta a esas preguntas es relativamente sencilla: porque no conocemos nuestro propio deseo. Muchos de nosotros sabemos que deseamos pero no sabemos qué deseamos. Es decir, tenemos (relativa) conciencia de nuestra condición de sujetos deseantes pero no hacia dónde o de qué maneras está encauzada dicha condición, y en esa ignorancia repetimos el patrón de conformarnos con lo que aprendimos a aceptar como satisfactorio.
Tanto Freud como Lacan nos mostraron que el deseo humano es como un nuevo lenguaje que el sujeto debe aprender si quiere formular claramente lo que desea. "No sé lo que quiero", dicen algunas personas cuando se descubren confrontadas a ese dilema propio de la existencia humana. Justificadamente, pues en la formación del ser humano no es común que se le brinden los recursos para emprender un aprendizaje que debe hacer por sí mismo: el de las palabras y la gramática de su propio deseo.
¿Cuál es, en este escenario, en el plató de la vida humana, el papel de la angustia? En psicoanálisis, de Freud a Slavoj Zizek, se sostiene que la angustia es la única emoción auténtica, la única emoción que se presenta sin disfraces ni fingimientos y por ello mismo es la única señal que no engaña. A esto podría sumarse también la consideración de Søren Kierkegaard, quien entendió la angustia como el vértigo de la libertad.
La angustia, en este sentido, es eso que nos invade cuando percibimos vagamente que podemos ser libres pero esta misma sensación nos perturba e incluso nos aterra. Puede sonar paradójico, pero así es: nos da miedo ser libres. En buena medida porque asumir nuestra libertad no es tanto una decisión como un recorrido, una "obra en proceso" que pasa necesariamente por darnos cuenta de que mucho de lo que aprendimos es falso o cuestionable; que implica poner en duda lo que aprendimos de nuestros padres, de la cultura en la que crecimos e incluso de la época en la que nos encontramos; abrir algunas habitaciones largamente abandonadas; implica confrontarnos con nosotros mismos, desesperarnos con nosotros mismos, reconciliarnos con nosotros mismos; implica una de las tareas más difíciles de la existencia: conocer nuestras propias emociones y lo mismo las heridas que los afectos de donde surgieron; implica descubrir que muchas de las ideas, hábitos, creencias y todo aquello que creemos más propio de nuestra "identidad" es fruto del azar, la circunstancia y el accidente; en última instancia, implica darnos cuenta de que la vida en sí misma es absurda y está sostenida apenas y frágilmente sobre el vacío de la muerte. Y hasta cierto punto parece muy natural y muy humano que todo ello nos angustie. Desde la seguridad de la orilla, ¿quién querría atravesar ese abismo?
Sin embargo, para vivir en libertad, para vivir conscientemente como seres deseantes, del lado de la vida y la satisfacción auténtica, en la plenitud de la que se ha hablado en Occidente desde la Grecia antigua, donde el sujeto no es Esclavo pero tampoco Amo, es necesario enfrentar esa angustia o, dicho de manera menos tremebunda, hacerle caso a esa señal.
¿Qué elegir entre la seducción y la angustia? Para esto no hay una respuesta. "El camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría", escribió William Blake; y san Agustín, durante los años de juventud que entregó a los placeres sensuales, rezaba así a Dios: "Señor, dame castidad y templanza ... pero no ahora". No menos cierto es que el camino puede terminar antes de arribar al palacio y la templanza puede convertirse en el propósito incumplido de la oración.
A veces hay que elegir la seducción y a veces la angustia, me parece. En todo caso, en conciencia plena de las implicaciones de una y otra elección. La seducción nos entretiene y nos distrae. La angustia, con cierto trabajo de por medio, puede llevarnos a una vida fuera de la obediencia, posiblemente libre y en la cual nuestra condición ineludible de seres deseantes no vive censurada; una vida llena de vida: una vida auténtica.
***
N. B. En parte este texto tiene como inspiración la idea de la fase "estética" de la existencia que desarrolla Kierkegaard en Lo uno o lo otro (1843), particularmente en la primera parte, en donde expone ese momento en que se vive bajo el imperio de los sentidos y los placeres. La editorial Trotta publicó Lo uno o lo otro por primera vez íntegro en español entre 2006 y 2007, pero desde hace tiempo varios de sus ensayos han circulado como piezas sueltas y relativamente autónomas. En este sentido, quien desee profundizar en la idea de seducción en oposición a la angustia o en la oposición entre estética y ética que propuso Kierkegaard (y no tenga a la mano la versión completa de Lo uno o lo otro) puede acudir a Diario de un seductor, In vino veritas o La rotación de los cultivos, entre otras. Para la idea de angustia en relación con la libertad, los títulos son fáciles de descubrir. Esta emisión de France Culture también es ilustrativa al respecto.
Twitter del autor: @juanpablocahz

Por un lado tenemos el dolor o el sufrimiento, quizá el deber o la obligación, posiblemente la renuncia, el duelo, una responsabilidad que debemos asumir o una decisión que sabemos que tenemos que tomar, el miedo o el temor, las dudas, la crítica severa a uno mismo, la intranquilidad o la impaciencia… En una sola palabra: la angustia.
Por otro lado, se nos ofrece la seducción. ¿Quién, ante un trabajo, no ha preferido evadirlo con algún tipo de placer? ¿Quién no ha hecho lo mismo con el dolor y con el sufrimiento? Necesitamos escribir y de pronto sentimos hambre. Nos sentimos solos y tomamos el teléfono para buscar una persona con quién estar. Hay algo en nuestra vida que no está marchando como quisiéramos y nos regalamos a nosotros mismos una compensación: una compra que sale de nuestro presupuesto, una comida que va más allá de la saciedad, una borrachera. Un deber nos apremia pero preferimos distraernos con las redes sociales, en una conversación trivial o con tareas que bien podríamos dejar para otro momento… Las formas de la seducción son muchas y seguramente cada persona conocerá la propia y el camino por el cual llega a ella.
El dilema, sin embargo, no es moral. Por favor, no se entienda de esa manera. No es que el consumo de alcohol, las drogas, el sexo o la comida sean "malos", o que elegir la angustia sea "bueno" por sí mismo. En modo alguno. El dilema es más bien existencial, pues seguir uno u otro camino tiene efectos específicos en el curso que toma la vida.
La seducción nos atrae porque parte de su fuerza se encuentra en un patrón inconsciente de pensamiento y de conducta relacionado con la adversidad. Frente a aquello que parece adverso, es probable que todos tengamos miedo, la diferencia es que algunos, con miedo y todo, deciden encarar la adversidad y otros prefieren evitarla. Y, de nuevo, ninguna conducta es mejor que otra. De nuevo también, cada una tiene derivaciones distintas.
El problema con los patrones inconscientes es que se vuelven incontrolables fácilmente. De algún modo, ese es el origen de las adicciones de todo tipo. Quien no puede dejar de "trabajar", de comprar, de "conquistar" mujeres o lo que sea que tenga como comportamiento adictivo, en una medida importante se debe a que no ha hecho consciente el patrón de pensamiento que sostiene dicha compulsión. No conocemos la fuerza que nos lleva a actuar de determinada manera y por ello la obedecemos ciegamente.
Ahí se descubre otra característica importante de la seducción: es insaciable. Tanto en la forma como en el fondo. Tanto en la manifestación que adquiere –la bebida, la comida, el afán de sentirse acompañado, etc.–, como en su carácter de entidad para la que nunca nada será suficiente. Siempre demandará más y por principio su mandato será siempre inapelable.
De ahí también que la seducción sea, paradójicamente, insatisfactoria. ¿Quién puede decir que de verdad disfruta estar en Facebook? ¿Quién puede decir que disfruta procrastinar? ¿Quién no ha sentido de nuevo ese hueco que parecía haber sido llenado con una fiesta o con el sexo y que, al acabar la fiesta o el sexo, reaparece, tan vacío como estaba antes? La seducción no nos complace verdaderamente porque en última instancia no es lo que queremos, sino algo que aprendimos a aceptar como reemplazo de lo que queremos.
En este sentido, la seducción es equiparable a las nociones de goce y deseo del Otro que se encuentra en el psicoanálisis de Sigmund Freud y de Jacques Lacan. En términos muy sencillos pensemos en estas imágenes: un bebé llora porque siente frío, pero su madre piensa que tiene hambre y lo alimenta; un niño habituado a sentirse atendido llora porque se siente descuidado, y su madre o su padre, que no lo pueden atender en ese momento, le brindan algo colorido o ruidoso con lo cual pueda entretenerse y distraer así ese malestar. Poco a poco las cosas se vuelven un tanto más complejas, pero la esencia del goce está ahí: sentir que disfrutamos lo que otro nos da a cambio de lo que en verdad queremos. Por eso Lacan contrapuso el goce al placer, pues la satisfacción que creemos encontrar en el goce es una farsa que aprendimos a montar para complacer al Otro, mientras que el placer es auténtico porque surge espontáneamente de la condición deseante del sujeto.
Por eso, cuando hacemos algo que sí queremos hacer, nos sentimos de inmediato llenos de vida. No importa que esa tarea requiera esfuerzo físico o mental, no importa el tiempo que necesite, no importa que al menos de inicio parezca apabullante: hay algo que nos impulsa a seguir, que nos mantiene con alegría o con esperanza en medio de la contrariedad, que por momentos parece capaz de neutralizar el cansancio y el desgaste; y cuando la tarea termina, incluso a pesar de toda la energía volcada en ella, nos deja no sólo satisfechos, sino además con cierta sensación de más vida aún, con la sorpresa de que cedimos parte de nuestra vida y a cambio ésta no sólo no se redujo, sino además se multiplicó.
