Seguidores

miércoles, 13 de enero de 2016

EL ACOMPAÑAMIENTO - CICLO TEATRO ABIERTO

• El acompañamiento. De Carlos Gorostiza. Dirección: Alfredo Zemma. Con las actuaciones de Gabriel Goity (Tuco) y Mauricio Dayub (Sebastián). Además, disfrutamos de la entrevista de Darío Grandinetti a Alfredo Zemma (director de "El acompañamiento") y Rómulo Berruti (crítico teatral).

La Televisión Pública comienza a celebrar los 30 años de la recuperación de la democracia en la Argentina, con este ciclo homenaje a Teatro Abierto, la propuesta creada e impulsada por los directores Roberto "Tito" Cossa y Osvaldo Dragún con la que la cultura ofreció, en el año 1981, una resistencia ética y política contra la censura y el terror de la dictadura cívico militar y que se convirtió en un ejemplo mundial de resistencia civil. 

Con presentación y entrevistas de Darío Grandinetti, el ciclo permitirá a todo el país conocer trece obras adaptadas para televisión que formaron parte de la programación original de Teatro Abierto.




EL HOMBRE PALEOLÍTICO Y EL ORIGEN DE LOS SÍMBOLOS DEL TAROT

LA ORGANIZACIÓN DE LOS ARCANOS DEL TAROT DA CUENTA DE LA EVOLUCIÓN DEL ALMA DESDE SU ETAPA DE OSCURIDAD HASTA LLEGAR A LA ILUMINACIÓN


Grabado chamánico de la Edad de Piedra (Imagen: http://carlosfilibertocuellar.blogspot.mx/2013_06_01_archive.html)

Grabado chamánico de la Edad de Piedra (Imagen: http://carlosfilibertocuellar.blogspot.mx/2013_06_01_archive.html)



El aspecto negativo de la estructura matriarcal consiste en que al estar atado a la naturaleza, la sangre y el suelo, el hombre se ve imposibilitado de desarrollar su razón.

Erich Fromm, Psicoanálisis de la sociedad contemporánea


Este niño fue muy adoctrinado, probablemente tuvo una formación religiosa rígida que acabó con su espontaneidad. Tal vez sus padres estuvieron ligados a algún movimiento político, ideológico, cultural o religioso, cuyos principios le fueron inculcados, y éste/a los incorporó hasta transformarse en un pequeño robot.


Veet Pramad, El tarot terapéutico
1. El Homo habilis u hombre paleolítico y la lucha de la ciencia dominante por minimizar sus conocimientos y sabiduría

Según informaciones no tan oficiales, es decir, provenientes de fuentes muy lejanas a las opiniones academicistas dominantes y ocasionalmente miopes (El retorno de los brujos, la rebelión de los brujos, Louis Pauwels y J. Berger, 1976; y Relatos de Belcebú a su nieto, Tomos I y II, G. Gurdjieff, 1989), el ser humano es muchísimo más antiguo de lo que las cronologías evolutivas nos enseñaron desde siempre en la escuela. Se habla de que hubo un tiempo en que existieron y comulgaron, no siempre en armonía, desde luego, diversos tipos de hombres que hoy nos resultarían fantásticos y quienes tampoco fueron como los imaginaríamos. La arqueología y la antropología contemporáneas los bautizaron a todos ellos en conjunto, encerrándolos y encasillándolos en una sola e indiferenciada etiqueta, ante la incapacidad de reconocer sus diversidades, matices y singularidades, bajo el nombre de Homo habilis.

Se sabe de los hombres neolíticos u Homo habilis, que labraban la roca construyendo monumentos enormes con piedras gigantes a las cuales movilizaron de forma inexplicable a lo largo de grandes distancias, organizándolas de modo increíble –unas sobre otras, venciendo en muchas ocasiones las leyes de gravedad para crear pirámides, menhires y dólmenes, los cuales miramos hoy en día con sorpresa y escepticismo, utilizaron tales poderosas construcciones no sólo para doblegar el tiempo y el espacio, sino para conectarse con un orden superior y dejar un legado de las enseñanzas extraídas de él. Sus monumentos eran libros en donde narraban diferentes versiones de la historia del universo, y sobre todo, el peregrinaje del alma en su penoso y duro ascenso hacia lo divino.

Para ellos el alma humana no era algo inamovible y estático que el cielo le otorgaba a la gente nada más porque sí, como el cristianismo moderno presupone. Había que ganarse un lugar en el Santuario de lo Divino, a partir de un arduo trabajo interior, a la búsqueda de maestros espirituales, transitando por diversos e incansables ritos de iniciación a los que había que entregarse incluso hasta en avanzadas edades, recorriendo rutas sagradas en caminatas tan extensas que podrían absorber la vida entera de cualquier buscador del espíritu.

En viejas tradiciones se consideraba que los ángeles no fueron creados por generación espontánea, mediante la voluntad impredecible de un Dios caprichoso. Un ángel había llegado a tal condición espiritual a partir de una durísima búsqueda, con las consiguientes pruebas y obstáculos superados. Se iba acercando a Dios por medio de su esfuerzo de autoperfeccionamiento, purificándose paso a paso, lentamente, con una disciplina inquebrantable, siguiendo un camino muy claro, a la vez sinuoso y prolongado, el cual no pocas veces le tomaba varias reencarnaciones.

La organización sucesiva por orden numérico de los arcanos del Tarot, desde los menores hasta el último de los mayores: el mundo o el universo, según Crowley, da cuenta precisamente de la evolución del alma desde su etapa de oscuridad, cuando la percepción se encuentra nublada por las telarañas de la ilusión, pasando por su despertar gradual hasta llegar a la anhelada iluminación que van representando los últimos arcanos: El Sol, La Estrella, La Luna y El Mundo. Empero, esta visión del desarrollo espiritual en la que había que trabajar muchísimo para avanzar, y sobre todo librar numerosos y durísimos obstáculos, se encuentra bastante olvidada, incluso está casi perdida.

Por lo general se da por sentado que no hay que hacer mucho en pos de la evolución interior sino tan sólo esperar para obtener resultados espirituales fáciles, prometidos por irresponsables jerarcas y comerciantes del alma.

Los obstáculos y las pruebas tan duras del espíritu estarían representados en arcanos muy específicos: La Muerte o el Arcano Sin Nombre, El Diablo, La Papisa, El Colgado, etc., los cuales, a pesar de poseer una naturaleza profundamente contradictoria y conflictiva por la dificultad del proceso humano que representan, también conllevan una enorme recompensa una vez que el buscador o aprendiz de mago logra superarlos y aprender de ellos.

Del hombre del paleolítico también se sabe que su inteligencia era predominantemente simbólica: utilizaba metáforas y símbolos abstractos para transmitir enseñanzas espirituales y cotidianas, legadas en litografías diversas: talladas e impresas sobre sus monumentos de roca mediante jeroglíficos, runas, pictogramas y pinturas rupestres en piedras, cavernas, muros y tablillas.

Existe la hipótesis, planteada por el psicólogo y matemático ruso Piotr Ouspensky, de que un antecesor del actual Tarot se remonta a la Edad de Piedra. Presumiblemente, el ancestro de nuestro Tarot no era un conjunto de cartas o un mazo como lo conocemos ahora, sino una ruta geográfica muy específica conocida sólo por iniciados, quienes comenzaban experimentando una fuerte inconformidad con su vida actual y los cuales, al no encontrar satisfacción en ninguna de las alternativas que les brindaba el mundo conocido, añoraban un camino nuevo y por completo distinto al que les proporcionaban por ejemplo las religiones institucionalizadas, las escuelas ordinarias y la ciencia oficial, tal como se conoció en diferentes épocas.

El joven aprendiz se embarcaba en una búsqueda muy larga, recorriendo diversos sitios sagrados. Una vez que llegaba a una meta, inmediatamente sentía la necesidad de identificar y avanzar hacia un nuevo objetivo espiritual que proseguía a su última conquista. Ouspensky sostiene que así como el Tarot contemporáneo posee un orden psicológico y numérico muy claro, las viejas rutas espirituales que surcaban antiguos caminantes tenían un orden sucesivo análogo al de los arcanos del Tarot, semejante a la antigua ruta de Santiago de Compostela en España, por ejemplo, o a la del Nilo en Egipto, la cual se presupone era una representación de la Vía Láctea, con sus diversas estaciones de paso, de descanso, de preparación y lucha.

Conforme se iba avanzando en el camino se encontrarían sitios en donde meditar, rezar, descansar y reponerse o aprender magia. También existían diversos maestros o guardianes de cada lugar. Al pasar el tiempo, dichos lugares recibieron el nombre de sus custodios, los cuales luego serían asociados con cada uno de los arcanos del Tarot moderno: El Mago, La Papisa, El Emperador, El Colgado, etcétera.

El hombre del neolítico, cuando quería formarse como mago, curandero o convertirse en iniciado de una antigua tradición espiritual, debía recorrer poco a poco cada una de las estaciones de paso de la ruta sagrada. En este sentido, el Tarot actual sería una evocación lejana de lo que algún día fue una prolongada ruta espiritual que los aprendices de magos debían recorrer a pie durante años antes de considerarse maestros, dependiendo el grado de su desarrollo y el sitio sagrado al que habían logrado llegar y ser admitidos.

De hecho, la palabra “tarot” desciende de un antiguo vocablo egipcio que quiere decir “el gran camino”, cosa bastante congruente con el argumento que venimos desarrollando.

Es bien sabido que aún existen algunos vestigios de rutas similares a las que describimos. Un monje nos contó de viva voz que en el Tíbet todavía hay que recorrer cerca de ocho templos a lo largo de más de 10 años antes de convertirse en sacerdote budista, viéndose obligado a permanecer y aprender diferentes cosas en cada uno. Los maestros o guardianes de un monasterio de ningún modo le permiten al alumno abandonar el sitio y partir hacia el templo siguiente mientras no haya pasado las pruebas y exámenes espirituales exigidos.

En la sierra huichola en el occidente de México, algunos marakames o chamanes nos narraban todavía en el año 2007 la existencia de una ruta milenaria que partía desde Alaska y culminaba en las montañas de la Patagonia en Argentina, pasando muy cerca del hogar de los wixárikas y tan vieja que sus orígenes se perdían hacia la Edad de Piedra, cuando la gente cruzaba de un continente a otro a través del Estrecho de Bering.

Entonces el Tarot actual vendría siendo una lejana evocación de un antiguo mapa, de una ruta aún más vieja por la que transitaron antiguos caminantes espirituales desde el Neolítico en busca de conocimiento espiritual.

Visto como un mapa del desarrollo espiritual humano, el Tarot se convierte en una herramienta aún más fascinante de orientación personal, guía y terapia, de lo que los adivinos corrientes, quienes lo leen para predecir el futuro, pueden imaginar.



2. La Templanza y La Estrella del Tarot, y una antigua teoría sobre el origen de los ángeles 


Imagen de: http://carlosfilibertocuellar.blogspot.mx/2013_06_01_archive.html


Imagen de: http://carlosfilibertocuellar.blogspot.mx/2013_06_01_archive.html

Una antigua teoría, como se señaló más arriba, postulaba que los ángeles no fueron creados de un palmo por la voluntad espontánea de Dios sino que eran almas cuyo trabajo espiritual venía evolucionando desde muchísimo tiempo atrás, librando obstáculos emocionales y espirituales diversos. El trabajo de convertirse en ángel o en Ser de Luz le llevaba a un alma mucho más de una vida. El ángel se había construido a sí mismo, buscando acercarse en cada paso a lo divino.

Esta teoría, para los interesados, es el Cuarto Camino, una forma del cristianismo esotérico: la psicología de George Gurdjieff (recomendamos consultar toda la bibliografía al respecto).

