Seguidores

martes, 23 de octubre de 2012

SERVICIOS SECRETOS PARALELOS


En la continuación de su análisis, Peter Dale Scott muestra como los acuerdos de enlace entre los servicios secretos de los Estados aliados permiten el desarrollo de servicios secretos paralelos y la realización de operaciones no controladas. Este ex diplomático canadiense pone así al descubierto el método que permitió a los conspiradores del 11 de septiembre de 2001 utilizar los mecanismos del aparato estatal estadounidense a espaldas de sus propios colegas.

Este artículo es la continuación de «La CIA, el 11 de septiembre, Afganistán y el Asia Central».

Los acuerdos de enlace con otros servicios de inteligencia

Pienso que Khaled al-Mihdhar y Nawaf al-Hazmi posiblemente tuvieron protección desde el principio porque habían sido enviados a Estados Unidos por los servicios de inteligencia de Arabia Saudita (el GID, ver sitio oficial). Eso explicaría por qué, después de su llegada, parecen haber sido financiados de forma indirecta por la embajada de Arabia Saudita en Washington. Paul Church resume esos hechos en Asia Times Online (edición del 12 de febrero de 2012):

«Entre 1998 y 2002, hasta 73 000 dólares en cheques bancarios fueron transmitidos por Hayfa bint Faysal, la esposa de [l embajador de Arabia Saudita en Washington, el príncipe] Bandar, a dos familias californianas conocidas por haber financiado a al-Midhar [sic] y a al-Hazmi (Bandar describió un día a George H. W. Bush y su esposa como ‘mi madre y mi padre’). […] La princesa Hayfa enviaba con regularidad pagos mensuales que iban de 2,000 a 3,500 dólares a Majeda Dweikar, la mujer de Osama Basnan –quien era un espía del gobierno saudita, según varios investigadores.

Numerosos cheques estaban [también] destinados a Manal Bajadr, la mujer de Omar al-Bayuni, a su vez sospechoso de trabajar en secreto para el reino [saudita]. Anteriormente, las familias Basnan, al-Bayuni y los dos piratas aéreos del 11 de septiembre que habían vivido en el mismo inmueble en San Diego. Fue Omar al-Bayuni quien recibió a los asesinos cuando llegaron a Estados Unidos por primera vez y fue también él quien les proporcionó un apartamento y tarjetas de seguridad social (además de otras formas de ayuda). Incluso los ayudó a inscribirse en varias escuelas de pilotaje aéreo en la Florida.» [1]

Si los dos sauditas habían sido realmente enviados por el GID, es prácticamente seguro que fueron admitidos en Estados Unidos en el marco de un acuerdo de enlace entre el GID y la CIA [2]. El príncipe Turki ben Faisal, ex director del GID, declaró que él mismo intercambiaba con la CIA sus informaciones sobre al-Qaeda y que en 1997 los sauditas «establecieron una comisión de inteligencia con Estados Unidos para intercambiar informaciones sobre el terrorismo en general y sobre […] al-Qaeda en particular» [3]. El Informe de la Comisión sobre el 11 de Septiembre agrega que, como consecuencia del paso al año 2000, se emprendieron reformas en el Centro de Contraterrorismo (CTC), lo cual incluía a Alec Station (la Unidad ben Laden de la CIA). En ese contexto, el CTC quería instaurar su plan, adoptado 6 meses antes, que consistía en «mejorar las capacidades de los servicios de seguridad extranjeros que habían proporcionado información a través del enlace» [4].

Esa era una especialidad de Richard Blee. Steve Coll informó que Blee y su superior, Cofer Black, estaban muy entusiasmados con las posibilidades que se abrían gracias a los acuerdos de enlace, ya que permitían extender la influencia y la capacidad de acción de la CIA en regiones cruciales. Así que, en 1999, Cofer Black y Richard Blee volaron juntos a Taskent, donde negociaron un nuevo acuerdo de enlace con Uzbekistán [5]. Según Steve Coll y el Washington Post, aquel arreglo condujo al rápido establecimiento de un enlace de la CIA con la Alianza del Norte, en Afganistán, a través de Taskent [6]. Thomas Ricks y Susan Glasser reportaron en el Washington Post que después de los atentados con bombas contra las embajadas de Estados Unidos en Dar es Salaam y Nairobi, en 1998, «Estados Unidos y Uzbekistán realizaron discretamente operaciones secretas comunes tendientes a contrarrestar el régimen taliban en el poder en Afganistán, así como a sus aliados terroristas […], según los responsables de esos dos países» [7].
Aquella implicación en Uzbekistán correspondía a un esquema regional mucho más amplio. Desde 1997, Estados Unidos había iniciado una serie de maniobras militares con las fuerzas armadas de Kazajstán, Kirguistán y Uzbekistán. Aquellos ejercicios simulaban un posible despliegue de fuerzas de combate estadounidenses en la región:

«CENTRAZBAT’97, como se designaba, era claramente un test sobre la capacidad americana de proyección de fuerzas en la cuenca del Caspio en caso de crisis. ‘No existe sobre la faz del planeta ninguna nación que esté fuera de nuestro alcance’, declaró el general Jack Sheehan […] el oficial de más alto rango en este ejercicio. Y para quien tenga dudas sobre la naturaleza de nuestros intereses en esta región, Catherine Kelleher, quien acompañaba a Sheehan como asistenta del secretario adjunto de Defensa, citó ‘la presencia de enormes recursos energéticos’ como justificación de la implicación militar de Estados Unidos. La operación de 1997 fue la primera de una serie de ejercicios anuales [bautizados] CENTRAZBAT, concebidos para poner a prueba la rapidez con la que Washington podría directamente desplegar en esta región fuerzas basadas en Estados Unidos y emprender aquí operaciones de combate.» [8]

En otras palabras, la actividad del Pentágono en Uzbekistán precedía en 4 años el acuerdo público firmado en octubre de 2001 por Donald Rumsfeld y el presidente Islom Karimov.

Volvamos al acuerdo de enlace que Richard Blee y Cofer Black negociaron con Uzbekistán. Como ex diplomático que soy, permítanme observar aquí que un acuerdo de enlace probablemente habría requerido acreditaciones especiales para quienes estuviesen al tanto de ese arreglo y para quienes intercambiasen información en el marco de ese enlace [9]. Eso explicaría la exclusión de los agentes del FBI no autorizados a tener acceso a aquella información, así como el comportamiento de los demás agentes no acreditados de la CIA que seguían recogiendo y diseminando información sobre los dos supuestos piratas aéreos. El «grupo Alec Station» necesitaba a las dos categorías de agentes para proteger la doble identidad del tándem de sauditas, y para garantizar que el FBI no les arrestara, lo cual hubiese traído complicaciones.

Es casi seguro que la CIA tenía importantes acuerdos de enlace, no sólo con el GID saudita y con Uzbekistán sino también con la Dirección de Inteligencia Interservicios de Pakistán (ISI, siglas en inglés de Inter-Services Intelligence). La CIA también había establecido acuerdos con los servicios de inteligencia de Egipto, y probablemente incluso con los de Yemen y Marruecos. Existen incluso razones para pensar que Ali Mohamed fue admitido para residir en Estados Unidos como agente de un servicio extranjero (probablemente egipcio) en el marco de algún arreglo de ese tipo [10].
Mohamed era un doble agente cuyo arresto en Canadá había sido impedido por el FBI, lo cual le permitió organizar los atentados de 1998 contra las embajadas estadounidenses. Figura simultáneamente entre las fuentes y el contenido del célebre Contacto Presidencial Cotidiano del 6 de agosto de 2001 (PDB, siglas en inglés de Presidential Daily Briefing), en el que la CIA avisó al presidente Bush de que «Ben Laden [estaba] decidido a atacar Estados Unidos» [11].

Según Jack Cloonan, el enlace de Ali Mohamed con el FBI, «todas esas informaciones [contenidas en el contacto presidencial] venían de Ali», mientras que el PDB atribuía aquellos importantes descubrimientos a lo que «un agente operativo de la Yihad Islámica Egipcia (JIE, según sus siglas en inglés) declaró a un servicio [---]» [12]. (Es evidente que Ali Mohamed era miembro de la JIE y que el servicio en cuestión probablemente era egipcio), pero cuando Ali Mohamed fue inoportunamente admitido en Estados Unidos, al igual que Khaled al-Mihdhar y Nawaf al-Hazmi, no fue la CIA sino «otra agencia federal» quien se hizo cargo de él [13].