¿Así nos sentimos después de entregarnos a la seducción? Lo cierto es que no. Pero entonces ¿por qué lo hacemos? ¿Por qué, aunque el goce de la seducción no nos satisface ni nos hace sentirnos así de vivos, seguimos cediendo a su mandato? ¿Y por qué, en otro sentido, parece que no podemos sentirnos siempre así, inundados de vida? ¿Es que de verdad no es posible?
Una respuesta a esas preguntas es relativamente sencilla: porque no conocemos nuestro propio deseo. Muchos de nosotros sabemos que deseamos pero no sabemos qué deseamos. Es decir, tenemos (relativa) conciencia de nuestra condición de sujetos deseantes pero no hacia dónde o de qué maneras está encauzada dicha condición, y en esa ignorancia repetimos el patrón de conformarnos con lo que aprendimos a aceptar como satisfactorio.
Tanto Freud como Lacan nos mostraron que el deseo humano es como un nuevo lenguaje que el sujeto debe aprender si quiere formular claramente lo que desea. "No sé lo que quiero", dicen algunas personas cuando se descubren confrontadas a ese dilema propio de la existencia humana. Justificadamente, pues en la formación del ser humano no es común que se le brinden los recursos para emprender un aprendizaje que debe hacer por sí mismo: el de las palabras y la gramática de su propio deseo.
¿Cuál es, en este escenario, en el plató de la vida humana, el papel de la angustia? En psicoanálisis, de Freud a Slavoj Zizek, se sostiene que la angustia es la única emoción auténtica, la única emoción que se presenta sin disfraces ni fingimientos y por ello mismo es la única señal que no engaña. A esto podría sumarse también la consideración de Søren Kierkegaard, quien entendió la angustia como el vértigo de la libertad.
La angustia, en este sentido, es eso que nos invade cuando percibimos vagamente que podemos ser libres pero esta misma sensación nos perturba e incluso nos aterra. Puede sonar paradójico, pero así es: nos da miedo ser libres. En buena medida porque asumir nuestra libertad no es tanto una decisión como un recorrido, una "obra en proceso" que pasa necesariamente por darnos cuenta de que mucho de lo que aprendimos es falso o cuestionable; que implica poner en duda lo que aprendimos de nuestros padres, de la cultura en la que crecimos e incluso de la época en la que nos encontramos; abrir algunas habitaciones largamente abandonadas; implica confrontarnos con nosotros mismos, desesperarnos con nosotros mismos, reconciliarnos con nosotros mismos; implica una de las tareas más difíciles de la existencia: conocer nuestras propias emociones y lo mismo las heridas que los afectos de donde surgieron; implica descubrir que muchas de las ideas, hábitos, creencias y todo aquello que creemos más propio de nuestra "identidad" es fruto del azar, la circunstancia y el accidente; en última instancia, implica darnos cuenta de que la vida en sí misma es absurda y está sostenida apenas y frágilmente sobre el vacío de la muerte. Y hasta cierto punto parece muy natural y muy humano que todo ello nos angustie. Desde la seguridad de la orilla, ¿quién querría atravesar ese abismo?
Sin embargo, para vivir en libertad, para vivir conscientemente como seres deseantes, del lado de la vida y la satisfacción auténtica, en la plenitud de la que se ha hablado en Occidente desde la Grecia antigua, donde el sujeto no es Esclavo pero tampoco Amo, es necesario enfrentar esa angustia o, dicho de manera menos tremebunda, hacerle caso a esa señal.
¿Qué elegir entre la seducción y la angustia? Para esto no hay una respuesta. "El camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría", escribió William Blake; y san Agustín, durante los años de juventud que entregó a los placeres sensuales, rezaba así a Dios: "Señor, dame castidad y templanza ... pero no ahora". No menos cierto es que el camino puede terminar antes de arribar al palacio y la templanza puede convertirse en el propósito incumplido de la oración.
A veces hay que elegir la seducción y a veces la angustia, me parece. En todo caso, en conciencia plena de las implicaciones de una y otra elección. La seducción nos entretiene y nos distrae. La angustia, con cierto trabajo de por medio, puede llevarnos a una vida fuera de la obediencia, posiblemente libre y en la cual nuestra condición ineludible de seres deseantes no vive censurada; una vida llena de vida: una vida auténtica.
***
N. B. En parte este texto tiene como inspiración la idea de la fase "estética" de la existencia que desarrolla Kierkegaard en Lo uno o lo otro (1843), particularmente en la primera parte, en donde expone ese momento en que se vive bajo el imperio de los sentidos y los placeres. La editorial Trotta publicó Lo uno o lo otro por primera vez íntegro en español entre 2006 y 2007, pero desde hace tiempo varios de sus ensayos han circulado como piezas sueltas y relativamente autónomas. En este sentido, quien desee profundizar en la idea de seducción en oposición a la angustia o en la oposición entre estética y ética que propuso Kierkegaard (y no tenga a la mano la versión completa de Lo uno o lo otro) puede acudir a Diario de un seductor, In vino veritas o La rotación de los cultivos, entre otras. Para la idea de angustia en relación con la libertad, los títulos son fáciles de descubrir. Esta emisión de France Culture también es ilustrativa al respecto.
Twitter del autor: @juanpablocahz
FUENTE: PIJAMASURF
miércoles, 28 de marzo de 2018
PSR INT N°07 LA PERVERSA MAQUINA DE LA "DINEROCRACIA" TLV1
Segunda República Internacional N°07 - LA PERVERSA MAQUINA DE LA "DINEROCRACIA" - 27 de marzo de 2018 Juan Manuel Soaje Pinto conduce la edición Internacional de "Segunda República", conversando con Adrian Salbuchi. Juntos describen algunos aspectos de la perversa maquinaria que usa la DINEROCRACIA para imponernos su voluntad.
(00:45) FACEBOOK - CARA VISIBLE DE UNA RED DE OCULTAMIENTOS Y CORRUPCION
(11:00) DINEROCRACIA: LA MENTIRA INSTITUCIONALIZADA - Ver: ContraCara No. 8 – JMSP charlando con Lucas Carena: Contracara N°08 (TLV1) - "Facebook Gate: Guerra invisible y censura encubierta" (Juan Manuel entrevista a Lucas Carena) aquí: https://www.youtube.com/watch?v=SoGr2...
(17:09) OJO: CORRIGEN SUS ERRORES Y APRETAN EL COLLAR DE AHORQUE! (24:48) BILDERBERG: MUY CONCENTRADOS EN INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y GUERRA PSICOLÓGICA
(30:12) AT&T / NSA: LA INFRAESTRUCTURA DE "LA BESTIA": 33, THOMAS STREET, NEW YORK...
(35:50) PERÚ: RENUNCIA DE "PPK"
(38:17) ¿Y LA CUMBRE DE LAS AMÉRICAS DE LA OEA. EN LIMA???
(42:46) EL CLUB DE AMIGUITOS DE ODEBRECHT...
(46:45) PALESTINA: LA BOTA ISRAELÍ Y SU "JUSTICIA" Y "DEMOCRACIA"
(48:25) ISRAEL - UNICA POTENCIA NUCLEAR EN MEDIO ORIENTE - SE "DEFIENDE", POBRECITA...
(52:50) 1982 - 2 ABRIL - 2018: 36 AÑOS DE MALVINAS HOMENAJES EN BUENOS AIRES, EN TODA LA ARGENTINA, EN TODA IBEROAMERICA
CONTRACARA N°10 - ARA SAN JUAN: LA CONTINUACIÒN DE LA GUERRA DE MALVINAS (TLV1)
Contracara N°10 - Ara San Juan: otro episodio más de la Guerra de Malvinas
El lic. Juan Manuel Soaje Pinto, entrevista al Dr. Alberto De Vita, experto en la geopolítica en torno a Malvinas, y autor del Libro "Malvinas/82 - Cómo y Por Qué", acerca de la posible confirmación de que el hecho, en el que el submarino argentino Ara San Juan fuera hundido, en extrañas condiciones, y en medio de un operativo mediático internacional para encubrir los hechos y borrar las pruebas, sea otro avance más de la pretensión británica sobre nuestra legítima soberanía política en las Islas Malvinas; avances que vienen siendo desarrollados desde la heroica gesta del 2 de abril de 1982. Mientras los argentinos atravesamos un proceso de desmalvinización desde hace décadas, el Reino Unido no ha cesado un solo día de accionar en favor de sus intereses geopolíticos, desconociendo cualquier tipo de legislación, nacional o supranacional; y el episodio del Ara San Juan, no es más que otra muestra palpable de que Inglaterra no conoce ni conocerá jamás otro lenguaje que no sea el de la fuerza, ni otra política que no sea la de la guerra.
El lic. Juan Manuel Soaje Pinto, entrevista al Dr. Alberto De Vita, experto en la geopolítica en torno a Malvinas, y autor del Libro "Malvinas/82 - Cómo y Por Qué", acerca de la posible confirmación de que el hecho, en el que el submarino argentino Ara San Juan fuera hundido, en extrañas condiciones, y en medio de un operativo mediático internacional para encubrir los hechos y borrar las pruebas, sea otro avance más de la pretensión británica sobre nuestra legítima soberanía política en las Islas Malvinas; avances que vienen siendo desarrollados desde la heroica gesta del 2 de abril de 1982. Mientras los argentinos atravesamos un proceso de desmalvinización desde hace décadas, el Reino Unido no ha cesado un solo día de accionar en favor de sus intereses geopolíticos, desconociendo cualquier tipo de legislación, nacional o supranacional; y el episodio del Ara San Juan, no es más que otra muestra palpable de que Inglaterra no conoce ni conocerá jamás otro lenguaje que no sea el de la fuerza, ni otra política que no sea la de la guerra.
martes, 27 de marzo de 2018
ESTA ES LA PODEROSA RAZÓN POR LA CUAL LA DEPRESIÓN PUEDE SER LO MEJOR QUE TE HA PASADO
LA PSICOLOGÍA JUNGIANA PUEDE ILUMINAR EL SENTIDO DE UNA DEPRESIÓN

Hasta que el alma no obtiene lo que quiere, te enferma.
