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sábado, 22 de julio de 2017

AFRICANA: APORTACIONES PARA LA DESCOLONIZACIÒN DEL FEMINISMO

 

"El libro "AFRICANA. Aportaciones para la descolonización del feminismo"reúne las experiencias y reflexiones de algunas figuras carismáticas de las luchas de las mujeres en África en las últimas décadas, tanto de forma colectiva como individual. Es una selección de entrevistas a Amina Mama (Nigeria), Molara Ogundipe (Nigeria), Fatma Alloo (Tanzania), Fatima Meer (Sudáfrica), Ayesha Imam (Nigeria), Yasmin Jusu-Sheriff (Sierra Leona), Yolande Mukagasana (Ruanda), Aminata Traoré (Mali), Ken Bugul (Senegal), Assia Djebar (Argelia) y Tsitsi Dangaremgba (Zimbabue).

Libro completo aquí: http://bit.ly/2ddEEdH

Molara Ogundipe es una de las teóricas feministas más importantes de África, además de activista, educadora y crítica literaria desde su Nigeria natal.



 


"En el matrimonio yoruba, culturalmente se esperaba que la mujer obedeciera al marido. Sin embargo, el matrimonio cristiano coartaba a las mujeres yoruba de la generación de mi madre de un modo inusual: vestido, libertad de movimiento y asociación, trabajo fuera de la casa o ajeno al control financiero del marido... En la cultura yoruba existían importantes roles, tanto estructurales como dignos, para la mujer, a pesar de sus supuestos patriarcales"

"Me formé con la conciencia de que las mujeres eran inteligentes, algo expresado de forma corriente al menos en el África Occidental, y entre los yorubas en particular. También encontramos mujeres en roles gubernamentales tradicionales importantes entre los oyo, descritos por Samuel Johnson en History of the Yoruba, que leí a los trece años en nuestra biblioteca. Las mujeres también formaron parte de muchos sistemas rituales y disponían de conocimientos científicos y médicos. Asimismo, las mujeres contribuyeron a la tecnología, como la metalurgia, mediante su trabajo con hierro y con otros metales".

"Nuestros cultos y sociedades secretas, menospreciadas por el cristianismo y la educación occidental, eran realmente contenedores de los sistemas autóctonos. Los yorubas, por ejemplo, a través de sus cultos, disponían de una teoría de los gérmenes mucho antes de Louis Pasteur. Cultivaban el bacilo de la viruela antes de la llegada de los europeos en el culto obaluaye, por ejemplo. El historiador Winthrop Jordan, en su libro, White Over Black, escribe que los esclavos africanos trasmitieron este conocimiento a los americanos en las plantaciones. Los yorubas comprendieron la electricidad, entre otros conocimientos científicos, que utilizaban como acoso hacia sus enemigos. Era políticamente importante para los colonos destruir esos cultos y esas sociedades secretas porque allí residían conocimientos autóctonos, pues eran un foco de resistencia. El sistema de adivinación yoruba, el ifa, con sus más de 4.000 versículos de acumulación de conocimiento comunitario, historia y experiencia mitológica, incluye a mujeres entre sus practicantes, ya que también agradece a la mujer y diviniza el principio femenino. Es de sobras sabido que cada babalawo (sacerdote de ifa o «padre de los misterios», si lo traducimos literalmente), debe tener una mujer de conocimiento (una «madre» en el sentido de «mujer poderosa que gestiona el mundo») a quien recurrir. Esta mujer, o «madre», se traduce a veces como «bruja» en el habla cotidiana yoruba o en inglés. Pero la idea de «bruja» significa una mujer que posee conocimientos autóctonos y poderes misteriosos. Este tipo de mujer no se encuentra sólo entre los yorubas. En muchas culturas africanas las podemos encontrar, como en la acholi del África Oriental, donde las mujeres son las médicos, o entre los lovedu. La reina de la lluvia no sólo fue una mujer-marido para divertir a los antropólogos y después a los turistas. Ella y su corte controlaban el conocimiento científico de su época, mucho antes de los meteorólogos de la televisión. En mi época de universitaria, conocí la tradición de reinas, como Sarranouia, en el Sahel, o en el norte de Nigeria. Al intentar investigar este tema en la década de los ochenta, me encontré con que algunos habitantes actuales de esa zona se resisten a creer que existieron reinas, aunque la historia oral y escrita lo confirman. Las reinas Amina y Zaria son las más conocidas de las reinas hausa de Nigeria en una cultura que privilegia la mujer en su integridad. Probablemente no se ha realizado suficiente investigación sobre la especificidad de género en cómo el cristianismo y las influencias coloniales y externas afectaron este tipo de liderazgo femenino. Necesitamos trabajos que traten y se centren en ejemplos como el reinado femenino lovedu".