El arcano número XIV del Tarot, conocido como La Templanza, astrológicamente correspondiente con Sagitario, nos habla de los inicios del despertar conseguido tras mucho esfuerzo, habiendo superado depresiones, pérdidas, duelos, enfermedades, etc., y el Tarot es el mapa espiritual que da cuenta de los pasos y el recorrido seguido por aquellos que iniciaron el camino de convertirse en Seres de Luz. A pesar del sufrimiento, siempre con una finalidad clara que se persiguió a lo largo de décadas, incluso de vidas enteras y reencarnaciones, La Templanza salió avante y bien librada, fortificada.

A partir de La Templanza, el espíritu ha sido fortalecido, literalmente templado con diferentes pruebas y golpes resistidos y asumidos. En el famoso Tarot de Crowley, un iniciado inglés quien trabajó durante muchos años en diferentes hermandades investigando los orígenes del Tarot, a La Templanza se le nombraba El Arte. Así es cuando se ha alcanzado algo del despertar: la vida misma se convierte en arte, porque se encuentran los inicios de una congruencia sin precedentes en donde el ego y la mente corriente ya no rigen al hombre sino que el Ser interior es el soberano, aunque sea en sus inicios. Este es el estado que Jiddu Krishnamurti describiría tiempo después como la “meditación”.

El arcano XVII, conocido como La Estrella, correspondiente con Acuario, es uno de los siguientes niveles a donde debe dirigirse el Ser de Luz en potencia. Al aparecer, su brillo indica seguridad de que se avanza por buen rumbo, en pocas palabras, hacia buen destino y con buena suerte. También implica la muerte de los viejos esquemas mentales, una lenta purificación cognitiva en donde lo que se conoció y en lo que se creía ya no tienen importancia. Los conceptos viejos se desmoronan, el interior del hombre se limpia.

Cada estación de paso del antiguo mapa espiritual que representa el Tarot implica diferentes pruebas físicas, emocionales y espirituales. Cada arcano, una vez asumido, asimilado y superado, también conlleva recompensas: habilidades desarrolladas, poderes ganados, miedos dejados atrás, valores profundos acumulados, intuiciones obtenidas, etcétera.



3. La conexión entre un mapa del Egipto prehistórico y los Tarots europeos del Medioevo

Después de la Edad de Piedra, la geografía de las civilizaciones humanas cambió radicalmente. Continentes enteros se perdieron, se sumergieron bajo el océano o se separaron y sucumbieron en terremotos. Catástrofes climáticas sobrevinieron: congelamientos, diluvios, sequías, etc. El hombre antiguo fue extinguido en parte, su tiempo terminaba; también fue diezmado, perseguido, obligado a asimilarse y ocultarse. Un nuevo tipo de hombre, más racional pero también más violento y menos conectado con la naturaleza, comenzaba a aparecer.

Con las eras posteriores, hombres más modernos como los romanos y cristianos, en su ignorancia y búsqueda de riqueza sin precedentes, borraron muchas de las antiguas señalizaciones de las viejas rutas espirituales. Construyeron sus propios templos y edificios con las mismas rocas o sobre los cimientos de ancestrales lugares espirituales que no eran ni romanos ni católicos. No comprendían aquello sobre lo que estaban parados y que estaban a punto de derrumbar o sepultar, mucho menos les interesaba. En Europa y América fueron enterradas y borradas muchas señales y monumentos sagrados antiguos, aunque no todos y no del todo. Miles de Papisas, Locos, Magos y Hierofantes fueron cazados y asados en la hoguera, acusados de brujería. Otros pocos lograron camuflarse y continuar sus enseñanzas, asimilándose a los nuevos tiempos e inyectando su sabiduría a las nuevas generaciones pero de manera discreta.

A finales del siglo XIX el joven mago y psicólogo George Gurdjieff encuentra en las ruinas de la antigua Anatolia, en las faldas del Monte Athos y sepultados por lava volcánica, los planos de una hermandad ancestral dedicada a unificar los aportes de todas las religiones del mundo: la Hermandad Blanca. También dará con la pista de un mapa del Egipto prehistórico, anterior a las arenas. Se planteará recorrer una de las antiguas rutas espirituales descritas ahí y dar con la Hermandad Blanca, sus viajes lo llevarán por El Cairo, Afganistán, Persia, la India. En buena medida, gracias a él y a las enseñanzas dejadas por sus discípulos, principalmente por el psicólogo Piotr Ouspensky, es que conocemos del vínculo existente entre aquellas viejas rutas sagradas, sus monumentos prehistóricos y los arcanos del Tarot. Se sabe de Gurdjieff que poseía una capacidad mental sin precedentes para localizar monumentos paleolíticos y dólmenes mediante cálculos matemáticos. Con el tiempo, el mago se convertiría en uno de los mayores conocedores de las rutas ancestrales y de este tipo de edificios prehistóricos. También se sabía de él que era un gran iniciado en los secretos del Tarot, la medicina ancestral, la cábala y la astrología.

Al mismo tiempo que Gurdjieff, Aleister Crowley, un inquieto aristócrata inglés, escritor y estudioso de las ciencias ocultas, por mero accidente, mientras indaga en una antigua biblioteca de Londres, se encuentra con un antiquísimo manuscrito que describe los pasos para formar una Hermandad Dorada. Pronto se le unirán científicos y artistas de todo género como el poeta Yeats y el novelista Bram Stoker. Crowley iniciará un importante viaje que lo llevará a vivir e investigar en los lugares más dispares, la India, el Tíbet, México y Egipto, en busca de los eslabones de unión entre aquel Tarot del Egipto prehistórico y los Tarots medievales que se conocían en Europa.

En el fondo y en esencia, las búsquedas de ambos maestros eran semejantes.

Crowley se sumerge en oscuras bibliotecas de Egipto, Persia y Constantinopla. Se entrevista con gitanos, médicos, adivinos. Da con la pista de un libro fabricado con tablillas de arcilla, muy antiguo, cuyo origen se remonta al de unos habitantes desconocidos de Egipto antes del Diluvio Universal. Los derviches y gitanos le rebelarán que se trataba del Libro de Toth, un conjunto de tablillas que fue parte de la colección de la Biblioteca de Alejandría, quemada por el capricho de emperadores romanos cristianos. Las búsquedas de Crowley lo llevarían hasta el límite de rastrear en cuevas en el desierto e indagar en mercados de libros viejos en Turquía, Afganistán, Líbano, etc., recopilando fragmentos, entrevistando magos y prestidigitadores, utilizando incluso métodos espiritistas para tratar de recabar información de personajes pertenecientes a otras dimensiones o ya trascendidos.

Aparentemente, después de haber sido alguna vez una ruta de iniciación de antiguos caminantes espirituales que se extendía más allá de las fronteras entre continentes, el Tarot fue asimilado a un conjunto de tablillas que presumiblemente se tiraban e interpretaban de manera análoga a nuestro moderno Tarot, indicando los pasos que debía dar el buscador o el aprendiz de mago en su desarrollo. Sin embargo, para cuando Crowley pretendía rastrear el Libro de Toth, al parecer éste ya había desaparecido en las llamas del incendio de Alejandría o en las cenizas del polvo del tiempo.

Sus esfuerzos lo llevarían a crear su famoso Tarot de Toth, fruto de investigaciones tan prolongadas y extenuantes que consumieron prácticamente su vida entera.

Para concluir, tanto las búsquedas de Gurdjieff como de Crowley proporcionan información muy factible de la presunta conexión entre los arcanos del Tarot, el Libro de Toth, perteneciente a las culturas egipcias y caldeas de la prehistoria, y por otra parte, un vínculo muy importante con unas lejanas rutas espirituales de antiguos caminantes e iniciados desde la Edad de Piedra.

Carlos Filiberto Cuéllar: escritor y psicoanalista: Adán de abajo

FUENTE: PIJAMASURF

EL EÓN: UNA INTERPRETACIÓN DEL APOCALIPSIS DESDE LAS CARTAS DEL TAROT

EL TAROT NOS SUGIERE QUE LA FINALIDAD DE NUESTRO TRANSCURSO EN ESTE PLANETA NO ES MÁS QUE LA PREPARACIÓN PARA LA PROPIA MUERTE, RENACIENDO CADA VEZ EN UN NUEVO SER PSÍQUICO


Imagen: www.taroscopes.com




El Padre Nuestro puede tomarse como ejemplo de un problema insoluble. Fue traducido a todos los idiomas, aprendido de memoria, repetido diariamente. Pero la gente no tiene la más ligera idea de lo que realmente significa. Este fracaso en entender su significado, está conectado con nuestra incapacidad general para entender el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento es un ejemplo de Arte Objetivo, es decir,el trabajo de la Mente Superior. 


Piotr D. Ouspensky, El cuarto camino 


El Todo es Mente. El Universo es Mental. 

El Kybalión 
1. El perdón y el autoperdón mediante un ajuste interno de cuentas

En una de sus últimas conferencias en Londres, hacia el final de su vida, el psicólogo Piotr Ouspensky explicaba a sus alumnos el significado esotérico del Padre Nuestro. Según sus palabras, tanto el Padre Nuestro como los Evangelios o el Nuevo Testamento eran ejemplos de lo que antiguamente se conocía como arte objetivo. El arte objetivo, o lo que queda de él, es el arte diseñado para transmitir mensajes profundos que conectan a los seres humanos con los misterios del universo. Esta transmisión era realizada mediante símbolos abstractos. Su finalidad por una parte era pedagógica, servía para enseñar y recordar a las personas los valores universales, conectarse con sentimientos profundos provenientes de niveles energéticos superiores. Como ejemplos de arte objetivo, según Ouspensky, tenemos precisamente el Padre Nuestro, el Nuevo Testamento, la esfinge de Egipto, las pirámides y algunas catedrales del mundo. Agregaríamos como ejemplo de arte objetivo también los diseños y significados internos de los arcanos del Tarot.

Hipotéticamente, según las palabras del psicólogo ruso, el arte consciente u objetivo habría sido pensado y practicado por personas pertenecientes al Círculo de la Humanidad Consciente: gente que en algún momento logró evolucionar y dar un vuelco espiritual para renacer, dejando a la posteridad un legado para que otros, los que supiesen escuchar o ver, siguiesen su camino de crecimiento, mediante textos sagrados, ciencia y literatura hermética, monumentos, arquitectura sacra, etc., de la cual quedan ya muy pocos vestigios y con quienes prácticamente hemos perdido casi todo tipo de conexión en nuestros días.

Según Ouspensky, el Padre Nuestro estaría dividido en variadas claves que es necesario fragmentar, codificar y analizar para acceder a su significado profundo:

a.) “Padre Nuestro que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre…”. Esta primera entrada consistiría en dirigir toda la atención hacia el lugar en donde se encuentran las energías más elevadas del universo: hacia el cielo, los astros, el absoluto, el universo como globalidad, de donde provienen los niveles energéticos más puros y finos, con los que los hombres debemos entrar en conexión para florecer internamente.

b.) “Venga a nosotros tu reino. Hágase tu voluntad, así en la Tierra como en el cielo…”. Se hace en ella referencia al lugar en que nos encontramos los simples mortales: la Tierra, un punto muy lejano y distante de las alturas del cosmos, al que no de manera fácil se tendrá acceso desde nuestro planeta, más que mediante un trabajo de purificación interior y un enorme esfuerzo de ascensión. También se habla de la necesidad de conectarse desde donde nos encontramos, en la Tierra, con los niveles superiores de conciencia, los Cielos. Eso implicaría acercar la Tierra con los cielos.

c.) “Danos hoy nuestro pan de cada día…”. Se refiere al alimento celestial, al maná, que hay que saber solicitar al cielo. Es la cantidad de energía pura o de luz que los hombres requerimos cada día para conectarnos, aunque sea un poco, con niveles elevados de conciencia. Se consigue mediante meditación, arte sagrado, respiraciones purificadoras, actos de recordarse a sí mismo –la oración, precisamente, caminatas sagradas, determinados rituales para limpiarse energéticamente, etcétera.

d.) “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.Aquí aparecería la necesidad de realizar un ajuste interior. Nadie puede perdonar realmente al otro, enseña el cristianismo esotérico, cada quien debe perdonarse a sí mismo. Para lograr la purificación y el crecimiento espiritual es menester haber saldado las cuentas internamente: perdonarse a sí mismo verdaderamente de todas las fallas, así como perdonar de corazón a quienes nos hayan lastimado. Llegar a un punto en que en el centro del ser se sienta, de una manera muy sincera, que no se le debe nada absolutamente a nadie, ni tampoco nadie nos debe nada.