James Hillman
En esta encantadora entrevista Marie-Louise von Franz, la gran protegida de Carl Jung, contesta unas preguntas sobre la obra de Jung y sobre la psicología de los tiempos, mientras vemos la belleza del campo suizo (muy cerca de la casa de Jung, donde construyó su torre alquímica). En el minuto 46 dice: "Una depresión es una bendición divina, en el individuo es la más grande bendición". Esta, interpela la entrevistadora, no es la forma en la que generalmente vemos la depresión. Von Franz explica que sin una depresión o una neurosis, el ser humano no mira hacia adentro: "Mientras las cosas afuera vayan bien huimos de nosotros mismos". Y dentro de nosotros yace la verdadera riqueza, la luz que puede iluminar nuestras vidas.Evidentemente, en las personas que sufren de depresión crónica, esta idea difícilmente será bienvenida. La depresión parece una maldición y, ciertamente, puede convertirse en ello. La psicología jungiana, sin embargo, considera que la psique es la realidad primordial y, por lo tanto, una depresión es una forma de comunicarse con las partes más profundas de la psique, como si fuere entrar en contacto con lo divino o numinoso que subyace a la experiencia consciente cotidiana.
Debemos mencionar que, según la psicología jungiana (y consistentemente con, por ejemplo, el budismo), las enfermedades físicas tienen orígenes psíquicos. Así, por ejemplo, una enfermedad o una dificultad son, paradójicamente, los intentos del alma por sanar, para obligar al individuo a cambiar o, al menos, a observar ciertas cosas que están en su inconsciente y necesitan manifestarse. Se podría incluso sugerir que las enfermedades, más que síntomas, son las manifestaciones físicas de la simbolización de la psique, del inconsciente que tiene acceso a los arquetipos y a una plétora de información inabarcable.
Jung entendió la depresión de manera literal, pero con un giro alquímico. La depresión literalmente es lo que nos lleva hacia abajo, es un descender. Mitológicamente, el viaje del héroe necesariamente pasa por un descenso al inframundo. En la alquimia occidental, la gran obra -cuyo fin era la piedra filosofal- sólo podía iniciarse cuando se entraba en la fase del nigredo, la negrura del alma que debe ser explorada y purificada y que, de hecho, es la materia prima de la obra. Psicológicamente, la depresión nos permite ver lo que está por debajo de nuestro ego y a lo cual le rehuimos porque no es fácil de reconciliar con nuestra persona -o la máscara que usamos para relacionarnos con el mundo-. Esto es vital, porque las causas de nuestro malestar existencial ciertamente no están en la superficie, en la luz y en lo que nos parece agradable, y no podemos encontrar significado existencial si no conocemos la profundidad de nuestra psique y sus motivaciones secretas. En probable que una persona que no se ha deprimido nunca -o que no ha puesto seria atención a su depresión- sea una persona superficial que se guíe por la conciencia de masas y no se conozca bien a sí misma.
En una famosa carta a un paciente, Jung escribió:
Cuando la oscuridad se vuelve más densa, penetraría hasta su núcleo y fondo, y no descansaría hasta que entre el dolor una luz apareciera, puesto que in exessu affectus [en un exceso de pasión] la naturaleza se revierte.
En otras palabras la depresión puede ser la fuente de una especie de dicha inmarcesible; los verdaderos tesoros, el oro y demás están en las profundidades de la tierra. O, como escribió Camus, "en mitad del invierno encontré un verano invencible en mí".
Esta visión de la depresión puede cotejarse con las ideas del maestro tibetano Chögyam Trungpa:
La depresión no existe en el vacío solamente, tiene todo tipo de cosas inteligentes que están pasando en ella. Básicamente, la depresión es extraordinariamente interesante y es un estado altamente inteligente del ser. Por eso es que estás deprimido. La depresión es un estado mental de insatisfacción para el cual sientes que no tienes salida. Así que trabaja con la insatisfacción de la depresión. Lo que sea que está allí es extraordinariamente poderoso. Tiene todo tipo de respuestas, pero las respuestas están ocultas. Así que, de hecho, creo que la energía de la depresión es una de las más poderosas. Es una energía enormemente despierta, aunque probablemente la sientes como soñolienta.
FUENTE: PIJAMASURF
ESTOS SON LOS VALORES QUE RIGEN NUESTRA SOCIEDAD (Y PROMUEVEN UNA VIDA ÚTIL Y PRODUCTIVA, Y NO SIGNIFICATIVA O ESPIRITUAL)
NUESTRA SOCIEDAD ESTÁ CONFUNDIDA
No es secreto que la economía y sus paradigmas han permeado toda nuestra sociedad y nuestra cultura. Hoy en día nuestra educación -tanto en las escuelas como en los medios- está orientada a hacer que una persona consiga la riqueza económica o el éxito social en términos de estatus. Ciertamente, esto no es algo nuevo o que esté disociado de la naturaleza: existe una necesidad biológica de seguridad y el dinero y el estatus suelen permitir el éxito reproductivo. Pero, cualquier persona que se haya dedicado a examinar su mente (y su vida seriamente), se dará cuenta de que esto no es todo y que para ser realmente felices es necesario explorar más allá de lo meramente material y buscar sentido y propósito existencial.
Resulta acertado el diagnóstico que hace el escritor y teólogo Rob Riemen para combatir esta era, en el cual se preocupa sobre el latente surgimiento del nuevo fascismo, que seguramente tiene como una de sus razones más añejas lo que Nietzsche llamó "la muerte de Dios" y la incapacidad que ha tenido la sociedad de autoproveerse de significado ahora que las viejas instituciones están en decadencia.
Riemen, en una entrevista con La Vanguardia, señala que vivimos en una sociedad utilitaria, materialista, en la que se han olvidado antiguos valores, cercanos a lo que podemos llamar "universales", como los que fueron proclamados por los grandes personajes de la era axial: Confucio, Lao-Tse, Platón, Pitágoras, Buda, Yajnavalkya, Isaías y demás. En cambio:
Los valores que dominan nuestro mundo son la eficiencia, la productividad, la cantidad, la flexibilidad. Son valores comerciales que se aplican a todo, desde la política hasta la educación... Nuestra educación no está interesada en dar ninguna noción de la sabiduría, pretende hacernos listos. Hoy el valor clave es que las cosas sean útiles, todo lo que no es útil sobra. Lo mismo ocurre en los medios de comunicación, lo que cuenta son las audiencias y las cifras.
No hay duda de que el trabajo, la dedicación y la eficiencia pueden ser grandes virtudes. Pero trabajar para el beneficio de una entidad abstracta como una corporación, para que la economía -ese dios tiránico- siga creciendo infinitamente o simplemente para apilar más cosas que conforten el ennui existencial -y a veces trabajar hasta la muerte o, al menos, hasta que el estrés se convierta en una patología- es poco menos que absurdo.
Como sugiere Riemen, nos movemos en un mundo en el que lo cualitativo, la calidad de la conciencia, pasa a segundo término (la conciencia, el hecho puro de saber que existimos, incluso es puesto en duda por algunos científicos, o considerado secundario e irrelevante). Se mide el bienestar con indicadores económicos, con premios, con conquistas materiales. Lo que antes era llamado "el alma", parece haber pasado a la sombra o al escarnio social, siendo que no es bien aceptado entre la inetelectualidad mainstream hablar de cosas como el alma o Dios. Y aunque es indudable que nuestra época ha progresado mucho en cuestiones materiales, "el alma" individual y colectiva sufre. Hay un notable aumento de las enfermedades mentales -la depresión y la ansiedad son buenas candidatas para definir nuestra era- y el arte y las humanidades son cada vez menos importantes. Riemen nota que: "Nuestra sociedad es presa de una gran ansiedad. En EEUU cada día 175 personas mueren de sobredosis; si fueran ataques terroristas, el mundo se volvería loco". Esta ansiedad crece sin brida, en gran medida, porque no tenemos las herramientas psicológicas y espirituales para combatirla. Nuestras herramientas son el entretenimiento y el consumo, y no la filosofía y la verdadera filantropía. Cultivamos nuestra mente y nuestro cuerpo, pero sólo en tanto este cultivo nos produzca beneficios utilitarios, es decir, nos haga más productivos o más atractivos. De acuerdo con Riemen:
Como dijo Cicerón, el cultivo del alma es la búsqueda de la sabiduría, en eso consiste el humanismo, que es la base de la cultura europea: aprender a vivir con verdad, siendo justos y creando belleza.
A lo que le pregunta la entrevistadora -con la ironía y el relativismo que caracterizan a nuestra era, en la que se cree que todo está permitido porque no hay un soporte universal, no hay un centro que otorgue significado-: "Verdad, ¿cuál de ellas?". Contesta Riemen:
Me refiero a la verdad metafísica, la idea de en qué consiste la dignidad de los seres humanos, a qué deberíamos aspirar. Se trata de esa verdad inmutable que hace que una pintura de Goya, la música de Bach o la filosofía básica que encontramos en los clásicos sigan siendo válidas. [Verdades universales] que nos recuerdan que todos formamos parte de la misma humanidad. Es lo contrario del mundo actual, donde todo es transitorio, inmediato y carece de sentido.