Probablemente se trataba de una agencia del Pentágono ya que, entre 1987 y 1989, Ali Mohamed «estuvo destacado en el [SOCOM, el] Comando de Operaciones Especiales [del ejército] estadounidense en Fort Bragg, la base de los Boinas Verdes y de Delta Force –la unidad de élite del contraterrorismo» [14]. El SOCOM, que incluye el Commando Mixto para las Operaciones Especiales (JSOC, siglas en inglés del Joint Special Operations Command), tiene su propia división de inteligencia [15]. Por otro lado, el SOCOM es el comando que estableció en 1999 el programa Able Danger para vigilar a los agentes de al-Qaeda, y que también detuvo ese mismo programa, sin la menor explicación, antes del 11 de septiembre y destruyó su base de datos [16]. Por otra parte, el SOCOM operaba en Uzbekistán con agentes de la CIA gracias al acuerdo de enlace que habían negociado Cofer Black y Richard Blee, ambos miembros del CTC, el Centro de Contraterrorismo de la CIA.

Por todas esas razones, yo sugiero reconceptualizar lo que Kevin Fenton llama el anormal «grupo Alec Station». Pudiéramos considerar a esa facción como un equipo (o varios equipos) de enlace interagencias que disponía de acreditaciones especiales y que incluía miembros de Alec Station, colaboradores del FBI y probablemente elementos del SOCOM. (Uno de esos colaboradores era la agente Dina Corsi, agente del FBI que, según Fenton, ocultó información vital a su colega el agente Steve Bongardt, incluso después de que la NASA autorizara el acceso de dicho agente.) [17]


Obligado recuento: el Safari Club y William Casey

Bajo diferentes formas, esos arreglos tienen su origen al menos en los años 1970. En aquella época, importantes oficiales de la CIA, tanto en activo como ya retirados (entre los que se encontraba Richard Helms), estaban descontentos por los cortes de personal que el director de la CIA Stanfield Turner había realizado bajo la presidencia de James Carter. En respuesta, organizaron una red alternativa conocida como Safari Club.

Supervisado por los directores de los servicios de inteligencia de Francia, Egipto, Arabia Saudita, Marruecos e Irán (en aquel entonces bajo el poder del shah), el Safari Club se convirtió en una base para oficiales de la CIA que, como Theodore Shackley y Thomas Clines, habían sido marginados o despedidos por el director de la CIA Stanfield Turner. Como explicara después el príncipe Turki ben Faysal, el objetivo del Safari Club no era el simple intercambio de información, sino también dirigir operaciones secretas que la CIA no podía seguir realizando directamente a causa del escándalo del Watergate y de las reformas que se realizaron como consecuencia de aquel escándalo [18].

En los años 1970, el director de la CIA William Casey tomó decisiones cruciales en la dirección de la guerra secreta en Afganistán. Pero todas aquellas decisiones se elaboraron fuera del marco burocrático de la CIA dirigida por Casey ya que habían sido preparadas con los directores de la inteligencia saudita –primeramente con Kamal Adham y después con el príncipe Turki ben Faysal. Entre aquellas decisiones podemos citar la creación de una legión extranjera destinada a ayudar a los muyahidín afganos que luchaban contra los soviéticos –en otras palabras, la creación de una red de apoyo que posteriormente conocimos como al-Qaeda cuando finalizó aquella guerra entre la Unión Soviética y Afganistán [19]. Casey puntualizó los detalles de aquel plan con los dos jefes de la inteligencia saudita y con el director del Bank of Credit and Commerce International (BCCI), el banco pakistano-saudita en el que tenían acciones tanto Kamal Adham como el príncipe Turki ben Fayçal.

Al hacerlo, Casey estaba dirigiendo entonces una segunda Agencia, o una CIA de dos canales, construyendo con los sauditas la futura al-Qaeda en Pakistán, a pesar de que la jerarquía oficial de la Agencia, la que Casey tenía bajo su mando en Langley, «pensaba [con toda razón] que aquello era una imprudencia» [20].

En American War Machine (edición francesa: La Machine de Guerre américaine), yo incluí al Safari Club y al BCCI en una sucesión de arreglos elaborados en el seno de una «CIA alternativa» o de una «segunda CIA» que databan de la creación, en 1948, del Buró de Coordinación Política (OPC, siglas en inglés de Office of Policy Coordination). Es por lo tanto comprensible que George Tenet, el director de la CIA en tiempos de George W. Bush, haya seguido el precedente de Casey y que se reuniera casi mensualmente con el príncipe Bandar, el entonces embajador de Arabia Saudita en Washington, sin revelar el contenido de aquellas conversaciones a los oficiales de la Agencia a cargo de los temas sauditas [21].

El propio Kevin Fenton invocó el ejemplo del Safari Club para proponer una posible explicación del hecho que Richard Blee y Tom Wilshire utilizaban una «red paralela» para vigilar a al-Mihdhar y al-Hazmi en territorio estadounidense. Según Kevin Fenton, «retener las informaciones sobre Almihdhar et Alhazmi [sic] sólo tiene sentido si la CIA estaba vigilando a los dos hombres en los propios Estados Unidos, oficialmente o no» [22]. Sin embargo, pudiéramos analizar una tercera posibilidad. En efecto, el GID pudiera haber estado vigilando sus movimientos, lo cual correspondería a las afirmaciones del príncipe Bandar de que los servicios de seguridad sauditas habían «seguido activamente los movimientos de la mayoría de los terroristas [,] de manera detallada» [23].

Joseph y Susan Trento oyeron decir a un ex oficial de la CIA –que había estado basado en Arabia Saudita– que «Hasmi y Mihdar eran ambos agentes sauditas» [24]. 

Si eso es cierto, es evidente que eran agentes dobles, que actuaban como terroristas (o se hacían pasar por terroristas) a la vez que actuaban como informantes (o se hacían pasar por informantes). En el campo del espionaje los agentes dobles son extremadamente valiosos y a veces útiles, pero confiar en ellos puede resultar peligroso –como lo demuestra el ejemplo de Ali Mohamed.

Y así resultó para la CIA en relación con Arabia Saudita. En efecto, el GID respaldaba enérgicamente a al-Qaeda en países como Bosnia, en virtud de un acuerdo que estipulaba que esa organización yihadista «no interferiría en los asuntos políticos de Arabia Saudita ni de ningún otro país árabe» [25]. El ministro del Interior de Arabia Saudita, Nayef ben Abdelaziz, había negociado aquel compromiso con Osama ben Laden. El ISI pakistaní estaba mucho más activamente implicado con al-Qaeda y ciertos elementos de esa agencia de inteligencia probablemente se sentían más cercanos de los objetivos ideológicos de esa organización que del gobierno nominalmente laico de Pakistán.

En todo caso, recurrir a informantes ilegales no sólo es peligroso y puede arrojar resultados imprevisibles sino que es además un factor de corrupción. En efecto, para desempeñar su papel los informantes tienen que violar la ley, y quienes los supervisan conociendo esa necesidad tienen que protegerlos absteniéndose a denunciarlos. También sucede, con demasiada frecuencia, que los supervisores se ven obligados a intervenir para evitar que los informantes sean arrestados por otras agencias. Así que los supervisores se convierten constantemente en cómplices de los crímenes de sus informantes [26].

Incluso en las mejores circunstancias, la agencia interesada se ve obligada a decidir si autoriza al informante a perpetrar su crimen o si se lo impide, arriesgándose en ese último caso a que el informante deje de serle útil. Ante esa disyuntiva, las agencias tienden la mayoría de las veces a tomar decisiones contrarias al interés general.

