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domingo, 23 de diciembre de 2012

ANIMALES MOMIFICADOS DEL ANTIGUO EGIPTO


La gacela que una reina crió como mascota fue preparada para su viaje a la eternidad con el mismo esmero que recibiría un miembro de la familia real. Envuelta en delicados vendajes con ribetes azules y depositada en una caja de madera hecha a medida, acompañó a su dueña a la tumba hacia 945 a.C.

Museo Egipcio, El Cairo






Criado con todo mimo en un templo a lo largo de su vida, este babuino sagrado egipcio fue venerado tras su muerte en las catacumbas de Tuna el-Gebel. Los sacerdotes le oraban y hacían ofrendas en señal de adoración.

Richard Barnes


Las piezas de carne exhibidas en el Museo Egipcio de El Cairo se preparaban como banquete real para el más allá. Patos, piernas de buey, costillas, solomillos y hasta un rabo de toro fueron desecados en natrón, vendados con lino y guardados en una cesta para ser enterrados en la tumba de una reina.

Richard Barnes


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Las momias votivas, cada una de ellas enterrada con una plegaria, son infinitamente variadas, pero no siempre son lo que parecen. Como este cocodrilo, que en realidad es una estafa porque en su interior no hay nada.
Museo Egipcio, El Cairo, CG29712




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Un fardo artesonado de lino contiene en su interior un ibis.

Museo Egipcio, El Cairo, CG29864


Un ave de rapiña con aplicaciones en la cara en cuyo interior sólo hay unos cuantos huesos.
Museo Egipcio, El Cairo, CG29881


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Un ibis dorado de madera y bronce se exhibe en el Museo Provincial de Mallawi. Al parecer, rindió culto al dios Thoth en la cercana necrópolis de Tuna el-Gebel poco después de la conquista de Alejandro Magno en 332 a.C. Los griegos que vivieron en Egipto, y posteriormente los romanos, honoraban a las divinidades egipcias además de a sus dioses.

Richard Barnes

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La arqueóloga Salima Ikram retira con cuidado el fango seco e incrustado para sacar un ibis del jarrón de barro donde fue enterrado hace 2.700 años en Abydos. En aquella época, millones de ibis buscaban comida en las fértiles llanuras del Nilo. Se han hallado más momias de esta ave, símbolo del dios Tot, que de cualquier otro animal enterrado en los distintos centros sagrados de Egipto.

 Richard Barnes


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Prosiguiendo un trabajo comenzado a finales del siglo XIX, los arqueólogos limpian de arena el único templo funerario que ha sobrevivido en el yacimiento. Esta estructura construida en ladrillo perteneció a Khasekhemwy, un gobernante de la II dinastía que murió hacia 2650 a.C. Posteriormente, los egipcios asociaron el lugar con la historia mítica del inicio de los tiempos, y en el primer milenio a.C se convirtió en un cementerio para momias votivas, que siguen apareciendo en las excavaciones actuales.

Richard Barnes

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Desenterrado en 1914 en el antiguo yacimiento de Abydos, un ibis votivo ostenta la corona de Osiris, señor de la vida en el más allá. Una tela rígida forma los dos cuernos horizontales de la cabeza y un disco solar.

Museo Egipcio, El Cairo, CG29868

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Un embalaje inusual de una momia de ibis –un caparazón de lino y yeso– reproduce la forma de la cabeza y el pico largo del ave, con cuentas de cristal en los ojos. A los lados, debajo de los jeroglíficos, aparecen pintados distintos dioses y altares con ofrendas.

Museo Egipcio, El Cairo, CG29874

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Durante los enterramientos masivos de babuinos en Tuna el-Gebel, los sacerdotes colocaban un animal votivo en cada nicho. Miles de estas momias han sido halladas en este yacimiento y, probablemente, muchas otras esperan a ser descubiertas en zonas aún por explorar.

Richard Barnes


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Las vendas de lino dobladas parecen formar un collar. Sin embargo, el gato envuelto en estos intrincados vendajes no fue una mascota. Alguien lo mató torciéndole bruscamente la nuca –las radiografías han desvelado la causa de su muerte–, y pudo ser momificado para convertirse en la ofrenda de un devoto peregrino.

Museo Egipcio, El Cairo, CG29657
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Un estudio reciente ha revelado los secretos más íntimos de las momias del Museo Egipcio. El sarcófago de madera en forma de gato (a la derecha), escayolado y encalado para imitar la piedra caliza, mide unos 37 centímetros de altura, mucho más que el gatito que encierra en su interior (véase imagen siguiente). La espiral de vendas y la máscara pintada (a la izquierda) ocultan a un gato adulto, uno de los miles de animales enterrados como ofrendas votivas en las arenas de Istabl Antar.

Museo Egipcio, El Cairo, CG29655


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Una radiografía revela los restos de un gatito guardados en un ataúd de madera para felinos.

Museo Egipcio, El Cairo, CG29776


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La casa de embalsamamiento de los bueyes Apis, animales sagrados de la gran ciudad de Menfis, sobrevive en ruinas cerca de Mit Rahina. Durante 40 días, el cuerpo de los bueyes yacía en natrón sobre un gran lecho de piedra, en un patio donde el sol ayudaba a secar y desinfectar la carne.

Richard Barnes


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Una estela de piedra, consagrada en Armant tras la muerte del buey sagrado Buquis, representa al faraón Ptolomeo V haciendo una ofrenda a los muertos. 

Museo Egipcio, El Cairo


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El carácter sagrado de los bueyes se extendía también a sus madres, que eran preparadas para el más allá, como esta vaca envuelta en complicados vendajes.
Museo de la Agricultura, El Cairo


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Los esqueletos de un perro y dos bueyes, anteriormente amortajados como momias, se exhiben en el Museo de la Agricultura de El Cairo. Al no disponer de la actual tecnología de obtención de imágenes, los investigadores del pasado llegaban hasta los huesos de estas momias para identificar su especie.

Richard Barnes


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La figura de una musaraña en la tapa de un diminuto cofre de piedra identifica con precisión el contenido del mismo.

Museo Egipcio, El Cairo, CG29888



Un babuino guarda el secreto que ha ayudado a identificarlo como animal de compañía: una radiografía ha revelado que le faltan los colmillos, probablemente extraídos para que el mono no mordiera los dedos reales.

Museo Egipcio, El Cairo

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Preservado con particular esmero, un perro de caza cuyos vendajes se desprendieron hace tiempo perteneció probablemente a un faraón. Como mascota de un rey, «seguramente le daban los mejores bocados», dice Salima Ikram. Al morir fue sepultado en una tumba en el Valle de los Reyes.

Museo Egipcio, El Cairo