El mensaje de Riemen es similar al del controversial psicólogo Jordan Peterson (de cuyo pensamiento hicimos un resumen aquí). Peterson mantiene que el Logos y la noción de que existe el bien -y que este bien se difunde en el mundo cuando se dice la verdad- es el fundamento metafísico sobre el cual está construida la sociedad occidental y sin el cual se desmorona. La idea, a grandes rasgos, es que, como el Verbo en el Génesis, la verdad crea orden en el caos, y esta verdad es una metaverdad en relación a la ciencia, puesto que la ciencia produce verdades fácticas, verdades que describen cómo son las cosas, no cómo se debe actuar y a qué se debe aspirar. Obviamente, este fundamento ético era proveído por la religión y, ante la secularidad y el relativismo posmoderno, hay un gran vacío.
Riemen regresa a los viejos pensadores y a las viejas ideas. Cree que la mayor parte de la academia está corrupta -acaso cuidando su plaza con la corrección política que se espera de todos en nuestros días-. "La traición de los intelectuales viene de lejos, no están comprometidos con nada. Pero todo el mundo puede leer a Platón, a Ortega y Gasset, Marcuse...". El individuo, sugiere, debe cultivar su conciencia, más allá de la banalidad del individualismo opinionista donde se dice "Esto es justo y bueno porque me lo parece a mí". El individuo no puede ser realmente un individuo -individuarse- si vive en la ignorancia. La verdadera individualidad, entonces, surge de lo universal, de exponerse al pensamiento filosófico y religioso que ha superado el paso del tiempo y de ejercer un pensamiento crítico con estas ideas para luego poder convertirlas en auténticas experiencias.
Al igual que Peterson, quien cree que uno de los grandes males de nuestra época es que en todos lados se discute cuáles son los derechos de los individuos (y se exigen ferozmente) y, en desproporción, se fomenta la toma de responsabilidad, Riemen enfatiza la importancia de la responsabilidad moral. La lógica es muy sencilla: antes de pensar en lo que te mereces -o en aquello de lo que careces: cómo te ha castigado el estado, Dios, el patriarcado, etc.- es más conducente al verdadero bien y a la felicidad pensar qué puedes hacer para mejorar tu situación y la de los demás. Puesto que, como ha notado Peterson, las personas encuentran sentido en la vida no a través del ejercicio de sus derechos -en la profusión orgiástica del supermercado existencial- sino al asumir responsabilidades. Los verdaderos tesoros de la vida son entregados a quienes están dispuestos a enfrentarse con el mal por el bien de todos, como las historias de San Patricio y San Jorge y todos esos enfrentamientos arquetípicos con los dragones, y aquella más explícita de la mitología hindú, en la que Shiva acepta beber el veneno mortal que sale del océano de leche y a través de cuyo acto luego emergen los tesoros, incluyendo el néctar de la inmortalidad. Riemen concluye:
Las cosas serían distintas si todos aceptáramos nuestras responsabilidades morales. Sócrates decía que deberíamos hacernos dos preguntas: qué es una buena vida y cómo contribuir a una buena sociedad. Si tomamos conciencia, exigiremos otra educación, otra sociedad.
Twitter del autor: @alpepholo

No es secreto que la economía y sus paradigmas han permeado toda nuestra sociedad y nuestra cultura. Hoy en día nuestra educación -tanto en las escuelas como en los medios- está orientada a hacer que una persona consiga la riqueza económica o el éxito social en términos de estatus. Ciertamente, esto no es algo nuevo o que esté disociado de la naturaleza: existe una necesidad biológica de seguridad y el dinero y el estatus suelen permitir el éxito reproductivo. Pero, cualquier persona que se haya dedicado a examinar su mente (y su vida seriamente), se dará cuenta de que esto no es todo y que para ser realmente felices es necesario explorar más allá de lo meramente material y buscar sentido y propósito existencial.
Resulta acertado el diagnóstico que hace el escritor y teólogo Rob Riemen para combatir esta era, en el cual se preocupa sobre el latente surgimiento del nuevo fascismo, que seguramente tiene como una de sus razones más añejas lo que Nietzsche llamó "la muerte de Dios" y la incapacidad que ha tenido la sociedad de autoproveerse de significado ahora que las viejas instituciones están en decadencia.
Riemen, en una entrevista con La Vanguardia, señala que vivimos en una sociedad utilitaria, materialista, en la que se han olvidado antiguos valores, cercanos a lo que podemos llamar "universales", como los que fueron proclamados por los grandes personajes de la era axial: Confucio, Lao-Tse, Platón, Pitágoras, Buda, Yajnavalkya, Isaías y demás. En cambio:
Los valores que dominan nuestro mundo son la eficiencia, la productividad, la cantidad, la flexibilidad. Son valores comerciales que se aplican a todo, desde la política hasta la educación... Nuestra educación no está interesada en dar ninguna noción de la sabiduría, pretende hacernos listos. Hoy el valor clave es que las cosas sean útiles, todo lo que no es útil sobra. Lo mismo ocurre en los medios de comunicación, lo que cuenta son las audiencias y las cifras.
No hay duda de que el trabajo, la dedicación y la eficiencia pueden ser grandes virtudes. Pero trabajar para el beneficio de una entidad abstracta como una corporación, para que la economía -ese dios tiránico- siga creciendo infinitamente o simplemente para apilar más cosas que conforten el ennui existencial -y a veces trabajar hasta la muerte o, al menos, hasta que el estrés se convierta en una patología- es poco menos que absurdo.
Como sugiere Riemen, nos movemos en un mundo en el que lo cualitativo, la calidad de la conciencia, pasa a segundo término (la conciencia, el hecho puro de saber que existimos, incluso es puesto en duda por algunos científicos, o considerado secundario e irrelevante). Se mide el bienestar con indicadores económicos, con premios, con conquistas materiales. Lo que antes era llamado "el alma", parece haber pasado a la sombra o al escarnio social, siendo que no es bien aceptado entre la inetelectualidad mainstream hablar de cosas como el alma o Dios. Y aunque es indudable que nuestra época ha progresado mucho en cuestiones materiales, "el alma" individual y colectiva sufre. Hay un notable aumento de las enfermedades mentales -la depresión y la ansiedad son buenas candidatas para definir nuestra era- y el arte y las humanidades son cada vez menos importantes. Riemen nota que: "Nuestra sociedad es presa de una gran ansiedad. En EEUU cada día 175 personas mueren de sobredosis; si fueran ataques terroristas, el mundo se volvería loco". Esta ansiedad crece sin brida, en gran medida, porque no tenemos las herramientas psicológicas y espirituales para combatirla. Nuestras herramientas son el entretenimiento y el consumo, y no la filosofía y la verdadera filantropía. Cultivamos nuestra mente y nuestro cuerpo, pero sólo en tanto este cultivo nos produzca beneficios utilitarios, es decir, nos haga más productivos o más atractivos. De acuerdo con Riemen:
Como dijo Cicerón, el cultivo del alma es la búsqueda de la sabiduría, en eso consiste el humanismo, que es la base de la cultura europea: aprender a vivir con verdad, siendo justos y creando belleza.
A lo que le pregunta la entrevistadora -con la ironía y el relativismo que caracterizan a nuestra era, en la que se cree que todo está permitido porque no hay un soporte universal, no hay un centro que otorgue significado-: "Verdad, ¿cuál de ellas?". Contesta Riemen:
Me refiero a la verdad metafísica, la idea de en qué consiste la dignidad de los seres humanos, a qué deberíamos aspirar. Se trata de esa verdad inmutable que hace que una pintura de Goya, la música de Bach o la filosofía básica que encontramos en los clásicos sigan siendo válidas. [Verdades universales] que nos recuerdan que todos formamos parte de la misma humanidad. Es lo contrario del mundo actual, donde todo es transitorio, inmediato y carece de sentido.
El mensaje de Riemen es similar al del controversial psicólogo Jordan Peterson (de cuyo pensamiento hicimos un resumen aquí). Peterson mantiene que el Logos y la noción de que existe el bien -y que este bien se difunde en el mundo cuando se dice la verdad- es el fundamento metafísico sobre el cual está construida la sociedad occidental y sin el cual se desmorona. La idea, a grandes rasgos, es que, como el Verbo en el Génesis, la verdad crea orden en el caos, y esta verdad es una metaverdad en relación a la ciencia, puesto que la ciencia produce verdades fácticas, verdades que describen cómo son las cosas, no cómo se debe actuar y a qué se debe aspirar. Obviamente, este fundamento ético era proveído por la religión y, ante la secularidad y el relativismo posmoderno, hay un gran vacío.
Riemen regresa a los viejos pensadores y a las viejas ideas. Cree que la mayor parte de la academia está corrupta -acaso cuidando su plaza con la corrección política que se espera de todos en nuestros días-. "La traición de los intelectuales viene de lejos, no están comprometidos con nada. Pero todo el mundo puede leer a Platón, a Ortega y Gasset, Marcuse...". El individuo, sugiere, debe cultivar su conciencia, más allá de la banalidad del individualismo opinionista donde se dice "Esto es justo y bueno porque me lo parece a mí". El individuo no puede ser realmente un individuo -individuarse- si vive en la ignorancia. La verdadera individualidad, entonces, surge de lo universal, de exponerse al pensamiento filosófico y religioso que ha superado el paso del tiempo y de ejercer un pensamiento crítico con estas ideas para luego poder convertirlas en auténticas experiencias.
