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sábado, 16 de septiembre de 2017

LA CURIOSA AVENTURA DE MR BOND (NUGENT BARKER) POR ALBERTO LAISECA

¿CÓMO SALVAR UN LIBRO DAÑADO POR EL AGUA? (VIDEO-TUTORIAL)

LOS ACCIDENTES OCURREN TAMBIÉN CON LOS LIBROS, PERO A VECES PUEDEN REMEDIARSE

 

Los libros son frágiles y también pueden llegar a ser muy queridos, dos cualidades que en cierto momento pueden ser contradictorias, pues el aprecio que podemos tener por un ejemplar puede verse afectado por circunstancias imprevistas como el clima, los accidentes e incluso el mero paso del tiempo.

En esta ocasión compartimos un tutorial muy sencillo para usar en caso de que un libro resulte dañado por el exceso de agua. Las instrucciones fueron grabadas por el equipo de las bibliotecas universitarias de Syracuse, Nueva York.

En general el instructivo es bastante claro, incluso si se desconoce la lengua inglesa, pues en casi todos los pasos basta mirar las imágenes para entenderlo. Sin duda será muy útil para quienes, por algún infortunio, tengan un libro pasado por agua.




FUENTE: PIJAMASURF

POR QUÉ APRENDER A QUEDARTE QUIETO EN TU HABITACIÓN ES LO MÁS DIFÍCIL E IMPORTANTE QUE PUEDES HACER

HACER NADA ES LO MÁS DIFÍCIL, Y COMO SUELE OCURRIR CON LO QUE REALMENTE NOS PONE A PRUEBA, ES LO QUE REALMENTE VALE LA PENA

 


Cualquier forma de meditación consciente no es la cosa en sí; nunca puede serlo. Los intentos deliberados de meditar no son meditación. La meditación debe ocurrir; no puede ser invitada. La meditación no es el juego de la mente ni del deseo o del placer. Cualquier intento de meditar es su misma negación. Sólo date cuenta de lo que estás pensando y haciendo y nada más. El ver y el escuchar son el hacer, sin recompensa o castigo. La habilidad del hacer yace en la habilidad en el ver, en el escuchar. Toda forma de meditación lleva inevitablemente a la decepción, a la ilusión, puesto que el deseo ciega. Era una hermosa tarde y la luz suave de la primavera cubría la tierra.

J. Krishnamurti


Cuando tu mente experimenta el estado vacío de no pensar en nada en específico, desprovista tanto de constructos mentales como de claridad, observa sin hacer esfuerzo la naturaleza de aquello que se da cuenta de ese estado. Cuando lo haces, hay pura conciencia no-dual (rigpa), sin conceptos, totalmente abierta, libre de interno y externo, como un cielo límpido y luminoso. En esta conciencia pura no hay dualidad entre experimentador y experiencia, y sin embargo es posible tener la clara convicción de que tu verdadera naturaleza no es más que esta.

Dilgo Khyentse Rinpoche



Aquí renunciando a todo concepto, envuelto totalmente en lo intangible y en lo invisible, uno le pertenece completamente a aquel que esta más allá de todo. Aquí, siendo ni uno mismo ni alguien más, uno alcanza la suprema unión con lo completamente desconocido a través de una inactividad de todo conocimiento, y logra conocer más allá de la mente conociendo nada.

Pseudo-Dionisio, La teología mística


Quédense quietos, y reconozcan que yo soy Dios.

Salmo 46-10



Parte central de la condición moderna es la movilidad, el estar siempre haciendo algo, siempre ocupándonos. Hay que ser productivos. Hay que hacer que se consuma para que la economía puede seguir creciendo. Hay que aprender más e informarnos para seguir creciendo como individuos y poder competir. Hay que buscar más estímulos para mantenernos ocupados con algo. Esto genera un frenesí, incluso un trastorno de atención a nivel global, como sugiere el maestro de meditación Alan Wallace.