"En el matrimonio yoruba, culturalmente se esperaba que la mujer obedeciera al marido. Sin embargo, el matrimonio cristiano coartaba a las mujeres yoruba de la generación de mi madre de un modo inusual: vestido, libertad de movimiento y asociación, trabajo fuera de la casa o ajeno al control financiero del marido... En la cultura yoruba existían importantes roles, tanto estructurales como dignos, para la mujer, a pesar de sus supuestos patriarcales"

"Me formé con la conciencia de que las mujeres eran inteligentes, algo expresado de forma corriente al menos en el África Occidental, y entre los yorubas en particular. También encontramos mujeres en roles gubernamentales tradicionales importantes entre los oyo, descritos por Samuel Johnson en History of the Yoruba, que leí a los trece años en nuestra biblioteca. Las mujeres también formaron parte de muchos sistemas rituales y disponían de conocimientos científicos y médicos. Asimismo, las mujeres contribuyeron a la tecnología, como la metalurgia, mediante su trabajo con hierro y con otros metales".

"Nuestros cultos y sociedades secretas, menospreciadas por el cristianismo y la educación occidental, eran realmente contenedores de los sistemas autóctonos. Los yorubas, por ejemplo, a través de sus cultos, disponían de una teoría de los gérmenes mucho antes de Louis Pasteur. Cultivaban el bacilo de la viruela antes de la llegada de los europeos en el culto obaluaye, por ejemplo. El historiador Winthrop Jordan, en su libro, White Over Black, escribe que los esclavos africanos trasmitieron este conocimiento a los americanos en las plantaciones. Los yorubas comprendieron la electricidad, entre otros conocimientos científicos, que utilizaban como acoso hacia sus enemigos. Era políticamente importante para los colonos destruir esos cultos y esas sociedades secretas porque allí residían conocimientos autóctonos, pues eran un foco de resistencia. El sistema de adivinación yoruba, el ifa, con sus más de 4.000 versículos de acumulación de conocimiento comunitario, historia y experiencia mitológica, incluye a mujeres entre sus practicantes, ya que también agradece a la mujer y diviniza el principio femenino. Es de sobras sabido que cada babalawo (sacerdote de ifa o «padre de los misterios», si lo traducimos literalmente), debe tener una mujer de conocimiento (una «madre» en el sentido de «mujer poderosa que gestiona el mundo») a quien recurrir. Esta mujer, o «madre», se traduce a veces como «bruja» en el habla cotidiana yoruba o en inglés. Pero la idea de «bruja» significa una mujer que posee conocimientos autóctonos y poderes misteriosos. Este tipo de mujer no se encuentra sólo entre los yorubas. En muchas culturas africanas las podemos encontrar, como en la acholi del África Oriental, donde las mujeres son las médicos, o entre los lovedu. La reina de la lluvia no sólo fue una mujer-marido para divertir a los antropólogos y después a los turistas. Ella y su corte controlaban el conocimiento científico de su época, mucho antes de los meteorólogos de la televisión. En mi época de universitaria, conocí la tradición de reinas, como Sarranouia, en el Sahel, o en el norte de Nigeria. Al intentar investigar este tema en la década de los ochenta, me encontré con que algunos habitantes actuales de esa zona se resisten a creer que existieron reinas, aunque la historia oral y escrita lo confirman. Las reinas Amina y Zaria son las más conocidas de las reinas hausa de Nigeria en una cultura que privilegia la mujer en su integridad. Probablemente no se ha realizado suficiente investigación sobre la especificidad de género en cómo el cristianismo y las influencias coloniales y externas afectaron este tipo de liderazgo femenino. Necesitamos trabajos que traten y se centren en ejemplos como el reinado femenino lovedu".