Al igual que Peterson, quien cree que uno de los grandes males de nuestra época es que en todos lados se discute cuáles son los derechos de los individuos (y se exigen ferozmente) y, en desproporción, se fomenta la toma de responsabilidad, Riemen enfatiza la importancia de la responsabilidad moral. La lógica es muy sencilla: antes de pensar en lo que te mereces -o en aquello de lo que careces: cómo te ha castigado el estado, Dios, el patriarcado, etc.- es más conducente al verdadero bien y a la felicidad pensar qué puedes hacer para mejorar tu situación y la de los demás. Puesto que, como ha notado Peterson, las personas encuentran sentido en la vida no a través del ejercicio de sus derechos -en la profusión orgiástica del supermercado existencial- sino al asumir responsabilidades. Los verdaderos tesoros de la vida son entregados a quienes están dispuestos a enfrentarse con el mal por el bien de todos, como las historias de San Patricio y San Jorge y todos esos enfrentamientos arquetípicos con los dragones, y aquella más explícita de la mitología hindú, en la que Shiva acepta beber el veneno mortal que sale del océano de leche y a través de cuyo acto luego emergen los tesoros, incluyendo el néctar de la inmortalidad. Riemen concluye:
Las cosas serían distintas si todos aceptáramos nuestras responsabilidades morales. Sócrates decía que deberíamos hacernos dos preguntas: qué es una buena vida y cómo contribuir a una buena sociedad. Si tomamos conciencia, exigiremos otra educación, otra sociedad.
Twitter del autor: @alpepholo
FUENTE: PIJAMASURF
UNA TABLA PERIÓDICA INTERACTIVA PARA ENTENDER REALMENTE LOS ELEMENTOS
UN RECURSO SENCILLO PARA RECORDAR QUE LA CIENCIA ES COSA DE TODOS LOS DÍAS
En ocasiones la ciencia y sus descubrimientos pueden parecer complejos, pero si por un momento pensamos que, en última instancia, todo el conocimiento científico se refiere a fenómenos del mundo descifrados por el ser humano y por ello mismo asequibles a su percepción, eso significa, entonces, que aun aquello que nos parece más elevado o difícil puede ser entendido por cualquier otro ser humano. Sólo es cuestión de paciencia, constancia y un poco de astucia.
En ese espíritu, compartimos ahora una tabla periódica de los elementos que tiene como principal característica que relaciona cada uno de éstos con un objeto cotidiano en cuya composición química es fundamental. El rodio, por ejemplo, es un elemento que se encuentra en los reflectores; el tungsteno, en los filamentos de las bombillas eléctricas; el talio, en los termómetros diseñados para las bajas temperaturas… y así sucesivamente. Además de este recurso que también puede considerarse mnemotécnico, cada elemento está acompañado de una breve explicación sobre su naturaleza y otros ámbitos en los que se emplea.
La ciencia no es otra cosa sino la explicación de la vida y la realidad que podemos comprender, y esta tabla periódica es una sencilla muestra de ello.
La versión interactiva de la tabla periódica se encuentra en este enlace
Una versión en español no interactiva puede descargarse en estos enlaces: en formato PDF o como imagen JPG.
FUENTE: PIJAMASURF

En ese espíritu, compartimos ahora una tabla periódica de los elementos que tiene como principal característica que relaciona cada uno de éstos con un objeto cotidiano en cuya composición química es fundamental. El rodio, por ejemplo, es un elemento que se encuentra en los reflectores; el tungsteno, en los filamentos de las bombillas eléctricas; el talio, en los termómetros diseñados para las bajas temperaturas… y así sucesivamente. Además de este recurso que también puede considerarse mnemotécnico, cada elemento está acompañado de una breve explicación sobre su naturaleza y otros ámbitos en los que se emplea.
La ciencia no es otra cosa sino la explicación de la vida y la realidad que podemos comprender, y esta tabla periódica es una sencilla muestra de ello.

La versión interactiva de la tabla periódica se encuentra en este enlace
Una versión en español no interactiva puede descargarse en estos enlaces: en formato PDF o como imagen JPG.
¿QUÉ ES EL INCONSCIENTE COLECTIVO (LA HERENCIA ESPIRITUAL DE LA HUMANIDAD)?
SOBRE EL INCONSCIENTE COLECTIVO, LA GRAN IDEA DE JUNG QUE MERECE CONTEMPLARSE PROFUNDAMENTE
La noción del inconsciente colectivo es una de las aportaciones más famosas de Carl Jung y una de las razones de su ruptura con la teoría psicoanalítica de Freud. Mientras que para Freud el inconsciente sólo es esa parte de la mente que almacena material que una vez fue consciente -olvidado o reprimido-, para Jung el inconsciente tiene un aspecto personal (como el de Freud) y un aspecto impersonal y colectivo. Otra diferencia importante es que para Jung la sexualidad no era el factor dominante que hacía que los eventos psíquicos se volvieran inconscientes, ni tampoco era lo único que se mostraba cuando lo inconsciente se volvía consciente (en sueños, lapsus, asociaciones, etc.). La teoría de la libido de Jung, como la expresó en su libro Símbolos de transformación, el cual selló su desavenencia con Freud, es más amplia, siendo la libido toda energía psíquica ligada a la vida, y no sólo al deseo sexual.
Podríamos afirmar que para Jung, ya que la psique es la realidad primordial del universo y sólo conocemos comúnmente la punta del iceberg de la psique, el inconsciente colectivo es algo así como la noche cósmica o el caos primordial del cual emerge toda nuestra existencia consciente, la cual es definida por la diferenciación del ego. Jung interpreta mitos como la creación védica (Rig Veda 10.129) o el Genésis bíblico, específicamente probar el fruto del árbol del bien y el mal, como el paso del inconsciente a la conciencia individual. Esta es la caída o el "pecado original", el cual, aunque coloca al hombre en un estado de alienación y extravío, es también la posibilidad sine qua non de la autorrealización. Es, ciertamente, aquello que le da sentido y hace interesante esta trama no poco trágica.
En su prolífica obra, Jung reiteradamente define y explica con numerosos ejemplos lo que es el inconsciente colectivo. En este ensayo, a la manera de una circunambulación, haremos un recorrido alrededor de estas definiciones que nos permiten entender un concepto complejo pero fascinante, brillante y sumamente útil para entender nuestra naturaleza y encontrar significado en la existencia. Jung distingue entre tres niveles psíquicos:
(1) La conciencia, (2) el inconsciente personal y (3) el inconsciente colectivo. El inconsciente personal consiste en todos aquellos contenidos que se volvieron inconscientes debido a que perdieron intensidad y fueron olvidados o porque la conciencia se retrajo de ellos (represión) y, por otra parte, de los contenidos, como [algunas] impresiones sensoriales, que nunca alcanzaron suficiente intensidad para llegar a la conciencia pero que lograron entrar a la psique. El inconsciente colectivo, sin embargo, como la herencia ancestral de posibilidades de representación, no es individual sino común a todos los hombres, tal vez incluso a los animales, y es la verdadera base de la psique individual.
La teoría de Jung sugiere que somos portadores de un sustrato psíquico ancestral, algo así como una memoria de todos los eventos psíquicos que se han impreso en el alma humana y que por su intensidad o por una especie de energía teleológica se han asegurado un lugar predominante. En su ensayo La estructura y la dinámica de la psique, Jung añade: "Teóricamente, debería ser posible 'pelar' las cáscaras del inconsciente colectivo una por una hasta llegar a la psicología del gusano e incluso a la de la amiba". Vemos entonces que para Jung hay una memoria psicológica inconsciente similar a la memoria genética que se observa fisiológicamente, por ejemplo con el llamado cerebro reptiliano, la glándula pineal y demás.
El inconsciente colectivo, nos dice Jung, está conformado de dos elementos fundamentales, los cuales están estrechamente entrelazados: los instintos y los arquetipos:
El inconsciente colectivo consiste en la suma de los instintos y sus correlatos, los arquetipos. De la misma manera que todos poseemos instintos, todos también poseemos una reserva de imágenes arquetípicas.
Jung llegó a esta conclusión analizando los sueños de sus pacientes, y particularmente la irrupciones del inconsciente colectivo que se presentan en pacientes con esquizofrenia:
En sueños, fantasías y otros estados excepcionales de la mente, los más remotos símbolos y motivos mitológicos pueden aparecer autóctonamente en cualquier momento, con frecuencia, debido al resultado de influencias particulares, tradiciones y excitaciones que operan en el individuo pero generalmente sin señal de las anteriores. Estas "imágenes primordiales" o "arquetipos" como los he llamado, pertenecen a la reserva básica de la psique inconsciente y no pueden explicarse como adquisiciones recientes. En conjunto constituyen el estrato psíquico que he llamado el inconsciente colectivo.
Los arquetipos pueden explicar cosas como la psique de una nación o una civilización, o incluso la influencia o atracción que ejercen los astros en la psique humana:
El inconsciente colectivo, hasta el punto en el que podemos decir algo sobre él, parece consistir en motivos mitológicos e imágenes primordiales, por lo que los mitos de todas las naciones son sus verdaderos exponentes. En realidad, la totalidad de la mitología puede considerarse una especie de proyección del inconsciente colectivo. Podemos ver esto claramente considerando las constelaciones del cielo, cuyas formas caóticas antiguas fueron organizadas a través de proyecciones de imágenes. Esto explica la influencia de las estrellas como es afirmada por los astrólogos. Estas influencias no son más que percepciones introspectivas inconscientes de la actividad del inconsciente colectivo. De la misma manera que las constelaciones fueron proyectadas a los cielos, figuras similares fueron proyectadas a las leyendas, a los cuentos de hadas o a personajes históricos.
Con esto Jung no está diciendo que la astrología o los mitos fundacionales -que sirven como estructuras éticas- sean falsos o no tengan una influencia más allá de la sugestión o superstición personal, sino que esta influencia, en todo caso, es el resultado de la historia de la psique como proyección. La influencia de las estrellas viene de adentro, no del cielo -aunque se podría decir que el cielo está adentro, como creía Paracelso-. Esto no es menor, ya que el poder de proyección de la psique es capaz de manifestar y autorregular la realidad desde su inconsciencia.