Un buen ejemplo de lo anterior es el primer atentado con bomba cometido contra el World Trade Center, en 1993. Es un caso interesante porque Khalid Sheikh Mohamed, el supuesto cerebro del 11 de septiembre, también estuvo entre los organizadores del atentado de 1993, entre los que se hallaba también Emad Salem, informante del FBI. Posteriormente, basándose en pruebas provenientes de las grabaciones de sus encuentros con el FBI, Salem declaró que el propio FBI había decidido –por propia iniciativa– no impedir el proyecto terrorista planeado contra el World Trade Center. Ralp Blumenthal escribió para el New York Times un detallado recuento de aquella acción, anterior al misterio del 11 de septiembre de 2001:

«Se reveló a los funcionarios de las fuerzas del orden [el FBI] que había terroristas tratando de concebir una bomba, que fue finalmente utilizada para volar el World Trade Center. Pensaron frustrar a los malhechores sustituyendo secretamente los explosivos por una pólvora inofensiva, declaró un informante después del atentado. 

Este [informante] supuestamente debía ayudar a los malhechores a fabricar la bomba y proporcionales la pólvora falsa, pero aquel plan fue anulado por un supervisor del FBI que tenía otras ideas sur la manera de utilizar al informante, [llamado] Emad A. Salem. 

Esta historia, sacada de la retranscripción de cientos de horas de grabaciones que el señor Salem realizó en secreto durante sus conversaciones con agentes de las fuerzas del orden, demuestra que las autoridades estaban en mejor posición de lo que dijeron en cuanto a tratar de frustrar los atentados con bomba del 26 de febrero contra los edificios más altos de todo Nueva York. La explosión mató a 6 personas, hirió a más de 1 000 y provocó daños que sobrepasaron los 500 millones de dólares. Cuatro hombres están siendo procesados ante la Corte federal de Manhattan por aquel ataque.» [27]

Lo que hace aún más interesante el complot de 1993 es el hecho que, según varias fuentes, Emad Salem era un agente del servicio de inteligencia egipcio enviado a Estados Unidos para espiar las acciones de Omar Abdel Rahman, a quien llamaban el «jeque ciego» [28]. 

Es por lo tanto posible que el supervisor del FBI que tenía «otras ideas» sobre la manera de utilizar a Emad Saled fuese miembro de un equipo de enlace que no podía revelar lo que sabía a los demás agentes del FBI. Por ejemplo, es posible que ese supervisor estuviese al tanto de una posible negativa de la inteligencia egipcia a que se revelara la cobertura de Salem. Esa posibilidad es a la vez hipotética y problemática. Pero permite dar una explicación relativamente coherente a un comportamiento del FBI que puede calificarse como desconcertante.

Esta explicación no excluye la posibilidad de que algunos funcionarios del FBI tuviesen motivaciones más siniestras para permitir la realización de atentados con bomba, y disimularlo posteriormente. En efecto, en aquel preciso momento, el jeque Omar Abdel Rahman era uno de los elementos centrales de un programa saudita muy sensible, en el que también participaban funcionarios estadounidenses. Aquel programa estaba destinado a reclutar y enviar combatientes muyahidín a Bosnia para luchar contra Serbia (incluyendo individuos, como Ayman al-Zawahiri, que posteriormente fueron acusados en el complot del 11 de septiembre) [29].

Después de haber visto el comportamiento de los investigadores y de las autoridades judiciales, resulta evidente que cierto número de agencias estadounidenses no querían interferir en las actividades del jeque Rahman. Incluso después de su inculpación, en 1995, en un caso de asociación de malhechores con vista a cometer atentados contra varios monumentos de Nueva York, el gobierno de Estados Unidos siguió protegiendo a Ali Mohamed, que era un personaje crucial en ese caso.

Peor todavía, el hecho que el FBI permitiera la realización de esos atentados con bomba forma parte de una serie de errores y de oportunidades no aprovechadas –todas vinculadas entre sí– que alcanzaron su clímax el 11 de septiembre de 2001. La serie comienza en 1991, con el asesinato de extremista judío Meir Kahane. En ese caso, el FBI y la NYPD [siglas en inglés del Departamento de Policía de Nueva York. NdT.] arrestaron a dos de los asesinos y después los soltaron, permitiendo así que participaran posteriormente en los atentados con bomba de 1993 contra el World Trade Center. Uno de los principales instructores de aquellos dos individuos era Ali Mohamed, quien por aquel entonces aún era miembro de las Fuerzas Especiales estadounidenses. Pero Patrick Fitzgerald, el fiscal a cargo del caso, evitó sistemáticamente que se diera a conocer públicamente el nombre de Ali Mohamed. En 1994, cuando Ali Mohamed fue arrestado en el aeropuerto de Vancouver por la Policía Montada de Canadá, el FBI intervino para obtener su liberación. Aquella iniciativa del FBI permitió que Mohamed viajara a Kenia, donde se convirtió en el principal organizador del atentado con bomba de 1998 contra la embajada de Estados Unidos en Nairobi [30].

Ali Mohamed fue finalmente arrestado por los estadounidenses en 1998, pero no fue encarcelado de inmediato. Es evidente que fue como hombre libre que Ali Mohamed confió sin reservas a Jack Cloonan, su contacto en el FBI, que él conocía al menos a 3 de los presuntos piratas aéreos del 11 de septiembre, y que incluso había ayudado a enseñarles cómo secuestrar aviones [31]. 

En un libro publicado en septiembre de 2011, Ali Soufan afirma que 12 años después de haber aceptado su culpabilidad, en mayo de 1999, Ali Mohamed seguía esperando su condena en 2011 [32].

Lo anterior hace pensar que hay en Estados Unidos un grave problema de funcionamiento, muy anterior al 11 de septiembre. Se trata en realidad de un problema que ha seguido existiendo bajo las dos mayorías políticas. Las condiciones de confidencialidad garantizadas por las acreditaciones especiales no sólo impidieron que se conociesen las anomalías de funcionamiento –como demostraré más adelante– sino que contribuyeron a engendrarlas. La historia del espionaje demuestra que el poder, cuando se ejerce en la esfera de las actividades ilegales, se convierte poco a poco en una fuerza contraria al poder público democrático [33]. Mientras más restringido es el grupo de planificadores especiales que dispone de sus propias acreditaciones, menos posibilidades hay de que sus decisiones correspondan a las exigencias de las legislaciones nacionales e internacionales, y menos aún a la moral y al sentido común.

Agréguense a esas ambiguas condiciones de confidencialidad las relaciones fundamentalmente malsanas y corruptas que mantienen las agencias de inteligencia estadounidenses con las de Arabia Saudita y Pakistán. Esas relaciones han sido hasta ahora profundamente antidemocráticas, tanto en Asia como en nuestro país. Mediante un mecanismo de reciclaje de riquezas, la dependencia estadounidense del petróleo saudita ha subvencionado en realidad una propagación del islamismo por todo el mundo. Al mismo tiempo, el dinero que el 99,9% de los estadounidenses paga por su gasolina y su gas genera sumas gigantescas, sumas que los sauditas reciclan en las instituciones financieras del 0,1% que conforma la cúpula dominante en Wall Street.

De la misma manera, la oscura relación de Estados Unidos con el ISI pakistaní dio lugar a un considerable aumento del tráfico internacional de droga, esencialmente gracias a los clientes afganos de la CIA y del ISI [34]. En resumen, el mal funcionamiento burocrático que ya mencionamos al referirnos al 11 de septiembre es síntoma de un problema mayor. Ese problema tiene su principal origen en la relación que Estados Unidos mantiene con Arabia Saudita, con Pakistán y –a través de esos países– con el resto del mundo.

Los acuerdos de enlace y la protección de Khaled al-Mihdhar y Nawaf al-Hazmi

Aún sin entrar a tener en cuenta el sugestivo precedente del atentado con bomba de 1993 contra el World Trade Center, resulta totalmente justificado pensar que ciertos acuerdos de enlace hayan podido impedir el arresto de Khaled al-Mihdhar y de Nawaf al-Hazmi. Analicemos, en primer lugar, lo que descubrió Kevin Fenton: «Es evidente que esas informaciones [sobre los dos individuos] no fueron retenidas como resultado de una sucesión de incidentes extraños sino de forma intencional» [35]. Yo pienso que se trata de un descubrimiento importante e irrefutable. Pero no podemos estar tan seguros de la explicación que propone Fenton, según la cual «el objetivo de la retención de información era en lo adelante permitir el desarrollo de los ataques» [36].