En Tanzania, Fatma Alloo es fundadora de TAMWA (Tanzania Media Women's Association). En 1999 ganó el premio del MNET con un documental sobre los vestidos khanga: The History and Usage of Kanga in East Africa:

"Es un documental sobre el vestido khanga, una ropa tradicional que las mujeres visten a lo largo de la costa de Tanzania y Zanzíbar. Crecí con esto. Es una ropa que se expresa en una cultura del silencio. El documental contaba la historia de cómo esta ropa está diseñada y llevada por las mujeres, y también su papel en la lucha por la independencia nacional. Los británicos prohibieron esta ropa en la Tanganyika colonial si traían consignas estampadas contra el colonialismo. Para contrarrestarlo, importaban khangas con frases de Winston Churchill. Entonces las mujeres de Tanganyika boicotearon la ropa. En aquella época, el movimiento independentista de la India tenía mucha relación con el de Tanganyika. Así que las mujeres pasaban de contrabando los diseños a la India, donde se estampaban los khangas. Después volvían de contrabando, de manera que las mujeres pudieran vestirse con estas reivindicaciones."



  

Ayesha Imam, activista por los derechos humanos, y de las mujeres en particular. Fundadora y directora de BAOBAB (www.baobabwomen.org), una organización nigeriana enfocada a la defensa de las mujeres en cuestiones legales.



 



"Existe un vínculo entre la dominación masculina de la vida social y política y la prevalencia de la guerra y el militarismo. Podemos extraer un buen ejemplo del caso de Somalia, dónde las facciones en lucha se matan fundamentándose en las identidades de clan. Debido a que estos clanes son exogámicos, las mujeres no tienen una identidad clánica del mismo modo. Sus vínculos con hermanos, maridos, hijos y padres se extienden a través de muchos clanes. Las identidades de género de las mujeres somalíes trascienden los clanes y, por lo tanto, están menos dispuestas a luchar y matar basándose en el clan. Por eso las mujeres somalíes rechazan a los hombres que han estado luchando y matándose entre ellos. Están cansadas de pagar el precio del conflicto masculino.
Ocurre lo mismo en Ruanda, puesto que era muy común que los hombres hutus se casaran con mujeres tutsis. Durante el genocidio hutu, a menudo los hombres mataron a sus propias mujeres porque eran tutsis, aunque estas hubieran tenido hijos de padres hutus... El análisis sobre cómo las identidades de género pueden mitigar o consolidar las identidades étnicas es muy instructivo."


 

Yasmin Jusu-Sheriff es miembro de la Comisión de los Derechos Humanos de Sierra Leona y vice-presidenta de la Mano River Women's Peace Network:

"En Sierra Leona siempre ha habido la idea, bastante extendida y dominante, de tenemos que actuar colectivamente. Tenemos muchísimas sociedades de mujeres tradicionales. Las mujeres participan en grupos femeninos, están en la iglesia o en las sociedades bundu (sociedades secretas formadas por mujeres). Normalmente una mujer pertenece a algún tipo de colectivo. Como no nos han dejado formar partidos políticos y nos lo han impedido con violencia, nos hemos esforzado mucho para crear asociaciones y entidades de mujeres. Estas organizaciones se veían impulsadas por la ineficacia de las autoridades en gestionar la guerra".


"Caminar juntas facilita que las personas tengan más maneras de verse y entenderse y vivir consigo mismas. Algunas de las experiencias que han tenido las mujeres, no tienen palabras, van más allá de la comprensión. En el tipo de sociedad que has crecido, no encuentras las palabras para describir algunas de las barbaridades. Otras pueden venir y ayudarte con los términos que necesitas para entender, procesar y gestionar tu experiencia". 