En este punto entra en escena el arcano número 8 del Tarot: La Justicia, como se le conoce en la mayoría de los Tarots comunes. Este arcano simbolizaría y condensaría precisamente, el proceso íntimo de saldar las cuentas internas y externas, purificando, rompiendo con el pasado histórico del espíritu, liberándolo de las ataduras que le petrifican con sentimientos de culpa, deudas y reproche hacia sí mismo y los demás. Nos invita a llegar a la conclusión de que no debemos nada y tampoco nadie nos debe a nosotros nada.



2. El ajuste y la justicia

El arcano número 8 del Tarot (La Justicia) posee variados niveles de interpretación, a la vez muy diferentes pero conectados entre sí. El primero de ellos se refiere a la justicia universal, en donde los intereses de las voluntades individuales de los simples mortales poco tienen que ver con lo que desde el punto de vista de la totalidad del universo resulta justo. La muerte incomprensible de alguien, las guerras, matanzas, pobreza. Sería fácil llegar a la conclusión de que Dios o el universo no son benévolos ni justos.

Hacia el final de la Edad Media, en la época de Martín Lutero, un razonamiento de este tipo llevó a millones de cristianos a cuestionar los dogmas católicos y convertirse al protestantismo, bajo la convicción de que el Dios de la iglesia católica era injusto e incluso despiadado, al permitir la existencia de tantas muertes, pestes, pobreza, injusticia y explotación, metiéndose a una “nueva religión” más racionalista, con la esperanza de encontrar un Dios “más bueno”, cayendo en la trampa de una nueva terminología más abstracta pero igualmente plena de dogmas, reglas y ataduras que su predecesora.

Sin embargo, si lográsemos elevar un poco nuestro nivel de comprensión y consiguiésemos ver aunque sea por un instante la justicia desde una perspectiva del universo como un todo, entenderíamos el lugar tan ínfimo en que nos encontramos en el planeta Tierra, desde donde las influencias del “cielo” resultan demasiado indirectas, lejanas e incomprensibles.

Algo que para nuestros pequeños juicios es injusto, desde una perspectiva global y universal es bastante justo, inclusive necesario para que aprendamos y elevemos nuestro nivel de conciencia.

El mago y escritor Aleister Crowley denominó a este mismo arcano El Ajuste, en contraste con como era conocido en tarots tradicionales. El Ajuste tiene que ver con los acomodos que realiza constantemente el universo, por una parte, en donde algo que parece totalmente incomprensible desde una mirada personal e individual, visto desde la perspectiva del todo global, se comprende su finalidad última y su razón de existir, demostrándonos su sabiduría, cuando se entiende la razón de ser de muchas cosas difíciles de asimilar. Si se ajusta algo desde el punto de vista del espíritu, quiere decir que nada en la naturaleza ni en el universo estará jamás desequilibrado o fuera de lugar. Todo lo que sucede tendrá un porqué y una razón para existir dentro del sistema matriz que es el universo.

El Ajuste invita también a irse preparando para la muerte y resurrección espirituales. La paz interna sólo puede ser conseguida mediante la operación de saldar todas las cuentas: las propias y las que se tienen con otros.

Una de las cosas que más roban energía en la vida es la sensación de que Dios, la vida o los otros nos deben algo. La verdadera tranquilidad espiritual no llegará sino hasta que todas esas cuentas pendientes, lo que uno ha hecho y lo que nos deben, quede saldado en nuestro corazón para siempre.

A este arcano le corresponde el número 8. En la numerología tradicional el 8 es el número de la completitud: nada le falta ni le sobra; lo masculino y lo femenino quedan perfectamente equilibrados y los opuestos superan sus diferencias con él. El nivel terrenal y el espiritual se emparejan igualmente con la complementación del doble 4, que suma 8. Todo gracias a la operación de Ajuste Interno, propiciado por el Universo, pero efectuado internamente por las personas que desean evolucionar en consonancia con él y saldan sus cuentas con sigo mismos y con los demás.


3. El Eón y la resurrección de los muertos
La palabra eón significa era o gran espacio de tiempo, sin embargo, en el gnosticismo, es la inteligencia eterna emanada de la Divinidad suprema.


Veet Pramad, El tarot terapéutico



El arcano número 20 del Tarot, conocido en la mayoría de los tarots más comunes como El Juicio, sufrió muchísimas modificaciones a lo largo de las décadas y los siglos. En realidad esta carta es una correspondencia directa con el libro sobre el apocalipsis de la Biblia, sugiriéndonos su verdadero significado psicológico.

Su energía sigue en armonía con el número 8, del que se habló anteriormente. Nos parece que existe un salto cuántico directo entre el arcano 8 y el 20, que es El Juicio, así como una conexión directa, aunque se encuentren en diferentes niveles energéticos ambos arcanos. El primero implica una doble estabilidad: 4 + 4 = 8. El segundo, una doble muerte: 10 + 10, o X + X = 20. Ambos son números pares. Ambos requerirían realizar un doble ajuste interior y externo a la vez. Al realizar el ajuste interior exigido por La Justicia o El Ajuste, estaremos preparándonos para la serie de muertes espirituales consecutivas que demandarán arcanos posteriores y más poderosos energéticamente: El Ermitaño, El Colgado, La Muerte, El Diablo, La Luna, y principalmente la muerte espiritual y renunciación sobrevenida en el 20 o El Juicio.

El mago Aleister Crowley, al estudiar El Juicio, descubrió que había sufrido demasiadas modificaciones de la energía original con que fue transmitido a los hombres. Por ello, mientras diseñaba en compañía de sus discípulos y colaboradores su Tarot de Toth, decidió cambiarle definitiva y radicalmente el nombre por uno, según él, más apropiado: El Eón.

El doctor Moore, en su viejo Tarot Egipcio, rescatándolo un poco de la multitud de interpretaciones personales y subjetivas que sufrió, sobre todo por los autores del Marsella y del Rider-Waite, asimilándolo más bien al gnosticismo primitivo, cuyos orígenes se hunden en el Egipto más ancestral, denominó a esta carta La resurrección de los muertos. Se dice que antiguamente ese era, de hecho, su nombre originario.

Crowley, por su parte, como hemos mencionado, modificó completamente su título, llamándolo El Eón, más adaptado, según él, al concepto primigenio de los tarots más antiguos.

Eón es el término que refiere a un prolongado lapso de tiempo en que una energía emergió, tuvo su momento de clímax y luego terminó. El universo y la naturaleza se encuentran llenos de este tipo de procesos, que brotan y luego fallecen. La vida del hombre también sufre diversos nacimientos y muertes a lo largo de su peregrinar. El arcano del Tarot de Toth de Crowley vendría a simbolizar el nacimiento y término de muchos procesos y eras internas de cada individuo; su energía simboliza la muerte y el renacimiento de un nuevo ser tras duras pruebas y exámenes espirituales. Esta carta nos indica que la vida en este planeta no es para nada un fin en sí misma, sino sobre todo una escuela a la que venimos a prepararnos y entrenarnos en nuestro paso hacia nuevos planos energéticos y de conciencia. De nuestra capacidad de saber renunciar y morir psíquicamente en varias ocasiones cruciales depende nuestro aprendizaje y lo que logremos conseguir para una existencia futura.

Uno de los más importantes significados posibles para el libro del Apocalipsis desde las cartas del Tarot nos lleva a la necesidad de morir y renacer sucesivamente en variadas ocasiones durante nuestra vida, lo cual poco tiene que ver con el fin del mundo o el final de los tiempos, como anuncian las religiones tremendistas y milenaristas, las cuales aprovechan el miedo y el pánico para captar ovejas y aumentar su rebaño.

Contrariamente, el Tarot nos sugiere que la finalidad de nuestro transcurso en este planeta no es más que la preparación para la propia muerte, renaciendo cada vez en un nuevo ser psíquico, venciendo el miedo e imponiéndosele a los temores.


Carlos Filiberto Cuéllar: escritor y psicoanalista: Adán de abajo


FUENTE: PIJAMASURF

EL TAROT Y EL CUARTO CAMINO (UNA GUÍA DE LOS ARCANOS MAYORES)

EL TAROT RESUME LOS TORTUOSOS PASOS DE UN ANCESTRAL RITO EN EL CUAL SE TENÍAN QUE CUBRIR GRANDES DISTANCIAS Y TRANSITAR DE UN ESTADIO A OTRO DEL DESARROLLO DEL ESPÍRITU

Imagen: Wikipedia

Imagen: Wikipedia

Dedicado a Rodolfo, mi amado hermano, gran tarotista, cantante y violinista, quien voló de este mundo prontamente. 

No es necesario que los libros se guarden ocultos. Pueden ser accesibles a todos y sin embargo permanecer ocultos para quienes no saben leerlos. Y libros como estos existen en todos los países y en todos los pueblos.

Piotr Ouspensky, Un nuevo modelo del universo


1. Naturaleza hermética de los libros sagrados

El tarot es un libro sagrado, del mismo modo que la cábala, el eneagrama o los Evangelios. La particularidad de los libros sagrados es que son modelos a escala del universo: lo contienen en totalidad, como gota al océano. Por lo mismo es posible, con la guía y las indicaciones precisas, entablar diálogo con ellos y encontrar respuestas a cualquier cuestionamiento que se les realice.

Los libros sagrados no han sido creados por una sola mente ni por un solo hombre (como en el caso de una novela o un ensayo, que son los modelos bibliográficos más conocidos hoy en día) sino por una larga tradición, en muchos casos milenaria, que los ha ido enriqueciendo y custodiando a lo largo de siglos. Sobre todo, una escuela esotérica discreta, la cual resguarda las claves y los secretos para ingresar en sus profundidades, revelándoselos exclusivamente a aquellos que están listos o verdaderamente dispuestos a recibirlos.

Se dice que si un individuo estuviese prisionero, aislado o extraviado en el desierto pero contase con su tarot o con un eneagrama dibujado en la arena, sabiéndolos utilizar apropiadamente podría adquirir todos los conocimientos necesarios para convertirse en sabio por sí solo.

En el Medioevo se les llamaba “máquinas filosóficas”, las cuales servían para realizar planteamientos sin límite, obteniendo una retroalimentación profunda y las consiguientes respuestas clave, largamente buscadas por los iniciados. Como si estos denominados libros sagrados tuviesen la facultad de hacer entrar a sus lectores en contacto con información proveniente de un sistema organizativo más amplio que en el que usualmente nos movemos los humanos ordinarios. Acceder a una dimensión invisible: la cuarta.

El psicólogo Piotr Ouspensky atribuye a Raimundo Lulio, el jesuita y alquimista, la creación del primer modelo de máquina filosófica del cual derivó con posteridad el tarot.

Por otra parte Sally Nichols, discípula de Carl Jung, adjudica la autoría del tarot a una secta desviacionista y pagana del Medioevo cuyos seguidores, al verse perseguidos por la Inquisición, decidieron plasmar sus enseñanzas y sabiduría en un aparentemente inofensivo mazo de cartas, de tal manera que podían engañar a los obispos e inquisidores católicos comunicándose entre sí y transmitiendo perturbadores secretos a sus adeptos, aparentando que simplemente jugaban a las cartas frente a sus perseguidores. Según ésta psicóloga, el tarot poseería una antigüedad de poco más de 6 siglos.