En realidad, yo pienso que tras esa intención hay cierto número de posibilidades, que van desde la explicación relativamente inocente (los bloqueos provocados por un acuerdo de enlace) hasta la más espantosa. Antes de analizarlas tenemos que estudiar la noción de «permitir el desarrollo de los ataques». Es evidente que si los presuntos piratas aéreos no eran arrestados en las puertas de embarque de los aeropuertos, la consecuencia sería que habría muertos. ¿Pero cuántos? Recordemos que en los documentos de la operación Northwoods [37], sobre la planificación de ataques bajo bandera falsa [Las operaciones “bajo bandera falsa” (false flag) son provocaciones organizadas y realizadas secretamente con la intención premeditada de atribuirlas al adversario. NdT.] que debían justificar una intervención militar contra Cuba, varios responsables del Comité de Jefes de Estados Mayores Interarmas (JCS) habían escrito: «Podríamos desarrollar una campaña de terrorismo [falsamente atribuida a los comunistas de Cuba]» durante la cual «podríamos hundir un barco lleno de cubanos» [38]. ¿Sería acaso muy diferente a eso la pérdida de 4 aviones comerciales llenos de pasajeros?

Por supuesto, la dimensión trágica del 11 de septiembre se vio considerablemente amplificada cuando los aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas y contra el Pentágono. A pesar de ello es posible pensar que las personas que estaban al corriente del acuerdo de enlace sobre los dos sauditas no pensaran que dichos individuos fuesen capaces de concretar algo de aquellas proporciones. Debemos recordar que las lecciones de vuelo que recibieron, a pesar de ser simplemente a bordo de un Cessna, fueron tan desastrosas que terminaron prematuramente. El instructor les dijo que «simplemente no estaban hechos para pilotear» [39].

Permítanme sugerir que los ataques del 11 de septiembre se dividen en 3 etapas diferentes: los secuestros aéreos, los estrellamientos contra los edificios y los sorprendentes derrumbes de 3 edificios del World Trade Center. Es posible que el equipo de enlace del «grupo Alec Station» previera solamente la primera etapa, sin imaginarse la existencia de las 2 etapas siguientes.

Una explicación inicial de las retenciones de información sobre dos de los presuntos piratas aéreos –explicación a la vez simple y menos retorcida– sería la hipótesis que yo propuse en el caso de Emad Salem: las restricciones de acceso a la información impuestas por la existencia de las acreditaciones especiales requeridas en el marco de un acuerdo de enlace. Sin embargo, al igual que en 1993, los poderes secretos constituidos tras la muralla de las acreditaciones restrictivas podían utilizarse para alcanzar otros objetivos. La peligrosa situación creada entonces –o sea, la existencia de posibles piratas aéreos protegidos del arresto precisamente en momentos en que se esperaba un ataque– pudiera haber incitado a ciertos individuos a explotar las condiciones de secreto ya creadas como una oportunidad para planificar un incidente necesario para justificar la guerra. Hay que subrayar entonces un importante parecido entre el 11 de septiembre y el falso segundo ataque del Golfo de Tonkín, en agosto de 1964, utilizado para justificar la agresión contra Vietnam del Norte. Efectivamente, al igual que en aquella época, existía en la cumbre del Estado una poderosa facción que estaba decidida a desencadenar una acción militar unilateral. Se trata de la camarilla del PNAC, que maniobraba en 2001 en el seno del gobierno de Estados Unidos [40].

Uno de los indicios de esa siniestra intención es el hecho que el modelo de disimulación que detalla Kevin Fenton no se limita a los dos sauditas y a sus supervisores de la estación de la CIA. También podemos comprobar una cadena de retenciones de información por parte de otras agencias. Para ser más precisos, se trata de las informaciones del grupo Able Danger que fueron destruidas por el SOCOM y de la disimulación –que evidentemente cometió la NSA– de una intercepción importante, que aparentemente tenía que ver con los presuntos piratas aéreos y con Zacarias Mussaui [41].

Si en aquel entonces la NSA disimulaba información a los responsables interesados, se trataría de un comportamiento que recuerda el papel de esa agencia en tiempos del segundo incidente de Tonkín, en agosto de 1964. En un momento crucial, la NSA envió 15 segmentos de ROEM (datos de inteligencia de origen electromagnético) que indicaban –equivocadamente– un supuesto ataque de los norvietnamitas contra dos destructores estadounidenses. Al mismo tiempo, la NSA disimuló 107 segmentos de ROEM que demostraban –con toda exactitud– que no se había producido ningún acto hostil de parte de los norvietnamitas [42]. En aquella época, el comportamiento de la NSA encontraba su eco en la CIA. Ambas agencias estaban conscientes de la existencia de un poderoso consenso en el seno de la administración Johnson. En efecto, dicha administración ya había decidido que era necesario provocar a Vietnam del Norte con la esperanza de crear una oportunidad para una respuesta militar [estadounidense. NdlR.] [43].

Gracias a numerosos relatos provenientes de fuentes internas de la administración Bush, sabemos que antes del 11 de septiembre existía también en la cúpula del Estado un poderoso consenso a favor de la guerra. Ese consenso orbitaba alrededor de Dick Cheney, de Donald Rumsfeld y de la llamada facción del PNAC (el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano), que antes de la elección de George W. Bush había desarrollado un enérgico cabildeo a favor de una acción militar contra Irak.

Sabemos también que la inmediata respuesta de Rumsfeld a los atentados del 11 de septiembre fue proponer un ataque contra Irak, y que la planificación de ese ataque se inició el 17 de septiembre de 2001. Es por lo tanto necesario analizar la posibilidad de que los individuos que protegieron a los presuntos piratas aéreos hayan podido compartir esas ambiciones guerreristas [44].

(Continuará…)


Peter Dale Scott Peter Dale Scott, ex diplomático canadiense y profesor de inglés en la Universidad de California, es poeta, escritor e investigador. Sus principales libros de poesía son los tres volúmenes de su trilogía: Seculum: Coming to Jakarta: A Poem About Terror (1989), Listening to the Candle: A Poem on Impulse (1992), y Minding the Darkness: A Poem for the Year 2000. Además ha publicado: Crossing Borders: Selected Shorter Poems (1994). En noviembre de 2002 recibió el Premio Lannan de Poesía. Como orador contra la guerra durante las guerras de Vietnam y del Golfo, fue co-fundador del Programa de Estudios de la Paz y de Conflictos en UC Berkeley, y de la Coalición sobre Asesinatos Políticos (COPA). Su poesía ha tratado tanto su experiencia como su investigación. Su investigación más reciente se ha concentrado en las operaciones clandestinas de USA, su impacto en la democracia en casa y en el extranjero, y sus relaciones con el asesinato de John F. Kennedy y el narcotráfico global. El crítico de poesía Robert Hass escribió (Agni, 31/32, p. 335) «que Coming to Jakarta es el poema político más importante que haya aparecido en el idioma inglés desde hace mucho tiempo».

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la traducción al francés de Maxime Chaix.

 