 


Assia Djebar de Argelia, trabajó de profesora de historia en la Universidad de Argel. Fue escritora y realizó dos largometrajes: La Nouba des femmes du Mont Chenoua, premio de la crítica de la Bienal de Venecia de 1979, y La Zerda ou les chants de l'oubli:

"Mi  trabajo  en  el  cine  siempre  ha  empezado por lo oral, y por este tipo de conversaciones con las mujeres. Yo  quería  una  memoria  de mujeres  y  el  pretexto  era  que  hablasen  de  su  experiencia  en  la guerra,  de  1954  a  1962.  (...) Remarqué  que  cuanto  más  ha  sufrido alguien,  más  parco  es  en  sus  recuerdos.  Así,  durante  la  guerra  o poco  después,  hay  toda  una  literatura  basada  en  la  puesta  en escena  de  la  desgracia.  Yo  me  dirigía  a  personas  que  habían tenido   que  pasar  por  cosas  terribles,  pero  no  quería  que contaran  todos  los  detalles,  quería  dejarlas  que  explicaran  lo que  quisiesen.  Por  ejemplo,  al  hablar  de  su  hijo,  una  me  dijo: «Estoy  muy  enfadada  con  mi  hijo  porque  no  sabía  tener  miedo. En  un  combate,  tenía  una  herida  en  el  estómago  y  tuvo  que utilizar  la  ropa  para  que  no  le  salieran  las  tripas.  Antes  de  la guerra,  era  guapo,  le  gustaba  bailar  y  la  fiesta,  ahora  está desfigurado».  No  me  lo  decía  para  hacer  de  su  hijo  un  héroe. Simplemente  lo  contaba".



Yolande Mukagasana (Ruanda, 1954), fue enfermera durante diecinueve años en un centro sanitario de Ruanda, hasta que empezó el genocidio de 1994. Víctima de las masacres que arrasaron el país, perdió a sus tres hijos y marido, así como a su hermano y hermanas. Hoy, es activista y se ocupa de una veintena de huérfanos ruandeses:

"Conocí el horror y asistí a la transformación, de la noche a la mañana, de mis vecinos en asesinos, algo que nunca había imaginado que pudiera suceder. Trabajaba como enfermera en un centro de salud, atendiendo a todo el mundo. Fueron estas personas quienes asesinaron a mis hijos y los arrojaron a la fosa común" "A quienes ayudé, a quienes les salvé los hijos, mataron a los míos. Hoy en día lo lamentan, lo sé porque me lo han dicho."

"¿Los asesinos de mi marido y de mis hijos? Sí, fueron los vecinos, los amigos. Entre ellos, un hombre al que prácticamente crié. Nunca imaginé que ese chico podía hacer daño, ya que siempre lo había considerado como un hijo. Hoy en día tiene miedo de encontrarme, ya que sabe que lo que hizo es irreparable. Al escuchar sus testigos queda claro que no puedes permanecer igual tras matar a un ser humano.
He llorado junto a los supervivientes. También era necesario que viera a los asesinos para entender, para recuperarme, para renovar el vínculo social en este país destrozado. Pude ver sus heridas y creo que es inútil que sus hijos sufran por lo que hicieron sus padres. En base a esto debemos reconstruir una África donde la gente viva como hermanos.
Lo que es triste es que los africanos que defienden esta postura son una minoría. Incluso si lo entienden, pueden moverse por el oportunismo y matar a sus hermanos. Creo sinceramente que si no podemos sobrepasar esto, África no tiene solución."


Aminata Dramane Traoré, Malí, fue ministra de Cultura en su país de 1997 al 2000, y actualmente es una de las figuras del altermundialismo, tanto en África como en el resto del planeta:

"El Banco Mundial se limpia la conciencia hablando de las mujeres mientras que ha dinamitado completamente nuestras sociedades. El sistema capitalista aplicado a África se encuentra en su origen de la prostitución y de la privatización de los servicios. Las mujeres pagan muy caro la falta de trabajo de sus hombres. Actualmente, lucho por una alianza entre hombres y mujeres africanas, puesto que estamos en el mismo barco. No tenemos destinos diferentes: el hombre no es mi enemigo, el sistema es nuestro enemigo".