Las cartas comunes y corrientes que se conocen hoy en Occidente son una derivación del tarot, sobre todo del de Marsella, cuyos orígenes son medievales.



2. El Libro de Thot o Hermes Trismegisto

Otras hipótesis relacionan al tarot con el Libro de Thot, un conjunto de tablillas que formó parte de la Biblioteca de Alejandría, la cual fue destruida en un devastador incendio ordenado hacia el siglo IV por el emperador romano Aureliano cuando invadió la ciudad con el apoyo de un grupo de egipcios cristianos, quienes deseaban destruir a toda costa los antiguos libros prohibidos que poblaban aquel recinto, por resultar contrarios a la ya institucionalizada Iglesia católica. Se dice que ciertos sabios y sus seguidores lograron sustraer algunos importantes materiales antes de que las llamas lo arrasaran todo.

Esta hipótesis no nos parece descabellada. Siguiendo las enseñanzas de Ouspensky, el tarot sería presumiblemente un libro aún mucho más antiguo que la Edad Media, proveniente de una civilización paleolítica.

Thot sería el nombre egipcio de Hermes Trismegisto: un semidios griego de la sabiduría, mitad hombre y mitad divinidad, quien también correspondería a la persona del profeta Abraham, e incluso a un sabio que vivió en Egipto durante un periodo anterior al Diluvio Universal. Thot o Hermes vendría siendo la reencarnación de todos ellos. Quizá se tratase de una escuela esotérica de iniciados que ostentaron y cuidaron las enseñanzas herméticas desde tiempos inmemoriales bajo el nombre de Hermes. Hoy en día poseemos muchos datos para considerar que por ejemplo el autor de La Ilíada y La Odisea no fue un solo hombre, sino toda una escuela que se conoció antiguamente como los Homéridas, dedicados a recitar y conservar sus versos. Evangelios como el de Marcos, atribuidos antiguamente a una sola persona, en realidad también fueron escritos por decenas de iniciados pertenecientes a una secta, la mayoría de ellos probablemente mujeres: las Marcas. De igual manera, existen muchas posibilidades de que el nombre Hermes Trismegisto no se refiera a un individuo aislado o a un personaje único, sino a toda una tradición de sabios y discípulos que salvaguardaron las enseñanzas herméticas durante milenios.

En las civilizaciones paleolíticas o prediluvianas la escritura no era alfabética como la conocemos mayoritariamente hoy en día sino ideográfica e icónica, es decir que transmitía sus enseñanzas sobre la base de imágenes y sobre todo de símbolos. La escritura alfabética occidental es la más difundida y conocida en nuestra cultura: se sustenta a partir de letras que representan sonidos, palabras y frases. Contrariamente el tarot, aunque tiene algunas cuantas palabras plasmadas en sus arcanos, es igualmente un libro, pero escrito en lenguaje icónico (de imágenes). La palabra “esoterismo” hace referencia a aquellas enseñanzas que son transmitidas a través de símbolos.

La Biblioteca de Alejandría estaba constituida no sólo por pergaminos y libros de cuero y papel semejantes a los nuestros sino por conjuntos de tablillas cuya totalidad también constituía libros, sólo que de carácter muchísimo más antiguo, como el Libro de Thot o el Corpus Hermeticum, ambos atribuidos a Hermes.

Es probable que en sus inicios más remotos el tarot, en lugar de ser un mazo de cartas, estuviera constituido por un grupo de tablas de arcilla labradas con las imágenes de los arcanos. Más aún, Ouspensky sugiere que cada uno de los arcanos representaba la estación de paso de una olvidada ruta compuesta por diversos sitios sagrados, correspondientes a las actuales cartas, donde alguna vez existieron esfinges, dólmenes y monumentos paleolíticos que hacían referencia a los arcanos de nuestro tarot. Según este psicólogo, los iniciados debían recorrer un camino sagrado a través de Oriente Medio o de la Europa de la Edad de Piedra y Bronce, transitando de un arcano y de un sitio geográfico sacro a otro, conforme ganaban en poder espiritual, madurez y conocimiento.

De ser una ruta espiritual señalizada con símbolos, con el paso de los siglos, las migraciones, los cambios culturales y los desastres naturales, el tarot se transformó paulatinamente en un conjunto de tablillas que marcaban los grados y las etapas de la evolución del espíritu: un mapa del crecimiento del alma, tal como se le conoció en Alejandría, para terminar en nuestros días convertido en un mazo de cartas.



3. El tarot como vestigio y síntesis de un ancestral rito de iniciación

Siendo de esta manera, cada una de las series de los arcanos del tarot constituiría una fase antigua de un ancestral rito por el cual tendrían que transitar los iniciados conforme recibían cierta preparación y adquirían determinados conocimientos cada vez más complejos y de profundidad creciente. Si lo seguimos desde los Ases, pasando por las Sotas, Valets o Mozos, las Reinas y los Reyes, hasta llegar a los Caballeros, abarcando la totalidad de los arcanos menores: Copas, Bastos, Espadas y Oros, nos encontraríamos con las primeras etapas del desarrollo espiritual del ser humano, plenas de apegos, espejismos, egoísmos, envidias, codependencias, etc. El equivalente a lo que los sabios de la India denominan Maya: la cárcel de la ilusión del mundo en la que vivimos atrapadas casi todas las personas.

Según el tarot, el primer tipo de hombre es como un niño, alguien muy joven o, en el peor de los casos, si no se ha desarrollado siquiera un poco, un esclavo mental como la Sota, el Valet o el As. Estos arcanos son el principio del viaje, el inicio de cualquier cosa. Se trata de alguien que aún no piensa por sí mismo, dedicado a obedecer, a complacer a los demás y a hurtar o tomar prestadas ideas de los otros para luego creer que son originales. La mayor parte de la humanidad no posee ideas propias. Grandes cantidades de hombres permanecen la mayoría de su vida e incluso mueren en la fase más primitiva, bajo el influjo hipnótico de Maya y el sueño lunar: totalmente dormidos y subyugados por las apariencias del mundo.

Un segundo tipo de hombres es representado por la Reina: mucho más capaces de tomar algunas decisiones, con algo de astucia y con un poco de libertad, la cual en ocasiones no han tenido que buscar conscientemente; a veces alguien se las ha obsequiado, quizá se las heredaron o la sustrajeron furtivamente a otros. En este estadio del desarrollo, la persona se encuentra aún sometida al influjo total de la figura materna, dominado por ella. Representa a alguien con ciertas concesiones y libertades, empero, dormido en sus laureles, incapaz de renunciar a sus comodidades y privilegios. Como la define Ouspensky: una personalidad que se quedó estancada en su desarrollo aunque en algún momento pudo crecer y liberarse, y cuyas posibilidades pueden perderse.

El tercer tipo de hombre corresponde al Rey, quien ha tenido que luchar (y no pocas veces, a muerte) por defender o ganar su reino. Son un poco más dueños de sí mismos y de su espacio, en contraste con la Reina, el Valet o la Sota. Ha hecho un trabajo emocional nada exento de sufrimientos, los cuales los han fortalecido. Poseen bastante fuerza, aunque pueden seguir estando influidos por el peso de la figura masculina. Todo lo que han conseguido lo pueden perder todavía, sobre todo con las acciones de otro rey rival, con quien eventualmente les sería difícil negociar o dejar de rivalizar. De hecho, aún se encuentran en conflicto con la figura del padre y este es su principal punto débil, a pesar de todas las concesiones y facultades obtenidas.

De pronto, se llega por fin a una fase posterior del rito de iniciación. El Caballero del tarot representa a la persona que ya emprendió su camino espiritual, comenzó a pensar por sí misma, dejando de ser un esclavo mental, confrontó y venció a la Reina y al Rey, a quienes a pesar de todo respeta y ama, reconciliándose y trascendiendo su relación con la figura materna y paterna. El Caballero se encuentra listo para abandonar el nivel superficial de los arcanos mayores. No lo seducen ni el poder, ni el dinero, no lo domina el sexo, las religiones ni las filosofías, aunque conoce un poco de todos ellos, los cuales están representados por las Espadas, las Copas, los Bastos y los Oros. No odia ni se confronta con las figuras de autoridad, sean estos hombres o mujeres, pero tampoco sucumbe bajo su seducción y autoridad.



4. El viaje iniciático de los arcanos mayores

Un buen día, el Caballero se cansa de estar vinculado o unido a cualquier Rey o reino. Es el momento de dejar de dar cuentas a alguien y gobernarse solo. Todo aquel que ha abandonado la seguridad de un empleo estable, de una iglesia, de una institución o de una familia, arriesgándose para sobrevivir por su cuenta propia, se refleja en él. El peso de sus utensilios bélicos lo agobia, comprende que si desea crecer, deberá renunciar a todo. Se despoja de su armadura y de su equipo de guerra para iniciar el verdadero camino, que apenas comienza. Encontró a un perro por el camino y se hizo su amigo: en un futuro próximo el animalito lo ayudará para aprender a dejarse guiar por sus instintos. Hasta entonces ha trepado por una larga escalinata, creyendo que pronto se acercaría a su objetivo, empero, el trabajo real sobre el denominado Cuarto Camino, el Camino del Espíritu, apenas comienza. Este caballero se encuentra listo para convertirse en el Loco: el arcano número 0 del tarot.

Si ha llegado al nivel de los arcanos mayores, a partir de aquí todo es distinto.

La descripción de los arcanos mayores que se realizará a continuación se encuentra basada en la psicología del tarot de Ouspensky, el principal vocero del Cuarto Camino, y fue tomada de su libro Un nuevo modelo del universo, donde ahonda ampliamente en el tema. No es muy sabido que el mago George Gurdjieff, su maestro, practicara cotidianamente la lectura del mismo, pero sí que conocía ampliamente de él. En sus diálogos con Ouspensky contenidos en el libroFragmentos de una enseñanza desconocida lo menciona de pasada. También en el libro escrito por la propia mano de Gurdjieff, Relatos de Belcebú a su nieto, tomos 1 y 2.



5. Los arcanos mayores desde la perspectiva del Cuarto Camino

5.1 El Loco: en el Tarot de Marsella se le llama en francés Le Mat: el Loco. Ouspensky lo conoce como el Bufón. Su figura es en apariencia maltrecha, empero, bajo ella oculta su poder espiritual y su visión del verdadero camino, que nadie como él posee aunque finge no tener rumbo. Ha abandonado todo lo material e incluso sus relaciones sociales para emprenderlo, acompañado únicamente por su perro y, en algunas cartas de antiguos mazos de tarot, por su violín.

5.2 El Mago: es el iniciado que sigue buscando, experimentando todo y de todo. Da un paso más allá que el Loco, pues se atreve a intentar cualquier cosa. Comienza a adquirir confianza y a irradiar una cierta luz. No necesita espectadores, comienza a ser independiente de los juicios de los demás.

5.3 La Papisa: también conocida por Ouspensky como la Gran Sacerdotisa. Es el primer misterio que se devela para el iniciado o para el buscador, el misterio femenino. Si logra asimilarlo y comprenderlo el buscador ganará gran poder pues al tenerla como aliada, conocerá y comprenderá a todas las mujeres del mundo. ¡Existen tantos hombres incapaces de asimilar y entender el poder femenino, y que a pesar de ello se sienten tan sabios!

5.4 La Emperatriz: es el aliento de la primavera, la máxima expresión de fortaleza y poder femenino, es el principio vital femenino que habita y alimenta a todos los seres, el hálito que cura y anima a los enfermos o que revive a los moribundos. Ella posee una gran fortaleza femenina que puede curar, reconciliar, perdonar, pero también subyugar con su poder. Tiene la facultad de sanar o, por otro lado, de castrar a los hombres.