[1] El Informe de la Comisión sobre el 11 de Septiembre minimizó la importancia de al-Bayumi (ver 9/11 Commission Report, pp.217-18). Pero el Informe de la Comisión Mixta del Congreso encargada de investigar lo sucedido el 11 de septiembre, a pesar de seguir estando considerablemente censurado, nos ofrece información que corrobora lo anterior (pp.173-77). Esa información incluye un informe que indica que Basnan organizó una fiesta para el «jeque ciego» Omar Abdel Rahman, implicado en el primer atentado con bomba contra el World Trade Center, cometido en 1993.
[2] Inicialmente, al igual que otros observadores, yo sospeché que aquellos 2 hombres eran agentes dobles sauditas. También es posible que hayan sido enviados a Estados Unidos como objetivos designados para ser vigilados individualmente o los dos a la vez por los sauditas y los estadounidenses. Uno de mis pocos desacuerdos con Kevin Fenton aparece cuando él llama a al-Mihdhar «uno de los agentes más experimentados [entre los piratas aéreos]» (Fenton, Disconnecting the Dots, p.205). A mí me parece, por el contrario, que al-Mihdhar era un espía inexperimentado o incompetente o que se exponía deliberadamente para poner a prueba la capacidad de respuesta estadounidense.
[3] Summers, Eleventh Day, p.396.
[4] 9/11 Commission Report, p.184.
[5] Steve Coll, Ghost Wars: the secret history of the CIA, Afghanistan, and bin Laden, from the Soviet invasion to September 10, 2001 (Penguin, New York, 2004), pp.456-57.
[6] Thomas E. Ricks y Susan B. Glasser, Washington Post, 14 de octubre de 2001.
[7] Ricks y Glasser, Washington Post, 14 de octubre de 2001.
[8] Michael Klare, Blood and Oil (Metropolitan Books/Henry Holt, New York, 2004), pp.135-36; citando a R. Jeffrey Smith, «U.S. Leads Peacekeeping Drill in Kazakhstan», Washington Post, 15 de septiembre de 1997. Cf. Kenley Butler, «U.S. Military Cooperation with the Central Asian States», 17 de septiembre de 2001.
[9] En 1957, como joven diplomático canadiense, yo mismo tuve a mi disposición un acceso especial, que era una acreditación de un nivel superior al «top secret», para consultar datos de inteligencia de la otan –un enlace relativamente abierto y directo.
[10] Para el recuento de Ali Mohamed, ver Scott, La Route vers le Nouveau Désordre Mondial, pp.213-225 (capítulo 8).
[11] Ibidem, 158; citando a John Berger, «Unlocking 9/11: Paving the Road to 9/11»: «Ali Mohamed fue una de las principales Fuentes del tristemente célebre Contacto Presidencial Cotidiano (PDB, siglas en inglés de Presidential Daily Briefing) del 6 de agosto de 2001 titulado ‘Ben Laden decidido a atacar Estados Unidos’.» En mi opinión, el PDB, frecuentemente citado como un ejemplo del buen resultado de la CIA, ilustra probablemente la forma como la CIA preparaba lo que se convertiría de antemano en los de los controles post 11 de septiembre. Sin mencionar su nombre, el PDB se refiere 3 veces a Ali Mohamed describiéndolo como una amenaza, a pesar de que este se hallaba bajo control de las autoridades federales y en espera de ser condenado debido a su papel en los atentados de 1998 contra las embajadas estadounidenses. En otras palabras, el PDB parece haber sido redactado para adornar los archivos, al igual que el trabajo de Wilshire en el FBI, durante aquel mismo mes de agosto de 2001.
[12] John Berger, Ali Mohamed, p.20 (Cloonan); 9/11 Commission Report, p.261 (PDB).
[13] James Risen, New York Times, 31 de octubre de 1998; dans Scott, La Route vers le Nouveau Désordre Mondial, pp.439-41.
[14] Raleigh News and Observer, 13 de noviembre de 2001; en Scott, La Route vers le Nouveau Désordre Mondial, pp.440-41. Yo agregué la palabra «ejército». El Cuartel General del USSOCOM está en Fort MacDill, una base aérea de la US Air Force en la Florida.
[15] Dana Priest y William M. Arkin, «‘Top Secret America’: A look at the military’s Joint Special Operations Command», Washington Post, 2 de septiembre de 2011.
[16] Fenton, Disconnecting the Dots, pp.168-69; Summers, Eleventh Day, p.371, p.550.
[17] Ibidem, p.372.
[18] Scott, American War Machine, p.161; Scott, La Route vers le Nouveau Désordre Mondial, pp.101-03.
[19] Ahmed Rashid, Taliban: Militant Islam, oil, and fundamentalism in Central Asia (Yale UP, New Haven CT, 2000), p.129.
[20] John Prados, Safe for Democracy, p.489; conversación en Scott, American War Machine, pp.12-13.
[21] James Risen, State of War: the secret history of the CIA and the Bush administration (Free Press, New York, 2006), pp.188-89.
[22] Fenton, Disconnecting the Dots, p.104.
[23] Summers, Eleventh Day, p.397.
[24] Joseph J. y Susan B. Trento, citados por Summers, Eleventh Day, p.399. Desde que présenté este ensayo en la conferencia internacional de Toronto el 11 de septiembre de 2011, «Bob Kerrey [, ex senador] por Nebraska, un demócrata miembro de la […] Comisión sobre el 11 de Septiembre, [declaró] en un testimonio bajo juramento […] que ‘importantes interrogantes [seguían] sin respuestas’ en cuanto al papel de las instituciones sauditas. ‘Nunca se siguieron verdaderamente las pruebas que indicaban una posible implicación de agentes del gobierno saudita en los ataques del 11 de septiembre’, declaró el señor Kerrey» («Saudi Arabia May Be Tied to 9/11, 2 Ex-Senators Say», New York Times, 29 d febrero de 2011.). Para más información sobre ese caso, no mencionado por la prensa francesa, ver «11-Septembre: Deux anciens sénateurs US déposent sous serment et mettent en cause l’Arabie Saoudite (+ Vidéo)», ReOpen911, 5 de marzo de 2012.
[25] Wright, Looming Tower, p.161; citado por Summers, Eleventh Day, p.216.
[26] Ese tipo de corrupción es previsible y está muy extendida. En los célebres ejemplos de Gregory Scarpa y Whitey Bulger, agentes del FBI destacados en las oficinas de Nueva York y de Boston fueron acusados de proporcionar a sus informantes de la mafia informaciones que dieron lugar a asesinatos de testigos y de rivales. Los agentes del antiguo Buró de Estupefacientes (FBN, siglas del Federal Bureau of Narcotics) en Nueva York se implicaron tanto en el tráfico de droga de sus informantes que hubo que cerrar el FBN y reorganizarlo.
[27] Ralph Blumenthal, «Tapes Depict Proposal to Thwart Bomb Used in Trade Center Blast», New York Times, 28 de octubre de 1993, acentuación agregada. Al día siguiente, el Times publicó una pequeña corrección: «Las transcripciones de las cintas secretamente grabadas por un informante, Emad A. Salem, muestran que este último había advertido al gobierno que se estaba fabricando una bomba. Sin embargo, las transcripciones no permiten determinar claramente si las autoridades federales sabían que el blanco era el World Trade Center.»
[28] Scott, La Route vers le Nouveau Désordre Mondial, pp.205-06.
[29] Peter Dale Scott, «La Bosnie, le Kosovo et à présent la Libye: les coûts humains de la collusion perpétuelle entre Washington et les terroristes», Mondialisation.ca, 17 de octubre de 2011. Evan Kohlmann describió como una oficina de Zagreb, abierta para ayudar a los yihadistas respaldados por Arabia Saudita en Bosnia, recibía «directamente todas sus órdenes y sus fondos de la principal oficina de al-Kifah en Estados Unidos, situada en Atlantic Avenue [en Brooklyn] y controlada por el jeque Omar Abdel Rahman» (Evan Kohlmann, Al-Qaida’s Jihad in Europe, pp. 39-41; citando a Steve Coll y Steve LeVine, «Global Network Provides Money, Haven», Washington Post, 3 de agosto de 1993).
[30] Scott, La Route vers le Nouveau Désordre Mondial, pp.215-16, pp.440-41; citando el artículo «Canada freed top al-Qaeda operative», Globe and Mail de Toronto, 22 de noviembre de 2001.
[31] Scott, ibidem, pp.213-225 (capítulo 8).
[32] Ali Soufan, The Black Banners, pp.94-95, p.561.
[33] La corrupción parece ser inevitable para las superpotencias –Estados que han acumulado un poderío excesivo en relación con lo que en realidad se requiere para garantizar su defensa. Ese proceso es menos perceptible en Estados menos poderosos, como Canadá.
[34] Peter Dale Scott, «America’s Afghanistan: The National Security and a Heroin-Ravaged State», Asia-Pacific Journal: Japan Focus, N°20, 18 de mayo de 2009. Cf. «U.S. looks into Afghan air force drug allegations», CNN, 8 de marzo de 2012: «Estados Unidos está investigando sobre acusaciones contra miembros de la fuerza aérea afgana, que habrían utilizado sus aviones para transportar droga, según declaró el jueves un vocero del ejército estadounidense. Los investigadores quieren saber si esas acusaciones de tráfico de droga, inicialmente reportadas en el Wall Street Journal, tienen relación con el tiroteo en el que murieron 8 oficiales de la US Air Force en el aeropuerto de Kabul, la capital afgana. ‘Estamos verificando las acusaciones sobre uso indebido de aparatos de AAF’, declaró el teniente coronel Tim Staufer, refiriéndose a las alegaciones según las cuales el equipamiento de la fuerza aérea afgana ha sido utilizado en el transporte ilegal de armas y droga.»
[35] Fenton, Disconnecting the Dots, p.310.
[36] Ibidem, p.371, cf. p.95.
[37] Ver «Quand l’état-major américain planifiait des attentats terroristes contre sa population», por Thierry Meyssan, y «Document déclassifié: L’Opération Northwoods (1962)», Réseau Voltaire, 5 de noviembre de 2001.
[38] Comité de Jefes de los Estados Mayores Interarmas (JCS), «Courses of Action Related to Cuba (Case II)» ; citado en Scott, American War Machine, p.196.
[39] Washington Post, 30 septiembre de 2001; en Summers, Eleventh Day, p.293; cf. 9/11 Commission Report, pp.221-22.
[40] Ver Scott, American War Machine, pp.199-203.
[41] Fenton, Disconnecting the Dots, pp.360-61, p.385. Es evidente que también hubo retención de información en las altas esferas del Comando Mixto Interarmas (USJFCOM, siglas de US Joint Forces Command): «El vicealmirante Martin J. Meyer, comandante en jefe adjunto (DCINC) del USJFCOM, fue uno de los responsables que asistieron al contacto del DO5 [una unidad de inteligencia del USJFCOM a cargo de la vigilancia del terrorismo contra Estados Unidos]. […] Sin embargo, dos semanas antes del 11 de septiembre, a pesar de las alertas emitidas durante aquel contacto, Meyer habría dicho al mayor general Larry Arnold –el comandante del NORAD para la región continental de Estados Unidos (CONR)– y a otros altos responsables del CONR que sus inquietudes sobre Osama ben Laden como posible amenaza para Estados Unidos eran infundadas y que, para citarlo, ‘todo el mundo dejara simplemente de mirar la CNN, no existiría una amenaza llamada Osama ben Laden’» (Jeffery Kaye y Jason Leopold, «EXCLUSIVE: New Documents Claim Intelligence on Bin Laden, al-Qaeda Targets Withheld From Congress’ 9/11 Probe», Truthout.org, 13 de junio de 2001).
[42] Scott, American War Machine, p.201.
[43] Ibidem, pp.200-02.
[44] Mark Selden ha descrito el proceso de «la exacerbación de las pasiones nacionalistas provocadas por ataques provenientes de no se sabe dónde» como el elemento que ha «respaldado el ‘modo de guerra americano’ desde 1898» (Mark Selden, «The American Archipelago of Bases, Military Colonization and Pacific Empire: Prelude to the Permanent Warfare State», que será publicado en 2012, International Journal of Okinawan Studies).