"Estamos desbordados de potencialidades y me rebelo contra la naturaleza del sistema y su capacidad para destruir la esperanza en África: todo lo que podríamos hacer por nosotros mismos se ve alterado por estas instituciones. Les gusta mucho que seas demócrata, pero si no les obedeces dejan de solidarizarse. Occidente sólo recompensa a quienes traicionan a su pueblo".




'ABRIRÉ DE NUEVO TODAS LAS HERIDAS': SÉNECA SOBRE LA NECESIDAD EXISTENCIAL DE ENFRENTAR EL SUFRIMIENTO



CONTRARIO A LA ACTITUD MÁS COMÚN EN NUESTRA ÉPOCA, SÉNECA RECOMIENDA ENCARAR EL DOLOR Y EL MALESTAR DE NUESTRA VIDA PARA, SÓLO ASÍ, ENCONTRAR LOS RECURSOS PARA DARLE FIN Y CONSTRUIR NUESTRA PROPIA FELICIDAD

 

En Pijama Surf hemos hablado anteriormente sobre los estoicos, escuela filosófica que floreció y se preservó entre el siglo III antes de nuestra era y el siglo IV y que, por un azar cultural, ha cobrado bríos renovados en esta segunda década del siglo XXI. Grosso modo, el estoicismo se caracterizó por explorar el sentido de la existencia y la posibilidad de ser feliz a partir de las condiciones propias del sujeto; sólo un examen de nuestra propia vida y la realización de ésta éticamente y en el marco de nuestras limitaciones podría llevarnos a construir, cotidianamente, cierta posibilidad de crear una vida en donde la plenitud y acaso incluso la felicidad tengan lugar.

Es posible que ese mismo fundamento estoico sea lo que atraiga tanto al espíritu de nuestra época. A nosotros (a quienes desde hace algunas décadas se nos ha vendido la idea de las las recompensas instantáneas y hasta un poco gratuitas) el estoicismo se nos presenta como la confirmación de algo que, en el fondo, quizá ya intuimos: que la felicidad auténtica no es inmediata, sino más bien se presenta como el resultado de acciones directas sobre nuestra propia vida, sostenidas, como un trabajo que requiere esfuerzo y que si es abandonado, se derrumba. A la “felicidad” fugaz que aprendimos a perseguir en estas últimas generaciones, el estoicismo opone una construcción paciente, examinada y constante de una felicidad más duradera, mejor anclada a las condiciones de nuestra existencia personal.

En este contexto, uno de los conceptos fundamentales no sólo del estoicismo o de la construcción de la felicidad sino de la vida misma, es el sufrimiento. La idea quizá nos repele sólo de pensarla, pues también eso aprendimos a hacer: temerle al sufrimiento. A diferencia de otras generaciones, muchos de nosotros hemos crecido en un ambiente social y cultural en donde el sufrimiento se intenta disimular, paliar, sea con analgésicos o con terapias alternativas. Apenas sentimos un dolor, físico o emocional, y de inmediato buscamos la forma de ahuyentarlo de nuestra vida.

Paradójicamente, un estoico haría justo lo contrario: dejar que el dolor mane, que el sufrimiento emerja y fluya como las aguas de un río, como un llanto incontenible y sin embargo finito. Que el dolor dure todo lo que tenga que durar.

En una de sus obras más conocidas, ese fue uno de los “consejos” que Séneca dirigió a su madre Helvia. La Consolación a Helvia fue una carta que el filósofo escribió luego de que fuera sentenciado al exilio a la isla de Córcega, pena impuesta por un tribunal que lo encontró culpable de adulterio con Julia Livilla, hermana de Calígula. Helvia sufría así el distanciamiento de su hijo luego de haber pasado en su vida por la muerte de su propia madre (quien falleció dando a luz a la propia Helvia), la de su esposo, un tío muy querido y tres nietos, entre los cuales se encontraba un hijo de Séneca. No parece sencillo “consolar” a una persona que atravesó por tanto padecimiento.

Y de hecho, Séneca no lo intenta. Al escribir a su madre, comienza por declarar su convicción de que “no se deben combatir de frente los dolores en la violencia de su primer arrebato”, pues “en todas las enfermedades nada hay tan pernicioso como un remedio prematuro”.