Tal vez este ir y venir, corriendo siempre detrás de objetos y sus estímulos (queriendo estar, al menos virtualmente, en todas partes sin perdernos de nada -digifrenia, lo llama Douglas Rushkoff-), es una de las razones por las cuales la ansiedad es una de las enfermedades mentales que más han crecido en las últimas décadas. El teórico de medios Marshall McLuhan y el poeta W. H. Auden, de hecho, llamaron anticipadamente a nuestra era la era de la ansiedad; entre las múltiples posibles definiciones esta no es la menos apropiada -aunque como queda claro después de leer los Pensamientos de Pascal esta inquietud, este no estar a gusto en silencio, sin hacer "nada", es algo que ha caracterizado al ser humano al menos por siglos. El Premio Nobel de economía Herbert Simon había sugerido en 1971 que en un mundo tan rico en información, se producía necesariamente una carencia: atención, ya que esto es lo que consume la información. De manera relacionada, en una era con tanta información y tantos estímulos -en una economía que capitaliza la atención que captura y por lo tanto se encarga de ofrecer cada vez más ingeniosos medios de captura- necesariamente tendremos individuos adictos a estos estímulos, ansiosos por una nueva dosis (checar su mail, ver cuántos likesrecibieron, refrescar la pantalla cada minuto). Y como todo esto ocurre en fragmentos, en snippets, nuestra atención se vuelve más corta y a la vez nos volvemos cada vez ansiosos, puesto que quedamos ávidamente insatisfechos en el espacio entre los estímulos, en el vacío que queremos siempre llenar. Nunca ha sido más fácil evitar lidiar con el aburrimiento que en esta época.

El problema de recubrir nuestra condición de "aburrimiento", esa ansia existencial de la mente cuando tiene que enfrentarse consigo misma y descubre que su estado interno es uno de fastidio, tedio y frustración (puesto que el mundo es sufrimiento, vacío, muerte), es que con el entretenimiento lo único que estamos haciendo es crear un intervalo, prolongando el período en el cual indolentemente ignoramos la realidad que tarde o temprano vamos a tener que enfrentar: la condición de nuestra mente en un mundo en el cual, por más que lo maquillemos, no podemos obtener satisfacción que dure. En realidad lo que hacemos con el entretenimiento -activando siempre nuestro sistema de recompensa de dopamina- no es muy diferente del hábito tan común entre los adictos de evitar la resaca consumiendo más drogas o alcohol.

El matemático y filósofo francés Blaise Pascal acuñó esta multicitada frase que se ha convertido en un emblema de nuestra época: "La infelicidad [o la desgracia] del hombre se basa sólo en una cosa: que es incapaz de quedarse quieto en su habitación". Generalmente se suele citar sola esta frase, pero todos los pensamientos de Pascal alrededor de ella son un verdadero tesoro que analizaremos a continuación. Antes hay que decir que es llamativo que si la felicidad depende de saber estar solos y quietos en una habitación (como se asume que es verdad, en el recurso de autoridad de citar a un filósofo del siglo XVII), las personas hacen lo que sea para evitar esto. Un estudio hace unos años notó que cuando se coloca a personas solas en una habitación sin nada que hacer más que pensar por entre 6 y 15 minutos prefieren darse leves shocks eléctricos que permanecer así. Realmente nos da pánico quedarnos quietos sin hacer nada. Y es que hacer nada es sumamente difícil, si no es que imposible. La mente no para y, cuando no estamos acostumbrados a observarla, no suele gustarnos lo que vemos. El mismo Pascal en otra de sus famosas frases reunidas en sus Pensamientos describió el terror que siente la mente humana ante el vacío, ante el silencio del espacio infinito -acaso esto es lo que se insinúa también en ese reposo solitario, el infinito y la nada se empiezan a hacer patentes y esto amenaza seriamente el confort de nuestro ego.