FUENTE: VOLTAIRENET

EL MONOLITO DE POKOTIA


El Altiplano andino es un lugar tiempos, particularmente la zona del Lago Titicaca, el más alto del mundo, alrededor del cual dejaron sus huellas las más espectaculares civilizaciones protoantigüas de América.
El monolito de Pokotia es una figura de piedra de 1,70 metros de altura que fue descubierto en 1.960 en Pokotia, una zona que algunos investigadores suponen tenía en el pasado remoto el carácter de oráculo sagrado, ubicada a pocos kilómetros del Lago Titicaca y de la ciudad megalítica de Tiwanaku y donde pueden encontrarse construcciones piramidales de enorme semejanza con los zigurats mesopotámicos.Esta enigmática figura que presenta una enorme similitud en su tocado y escarirficación con sus pares de Tiahuanaco, recién comenzó a ser estudiada y analizada seriamente en 2002, 42 años después de su descubrimiento, por los investigadores Bernardo Biadós, Alfredo Arce, Alberto Vásquez, Javier Escalente, Leocadio Ticlla, César Calisaya, Alvaro Fernholz, Paulo Batuani, Rodrigo Velasco y Omar Sadud. sagrado desde muy arcaicos


Por supuesto, al principio su autenticidad fue negada estruendosamente por los ignorantes de siempre, pero luego de una meticulosa investigación se reconoció la misma sin sombra de dudas, siendo a partir de allí ignorada premeditadamente su existencia por gran parte de la comunidad científica.La característica principal que provocó tal revuelo fue que las numerosas inscripciones frontales y dorsales que tiene grabadas estarían escritas en proto-sumerio pictográfico, aunque no cueniforme como en el caso de la Fuente Magna ( ver nuestro post del 01/02/ 2011 ) pero se presume que la misma cultura dejó sus inscripciones en ambas obras, hace unos 5.000 años.


MAXIMILIANO, QUIEN ENCONTRÓ LA FUENTE MAGNA EN EL LAGO TITICACA.
Fue así entonces que la primer conmoción la provocó la aparición de La Fuente Magna, descubierta diez años antes en la misma zona conteniendo también escritura proto-sumeria ( fue encontrada en una zona del lago menor del Titicaca, llamado Wiñay Marka ("ciudad eterna") que curiosamente presenta una fosa de 30 m. de profundidad frente a una media de 3 a 6 metros del resto del lago ),

y una década después la aparición del Monolito de Pokotia terminó de hacer volar en pedazos todos los libros de historia oficial escritos por nuestra 
civilización, ya que confirmaba un contacto cultural indudable entre sumerios y tiahuanacos es decir, entre el contiente americano y la primer cultura de la Mesopotamia, que los arqueólogos y estudiosos que aceptaron la idea atribuyeron a audaces navegantes de ambas culturas ( renunciando en sus hipótesis a saber si fue primero el huevo o la gallina ) mientras que nosotros lo atribuímos a una globalización planetaria protoantigüa que abarcaba idioma, símbolos, religión, cultura, telepatía y una tecnología todavía inimaginable para nosotros ( ellos la llamaban magia, nosotros, ciencia ).
La posición oficial contemporánea presenta una imagen del pasado que respalda y es respaldada por poderosos grupos de poder, manipulando mentes, artefactos y registros arqueológicos y geológicos para que los mismos se adapten”obligatoriamente” a este punto de vista, y eliminando, retrasando obscenamente u ocultando a la opinión pública muchos hechos y elementos que quedarían completamente “ desubidados” y en flagrante contradicción con la imágen conservadora de la antigüedad que se pretende mantener “religiosamente”.



En una imágen conservadora y lineal, la simpleza de lo rústico en el pasado le dá al mismo el carácter de concebible, porque logramos enfocarlo en el espejo retrovisor de nuestro auto, y de esta patología humana se aprovecha la "ciencia" oficial.
Si la historia se atreviera a mostrarse más complicada ( como realmente lo fue ) las rarezas irían en aumento exponencial y los sucesos históricos que nos presentaron se irían haciendo cada vez más intrascendentes e inválidos y ya no podríamos evitar centrarnos en los sucesos grandes e importantes y en su enorme trascendencia.
Sería la diferencia entre ver la comida sobre la mesa en un comedor y el proceso que podamos observar en la cocina ( tengo una tía que trabajó en la cocina de un comedor y luego jamás quiso volver a salir a cenar afuera ).
Ni la Fuente Magna ni El Monolito de Pokotia se ajustan a estas pautas establecidas de la prehistoria, apuntando la evolución hacia atrás, al evidenciar no sólo la existencia de civilizaciones ultra-avanzadas muchísimos siglos antes del punto de partida de “nuestras”culturas antigüas ( que además son apenas
reconocidas y mayormente también menospreciadas en su nivel cultural, espiritual y científico y que en muchos casos fueron masacradas espantosamente en el pasado reciente ) sinó ( a nuestro parecer ) la interconexión planetaria que mantuvieron entre sí.
Los notorios centros de energía del planeta hoy considerados “misteriosos” lugares arqueológicos, creados por tecnologías, conocimientos y poderes altamente avanzados, incluso sensiblemente superiores a los que posee nuestra actual civilización, transmitidos a nuestra especie por otras más avanzadas tanto tecnológica como espirirtualmente.
Parafraseando a James Lovelock, podría decirse que casi toda nuestra comunidad científica conoce y comparte esta perspectiva, pero todo hombre de ciencia que está empleado no puede opinar libremente ya que sus empleadores suelen estar estrechamente relacionados con los poderes que han dictado y dictan la “ palabra oficial”.