Esta fascinante noción de los arquetipos Jung la encuentra en Platón, San Agustín y Pseudo Dionisio, pero la modifica según sus observaciones analíticas, ya que Jung lo que hace es una notable síntesis entre ciencia y religión. La idea jungiana de los arquetipos, por otro lado, encontrará nuevas manifestaciones en ideas como los memes de Richard Dawkins (quien inconscientemente ideó algo muy similar desde la biología) y los campos morfogenéticos de Sheldrake (quien es paradójicamente aborrecido por Dawkins). Jung explica que los contenidos del inconsciente colectivo suelen irrumpir de manera personalizada, como "figuras arquetípicas":
La investigación mitológica los designa como "motivos", para Lévy Bruhl son représentations collectives, Hubert y Mauss los llaman "categorías de la imaginación". Yo he empleado la noción del inconsciente colectivo para abarcar todos estos arquetipos. Son formas psíquicas, como los instintos, que son comunes a toda la humanidad, y su presencia puede probarse dondequiera que se preserven registros literarios. Como factores que influyen en la conducta humana, los arquetipos tienen un papel que no es en ninguna medida menor. La totalidad de la personalidad puede ser afectada por ellos a través de la identificación. Este efecto es mejor explicado por el hecho de que los arquetipos probablemente representen las situaciones típicas de la vida.
Es un tema un tanto delicado este. Una de las ideas que se desprenden del trabajo de Jung es que los seres humanos no tienen ciertas ideas, las ideas tienen a los seres humanos. Esto es lo que luego ha sido llamado "posesión arquetipal" y sirve para explicar fenómenos tan radicalmente opuestos como Jesús o Hitler. Aunque generalmente ser poseído por los arquetipos -estos instintos e imágenes suprapersonales- suele hacer simplemente que nos disolvamos en una conciencia de masa, con dictámenes remotos y enajenantes; ser consumidores, miembros difusos del rebaño, más que individuos críticos. Por otro lado, la existencia significativa necesariamente se nutre de una base que trasciende a su propio ego, es decir, debe tomar del inconsciente colectivo para enriquecer su existencia y posiblemente individuarse. Debajo de las capas personales egoístas existe una necesidad de sentido y de completud: el ser humano tiene sed de totalidad. Esto, como vimos, puede ser peligroso, pero por otra parte, es lo único que realmente importa: ser lo que uno es, y eso que uno es está compuesto en gran medida por el inconsciente colectivo, por factores impersonales o suprapersonales. Es, entonces, necesario llevar a la conciencia, "iluminar" aspectos de este inconsciente colectivo, pero para hacer esto con éxito se debe tener un "entendimiento crítico", gran capacidad de discernimiento e intuición (de aquí, obviamente, que se utilice un analista o incluso un gurú en Oriente). De alguna manera la psicología de Jung, en su proceso de individuación, nos pide que nademos en el mismo océano en el cual han nadado y se han ahogado todos los locos, desquiciados y egos inflados de la humanidad. Que nademos en el mar del inconsciente -en ese mar caótico, en esa zona abisal llena de dragones, serpientes, ninfas y dioses- y que salgamos heroicamente a flote. Ese mar es nuestra herencia espiritual, el unus mundi, nuestra posibilidad de hacer que el todo se reconozca a sí mismo:
El inconsciente colectivo contiene toda la herencia espiritual de la evolución de la humanidad, nacida de nuevo en la estructura cerebral de cada persona. Su mente consciente es un fenómeno efímero que realiza todas las adaptaciones y orientaciones, por lo que, a razón, se puede bien comparar su función con la de orientarnos en el espacio. El inconsciente, por otro lado, es la fuente de las fuerzas instintivas de la psique y de las formas o categorías que la regulan, es decir, los arquetipos. Todas las ideas más poderosas de la humanidad se remontan a los arquetipos. Esto es cierto particularmente de las ideas religiosas, pero los conceptos centrales de la ciencia, la filosofía y la ética no son excepciones a esta regla. En su forma presente son variantes de ideas arquetípicas, creadas conscientemente aplicando y adaptando estas ideas a la realidad. Pues la función de la conciencia no sólo es reconocer y asimilar el mundo externo a través del umbral de los sentidos, sino trasladar a la realidad visible el mundo que yace en nuestro interior.
Un último comentario sobre esto. Es de notarse que aquí la mente consciente -el ego- es sólo una especie de sistema de navegación, mientras que el inconsciente es aquello que se manifiesta como el espacio en el que tenemos la experiencia y el significado mismo que se representa como esa experiencia. Una de las ideas más profundas de Jung es esta noción de que la imaginación primordial está materializándose en el mundo y nos la encontramos como la historia con todas sus vicisitudes (o, dicho de otra manera, la imaginación primordial se encuentra a sí misma). Las imágenes o arquetipos son realmente las fuerzas que esculpen la realidad que habitamos, y entonces un proceso de conciencia o iluminación sería hacer visible, tangible e inteligible el fondo último y prístino de la existencia. Jung llama a esto el Selbst, el matrimonio alquímico de los opuestos, la constelación de la divinidad en el alma.
Twitter del autor: @alepholo

Podríamos afirmar que para Jung, ya que la psique es la realidad primordial del universo y sólo conocemos comúnmente la punta del iceberg de la psique, el inconsciente colectivo es algo así como la noche cósmica o el caos primordial del cual emerge toda nuestra existencia consciente, la cual es definida por la diferenciación del ego. Jung interpreta mitos como la creación védica (Rig Veda 10.129) o el Genésis bíblico, específicamente probar el fruto del árbol del bien y el mal, como el paso del inconsciente a la conciencia individual. Esta es la caída o el "pecado original", el cual, aunque coloca al hombre en un estado de alienación y extravío, es también la posibilidad sine qua non de la autorrealización. Es, ciertamente, aquello que le da sentido y hace interesante esta trama no poco trágica.
En su prolífica obra, Jung reiteradamente define y explica con numerosos ejemplos lo que es el inconsciente colectivo. En este ensayo, a la manera de una circunambulación, haremos un recorrido alrededor de estas definiciones que nos permiten entender un concepto complejo pero fascinante, brillante y sumamente útil para entender nuestra naturaleza y encontrar significado en la existencia. Jung distingue entre tres niveles psíquicos:
(1) La conciencia, (2) el inconsciente personal y (3) el inconsciente colectivo. El inconsciente personal consiste en todos aquellos contenidos que se volvieron inconscientes debido a que perdieron intensidad y fueron olvidados o porque la conciencia se retrajo de ellos (represión) y, por otra parte, de los contenidos, como [algunas] impresiones sensoriales, que nunca alcanzaron suficiente intensidad para llegar a la conciencia pero que lograron entrar a la psique. El inconsciente colectivo, sin embargo, como la herencia ancestral de posibilidades de representación, no es individual sino común a todos los hombres, tal vez incluso a los animales, y es la verdadera base de la psique individual.
La teoría de Jung sugiere que somos portadores de un sustrato psíquico ancestral, algo así como una memoria de todos los eventos psíquicos que se han impreso en el alma humana y que por su intensidad o por una especie de energía teleológica se han asegurado un lugar predominante. En su ensayo La estructura y la dinámica de la psique, Jung añade: "Teóricamente, debería ser posible 'pelar' las cáscaras del inconsciente colectivo una por una hasta llegar a la psicología del gusano e incluso a la de la amiba". Vemos entonces que para Jung hay una memoria psicológica inconsciente similar a la memoria genética que se observa fisiológicamente, por ejemplo con el llamado cerebro reptiliano, la glándula pineal y demás.
El inconsciente colectivo, nos dice Jung, está conformado de dos elementos fundamentales, los cuales están estrechamente entrelazados: los instintos y los arquetipos:
El inconsciente colectivo consiste en la suma de los instintos y sus correlatos, los arquetipos. De la misma manera que todos poseemos instintos, todos también poseemos una reserva de imágenes arquetípicas.
Jung llegó a esta conclusión analizando los sueños de sus pacientes, y particularmente la irrupciones del inconsciente colectivo que se presentan en pacientes con esquizofrenia:
En sueños, fantasías y otros estados excepcionales de la mente, los más remotos símbolos y motivos mitológicos pueden aparecer autóctonamente en cualquier momento, con frecuencia, debido al resultado de influencias particulares, tradiciones y excitaciones que operan en el individuo pero generalmente sin señal de las anteriores. Estas "imágenes primordiales" o "arquetipos" como los he llamado, pertenecen a la reserva básica de la psique inconsciente y no pueden explicarse como adquisiciones recientes. En conjunto constituyen el estrato psíquico que he llamado el inconsciente colectivo.
Los arquetipos pueden explicar cosas como la psique de una nación o una civilización, o incluso la influencia o atracción que ejercen los astros en la psique humana:
El inconsciente colectivo, hasta el punto en el que podemos decir algo sobre él, parece consistir en motivos mitológicos e imágenes primordiales, por lo que los mitos de todas las naciones son sus verdaderos exponentes. En realidad, la totalidad de la mitología puede considerarse una especie de proyección del inconsciente colectivo. Podemos ver esto claramente considerando las constelaciones del cielo, cuyas formas caóticas antiguas fueron organizadas a través de proyecciones de imágenes. Esto explica la influencia de las estrellas como es afirmada por los astrólogos. Estas influencias no son más que percepciones introspectivas inconscientes de la actividad del inconsciente colectivo. De la misma manera que las constelaciones fueron proyectadas a los cielos, figuras similares fueron proyectadas a las leyendas, a los cuentos de hadas o a personajes históricos.