La primera frase citada de Pascal aparece en el fragmento 139, donde habla sobre el aburrimiento (o tedio). Dice ahí que al considerar las "diversas agitaciones y peligros a los que se exponen" los hombres, que van a la guerra, se enfrascan en enredos pasionales, crímenes y demás, deduce que todo esto viene a razón de que no son capaces de quedarse quietos. Un hombre que supiera estar tranquilo en su casa sin realizar una actividad no tendría necesidad de salir a buscar divertimientos y en el proceso meterse en tantos aprietos. Tenemos aquí una tensión entre el hombre de acción y el hombre contemplativo. Pascal notó, como antes el Buda o los filósofos estoicos que perseguir divertimientos, estímulos o posesiones materiales, como el cazador detrás de una liebre, no conduce a la verdadera felicidad. Los hombres actúan erráticamente "como si la posesión de las cosas que buscan pudiera hacerlos verdaderamente felices", dice. Y, sin embargo, debido a que nuestra condición existencial es realmente miserable, le parece del todo entendible que el hombre no logre estar a gusto en su habitación y haga lo que sea por escapar de esta meditación que es siempre una meditación sobre la muerte y la nada. Pascal ha sido considerado, a posteriori, un existencialista cristiano. Una frase digna del más mordaz de los existencialistas modernos aparece en su fragmento 105: "La grandeza del ser humano consiste en su habilidad de conocer su miseria".

La frase inicial es sumamente rica en matices, puesto que, visto desde una perspectiva menos profunda, tener que quedarse en reposo en su habitación e inevitablemente meditar en su condición es también la fuente más directa de la infelicidad del hombre; no contar con el divertimiento que le permite evitar esto es la condición de su infelicidad y lo que separa a los reyes y a los miembros de la realeza de los hombres comunes. Pascal señala que la realeza es el puesto más hermoso del mundo, justamente porque tiene una fuente inagotable de divertimiento provista por sus súbditos, lo cual le permite evitar (o postergar) "la visión de lo que le amenaza, de las rebeliones que pueden acontecer, y finalmente, en la muerte y en las enfermedades que son inevitables". Hoy en día, con la tecnología todos somos como los reyes de antaño con una inagotable corte de entretenimiento a nuestra permanente disposición, aunque éste sea sólo virtual y de menor riqueza sensorial que la pirotecnia, el ingenio de los bufones, los bailes, los manjares o los mimos de las cortesanas. De cualquier manera esto nos permite no enfrentar nuestra condición, es decir, no conocernos a nosotros mismos. Al final es mejor ser el más humilde sirviente en el cielo que ser rey en este mundo.

Pascal señala que "el hombre está visiblemente hecho para pensar; ello constituye toda su dignidad y todo su mérito... el orden del pensamiento está en comenzar por sí mismo". Así que lo más digno y aquello en lo cual yace nuestra valía y significado es en el pensamiento, en la meditación, en la autorreflexión. El problema yace en que conocernos a nosotros mismos nos revela de alguna manera arrojados entre dos abismos:

Pues, en fin, ¿qué es un hombre en la naturaleza? Una nada con respecto al infinito, un todo con respecto a la nada, un medio entre nada y todo. Infinitamente distante de comprender los extremos, para él el fin y el principio de las cosas están insuperablemente escondidos en un secreto impenetrable, y es igualmente incapaz de ver la nada de donde ha sido extraído y el infinito donde está sumido.

Entre el infinito y la nada, siendo sólo parte y ansiando el todo, así el hombre tiene esta condición miserable. Sin embargo, aunque Pascal reitera la imposibilidad de conocer ese infinito, incluso de tener certidumbre de la existencia de Dios, no considera que la existencia sea absurda. Habla de la posibilidad de que algunos, elegidos por gracia divina, puedan alzarse por sobre este abismo y trascender las limitaciones del pensamiento humano. Así, famosamente, Pascal llama a apostar por Dios. Ante la incertidumbre y la miseria, aun así creer en la divinidad resulta, incluso matemáticamente, la mejor apuesta.

Pascal no señala que la meditación o el pensamiento en reposo puedan ser medios para conocer a Dios, pero sí dice que no cultivar este pensamiento al distraernos con vanas diversiones nos impide conocernos "y estar en nosotros, lo que nos hace perdernos insensiblemente... el divertimento nos divierte y nos hace llegar insensiblemente a la muerte". Es por esto que el divertimento es "la única cosa que nos consuela de nuestras miserias... y, sin embargo, es la más grande de nuestras miserias". Pascal escribe que la miseria es el "hombre sin dios" y la "felicidad [es el] hombre con Dios". Aunque no alcanza a aclarar del todo cuáles son los beneficios soteriológicos de la meditación solitaria, Pascal sí señala que de alguna manera los hombres que buscan a Dios sinceramente pueden alcanzar a percibir "notas visibles" de la deidad, aunque esencialmente sea un "Deus absconditus". Podemos intuir que hay algo en ese reposo contemplativo, cuando el corazón reflexiona con sincero ardor sobre su propia miseria, que es siempre también anhelo (el amor vive de la tensión de la separación), que permite un conocimiento divino, aunque esto sea algo que descienda de la misma divinidad y no una elección humana.