LAS INSCRIPCIONES
Los signos Pokotia tienen valores silábicos, se leen desde arriba hacia abajo, de derecha a izquierda, y se encuentran en el frente, partes laterales y dorso de la estatua, pero según el epigrafista Clyde Ahmad Winters, las más importantes están debajo de las manos (que están apoyadas en los muslos) y en la parte dorsal (detrás del muslo izquierdo).Cabe destacar que se ha comprobado también que el monolito fue hecho en épocas muy anteriores a la de sus inscripciones, con lo cual podríamos encontrarnos conque obra y texto fueron realizados por dos culturas de períodos históricos muy diferentes, y consecuentemente condiciona todo el análisis del mismo, comenzando por su antigüedad.


TRADUCCIONES BABÉLICAS?


¿Qué es lo que nos puede hacer adivinar el peligro de un criminal? ¿la observación de un día corriente suyo? Nó, esa es su parte irrelevante.Será la prueba contraintuitiva, el fenómeno fantástico, lo que explicará casi todo lo concerniente a su mundo.Igualmente ocurre con nuestra vida personal Y con la dinámica de los acontecimientos protohistóricos.Deberemos elegir exponernos al máximo a la serendipidad.
En nuestra realidad cotidiana ocurre algo que tiene gran similitud con las reacciones frente al pasado: nuestra mente habita una determinada dimensión del mundo y tiende a considerar sólo los casos que puedan demostrar que está en lo cierto.
Dentro de tal contexo, la aparición de lo fantástico será considerado “subversivo”.
En las increíbles diferencias en la traducción de la parte dorsal del Monolito de Pokotia también veremos claramente esta humana patología.

Las traducciones de lenguas desconocidas incluyen la humana y fraudulenta ilusión de "comprender" ( o cómo todos pensamos que sabemos lo que pasa en un mundo que es infinitamente más aleatorio de lo que creemos ).
Científico es el intento de descifrar la secuencia de comandos de cada idioma y su gramática. Humano es caer en la generalización ingenua que nos acosa por doquier.
Así es como el éxito en la lectura de un texto escrito en un idioma desconocido y aparentemente traducido es extremadamente aleatorio.
Leo Levitov, que creyó descifrar el código del libro de Voynitch, pudo “leerlo” completo, aunque luego se haya determinado que estaba equivocado. Es decir: si se parte de una secuencia de comandos errónea, dicha secuencia sin embargo parecerá confirmar su éxito en todo el texto, porque al igual que en la música la tónica, la nota dominante y el ritmo establecidos antes de comenzar el tema obedecen luego a toda la composición.
Los algoritmos de desciframiento propuestos dependen de tantas suposiciones por parte del lector que se podría obtener tantos textos con distintos significados como series aleatorias de símbolos puedan originarse, y todos ellos perfectamente “coherentes” al leerse.La simbología polivalente involucrada en la traducción de textos antigüos aumenta exponencialmente la multiplicidad de posibles interpretaciones visuales alternativas del mismo texto. Sería difícil separar cuánta interpretación es del texto genuino, y cuánta refleja simplemente la subjetividad visual, cualitativa, cuantitativa y simbológica del intérprete.
Hay innumerables ejemplos de esto, uno de ellos fue Athanasius Kircher( también mencionado en nuestro post del manuscrito de Voynitch ) que descifró una enorme cantidad de jeroglíficos egipcios a partir de una decodificación equivocada de la secuencia de comandos: la primer traducción fue la errónea, e inevitablemente luego la traducción “exitosa” de las subsiguientes “confirmaron” el “éxito” de Kircher, hasta que mucho tiempo después la aparición de una sola observación disonante con dicha decodificación, descubierta en un papiro egipcio, invalidó cientos de traducciones “confirmatorias” anteriores y obligó a recomenzar desde cero.
Todo lo que se necesita es una sola y fea observación…. para derrumbar el castillo de naipes.
Estas son las traducciones de las inscripciones del Monolito de Pokotia que realizaron distintos estudiosos. De la parte frontal de la estatua sólo existe constancia de la traducción realizada por Clyde Ahmad Winters, pero las disidencias se producen con la traducción de la parte dorsal.
CLYDE AHMAD WINTERS
PARTE FRONTAL:

"Divulguen a toda la humanidad la apertura del oráculo de Putaki. Se proclama que la estirpe de Putaki será estimada en el tiempo. Actúa justamente, de modo que el oráculo pueda divulgar la sabiduría. Aprecia el culto. Todos deben dar testimonio de la voluntad divina. El adivino interpretará la guía del oráculo, con el fin de anunciar las reglas que regirán a la humanidad. Los ciudadanos darán testimonio a favor del ser humano, que difundirá sabiduría y será ejemplo de carácter fuerte.
El chamán proclama la inmensa importancia de este lugar, el poder de la divinidad, con el fin de entregar la sabiduría al hombre.
Oh, gran Putaki, hombre sabio y progenitor de muchas gentes.
Jura dar testimonio de carácter y sabiduría. Da testimonio del poder de la divinidad, con el fin de reforzar tu carácter.
DEBAJO DE LA MANO DEL MONOLITO:
"El oráculo de Putaki conduce al hombre a la verdad. Este oráculo precioso hará germinar la estima, ahora testimonia su fuga".
DORSO:



SEGÚN CLYDE A. WINTERS:

"La norma ideal es el oráculo. Este oráculo lleva al conocimiento de la voluntad divina. Distribuye a toda la humanidad la voluntad divina. Entiende el sentido de la voz perfecta. El oráculo esparcirá serenidad. Escuchen el oráculo, llamen al adivino. El adivino habla sabiamente. La voluntad divina será visible y destellante, saliendo de la boca del oráculo. Escuchen al adivino, escuchen el oráculo para poder adquirir sabiduría y carácter. Escuchen el oráculo para difundir la voluntad divina, siguiendo el Bien legítimo y justo. Invoca el alimento puro para el oráculo. Oh, oráculo, eres el testimonio de la pureza. Difundirás serenidad y sabiduría. El oráculo de Putaki es padre de la sabiduría y beneficio para todos. Se volverá un testimonio visible de la sabiduría y de la voluntad divina. Difundirás la voluntad divina y serás testimonio de su poder".
Según Winters, por tanto, el monolito de Pokotia era un oráculo de nombre Putaki.


SEGÚN BERNARDO BIADOS YACOVAZZO y el equipo bajo su dirección, en colaboración con Sallie Teames, ÉSTA SERÍA LA TRADUCCION DEL DORSO DEL MONOLITO:
Interpretación basada en el quellca pictográfico, antiguo idioma del altiplano andino, hablado principalmente por sacerdotes de la cultura Tiwanaku clásica o Pucará, y en cálculos arqueo-astronómicos.Veamos:
"En el tiempo en que Manco Capac y Mama Ocllo salieron de las aguas del lago Titicaca, apareció en el cielo una nueva estrella justo al lado de la Cruz del Sur. Sucesivamente, la estrella se hizo más pequeña y luego desapareció del cielo. Se veía sobre los montes en el horizonte entre dos montañas y comenzó a brillar el tercer día del cuarto mes."
Según esta interpretación, por lo tanto, la parte dorsal del monolito relataría la explosión de una supernova, justo cuando la célebre leyenda de Manco Capac y Mama Ocllo contaba que ellos salieron, o bien, “nacieron” del lago Titicaca.


Esta traducción incluye el hecho de que en el monolito está registrada la explosión de la Supernova Eta-Carinae, vista desde Tiwanaku, según exhaustivos estudios de fenómenos astronómicos asociados a las posiciones estelares existentes en aquella época antigüa.
Los estudios serios y profundos de los idiomas antigüos conducen a suponer que los sumerios, los minoicos, la gente del Valle del Indo, la gente líbico-bereber, la americana y la de todo el planeta Tierra protohistórico utilizaba la misma escritura. Así como los estudios de monumentos de piedra, vestuario, religión y simbología van desembocando en la “sorpresa” de descubrir su semejanza inocultable, lo mismo ocurre con el lenguaje hablado y escrito, y no sólo eso: las formas de expresión multivalentes de lenguaje utilizado presupone que éstos eran sólo un medio de bajar a un soporte físico una comunicación por clarividencia.