5.5 El Emperador: al llegar a él se comprende por fin la Ley de Cuatro: el equilibrio del Todo. Alguien que puede poseerlo todo, o que de hecho ya lo posee. Él es la acción, la resistencia, la consumación y el resultado. Para él no hay misterios ni límites en la Tierra imposibles de resolver o superar.

5.6 El Papa: su nombre original era el Hierofante, que corresponde al sumo sacerdote de un culto secreto en el antiguo Egipto, lo que sugiere los orígenes milenarios, muchísimo más atrás de la Edad Media, del mazo del tarot, además de las conexiones del mismo con ancestrales ritos de iniciación y de crecimiento espiritual de las que se ha hablado con anterioridad. El Hierofante representa el punto de intersección entre el mundo ordinario y la visión profunda de la escuela esotérica, por completo distinta de la mundana. El Hierofante habla mediante alegorías, un lenguaje hecho para ser entendido sólo por aquellos que verdaderamente lo desean escuchar.

5.7 Los Enamorados: Ouspensky la nombra “la Tentación”. Jodorowsky la llama “los Enamorados”. En ella se presentan bastantes misterios espirituales: duendes, hadas, súcubos, íncubos. Se comprende el misterio del equilibrio universal, el porqué de la existencia de tantos seres tan diversos, incluyendo a los del bajo mundo; el contraste del bien y del mal. “Así como es arriba es abajo”, como decía Hermes Trismegisto. Esta comprensión nunca va exenta de un intenso sufrimiento, gracias al cual se gana en visión y se resucita espiritualmente, se empieza a entender la conexión de uno con todos aquellos seres distintos, pese a sus diferencias.

5.7 El Carro: representa al conquistador que no se ha conquistado a sí mismo todavía. Él alberga la voluntad de saber, de hacer y de ser, pero puede quedarse a pesar de todo en las puras buenas intenciones.

5.8 La Justicia: ella todo lo coloca en la balanza. En antiguos mazos de tarot se le llamaba la Verdad. El resultado de la balanza dará a cada cual lo que le corresponda, para bien o para mal, hacia adentro o hacia afuera. Ella también habla del desarrollo de la facultad de comprender profundos misterios y símbolos. No por nada la comprensión de una verdad sobreviene tras un duro proceso de sufrimiento y purificación.

5.9 El Ermitaño: representa al hombre que ha sido, como Cristo, capaz de ir al desierto, enfrentar a su sombra y a sus demonios y regresar triunfante. Él ayudará y saldrá al encuentro, en el momento preciso, de aquellos que también hayan iniciado el viaje y se encuentren cruzando por difíciles desiertos. Se trata de un personaje que ha abandonado toda búsqueda exterior, enfocando sus fuerzas hacia el descubrimiento de sus tesoros internos.

5.10 La Rueda de la Fortuna: encaja con el proceso universal: todo va, todo viene, todo vuelve, todo se aleja y después regresa. La vida es un ciclo, un río con diversas y similares aguas.

5.11 La Fuerza: representa una tranquilidad tras un largo proceso de cambios y sufrimientos, la bestia interior se ha dominado, como en esta carta, en donde una mujer pasea serena con un león, acariciándolo. A diferencia del Carro, la carta anterior, aquí se han subyugado y dominado los impulsos internos. A este nivel se ha asimilado el hecho de que no hay nada más poderoso que la fuerza del amor.

5.12 El Colgado: a pesar de que ha sufrido enormes tormentos, él es el hombre que ha visto la verdad. Cuando un hombre vislumbra el camino de la eternidad, también encuentra enormes sufrimientos. Es el dolor y el terrible malestar existencial de comenzar a ser un hombre despierto.

5.13 La Muerte: aquí la Rueda de la Fortuna, con sus cambios y sus sucesivas muertes, sigue girando. Se habla literalmente de aquella frase del Evangelio tan mal entendida: “hay que morir para vivir…”. Es el ocaso de un punto y el amanecer de otro: el inicio de un ciclo y el comienzo de otro nuevo.

5.14 La Templanza: quien ha sobrevivido y trascendido la muerte se ha templado como el mejor acero; a partir de ella se comprende uno de los mayores misterios con todo el ser: la relatividad del tiempo. Nada envejece, nada muere, nada nace. Se dice que los ángeles son seres que han tenido que pasar por todo el camino espiritual anteriormente descrito por los arcanos. La templanza haría referencia a un ser que se ha purificado al punto de casi convertirse en ángel o ya serlo.

5.15 El Diablo: la contracara del ángel de la Templanza es Belcebú o el Diablo. Representa una de las tentaciones más grandes con las que se debe enfrentar cualquiera que desee crecer espiritualmente. El lado oscuro que todos tenemos. El que es incapaz de enfrentarlo, conocerlo, asumirlo y escucharlo, en algún momento será devorado y arrastrado por Lucifer. El que se deja seducir también será destruido. Sólo aquel que pueda escucharlo, aprender de él y a la vez ver más allá sin perder la luz de su sendero, podrá derrotarlo o convertirlo en su aliado.

5.16 La Torre: por medio de ella se disuelven todos los engaños, todas las confusiones y mentiras se esclarecen. Es el surgimiento del verdadero Yo, aquel que tanto buscó el iniciado que surgiera dentro de sí mismo. Es la torre de Dios, el Dios interior, la divinidad personal. Cuando emerge, derrumba todas las mentiras y falsedades.

5.17 La Estrella: es la estrella que guió a los pastores, a los reyes magos y a cualquiera que sepa encontrarla o que sea ayudado a encontrarla. Ella es la imaginación de la naturaleza, los sueños de la naturaleza. Cualquiera que pueda vislumbrarla comprenderá que no es un ser único ni aislado, sino que es parte indisoluble de un ser o un sistema muchísimo más grande y consciente.

5.18 La Luna: ante el buscador, inevitablemente, se abren de pronto dos caminos: uno lo puede guiar hacia el siguiente punto, haciéndolo crecer y continuar con su desarrollo; otro lo podrá arrastrar de regreso, igual que el Diablo, o enloquecerlo si no sabe superarlo y seguir adelante.

5.19 El Sol: él es la mayor expresión de la palabra “fuego”, es capaz de calentar a quien sepa acercársele, brinda vida, enciende, cura, consuela. La imagen mayor del principio masculino.

5.20 El Juicio: del mismo modo, antiguamente se le nombraba la Resurrección de los Muertos; con ella se comienza a comprender el misterio de la muerte, el nacimiento, la resurrección, el bien, el mal y el tiempo. Es la culminación de cartas cíclicas y complejas anteriores como la Muerte, los Enamorados, la Rueda de la Fortuna, la Templanza, etcétera.

5.21 El Mundo: es un enorme círculo, un mandala gigantesco que abarca todo el universo. Es aquello que siempre se ve, que todo el tiempo está frente a nosotros, pero nunca comprendemos. Aquí se han caído las máscaras y velos que impedían mirar las cosas tal como son.



6. El tarot y el Cuarto Camino

Se dice por los seguidores del Cuarto Camino que para llegar a él previamente se tuvo que estar fuertemente desilusionado de la razón, la fe, la iglesia, la familia, de Dios, de la ciencia y de cualquier institución y forma de consuelo que encuentran la mayoría de los hombres para mantener y perpetuar su sueño.

En este punto, con la ayuda precisa, el tarot puede convertirse en un instrumento que colabore para el desarrollo de una poderosa intuición y de la capacidad de pensar en órdenes superiores y distintos. El tarot puede contribuir a desarrollar un pensamiento que trabaje en complejos mucho más amplios, a pensar en otra dimensión y percibir aquello que se encontraba oculto bajo el velo ilusorio de Maya.

Como se ha dicho, el tarot resume los tortuosos pasos de un ancestral rito, proveniente del paleolítico, en el cual se tenían que cubrir grandes distancias y transitar de un estadio a otro del desarrollo del espíritu. Cada uno de sus arcanos o cartas representa el punto de paso de antiguas estaciones donde solían detenerse los buscadores e iniciados cuando peregrinaban en busca del camino de sí mismos, simbolizando el grado de desarrollo que habían logrado antes de llegar hasta allí.

Existe una diferencia sustancial y radical entre las lecturas de tarot que se utilizan con fines adivinatorios y que no hacen más que contribuir a una mayor alienación y acrecentamiento del sueño de la conciencia, atemorizándola o hipnotizándola según las intenciones ocultas del tarotista, dándole a la gente nada más que lo que quiere escuchar. Empero, leído con la suficiente honestidad y con ciertas claves y fundamentos psicológicos adecuados y precisos, contrariamente, el tarot puede colaborar en el despertar y en avivar la mente, mostrándole luces y senderos que previamente no se era capaz de percibir.

Carlos Filiberto Cuéllar: escritor y psicoanalista: Adán de abajo 


FUENTE: PIJAMASURF

EL TAROT DE MARSELLA VS EL TAROT DE TOTH (SEGUNDA PARTE)

UN ANÁLISIS SOBRE LAS FIGURAS DE LA REINA Y EL CABALLERO EN DIFERENTES VERSIONES DEL TAROT

Imagen de: https://lacajadepandra.wordpress.com/2010/01/31/la-via-del-tarot-alejandro-jodorowsky-mi-critica/

Imagen de: https://lacajadepandra.wordpress.com/2010/01/31/la-via-del-tarot-alejandro-jodorowsky-mi-critica/

The Tarot is a pictorial representation of the Forces of Nature as conceived by the Ancients according to a conventional symbolism. At first sight one would suppose this arrangement to be arbitrary, but it is not. It is necessitated by the structure of the Universe, and in particular of the Solar System, as symbolized by the Holy Qabalah.

Aleister Crowley, The Tarot of Toth



Jesús recibe del Hierofante su nombre y número místicos. Sufre la primera prueba de la fraternidad y recibe el primer grado: la sinceridad.

Piotr D. Ouspensky, Iniciación de Jesús en el templo de Heliópolis



1. El papel de la Reina como madre, amante y líder de los Arcanos Menores

Los Arcanos Menores del Tarot están organizados en diversos ciclos internos. El primero de ellos comienza con los ases, los cuales representan el inicio de cualquier proceso de la naturaleza: el nacimiento del universo y de la vida en la Tierra, la formación del embrión humano en el útero materno, el origen del alma, el vacío pleno del espíritu universal, el instante del estallido primigenio del Big Bang, etc., equivaliendo al número 0. Este ciclo termina con las Reinas y puede dar paso al segundo, que comienza con los Reyes y finaliza con los Caballeros.

Como mencionamos en la primera parte de este trabajo, en los modelos de Tarot clásico, tanto en el Marsella como los de la Golden Dawn, incluyendo el Ryder White y todos los creados por los egresados de sus filas, se otorga a la Reina un papel secundario, incluso débil y marginal en comparación con el Rey y los Caballeros. La Reina oscila con dudas entre el número 2 y el 3 en su evolución espiritual, dependiendo: vive en la ambivalencia de la comodidad de su reino, al mismo tiempo que en el drama de no poder contrarrestar la fuerza masculina y estabilidad de los Reyes, viéndose dominada a cada paso por ellos, anhelando a veces su libertad, pero resignándose a su prisión por no atreverse a abandonar su trono.

El número 2 significa pasividad, comodidad, cercanía, protección, sensibilidad, pero también codependencia y aferramiento a una zona de confort a la cual se corre el peligro de nunca animarse a renunciar, con riesgo de quedarse estancado e incluso morir emocionalmente. Es el símbolo de la madre protectora, benevolente, nutricia, entregada y amorosa, pero también de la psicología del conformismo, el subdesarrollo, la pasividad, el temor a lo nuevo e incluso la mediocridad.

Por su parte, el número 3 es el salto al vacío y la decisión definitiva de romper con el nicho de la dependencia, la crisis obligada que conlleva buscar la libertad y la propia identidad.