¿Qué hace entonces Séneca? Dejar que el dolor de su madre tenga tiempo para cicatrizar y, entonces, arremeter con dureza para “despertar todas sus causas” y “abrir de nuevo todas las heridas”:

Dirase: «Extraña manera de consolar, la de recordar las penas olvidadas; colocar el corazón en presencia de todas sus amarguras, cuando apenas puede soportar una sola». Pero reflexiónese qué males bastante peligrosos para aumentar a pesar de los remedios, se curan con los medicamentos contrarios. Voy, pues, a rodear tu dolor de todos sus lutos, de todo su lúgubre aparato; esto no será aplicar calmantes, sino el hierro y el fuego.

Y si bien este podría parecer un procedimiento no sólo extraño, como anticipa Séneca, sino acaso también cruel o malintencionado, el filósofo posee una razón casi irrebatible para consolar así a su madre:

[…] aquellos cuyos años han transcurrido entre calamidades, soportan los dolores más intensos con inquebrantable y firme constancia. La asiduidad del infortunio tiene algo bueno, y es que, atormentando sin descanso, concluye por endurecer.

Conocemos bien este argumento, aunque no lo apliquemos en nuestra vida. Sabemos que la desgracia, el sufrimiento y el dolor templan el ánimo, como el metal en la forja. ¿Entonces por qué nos obstinamos tanto en evadirlo y querer sacarlo de nuestra existencia? ¿No parece mejor atravesar el dolor, recorrerlo, enfrentarlo, sabiendo que al final aprenderemos algo de nosotros mismos que no sabíamos, que nuestro carácter adquirirá un cariz que de otro modo nunca tendrá, que seremos quizá más compasivos e incluso más sabios? ¿Por qué esa recompensa auténtica no nos parece más valiosa ni más atractiva que los espejismos con que la cultura contemporánea nos seduce para evitar el dolor?

Séneca invita a su madre a encarar sus sufrimientos, no a evitarlos. Y aunque esto puede sonar dramático, también hay una forma sencilla de decirlo. En otro sentido, el consejo de Séneca puede entenderse de una forma más llana: mirar de frente nuestro dolor es también considerar nuestras propias limitaciones, las condiciones en las que se desarrolla nuestra vida. Y no para compadecernos a nosotros mismos, sino para que a partir de ese reconocimiento existencial seamos capaces de modificar nuestra vida, de cambiar esas mismas condiciones. De ahí que Séneca diga a su madre que no busca atenuar su dolor, sino triunfar sobre él, conquistarlo. Esto es, ante nuestro sufrimiento no debemos sentir piedad o lástima por nosotros mismos, sino actuar para sobreponernos, salir de la definición que a veces nos imponemos de seres sufrientes (deprimidos, ansiosos, cansados, etc.) y, a partir del entendimiento de nuestra vida, emprender el camino de la búsqueda de la plenitud. Sobre esto escribe Séneca:

Todos hemos nacido para la felicidad, si no salimos de nuestra condición. La naturaleza ha querido que para vivir felices no se necesite grande aparato: cada cual puede labrarse su dicha.

Y un poco más adelante:

La fortuna agobia a aquellos sobre quienes cae de improviso: el que vigila constantemente la vence sin trabajo.

En nuestra época también se dice que cada cual es dueño de su destino y artífice de su felicidad, sin embargo, a la sombra de esta idea se esconden taimadamente las cláusulas de ese destino y de esa felicidad, que no son otras más que las convenientes para este sistema. La verdadera proposición es que cada cual es dueño del destino que se ajuste a los límites del sistema y a la felicidad que siga las directrices de este sistema. Se es libre para producir incansablemente, para consumir frenéticamente, para aceptar ser felices sólo bajo esos términos.