Con esto Jung no está diciendo que la astrología o los mitos fundacionales -que sirven como estructuras éticas- sean falsos o no tengan una influencia más allá de la sugestión o superstición personal, sino que esta influencia, en todo caso, es el resultado de la historia de la psique como proyección. La influencia de las estrellas viene de adentro, no del cielo -aunque se podría decir que el cielo está adentro, como creía Paracelso-. Esto no es menor, ya que el poder de proyección de la psique es capaz de manifestar y autorregular la realidad desde su inconsciencia.
Esta fascinante noción de los arquetipos Jung la encuentra en Platón, San Agustín y Pseudo Dionisio, pero la modifica según sus observaciones analíticas, ya que Jung lo que hace es una notable síntesis entre ciencia y religión. La idea jungiana de los arquetipos, por otro lado, encontrará nuevas manifestaciones en ideas como los memes de Richard Dawkins (quien inconscientemente ideó algo muy similar desde la biología) y los campos morfogenéticos de Sheldrake (quien es paradójicamente aborrecido por Dawkins). Jung explica que los contenidos del inconsciente colectivo suelen irrumpir de manera personalizada, como "figuras arquetípicas":
La investigación mitológica los designa como "motivos", para Lévy Bruhl son représentations collectives, Hubert y Mauss los llaman "categorías de la imaginación". Yo he empleado la noción del inconsciente colectivo para abarcar todos estos arquetipos. Son formas psíquicas, como los instintos, que son comunes a toda la humanidad, y su presencia puede probarse dondequiera que se preserven registros literarios. Como factores que influyen en la conducta humana, los arquetipos tienen un papel que no es en ninguna medida menor. La totalidad de la personalidad puede ser afectada por ellos a través de la identificación. Este efecto es mejor explicado por el hecho de que los arquetipos probablemente representen las situaciones típicas de la vida.
Es un tema un tanto delicado este. Una de las ideas que se desprenden del trabajo de Jung es que los seres humanos no tienen ciertas ideas, las ideas tienen a los seres humanos. Esto es lo que luego ha sido llamado "posesión arquetipal" y sirve para explicar fenómenos tan radicalmente opuestos como Jesús o Hitler. Aunque generalmente ser poseído por los arquetipos -estos instintos e imágenes suprapersonales- suele hacer simplemente que nos disolvamos en una conciencia de masa, con dictámenes remotos y enajenantes; ser consumidores, miembros difusos del rebaño, más que individuos críticos. Por otro lado, la existencia significativa necesariamente se nutre de una base que trasciende a su propio ego, es decir, debe tomar del inconsciente colectivo para enriquecer su existencia y posiblemente individuarse. Debajo de las capas personales egoístas existe una necesidad de sentido y de completud: el ser humano tiene sed de totalidad. Esto, como vimos, puede ser peligroso, pero por otra parte, es lo único que realmente importa: ser lo que uno es, y eso que uno es está compuesto en gran medida por el inconsciente colectivo, por factores impersonales o suprapersonales. Es, entonces, necesario llevar a la conciencia, "iluminar" aspectos de este inconsciente colectivo, pero para hacer esto con éxito se debe tener un "entendimiento crítico", gran capacidad de discernimiento e intuición (de aquí, obviamente, que se utilice un analista o incluso un gurú en Oriente). De alguna manera la psicología de Jung, en su proceso de individuación, nos pide que nademos en el mismo océano en el cual han nadado y se han ahogado todos los locos, desquiciados y egos inflados de la humanidad. Que nademos en el mar del inconsciente -en ese mar caótico, en esa zona abisal llena de dragones, serpientes, ninfas y dioses- y que salgamos heroicamente a flote. Ese mar es nuestra herencia espiritual, el unus mundi, nuestra posibilidad de hacer que el todo se reconozca a sí mismo:
El inconsciente colectivo contiene toda la herencia espiritual de la evolución de la humanidad, nacida de nuevo en la estructura cerebral de cada persona. Su mente consciente es un fenómeno efímero que realiza todas las adaptaciones y orientaciones, por lo que, a razón, se puede bien comparar su función con la de orientarnos en el espacio. El inconsciente, por otro lado, es la fuente de las fuerzas instintivas de la psique y de las formas o categorías que la regulan, es decir, los arquetipos. Todas las ideas más poderosas de la humanidad se remontan a los arquetipos. Esto es cierto particularmente de las ideas religiosas, pero los conceptos centrales de la ciencia, la filosofía y la ética no son excepciones a esta regla. En su forma presente son variantes de ideas arquetípicas, creadas conscientemente aplicando y adaptando estas ideas a la realidad. Pues la función de la conciencia no sólo es reconocer y asimilar el mundo externo a través del umbral de los sentidos, sino trasladar a la realidad visible el mundo que yace en nuestro interior.
Un último comentario sobre esto. Es de notarse que aquí la mente consciente -el ego- es sólo una especie de sistema de navegación, mientras que el inconsciente es aquello que se manifiesta como el espacio en el que tenemos la experiencia y el significado mismo que se representa como esa experiencia. Una de las ideas más profundas de Jung es esta noción de que la imaginación primordial está materializándose en el mundo y nos la encontramos como la historia con todas sus vicisitudes (o, dicho de otra manera, la imaginación primordial se encuentra a sí misma). Las imágenes o arquetipos son realmente las fuerzas que esculpen la realidad que habitamos, y entonces un proceso de conciencia o iluminación sería hacer visible, tangible e inteligible el fondo último y prístino de la existencia. Jung llama a esto el Selbst, el matrimonio alquímico de los opuestos, la constelación de la divinidad en el alma.
Twitter del autor: @alepholo
FUENTE: PIJAMASURF
ESTADOS UNIDOS DESARROLLA ARMA QUE HACE QUE SE MATERIALICEN VOCES EN EL CIELO
RAYOS LÁSER QUE GENERAN VOCES COMO SI SALIERAN DEL AIRE (O BOLAS DE PLASMA QUE HABLAN) ESTÁN CERCA DE SER PERFECCIONADOS POR EL PENTÁGONO
El Pentágono está desarrollando una extraña arma que utiliza rayos láser para manipular moléculas de aire para producir luz o sonido. El arma es parte del Joint Non Lethal Weapon Program y aunque aún no está perfeccionada, según diversos informes está ceca de lograr producir "voces que salen del aire". La tecnología se conoce como "efecto de plasma inducido por láser".
Los expertos creen que en los siguientes años se podrán producir voces inteligibles, las cuales pueden usarse para desorientar a los enemigos en el campo de batalla, desde mediante producir órdenes equívocas hasta posiblemente creando una falsa epifanía, algo así como la voz de Alá.
El arma funciona a través de un láser femtosegundo, que produce pequeños pulsos de luz durante 10-15 segundos, para así rasgar los electrones de las moléculas de aire y crear bolas de plasma (también llamadas gas electrificado). Luego se dispara otro nanoláser (a un rango de longitud de onda corto) al campo de plasma, para manipularlo y producir sonido y luz. Por el momento, los resultados suenan a algo así como un walkie-talkie espectral.
El investigador David Law dice que se necesitan 3 o 4kHz más para hacer hablar a este sistema. Lo que es interesante es que se puede proyectar este fenómeno de audio o luz hasta a 20 o 30km de distancia. A diferencia de lo que ocurriría al tener unas bocinas, los soldados que están en el territorio aledaño no se ven afectados por este efecto, sólo aquellos que están en la zona a donde se dirige el rayo. Sin duda, esto es algo que parece sacado de la ciencia ficción.

Los expertos creen que en los siguientes años se podrán producir voces inteligibles, las cuales pueden usarse para desorientar a los enemigos en el campo de batalla, desde mediante producir órdenes equívocas hasta posiblemente creando una falsa epifanía, algo así como la voz de Alá.
El arma funciona a través de un láser femtosegundo, que produce pequeños pulsos de luz durante 10-15 segundos, para así rasgar los electrones de las moléculas de aire y crear bolas de plasma (también llamadas gas electrificado). Luego se dispara otro nanoláser (a un rango de longitud de onda corto) al campo de plasma, para manipularlo y producir sonido y luz. Por el momento, los resultados suenan a algo así como un walkie-talkie espectral.
El investigador David Law dice que se necesitan 3 o 4kHz más para hacer hablar a este sistema. Lo que es interesante es que se puede proyectar este fenómeno de audio o luz hasta a 20 o 30km de distancia. A diferencia de lo que ocurriría al tener unas bocinas, los soldados que están en el territorio aledaño no se ven afectados por este efecto, sólo aquellos que están en la zona a donde se dirige el rayo. Sin duda, esto es algo que parece sacado de la ciencia ficción.
FUENTE: PIJAMASURF
sábado, 24 de marzo de 2018
ODA A LA TRISTEZA: KUFUNGISISA O EL SUSTO DE PENSAR MUCHO

“Si un trastorno humano merece ser calificado de antropológico, aquel es la depresión.”
Carlos Ballús Pascual, psiquiatra.
"Hoy en día, ensalzamos la felicidad. Suponemos que la felicidad nos hará mejores trabajadores, mejores padres y mejores parejas; suponemos que nos hará vivir más tiempo. En el siglo XVI, se pensaba que era la tristeza la que ocasionaba todo esto. Incluso hay libros de autoayuda de esa época que alentaban al lector a caer en la tristeza a través de una lista de motivos para desanimarse."
Tiffany Watt Smith, historiadora.
La etnopsiquiatría y la etnopsicología afirman la universalidad de la depresión, pero en cada cultura los síntomas son diferentes y, por lo tanto, el tratamiento también lo es.