De ahí hemos aprendido que toda crisis producto de una decisión madura, una muerte o duelo, puede ir de 1 año de duración a 4, numerológicamente hablando. El momento de la llegada del 4 conlleva el logro de la estabilidad tras padecer la tormenta: el surgimiento del Rey. Aquí terminaría el primer ciclo de los Arcanos Menores en el Marsella y otros Tarots tradicionales.

Empero, en el Tarot de Aleister Crowley, el preciado número 4 de la estabilidad y la fortaleza no pertenece a los Reyes, sino que corresponde por derecho inalienable a las Reinas. En su Tarot, ellas son las más fuertes y evolucionadas del Ciclo Primario de los Arcanos Menores. En el Tarot de Toth de Crowley, los Reyes ni siquiera existen. Aunque las Reinas gusten en demasía del sexo y del amor, y hayan procreado de hecho a ocho hijos: los cuatro Príncipes y cuatro Princesas del Tarot de Toth, no tienen rival desde el punto de vista afectivo. No cualquiera posee la envergadura emocional y espiritual para atreverse a cortejar a una Reina de las de Crowley, mucho menos para seducirla, complacerla, arrastrarla al orgasmo y dejarla encinta.

Los únicos capaces de acoplarse sexualmente y ponerse al tú por tú con ellas sin dañarlas ni tampoco dejarse dominar por su envolvente poder femenino, son los Caballeros.




2. ¿Quiénes son realmente los Caballeros en la historia universal del Tarot?
Y entonces el Hierofante preguntó a Jesús: “¿A qué has venido con nosotros, tú, quien ya conoces de antemano el nombre de tu padre…?”. A lo cual Jesús respondió: “Precisamente, porque lo conozco de antes, he venido a sumergirme en las aguas donde se muere y se vuelve a vivir…”. Y descendió Jesús cada uno de los escalones que conducían al fondo del estanque…

Piotr D. Ouspensky, Iniciación de Jesús en el templo de Heliópolis



En el mito del rey Arturo, aunque Guinevere era la bella esposa del monarca, es solamente Lancelot, el brazo derecho de Arturo y el más importante de los Caballeros de la Mesa Redonda, quien eleva desde su cama a las más grandes alturas del placer a la hermosa reina. Recordemos que Lancelot no provenía de cuna noble, como la mayoría de los caballeros que rodeaban al Rey. Era el hijo bastardo de una campesina, quien lo abandonó en el bosque siendo un bebé. Arturo lo recogió, educó y entrenó, dándole un lugar en su casa, en su corte y en la Mesa Redonda. Lancelot amaba sobremanera a Arturo, como a un padre y un maestro. Pero también amaba a Guinevere.

En algún momento, en el ocaso de su vida, Arturo descubrirá su amorío y los sorprenderá desnudos, amándose en el bosque. Aunque casi muera de la tristeza y enojo, su amor por la reina y también por Lancelot le hará perdonarlos a pesar de todo. En el punto final de su vida, a la hora de su muerte, entregará la responsabilidad del reino de Camelot y el liderazgo de la Mesa Redonda al joven caballero y amante de la reina.

Pero el mito de Arturo no nos describe hechos concretos de los que de ningún modo estamos seguros, ni mucho menos nos interesa si ocurrieron realmente o no, sino que nos describe una serie de procesos psicológicos y espirituales que son factibles en el ser humano que se encuentra en proceso de evolución espiritual.

Arturo o el viejo Rey representa la antigua personalidad que dominó al hombre durante la mayor parte de su vida: sus creencias rígidas, su educación familiar y académica tradicional, sus valores religiosos y emocionales cuadrados e inamovibles, los cuales le fueron transmitidos por sus padres y profesores. La falsa identidad y el ego obeso y soberbio. En general, todo lo que psicológicamente es viejo y debe ser removido e incluso aniquilado en la necesaria muerte espiritual, que se requiere si en verdad se está dispuesto a morir para renacer en un nuevo hombre.

El viejo Arturo, es decir, la antigua personalidad del hombre, debe ser desalojada y debilitada gradualmente, cediendo su lugar a la esencia o alma del nuevo hombre. Debe saber morir y pasar su estandarte al joven caballero, el único capaz de llenar sexualmente a Guinevere (la reina) y tener el control absoluto de la vida del hombre. En realidad, esta es la descripción del proceso de despertar espiritual contenida en la mayor parte de tradiciones psicológicas antiguas del mundo. No por nada se han encontrado paralelismos entre el mito del rey Arturo y la vida y milagros de Jesucristo. Pareciera que en el fondo hablaban de la misma cosa.

De ser un pequeño huérfano a quien Arturo recoge en el bosque, Lancelot evoluciona, pasando por diversas pruebas durísimas: lealtad, sinceridad, valentía, transparencia. En cierta etapa de su vida lo arriesga todo por rescatar a Guinevere de un rey enemigo, liberándola de una prisión en el fondo de una caverna, cosa que ni el propio Arturo logra conseguir. Lancelot se hace fuerte a cada paso y supera al rey en cada etapa del proceso. Antes de ser perdonado por Arturo, luego de descubrirse su relación con la reina, sufre un exilio temporal, el cual debe padecer con humildad, retornando de nuevo a Camelot solo para ayudar a Arturo en su lucha contra viejos adversarios.

Un Caballero en el Tarot no es alguien centrado en los triunfos del mundo externo y la vida corriente de los hombres. Ha sido iniciado por algún maestro, como Merlín o Juan el Bautista, en alguna tradición espiritual milenaria. Se le ha ido preparando para percibir gradualmente más allá de las apariencias, combatiendo no con enemigos exteriores sino contra adversarios que solo pueden encontrarse en su corazón. Los monstruos contra los que se confronta son su propio ego, su vanidad, orgullo, resentimientos y rencores, los cuales debe abolir y exterminar de su ser.

Un Caballero es alguien que se ha vencido a sí mismo, a sus partes psicológicas negativas, caducas y anquilosadas. De ahí que su carácter no sea meramente masculino, sino equilibradamente andrógino. Su lado femenino se encuentra igualmente activo y desarrollado. Por ello es capaz de comprender y satisfacer a la reina, sin permitirle tampoco que lo aprisione ni encadene.

Su camino no es de ningún modo el de la violencia ni el de los reconocimientos de la vida exterior en los que se pierden la mayoría de los hombres, sino el de la bondad, la verdad, la pureza en el corazón y la búsqueda legítima del conocimiento.




3. El número 5 en realidad es un número femenino

El Tarot nos describe que la vida en el planeta Tierra implica la manifestación de cuatro elementos básicos: aire, tierra, agua y fuego, representados consecutivamente en los Arcanos Menores por: espadas, oros o discos, copas y bastos.

El ser humano, como parte de la vida en la Tierra, debe aprender a lidiar, manejar y ser exitoso en las cuatro áreas que representan estos cuatro elementos: desarrollar su parte mental y una inteligencia sagaz (aire); ser una persona práctica, capaz de resolver problemas concretos, generar su sustento económico, darle su justo valor a las posesiones materiales y aprender a cuidar del dinero (tierra); identificar sus propias emociones, saber sentir a los demás y ponerse en el lugar de ellos (agua); y por último, poseer la suficiente entereza, decisión y voluntad para afrontar las dificultades y salir avante de ellas (fuego).

No puede aspirar ni mucho menos soñar con poseer ninguna clase de evolución espiritual si tiene problemas en alguna de las áreas de la vida terrenal mencionadas, o si una de estas no se ha desarrollado suficientemente. Si algún elemento resultase deficiente en su vida, esta se encontraría desequilibrada.

El hombre que más o menos ha trabajado para desarrollar las cuatro dimensiones terrenales de los Arcanos Menores, se encuentra en vías de evolucionar espiritualmente.

A los Caballeros les corresponde por derecho propio el número 5. En el 5 encontramos la presencia de un elemento nuevo, en el hombre que se encuentra ya encaminado en una senda espiritual: un elemento etéreo que no es de este mundo. Una conexión con las estrellas. Esta conexión convierte a los Caballeros y a los 5 en seres que ya vislumbraron su destino como una sutil revelación del más allá. Son seres cuyos lados masculinos y femeninos se encuentran más o menos emparejados, y que de ningún modo tienen predominio de uno sobre otro.

Aunque tenga una preferencia sexual clara y definida, el Caballero y el 5 poseen un carácter francamente andrógino. Cuando es necesario pueden ser activos, propositivos y desempeñarse en áreas masculinas. Poseen también la flexibilidad para volverse de un momento a otro suficientemente femeninos: receptivos, intuitivos, sensibles, dedicados a actividades del corazón. Por ello son los esposos o amantes ideales, de quienes las Reinas se encuentran francamente prendadas.

De los Arcanos Mayores es al Hierofante (el Papa) a quien corresponde el número 5, el de la puerta hacia el mundo espiritual o la entrada a la escalera que se dirige rumbo a un plano superior.


Carlos Filiberto Cuéllar: escritor y psicoanalista: Adán de abajo


FUENTE: PIJAMASURF

EL TAROT DE MARSELLA VS EL TAROT DE TOTH: ALGUNAS DIFERENCIAS IRRECONCILIABLES Y A LA VEZ COMPLEMENTARIAS (PRIMERA PARTE)

EL TAROT DE TOTH CREADO POR ALEISTER CROWLEY Y EL TAROT DE MARSELLA SON LA ENCARNACIÓN DE DOS PARADIGMAS MUY DIFERENTES PARA CONCEBIR AL HOMBRE, LA HISTORIA Y EL ORIGEN DEL UNIVERSO, LA SEXUALIDAD Y LA DUALIDAD MASCULINO-FEMENINA, ASÍ COMO EL FRÁGIL HILO CONDUCTOR ENTRE EL MUNDO HUMANO Y EL PLANO DIVINO



Imagen de: http://www.magicka.com/tarot/Crowley-tarot.htm


Imagen de: http://www.magicka.com/tarot/Crowley-tarot.htm

Act passionately,

think rationally;

be Thyself.

Aleister Crowley, The Book of Toth



El Tarot Terapéutico no cura,

el Tarot Terapéutico ayuda a la persona

a reconectarse con su esencia.

Veet Pramad, Las cinco llaves del bienestar



1. Dos paradigmas casi opuestos

El Tarot de Toth, creado por Aleister Crowley, y el Tarot de Marsella son la encarnación de dos paradigmas muy diferentes de concebir al hombre, la historia y el origen del universo, la sexualidad y la dualidad masculino-femenina, así como el frágil hilo conductor entre el mundo humano y el plano divino. Los dos poseen un nivel de complejidad que los hace de difícil acceso: bastante abstractos, sobre todo para quienes apenas se acercan al conocimiento de las cartas y los Arcanos. No recomendaríamos que un tarotista neófito iniciara su aprendizaje con alguno de ellos. Para los estudiantes y recién iniciados tenemos el Ryder White, por ejemplo, el cual es bastante gráfico y explícito, prácticamente guía por sí mismo y conduce a la interpretación de cada símbolo. De hecho, casi cualquiera podría aprender por su propia cuenta a leer el Tarot, tan solo con una observación cuidadosa de las cartas y un estudio disciplinado y diario con el White.

En el Tarot de Marsella, particularmente el de Jodorowsky-Camoin, predomina la idea de que las cartas conforman en conjunto un todo armónico e indisoluble. Los personajes de la realeza de los Arcanos Menores y los entes y deidades de los Mayores, dialogan entre sí apenas abrimos una tirada o lectura. Se sostienen la mirada, se coquetean, agreden, reclaman, inician discusiones, construyen conocimientos, hacen el amor, copulan, se perdonan y aspiran a resolver sus conflictos. Hablan entre sí, tan solo con sus miradas: conversan sobre el drama de la Historia del Universo, así como del meollo de la vida de cada ser humano.