De ahí que la vigilancia a la fortuna a la que alude Séneca sea tan importante. O, cabría decir, la vigilancia sola, el examen de las condiciones de la existencia, entre las cuales el sufrimiento tiene una importancia capital. El sufrimiento no es un dolor vano, sino significativo, y a juzgar por lo que sucede en nuestra época, parece que lamentablemente hemos olvidado esa característica. ¿Qué quiere decir eso? Que el sufrimiento nos dice algo de nuestra propia vida, es una señal de urgencia que nos pide poner atención en cierto aspecto de nuestra existencia. ¿Y cómo respondemos nosotros? Apartándolo de nuestra vista. Al respecto dice Séneca:

Algunas veces ocupamos nuestro ánimo en los juegos y combates del circo, pero en medio de estos mismos espectáculos que deberían distraerle, se siente abatido por oculta tristeza. Mejor es, pues, vencer el dolor, que engañarle; porque distraído por los placeres, rechazado por las ocupaciones, despierta muy pronto después de acumular en el reposo fuerzas para desencadenarse […] todas estas cosas solamente sirven por breves momentos, no siendo remedios, sino aplazamientos al dolor: por mi parte, prefiero poner término a la aflicción, que engañarla.

Qué época tan extraña la nuestra, en la cual las personas prefieren aplazar el sufrimiento, el dolor, el malestar, y así acrecentarlo, en vez de enfrentarlo de una vez por todas y descubrir si tiene sentido y posiblemente remedio.

En este enlace se encuentra una versión digitalizada de Consolación a Helvia, de Séneca.

Imagen principal: El suicidio de Séneca, Manuel Domínguez Sánchez (1871)


FUENTE: PIJAMASURF

ESTUDIOS CON BEBÉS MUESTRAN QUE LA NATURALEZA HUMANA ES ESENCIALMENTE COMPASIVA



BEBÉS AYUDAN A PERSONAS QUE SUFREN Y SON CAPACES DE RECONOCER Y RECOMPENSAR A LAS PERSONAS GENEROSAS

 

Más allá de la herencia del llamado "pecado original" y de toda una cultura del castigo y el miedo, la ciencia muestra que el ser humano tiene una cualidad moral natural que lo lleva a sentir compasión por las demás personas. Más que un pecado original, el ser humano tiene una inocencia original.

El psicólogo de la Universidad de Yale, Paul Bloom, autor del libro Just Babies, argumenta que al nacer, un bebé está dotado ya con compasión, empatía y un sentido de justicia.

Por ejemplo, estudios muestran que los bebes empatizan con aquellos que sufren: lloran en respuesta a otros bebés que lloran y acarician u ofrecen juguetes a aquellos que parecen estar enojados. Los bebés también ayudan espontáneamente a extraños que tienen problemas. En una investigación, los experimentadores notaron que cuando intentaban abrir una gaveta con las manos llenas de otras cosas o cuando visiblemente batallaban por alcanzar un objeto, los bebés de 1 año de edad se acercaban para ayudarlos. Como control se mostró que cuando el experimentador tiraba el objeto a propósito al suelo, el bebé no lo rescataba.

En el estudio más llamativo, investigadores de Yale y British Columbia enseñaron a unos bebés un espectáculo de títeres en el cual los diferentes personajes o se ayudaban o se lastimaban. Después, cuando se les daba la opción de jugar con estos títeres, casi todos los bebés escogían jugar con los personajes que ayudaban y no con los que lastimaban. Los bebés incluso tienen una noción de que los actos generosos merecen ser premiados, y eligen casi siempre a alguien generoso y no a alguien egoísta.

Estas investigaciones han sido conducidas con bebés de una edad tan joven como los 3 meses y aun en bebés que no tienen hermanos, por lo que se cree que es difícil que hayan podido aprender esta conducta.

Bloom dice que "los bebés son animales morales"; sin embargo, es crítico que esta moralidad evolucione y se refine con el crecimiento. Él da una lista de cualidades innatas:

un entendimiento de que ayudar es moralmente bueno y que lastimar u obstaculizar a otra persona es moralmente malo. Un sentido rudimentario de la justicia --un entendimiento de que los buenos deben ser recompensados y los malos castigados. Un sentido inicial de igualdad --en particular, que debe haber división equitativa de recursos. Y junto con estos principios hay emociones morales, incluyendo empatía, compasión, culpa, vergüenza e indignación ante lo injusto.


FUENTE: PIJAMASURF

EL SOLDADO Y LA MUERTE (ALEKSANDR NIKOLÀYEVICH AFÀNASIEV) POR ALBERTO LAISECA