Roger Bastide, sociólogo y antropólogo francés, contaba en "La réve, le transe y la folie" el caso de un chico que "rompía todos los objetos, en realidad, la simple torpeza de una persona no habituada al frío, a quien el frío hacía temblar. El chico, en lugar de atribuirlo a causas naturales, lo atribuía a un ataque de brujería. Para defenderse de ella, recurría a mecanismos de defensa de su país, al llamado tótem protector y al uso de fetiches. Habiendo encontrado una vieja piel de león, se envolvió en ella y, en adelante, hacía los recados en el barrio, vestido con ese extraño atuendo. La sonrisa de los transeúntes, las burlas de los chiquillos, la aglomeración de los curiosos, terminaron por consolidar en él la idea de brujería, provocándole crisis de agresividad y de inmensa angustia. Aconsejamos su repatriación y la supuesta neurosis depresiva desapareció con su retorno a África, donde sus mecanismos culturales de defensa resultaban adaptados”

Para tratar la "kufungisisa", el primer paso es "abrir la mente": "kuvhura pfungwa". El segundo, fortalecerse: "kusimbisa" y con ello, "elevarse": "kusimudzira". Valores shona tradicionales que no utilizan solo los profesionales de la salud, sino también y sobre todo, las matriarcas shona, perfectas escuchantes y consejeras.
Otra variante del Kufungisisa la encontramos en Haití: "reflechi twòp" (pensar demasiado). El "maladi moun", también en Haití, se le conoce como la “enfermedad causada por los humanos” o como la “enfermedad enviada”. Según esta cultura, la envidia hace que ciertas personas provoquen en otras personas psicosis, depresiones, incapacidad para realizar sus quehaceres, fracasos en los estudios o en el trabajo, etc. Por eso, cuando una persona tiene éxito, obtiene un buen trabajo, tienen buena salud o le sonríe la fortuna, siempre teme que ello despierte la envidia de otros sujetos que le pueden “enviar” cualquier enfermedad mental.

El nombre de "shenjing shuairuo" chino, viene de "shenjing" que significa nervios o espíritu, "shua" que significa degenerado, y "ruo", que significa débil. Es una "desarmonía y desequilibrio del qi, de los órganos vitales, que se caracteriza por fatiga física y mental, insomnio, irritabilidad y dificultad de concentración. Dan lugar a dolores en diferentes partes de su cuerpo, así como de ciertas disfunciones sexuales.

Pero el Dhat también se ha descrito en China con el nombre de “Shen-Kuei”, y en Sri Lanka se le conoce como “Sukra Prameba”. "En mi opinión", escribió el francés Dr. Reveillè-Parise en 1828, "ni la peste ni la guerra han tenido efectos tan desastrosos para la humanidad, como el miserable hábito de la masturbación". También en los inicios europeos del cristianismo (aunque la Biblia no hace mención alguna sobre la masturbación) y en la época victoriana, se vio al onanismo como una práctica que daba lugar al aletargamiento, locura, edemas o pérdida del cabello.

El Khyál, algo similar al viento, entra en el cuerpo y produce los síntomas anteriormente citados. Los camboyanos piensan que es ocasionado por pensamientos o situaciones que preocupan mucho a la persona. En los países del entorno de Camboya encontramos síndromes similares: el “Srog Rlung gi nad” en Tibet, el “Pen Lom” en Laos, el “Hwa Byung” en Corea y el “vata” en Sri Lanka.
El "mal de aire" mexicano se contrae cuando las personas caminan por lugares con una energía negativa. Se dice que el aire con esas características malignas entra al cuerpo del sujeto que transita por allí y lo enferma.
También en México, América Central y América del Sur, el "susto" o "espanto" no es tanto una pérdida de ánimo, como dicen, sino una pérdida de la "tonalli", el lugar de la "tona": la energía o calor vital. Los nahuas llamaron tonalli a la energía que subyace a todo lo existente, reside en la cabeza y es una esencia luminosa. Si la pierdes, pierdes el vigor, el brillo en la mirada...
El susto está causada por una gran impresión o por un miedo profundo.
Los "nervios" se refiere a un estado general de vulnerabilidad a experiencias de vida estresantes y a un síndrome provocado por circunstancias difíciles de la vida. Los "nervios" comienzan con una idea persistente, "pegada a la mente", que invaden la mente y se acumulan,"se quedan atrapadas" en el cerebro. Los síntomas comunes incluyen dolores de cabeza y cerebrales, irritabilidad, trastornos estomacales, dificultades para dormir, nerviosismo, llanto fácil, incapacidad para concentrarse, temblores, sensaciones de hormigueo y mareos.

El "litost" checo denota un sentimiento humano profundo causado por la agonía que se siente al ver de manera repentina las miserias propias. Milan Kundera, autor de La insportable levedad del ser: “He buscado vanamente en otras lenguas el equivalente de esta palabra, porque me parece difícil imaginar como alguien puede comprender el alma humana sin ella”.
La "toska" rusa es un sentimiento de insatisfacción desesperante que, según se decía, bajaba de las grandes llanuras. Vladmir Nabokov describe mejor que nadie la palabra: “En su sentido más profundo y doloroso, es una sensación de gran angustia espiritual, a menudo sin una causa específica. En el aspecto menos mórbido es un dolor sordo del alma, un anhelo sin nada que nada haya que anhelar, una añoranza enferma, una vaga inquietud, agonía mental, ansias. En algunos casos podría ser el deseo por algo o por alguien en particular, la nostalgia, una pena de amor. En su nivel más bajo, se reduce al hastío, al aburrimiento.”

"Las emociones son fenómenos cognitivos, moldeados no sólo por nuestro cuerpo, sino también por nuestros pensamientos, nuestros conceptos, nuestro lenguaje. La neurocientífica Lisa Feldman Barrett se ha interesado profundamente por esta dinámica relación entre las palabras y las emociones. Ella dice que cuando aprendemos una nueva palabra para designar una emoción, se desencadenarán inevitablemente nuevos sentimientos. Como historiadora, mantengo la sospecha desde hace largo tiempo de que, a medida que el lenguaje cambia, también lo hacen las emociones." explica Tiffany Watt Smith, autora de 'El libro de las emociones humanas', donde describe 156 emociones diferentes.
FUENTE: UNAANTROPOLOGAENLALUNA
jueves, 22 de marzo de 2018
CONTRACARA N°08 - FACEBOOK GATE: GUERRA INVISIBLE Y CENSURA ENCUBIERTA (TLV1)
Contracara N°08 - Facebook Gate: Guerra invisible y censura encubierta Desenmascarando el ardid que se encuentra detrás del escándalo de facebook. También reflexiona sobre la Historia de los medios de comunicación y de como estos instalan ideas para el control de las masas. Juan Manuel Soaje Pinto entrevista a Lucas Carena, Licenciado en comunicación social y Magister en comunicación estratégica de la Universidad Nacional de Rosario, Prof. de psicología social en la facultad de psicologia de la UCAL sede Rosario. Especialista en Psicología de masas y medios masivos de comunicación , comportamiento colectivo y formas en que los medios instalan ideas en la sociedad. Escritor, investigador, articulista en prensa nacional y revistas científicas. Escritor en co-autoría con el Dr. Pablo J. Davoli, "La guerra invisible, acción psicológica y revolución cultural. Conduce el programa La Brújula en TLV1. Enlace programa "La Brújula Nº03" del 23/02/2017 - https://www.youtube.com/watch?v=jEls2... Listado de políticos al servicio de George Soros, fuente: Open Society: https://legacy.gscdn.nl/archives/imag...
PSR INTERNACIONAL N°06 - POLICIA DEL PENSAMIENTO EN ACCIÓN! TLV1
PSR Internacional N°06 - POLICÍA DEL PENSAMIENTO EN ACCIÓN!
Juan Manuel Soaje Pinto conduce esta edición "InterNacional" de "Segunda República", conversando con Adrian Salbuchi, en la que abordan un par de hechos fundamentales en el plano internacional, y cómo la Policía del Pensamiento impone su Guerra Psicológica para distorsionar y encubrir la Verdad
(02:20) ELECCIONES EN RUSIA: VICTORIA ROTUNDA DE PUTIN
(13:30) ANTE EL UNIPOLARISMO DE EEUU-INGLATERRA-UE, RUSIA PROMUEVE EL MULTIPOLARISMO MUNDIAL
(21:10) LA POLICIA DEL PENSAMIENTO EN ACCION! -
(1) PEDRO VARELA GEISS (BARCELONA) - Ver también: Especial TLV1, entrevista a Perdro Varela. 26/3/2016, “La libertad de expresión, los derechos y la identidad son vedados en Europa”: (https://www.youtube.com/watch?v=tathe...)
(37:14) LA POLICIA DEL PENSAMIENTO EN ACCION! -
(2) MSGR RICHARD WILLIAMSON (GLOBAL) - Ver también entrevista de un medio sueco en Alemaniaa Williamson. Fuera de contexto surgió dialogo político-historico: https://www.youtube.com/watch?v=WIZ9z....
(47:35) RESISTENCIA PALESTINA: NACIÓN MARTIR...
(56:55) REINO UNIDO, USURPADOR DE MALVINA HUNDIÓ SUBMARINO "ARA SAN JUAN" -
(1:01:20) ESTADO DE ISRAEL: ALIADO DE INGLATERRA CONTRA ARGENTINA - Ver también: "Segunda República" 27/11/17: "PSR Urgente: La Hora del Pueblo Argentino" - No. 45. A partir del minuto
26:26 MPREST: https://www.youtube.com/edit?video_id... (1:06:00) BILDERBERG 2018: Turin, Italia - 7 al 10 de junio...
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