Para los adeptos del Marsella, la historia del Tarot comienza en la Edad Media, con el ocaso de una secta cristiana desviacionista. Supuestamente la Inquisición persiguió a cada uno de sus miembros, mandando a la hoguera a muchos de ellos y haciendo exiliarse y huir lejos de Francia a los restantes.

Los sobrevivientes organizaron una especie de concilio esotérico, tratando de fusionar en los Arcanos los conocimientos secretos del cristianismo primitivo, el Corán y la Cábala. A través del Tarot, lograrían proseguir sus enseñanzas e investigaciones sin ser detectados por los espías de la Iglesia Católica. De ahí el carácter hermético de los símbolos, al cual no cualquiera puede acceder sin la guía adecuada.

Varios siglos después, Jodorowsky se reuniría con Philippe Camoin, un descendiente del primer editor del Tarot de Marsella. Juntos reconstruirían y popularizarían el modelo prototípico del primer Tarot, que supuestamente se originó en la ciudad de Marsella.

Pensar que el primer Tarot en el mundo fue el de Marsella resulta una afirmación bastante discutible, y nos pone a pensar si no es una idea maquiavélica con fines mercadológicos formulada por la creativa mente de Jodorowsky. Un llamativo mito que ayuda a atraer las ventas de su Tarot. El cual por cierto, en el año 2015 vio la 2a edición revisada.

Por su parte, los estudiosos del Tarot de Toth, de la mano de su creador, el mago, investigador y poeta, Aleister Crowley, consideran que el Tarot es muchísimo más antiguo. Con ellos, por cierto, coincide el psicólogo ruso Piotr Ouspensky y unos pocos más, quienes se dedican al estudio del Tarot desde la escuela del Cuarto Camino y las enseñanzas de Gurdjieff.

Según Crowley y Ouspensky, el Tarot se remontaría hasta el Egipto primitivo, antes de las arenas y previo a las dinastías faraónicas. En la época en que se construyeron las grandes pirámides y la Esfinge. Cuando anidaban en su seno sociedades esotéricas que se dice que Hermes Trimegisto o Toth precedió.

El primer modelo de Tarot habría sido transmitido a los hombres por Hermes, o Toth, cuyos dos nombres pertenecen a la misma entidad o semidiós. Al inicio era un conjunto de tablillas de roca, impreso mediante el método cuneiforme, cuyos secretos se transmitían de generación en generación a través de escuelas tarotísticas, semejantes a las que estudiaron y preservaron la Cábala y los Evangelios durante siglos. Presuntamente, varios de estos Tarots se encontraban en la Biblioteca de Alejandría y sucumbirían en el momento de su incendio y destrucción a manos de un emperador católico romano.

En el Tarot de Toth apreciamos una perfección en cada Arcano, una belleza que roza lo artístico hasta casi resultar sublime. A diferencia del de Marsella, desde nuestro punto de vista, sus cartas son bastante individualistas e independientes una de otra, cada carta es un universo en sí mismo, dirigiendo su energía hacia el interior. Poco dialogan entre ellas, o por lo menos lo hacen en menor medida que en el de Marsella. Empero, cada uno de los Arcanos de Toth es una puerta que nos arrastra en una sola tirada hacia abismos incognoscibles. Una lectura con el Tarot de Toth siempre da la impresión de resultar mucho más mágica que con el de Marsella, la cual se aprecia más psicológica e incluso literaria, pero no menos interesante.



2. El papel dominante de lo femenino en el Tarot de Toth

Plantearse la teoría, tal como lo hacen Ouspensky y Crowley, de que el Tarot fue transmitido por un ser mitad humano y mitad deidad, puede resultar por una parte fantástico, incluso esquizofrénico. Pero basta profundizar a conciencia no solo en cada uno de sus símbolos, sino en el orden perfecto con que logran embonar y dialogar las cartas cuando se trabaja con él, para considerar que no fue concebido por una mente común y corriente, por una psicología perteneciente a este mundo. Todo ello nos hace pensar cuán profundo y global era el razonamiento de los hombres más antiguos, y cuánto nos hemos alejado nosotros de ellos. La misma sensación de encontrarse frente a un sistema concebido por mentes de otro mundo nos produce sumergirnos en los diferentes niveles de significados que poseen los Evangelios, El Libro de los Reyes o los Salmos, por ejemplo.

No es que el Tarot de Toth pretenda ser un modelo preciso del Tarot de Hermes o Toth, que fuera destruido en Egipto en los primeros años de nuestra era. Cuando lo creó, el mago Aleister Crowley pretendió reconstruir la energía del más antiguo Tarot de Toth por una parte, adaptándolo a la Era de Acuario, que estaba a punto de iniciar cuando él trabajaba. El propósito era crear un Tarot que conectara con los conocimientos milenarios más antiguos y herméticos, y brindar una visión del Tarot menos machista, más andrógina y más emparentada con lo femenino.

Hasta entonces el panorama de los estudios del Tarot era dominado por modelos que brindaban poder absoluto a la energía masculina, por sobre todas las cosas, como el propio Marsella, del que hemos hablado. Pero sobre todo era acaparado por los Tarots de la Golden Dawn: una logia dedicada al estudio del Tarot y otras artes ocultas, de la cual Crowley en algún momento formó parte. En estos modelos clásicos, la figura del Rey tiene un papel central dentro de los Arcanos Menores. Por otra parte, números de carácter francamente femenino como el 5 y el 10 son mostrados como negativos, incluso dudosos y hasta perjudiciales y temibles. Lo cual lleva hacia una desconfianza y temor absoluto hacia todo lo femenino, tal como se muestra con otros Arcanos Mayores, como la Papisa o la Sacerdotisa y la Luna, a quienes se les brinda una connotación que va de ser misteriosa a enloquecedora y perturbadora.

De ahí que en el Tarot de Toth no exista la figura de los Reyes en los Arcanos Menores, a diferencia de todos los demás. Quien es el centro del ciclo de los menores es la Reina; ella es quien manda y domina. Su esposo no es un Rey, obviamente, como en el Marsella y el White, sino un Caballero: un ser que va ganando la lucha contra sus propios demonios y que de ningún modo tiene conflicto con el poder femenino. Los Caballeros de Crowley poseen la fuerza de la energía masculina, pero también la gracia y la elegancia de lo femenino.

De su matrimonio o de sus constantes acoplamientos sexuales surgen sus hijos: las Princesas y los Príncipes, de los cuales ambos son principiantes, precisamente. Van comenzando en las diferentes áreas de la vida descritas por los Arcanos Menores; son vanidosos, narcisistas, demasiado centrados en sí mismos, pero habilidosos, inteligentes, bellos y soñadores, con cierta experticia de la cual presumen, a veces demasiado.




Carlos Filiberto Cuéllar: escritor y psicoanalista: Adán de abajo


FUENTE: PIJAMASURF

SINCRONICIDAD Y RECURRENCIA: UN DIALOGO ENTRE LA PSICOLOGÍA, LA FÍSICA CUÁNTICA Y LA ETERNIDAD

LA SINCRONICIDAD ES UN CONCEPTO COMPLEJO QUE HACE COINCIDIR LOS MÁS IMPORTANTES LOGROS DE LA PSICOLOGÍA JUNGUIANA Y LA FÍSICA CUÁNTICA



showgreetingcardpreview

Como analista debe lograr

que el análisis le afecte a sí mismo,

que sea un fragmento de vida auténtica

y no un método que se pueda aprender de memoria

¡en el sentido literal!

El médico o terapeuta que no incluya esto en sus análisis teóricos

tendrá más tarde que pagarlo caro.

Carl Gustav Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos



1. Un anciano psiquiatra, demente, pero muy sabio


El viejo psiquiatra se encontraba agitado por duros golpes internos de angustia. Llevaba días aislado en su estudio de la casa de Zúrich, a orillas del lago, en donde se refugiaba, siendo fiel a su personalidad introvertida, embebiéndose con sus antiguos libros de alquimia, magia y budismo, experimentando enormes conflictos por destapar desde años atrás las puertas hacia una parte de la mente arcaica, olvidada y peligrosa de la humanidad: el inconsciente colectivo.

En algún momento de la tarde, la ansiedad resultó insoportable. Se levantó de su escritorio, donde trabajaba en un par de manuscritos de carácter teológico y alegórico, mismos que condensaban muy buena parte de sus investigaciones de los últimos años sobre el estudio de los símbolos, los arquetipos, las religiones ancestrales, las mitologías de diversas culturas y la mente colectiva. Los intitularía en breve: Respuesta a Job.

Últimamente, sus escritos y su habla cotidiana se plagaban de metáforas oscuras, abstractas e incomprensibles, de alegorías a las que solo sus más íntimos lectores y alumnos podían tener acceso. Su lenguaje, hacia su senectud, lo acercaba en la etapa de la vejez a los más grandes maestros e influencias de su vida: el viejo Nietzsche, el testarudo Immanuel Kant, el férreo médico, coterráneo suyo, Teofrasto Paracelso, los trágicos y sombríos profetas del Antiguo Testamento: Abraham y Job.

Entre quienes lo conocían, algunos señalaban que se trataba de una depresión endógena que lo perseguía, desde sus años de juventud, contra la que estaba cansado de luchar, fruto de un amor fatídico, mal sanado e irresuelto. Otros, más duros y quizá certeros, decían que era el inicio de una insipiente demencia.

El anciano Carl Jung se incorporó de golpe, presa de taquicardias y dificultad para respirar. En los últimos meses sus trabajos lograron alcanzar la hipótesis de la sincronicidad: el emparejamiento entre los sucesos y explosiones de la energía de la mente con los fenómenos materiales del mundo externo. La coincidencia innegable entre la mente inconsciente y los fenómenos paranormales. El fin definitivo de la separación proclamada mucho tiempo antes por magos, psicoanalistas, parapsicólogos y alquimistas, entre el observador y lo observado.

Ignoraba que en breves minutos experimentaría una de las más fuertes e impactantes sincronicidades de su vida.




2. La sincronicidad como concepto de uso común, utilizado indistintamente con todo aquello a lo que se le quiere brindar un carácter de “milagroso”

Sincronicidad: una coincidencia significativa,

patrones de la causalidad relacionados significativamente.

David Peat, Sincronicidad


En la actualidad la sincronicidad es un concepto de cambio y uso común, moneda de bajo costo, centavo barato que todos tiran sin reflexionar. Mucha gente lo utiliza para adjudicarle los más sorprendentes y variados matices semánticos. Lo aplican para nombrar cualquier tipo de coincidencias ocurridas en sus vidas, cualquier suceso sorprendente al que se le quiere dar, forzadamente, un matiz milagroso o mágico. Desde las impresiones sobre un bello amanecer hasta un encuentro entre novios que no durará mucho tiempo, más allá de la euforia enamoradiza del momento. Todo entra en la sincronicidad y no existen matices para el imaginario inculto y colectivo, pues.

Se utiliza la sincronicidad para explicar la embriaguez no siempre sana del enamoramiento; o, cuando alguien se ha salido con la suya en una situación ventajosa respecto a los demás, incluso se dice que es fruto de la sincronicidad o una sincronicidad en sí misma.

Pero la sincronicidad es un concepto muchísimo más complejo que hace coincidir los más importantes logros de la psicología junguiana y la física cuántica si se le analiza con más detalle, desde un enfoque psicológico analítico más serio.

Para que una sincronicidad pueda ocurrir se requiere una coincidencia de muchísimos factores, internos y externos. No por nada Carl Jung señalaba que con la sincronicidad estaban relacionados fuertes fenómenos de vida, tales como un cambio de fe o religión, el encuentro con el verdadero amor, un matrimonio, un cambio de profesión por propia decisión, un viaje importante, etc., cosa que vuelve más compleja y rara la sincronicidad de lo que se cree, en un tiempo donde la gente muere o prefiere enloquecer antes que renunciar a sus creencias, zonas de confort mental e ideologías. En pocas palabras, que para lograr una verdadera experiencia sincrónica era menester una violenta ruptura de esquemas mentales que obligasen a la personalidad a reestructurarse.