Para concluir con el análisis de esta frase tan profusa en sus derivaciones, podemos decir que la felicidad que menciona Pascal que produce el divertimento y evitar ver nuestra condición es una felicidad hedonista y la felicidad que nos brinda quedarnos quietos y conocernos a nosotros mismos -aunque en la angustia existencial- es la felicidad eudaimónica, la cual ha sido llamada la felicidad que viene del alma o la felicidad de una vida con significado -significado puesto que al menos nos contemplamos como parte de un universo infinito, o como famosamente escribió Pascal: "el universo es una esfera infinita, cuyo centro está en todas partes pero cuya circunferencia no está en ninguna. Es la marca sensible más grande de la omnipotencia de Dios, que la imaginación se pierde en ese pensamiento". El maestro de meditación Alan Wallace ha comparado esta felicidad eudaimónica al concepto de "dharma", omnipresente en las filosofías de la India, un término que puede traducirse como "religión", "verdad", y también como "significado" (como lo traduce Herbert Günther). Una felicidad que viene de encontrar significado en el mundo, de buscar la verdad, de un sentimiento de religiosidad o conexión con algo superior.

Evitar pensar sobre nuestra condición es fundamentalmente evitar pensar sobre la muerte. Solemos pensar que pensar sobre la muerte es deprimente y nos debe producir angustia e infelicidad, pero, por otra parte el pensamiento sobre la muerte puede ser la más perfecta motivación. Para Sócrates, la filosofía era definida fundamentalmente como un pensamiento sobre y una preparación para la muerte. Evidentemente Sócrates y Platón consideraban que el ser humano era capaz de alcanzar un estado superior a través de la muerte filosófica y así elevar el alma hacia el conocimiento de las ideas o arquetipos, emanaciones de la inteligencia divina. Así que nuestra condición y la muerte misma no eran eventos tan abyectos, algo que quizás era notado justamente como fruto de la meditación. Ese momento de pensamiento en soledad y reposo es, después de todo, el ensayo más cercano y constante que tenemos para la muerte. Y, si la conciencia continúa más allá de la muerte y ella misma determina nuestro destino, entonces obviamente resulta relevante interrogarla e indagar nuestra propia naturaleza. Observar nuestra mente como quien inspecciona el propio vehículo -ese carro posiblemente alado- con el cual puede cruzar una última frontera.

Aunque ya ha sido demasiado largo este artículo para la era de la distracción y la ansiedad, estaría incompleto sin antes mencionar el entendimiento que tienen las tradiciones contemplativas orientales de este "estar quietos en una habitación" (evidentemente, el sentido de la frase aplica a cualquier lugar y no sólo a una "habitación"). Filosofías y religiones enteras se han fundado a partir de lo que un hombre descubre en el silencio y en la quietud, simplemente observando sus propios pensamientos, sobre todo cuando no interviene y simplemente observa. En la India se desarrolló lo que Alan Wallace llama "la tecnología del samadhi", un "telescopio de la mente", la herramienta por excelencia para hacer una ciencia de la conciencia. El samadhi, la claridad y concentración de la mente, justamente surge de la calma y la quietud, según explican estas tradiciones. La inmovilidad de la mente, su mantenerse fija y atenta a voluntad -lo que también se llama "tapas", el ardor de la concentración- va depurando el aparato cognitivo y hace que se haga transparente la naturaleza verdadera de la conciencia. Este cultivo de samadhi, que podemos describir como el fruto del silencio, tiene un efecto purificador, que reestablece el estado natural que es descrito como fresco y luminoso. Este samadhi o pacificación que permite acceder a la máxima amplitud y definición de la mente, en el budismo es combinado con la meditación analítica, con el discernimiento, que es fundamentalmente entender nuestra condición mortal, nuestra condición de insatisfacción en un mundo finito e impermanente -y, a través del entendimiento, establecer un funcionamiento mental que trasciende los modos operativos de la conciencia que generan un mundo en el cual el sufrimiento es la condición fundamental. A diferencia de Pascal, las tradiciones orientales señalan que la mente humana sí puede conocer la realidad, sí puede alcanzar lo divino o eterno, justamente porque esa es su naturaleza, la cual reluce una vez que se ha liberado de todos los constructos y conceptos que la separan transitoriamente de sí misma. Esta naturaleza, que se suele llamar el estado de despertar, es comparada con el Sol que siempre ha estado ahí, pero que dejamos de percibir cuando el cielo se nubla.