RELATO EN EL MONOLITO DE LA EXPLOSIÓN DE LA SUPERNOVA ETA CARINAE Y UN DIBUJO DE CÓMO SE DEBIÓ HABER VISUALIZADO LA MISMA DESDE TIAHUANACO.




TRADUCCION DEL MONOLITO DE POKOTIA EN TRES PARTES




COMPARACIÓN DEL SARCÓFAGO DE PAKAL Y SÍMBOLOS MAYAS CON EL MONOLITO DE POKOTIA


TEORÍA ALTERNATIVA SOBRE LA ANTIGUA PRESENCIA DE LOS FENICIOS EN BRASIL





Según la visión histórica ortodoxa, no hubo contacto entre el mundo medio-oriental y América antes de la llegada del navegante genovés Cristóbal Colón en 1492.
Sin embargo, hay muchas evidencias de que el mundo medio-oriental y también el céltico-megalítico tuvieron esporádicos contactos con Suramérica a partir de la época de los Sumerios.
La teoría del pre-contacto de los sumerios se apoya tanto en elementos de semejanza lingüística entre el antiguo idioma sumerio y la lengua aymara hablada todavía hoy en Bolivia, como en dos hallazgos muy particulares en el lago Titicaca. Me refiero a la
Fuente Magna y alMonolito de Pokotia, los cuales contienen inscripciones sumerias que fueron descifradas por el epigrafista Clyde Winters.
La teoría del descubrimiento casual está apoyada en el hecho de que los pueblos antiguos, en este caso los sumerios, eran buenos navegantes y pudieron haber circunnavegado África en el mismo sentido de las agujas del reloj, o bien, partiendo del Mar Rojo y dirigiéndose inicialmente hacia el Cabo de Buena Esperanza. No obstante, apenas llegaron a las islas de Cabo Verde, los vientos contrarios, o bien los alisios, los habrían impulsado hacia Brasil y de esta manera habrían llegado por primera vez a la Amazonía.
Según esta teoría, el segundo pueblo de navegantes que llegó casualmente a Brasil fueron los Fenicios, quienes sin embargo dejaron en el continente suramericano muchas más evidencias arqueológicas y fonemas lingüísticos en las lenguas locales, como el Tupí Guaraní.
Uno de los primeros sostenedores de la teoría de la presencia antigua de los fenicios en Brasil fue el profesor de historia austríaco Ludwig Schwennhagen (Siglo XX), quien en su libro “Historia antigua del Brasil” citaba los estudios de Hunfredo IV de Torón (siglo XII), que a su vez había descrito los viajes del rey Hiram de Tiro (993 a.C.), y del rey Salomón de Judea (960 a.C.), al estuario del Río Amazonas.
Según Schwennhagen, la lengua Tupí Guaraní tiene el mismo origen de las lenguas medio-orientales y, específicamente, evidencia muchas semejanzas con la lengua sumeria.
En cuanto a las evidencias arqueológicas y documentales que probarían la llegada y la antigua presencia de Fenicios en Brasil, se debe ante todo mencionar la cuestión de la Piedra de Paraíba, que fue descubierta en 1872 en Pouso Alto (Paraíba).
La piedra que se partió en cuatro pedazos no se recuperó nunca, pero la copia de las inscripciones que, según quienes la descubrieron, tenía grabadas, fue enviada al vizconde de Sapuachay, que era el presidente del Instituto Histórico de Río de Janeiro.
En un principio la transcripción fue declarada falsa, pero luego, en 1960, el epigrafista Cyrus Gordon afirmó que el texto fenicio que la Piedra de Paraíba reproducía no podía ser falso porque transmitía conceptos gramaticales de la lengua fenicia que eran todavía desconocidos en 1872, cuando el conocimiento del antiguo idioma medio-oriental era aún muy limitado en el mundo. He aquí la traducción de la Piedra de Paraíba:


Somos Cananeos de Sidón de la ciudad del rey mercante. Llegamos a esta isla lejana, una tierra montañosa. Sacrificamos un joven a los dioses y diosas celestes, en el decimonoveno año de nuestro rey Hiram y nos embarcamos en Ezión-Geber en el Mar Rojo. Viajamos con diez naves por dos años alrededor de África, luego fuimos separados por la mano de Baal y ya no estamos con nuestros compañeros. Así llegamos aquí, doce hombres y tres mujeres, a la isla del hierro, en una nueva playa que yo, el almirante, gobierno. Pero seguramente los dioses y diosas nos favorecerán.

Según Cyrus Gordon, el rey Hiram que se menciona sería Hiram III, lo que establecería que la fecha de la inscripción corresponde al 531 a.C. Además, cuando se refiere a la “mano de Baal” estaría aludiendo al dios de las tempestades, lo que avalaría la tesis de los vientos alisios que de las islas de Cabo Verde soplan constantemente hacia Brasil.
Hay otras fuentes documentales sobre la posible llegada de barcos fenicios a Brasil. Por ejemplo, las fuentes de Heródoto, que en sus Historias menciona una expedición fenicia contratada por el faraón egipcio Necao II (610 a.C. – 595 a.C), que partió del Mar Rojo y llegó al estrecho de Gibraltar tres años después. Además, hay que mencionar la expedición cartaginense del 425 a.C. dirigida por Hannón, que tenía que fundar colonias en el golfo de Guinea, durante la cual potencialmente también los Cartaginenses (descendientes de los Fenicios) habrían podido llegar a Brasil.
En lo que respecta a las evidencias documentales, se deben nombrar la Pedra da Gávea y la
Pedra do Ingá.
La primera, ubicada en la Barra da Tijuca en el estado de Río de Janeiro, contiene petroglifos que fueron parcialmente descifrados por el especialista Bernardo de Azevedo da Silva Ramos. (Inscrições e Tradições da América Pré-Histórica, 1932). Según esta interpretación, la inscripción podría ser transliterada de la siguiente manera:

LAABHTEJBARRIZDABNAISINEOFRUZT

Que traducido significaría:
Aquí Badezir, rey de Tiro, el hijo más viejo de Jetbaal.

Por tanto, la inscripción se remontaría al 840 a.C. aproximadamente, ya que Jetbaal reinó hasta el 847 a.C.
Si bien algunos históricos ortodoxos consideran que la inscripción de la Pedra da Gávea es falsa, hay que preguntarse cómo fue posible, a principios del siglo XIX, cuando el petroglifo de la Pedra da Gávea se dio a conocer públicamente, reproducir una inscripción fenicia, teniendo en cuenta que el conocimiento de este idioma era muy limitado en el mundo (lo misma situación se dio con la Piedra de Paraíba).
La otra evidencia arqueológica de la posible antigua presencia de los fenicios (o quizás de los Hititas, como sostuvo el italo-brasilero Gabriel D’Annunzio Baraldi), en Brasil es el misterioso y complejo
Petroglifo de Ingá que tuve la oportunidad de estudiar en un reciente viaje a Brasil.
Analizando la Pedra do Ingá se pueden observar muchos signos que, según Baraldi, fueron hechos utilizando moldes cuando todo el monolito era un enorme pedazo de lava fundida, luego de la erupción de un antiguo volcán.
Por ejemplo, se observa un signo muy parecido al qoph fenicio, o bien, un círculo con una línea vertical en el centro, que corresponde a la q latina.
La última evidencia, esta vez documental, sobre la posible presencia de pueblos medio-orientales (quizás cartaginenses) al interior de Brasil es el famoso Documento 512, el cual hace poco traduje integralmente del portugués antiguo.
Como puede verse, la posibilidad de que los fenicios hayan llegado en épocas antiguas a Brasil está apoyada en varias evidencias documentales, arqueológicas y lingüísticas. Falta verificar si realmente se establecieron en Suramérica y si pudieron explotar algunas minas de metales preciosos que fueron utilizadas por los Templarios en los siglos sucesivos, como lo sostienen algunos investigadores del Cono Sur.

YURI LEVERATTO
Copyright 2012

Es posible reproducir integralmente este artículo, indicando el nombre del autor y el link a www.yurileveratto.com



Si quieres comentar este articulo
pulsa aqui






FUENTE: YURILEVERATTO