David Peat, un físico cuántico oriundo de Canadá, describe el ejemplo del enfermo desahuciado o del loco desesperado por encontrar la luz en medio de sus laberintos psíquicos. En un momento dado, esa situación limítrofe lo puede colocar al alcance de una experiencia sincrónica, donde es muy probable que logre conseguir lo que busca: sanar de un malestar físico, encontrar la iluminación o la solución a un serio problema de creatividad:

Las sincronicidades a menudo se relacionan con períodos de transformación; por ejemplo, nacimientos muertes, el enamoramiento, la psicoterapia, la obra creadora intensa e incluso un cambio de profesión. Es como si esta reestructuración interna produjese resonancias externas o como si una explosión de “energía mental” se propagase hacia afuera en el mundo físico.

De tal modo que no todas las coincidencias y casualidades que se experimentan en la vida caen en el terreno de la sincronicidad. Si nos fijamos con detalle es muy probable que la sincronicidad, aunque verdadera, ocurra como un fenómeno más bien raro, debido a los requisitos principalmente psicológicos que hemos mencionado. Para ello debe distinguirse también claramente entre casualidad y sincronicidad. La primera es un fenómeno aleatorio en que dos sucesos: por mero azar o circunstancia fortuita, coinciden. Para la segunda, la sincronicidad, hubo un trabajo psicológico previo muy arduo de búsqueda, un camino interior, largo y disciplinado, el despojo de los esquemas anteriores y de su pasado, una labor de cambio profundo y reestructuración de la personalidad.

La casualidad es un fenómeno del azar y de apariencias externas, en contraste, la sincronicidad es un fenómeno de apareamiento de patrones a partir de un estado psicológico logrado tras un trabajo mental arduo, no exento de disciplina ni de la segura ayuda de un guía o maestro espiritual.

Sincronicidad es ya un nivel de magia, de materialización en el mundo objetivo por medio de los poderes de la mente que comienza a despertar. Casualidad es una ilusión de coincidencias para las mentes dormidas que sueñan con milagros y actos mágicos.

Carl Jung relata un claro ejemplo de sincronicidad muy interesante: cuando una paciente le narraba en su consultorio un sueño, cuyo protagonista era un escarabajo rinoceronte. En el momento en que ambos discutían sobre el mismo, se escuchó un fuerte golpe en la ventana del psicoanalista. Jung acudió hacia el lugar, y un insecto de la clase del sueño de la paciente se había estrellado en el cristal de su consulta.


3. La ley de la recurrencia como complementación o parte de la sincronicidad




La primera lección que debemos aprender,

lo primero que nos impide escapar, es que ni si quiera comprendemos

la necesidad de conocer nuestra posición.

Quien la conozca, ya está en una posición mejor.

Piotr D. Ouspensky, El Cuarto Camino

Bastante relacionada, pero con sus matices distintos, tenemos la ley de la recurrencia, descrita por el psicólogo ruso Piotr D. Ouspensky. Inspirado tanto en sus estudios de física cuántica y biología como en su trabajo espiritual de la mano de George I. Gurdjieff.

La recurrencia hace referencia a la ley del eterno retorno de Hermes Trimegisto, misma que más tarde reapareció, a finales del siglo XIX, reintroducida en el pensamiento occidental por Nietzsche con el mito de Sísifo, en donde todos los fenómenos del universo tienden a repetirse inequívocamente, hasta que sus circunstancias evolucionan a partir de las innumerables vueltas sobre el mismo tópico. Todo en el universo se repite de manera geométrica: el vuelo de las parvadas de aves, las ramificaciones de un árbol, la anatomía de los seres cuadrúpedos o los insectos y el humano, los patrones de personalidad de alguien, los temas repetidos por un escritor a través de su obra.

La recurrencia sugiere la posibilidad de la reencarnación de las vidas, más no su evolución automática, como comúnmente se piensa. Según Ouspensky, al morir alguien, de acuerdo con la recurrencia, renacería, pero en su mismo papel, o en uno análogo al que desempeñó en su última vida. Para ello, el psicólogo ruso realiza un interesante análisis psicológico de los Evangelios, en el cual se plasma la repetición de todas las personalidades posibles: el mentiroso, el tibio, el rastrero, el endemoniado; también el profeta, el justo, el maestro, el mártir, la prostituta. No todas las personalidades tienen la posibilidad de encarnar en algún papel para el que aún no estén preparados, como el de alguno de los 12 apóstoles, mucho menos el de Cristo. La mayoría de nosotros encarna constantemente el rol de los judíos que condenaron al Mesías gritando “¡Crucifíquenlo!”, escupiéndole a la cara y arrojándole rocas sobre el cuerpo torturado y maltrecho, o el de Poncio Pilatos, quien debido a su tibieza se lavó las manos, perdiendo para siempre la oportunidad de salvar a un ser más evolucionado que él. Aunque nos cueste trabajo reconocerlo, todos pecamos por nuestro exceso de tibieza, temores y maldad, debido a nuestra indecisión, mediocridad y búsqueda constante de comodidad. “Sepulcros blanqueados, Tibios, Fariseos, Hiedra, Cerdos…”, se le llama en los evangelios a la inmensa y aplastante mayoría de la humanidad, que encaja en esta categoría y que puede perder fácilmente sus posibilidades de crecimiento. ¿A dónde se les permitiría a los miles de demonios de Legión, expulsados y sometidos, refugiarse y habitar después del exorcismo, si no es en los neutrales cuerpos de los cerdos, para luego ser arrojados al mar?

Existen almas tan extraviadas, cuyo perfil energético es ya tan bajo en la rueda de las reencarnaciones, que “¿qué otra cosa podrían gritar además de “¡Crucifíquenlo!”?”, se pregunta el psicólogo Ouspensky.

Pero algo muy distinto ocurre con los apóstoles, quienes si siguen esforzándose por trabajar en sí mismos, a la vuelta de las reencarnaciones quizá podrían un día, con suerte, representar el papel de Cristo.

Dentro del mazo del Tarot, por ejemplo, la carta conocida como la Templanza o la Alquimia representa el proceso de un alma vieja que a lo largo de varias reencarnaciones se perfeccionó y purificó, trabajando y confrontándose con su karma, perfeccionándose y purificándose en cada uno de los problemas que se le representan en la vida y con los cuales debe luchar y resolver del mejor modo.

Si, contrariamente, aquella alma va en proceso de degeneración, cayendo cada vez, en cada oportunidad, con más fuerza, sucumbiendo ante sus tentaciones, vicios, defectos, agrandando sus debilidades y cultivando únicamente los aspectos negativos de su personalidad y sus emociones siniestras, sus posibilidades de renacer se reducen cada vez más. Las repeticiones se darán, pero en caída, para hundirse más y más en cada nueva reencarnación, hasta llegar al punto en que sea absorbida por la naturaleza y sacada del juego de la rueda de las reencarnaciones, no volviendo a tener la oportunidad de nacer más.

Esto correspondería a lo que en algunas escuelas psicológicas antiguas se denomina como volverse alimento de la Luna, acabar en un lugar del universo donde se ha perdido toda posibilidad de crecimiento interior. Este es realmente el Infierno o el Purgatorio.

De acuerdo con Ouspensky, en la medida que un alma es capaz de recordar, aunque sea por momentos, ciertos episodios importantes de sus vidas pasadas y presentes, ahondando en ellos acrecentará su conciencia como fruto del trabajo interior para desarrollarse y lograr la unidad interna. Si recuerda en esta vida su misión espiritual, esto quiere decir que en otras vidas anteriores ya venía luchando por evolucionar y había estado tras la pista de su verdadero sendero interior.

La recurrencia y la sincronicidad coincidirán plenamente en la medida en que alguien que se encuentre en el proceso de evolución espiritual sería capaz de recordar y recobrar su dirección y camino interiores, identificados a lo largo de sus diversas reencarnaciones, coincidiendo y reencontrando a sus mismos maestros y guías. En la medida que recuerde hacia dónde va y a qué vino a esta tierra, será capaz de hacer coincidir cada vez mayores factores y eventos que lo ayuden a lograr su cometido (sincronicidades).

Queremos sugerir que en la medida en que se recobre el camino propio o se redescubra la luz interior se podría estar en mayores posibilidades no solo de producir más frecuentes fenómenos de sincronicidad, que serían la manifestación de las leyes de otra dimensión en este mundo, sino de aprovecharlos a favor y en beneficio de su camino de perfeccionamiento interior y búsqueda más personal.


4. Sincronicidad y recurrencia en las cartas del Tarot


La creación de la unidad

es el resultado de la lucha con el conflicto.

Somos muchos y queremos ser uno solo:

esta es la formulación de nuestro objetivo.

Piotr D. Ouspensky, El Cuarto Camino

La totalidad de los arcanos del Tarot se encuentra plena de ejemplos de sincronicidad y recurrencia.

Son innumerables los elementos que se repiten sobre todo en los Arcanos Menores y en algunos de los primeros Arcanos Mayores: la oposición masculino-femenino, los cuatro elementos: tierra, fuego, aire, etc. La lucha contra las tentaciones, la necesidad de hacerse fuerte en cada obstáculo, la aparición de un maestro o maestra más aventajado que nosotros en el camino espiritual, quien nos puede brindar guía y protección si sabemos escucharle y encontrarlo.

Llamaríamos a todas estas repeticiones y coincidencias incesantes: recurrencias, y si se repiten es porque su misión es enseñarnos que mientras no resolvamos la raíz de nuestros conflictos, nos seguiremos enfrentando en la vida con los mismos problemas una y otra vez.

En el Tarot, las sincronicidades también están a la orden del día. Por ciertas razones desconocidas nos aparecen las cartas necesarias en cada tirada o lectura, para enseñarnos en el encuentro con ellas, hasta si nos salen invertidas al barajarlas y extraerlas.

Encontrar al tarotista apropiado que nos enseñará a leer el Tarot o la lectura precisa que en el momento adecuado, sincrónicamente, nos arrojó luz sobre aquellos aspectos de nuestra vida que requeríamos iluminar.



5. La invasión de los duendes y las hadas

Se replegó hacia su cuarto de baño, provisto de una hermosa tina de porcelana que era llenada con baldes desde el pozo en el jardín y una tarja de mármol para lavarse las manos. En ella, el viejo Carl G. Jung sumergió los dedos, formando un cuenco se mojó la cara y el cabello copiosamente, desesperado, tratando de tranquilizarse.

Pero todo resultó inútil.

De pronto, los objetos de sus repletos libreros y su antigua cocina de leña comenzaron a desplomarse. Se escuchó un estruendo ensordecedor. Su apreciado trinchador de roble de más de 200 años de antigüedad fue partido a la mitad por una fuerza descomunal e invisible, según relatara poco después en sus Recuerdos, sueños y memorias.

El anciano psicólogo estuvo a punto de morir de miedo. Poseído por temores asfixiantes, atinó a preguntar, enloquecido:

¿Quiénes son ustedes, seres que se atreven a perturbar la tranquilidad de mi estudio y de mi hogar, viniendo desde el Más Allá…?

La respuesta que obtuvo lo sacudió aún más:

¡Somos los pastorcillos que venimos de Belén, donde no encontramos aquello que andábamos buscando, y hoy venimos hacia acá…!

Y una multitud de duendes, hadas, trolls y seres del Inframundo, representantes de los elementos de la naturaleza, fuera de control, se precipitó a plagar su casa para no irse nunca más.


Sincronicidad1

Carlos Filiberto Cuéllar: escritor y psicoanalista: Adán de abajo


FUENTE: PIJAMASURF