Tradiciones como el taoísmo (con el wu wei), el budismo zen, el budismo dzogchen y mahamudra, o el tantrismo shaiva (con el concepto de anupaya o no método de Abhinavagupta) sugieren, de hecho, que el más alto sendero espiritual es la contemplación sin elaboración, es decir, lo más elevado es no hacer nada -ser, atentamente, sin interferir. Esto es lo más difícil y a la vez lo más simple, lo menos taimado. El estado natural. No hacer nada es hacerse nada (uno se hace como lo que contempla), es vaciarse, lo cual en cierta forma es hacerse todo ("la totalidad y la experiencia en sí misma llegan a ser idénticas", dice Herbert Günther sobre el estado del dzogchen, la supercompleción o gran perfección). Este estado de no elaboración, de no conceptualización, de no identificación, no debe ser entendido como una nada en un sentido absoluto, lo cual sería absurdo (el lenguaje es limitante, y sería mejor hablar de una no-cosidad, no-thingness en inglés; ayin, en hebreo); se trata de una apertura, de un potencial infinito no diferenciado y no limitado (esto es similar a los conceptos de la física de energía del punto cero o a la totalidad implicada de David Bohm). Es una nada meóntica, por usar el concepto de Hegel. Y esta "nada", que el mismo Heidegger consideraba como el espacio resplandeciente del Ser, a lo que más se parece, o lo que más nos acerca a ella, es justamente a estar en silencio, en reposo, en quietud, en nuestra habitación o en cualquier parte, sin hacer algo específico, sin esforzarse (pero sin entrar en un estado de lasitud), sin alterar nuestra naturaleza. Nos dicen diversas tradiciones que esta "nada" es la gnosis más alta, más allá de toda experiencia posible, más allá de todo sujeto que experimenta un objeto. Y le tenemos tanto miedo, justamente como había atisbado Pascal, porque significa nuestra aniquilación, amenaza con destruir lo que creemos que somos, a lo que nos aferramos. Mientras seamos algo no podremos conocer (ser) lo que realmente deseamos, que es siempre todo, el deseo en el fondo de todo deseo por un objeto es la totalidad, la eliminación de toda separación, la erradicación de todo objeto que pueda generarnos un deseo puesto que, entonces, no hay nada que no sea nosotros. Así que para conseguir lo que realmente queremos es necesario nulificarnos, hacernos imposiblemente nada. Y para empezar el camino a esa región misteriosa pero absolutamente íntima que los místicos han descrito -probando los límites del lenguaje- como "la nube del no-saber", una "docta ignorancia", una "oscuridad brillante", "el viaje del solo al Solo", etc., el primer paso es aprender a estar solos, quedarnos quietos y observar atentamente sin conceptualizar.

Twitter: @alepholo


FUENTE: PIJAMASURF

10 ESTRATEGIAS PARA CONVERTIR UNA OCURRENCIA EN UNA IDEA CREATIVA

LA CREATIVIDAD TIENE DISTINTAS RUTAS DE ACCESO.



Cuando se habla de generar una nueva idea, una idea impactante, inesperada o con alguna otra cualidad propia del ámbito de la creatividad, se dice que la primera idea nunca es la final. Entre otras cosas, esta regla no escrita alude al hecho más o menos constante de que las ideas creativas no suelen presentarse como un chispazo de genialidad, sino más bien como fruto del trabajo y la constancia. Incluso el “eureka” de Arquímedes llegó sólo después de varios días que el inventor pasó razonando el problema propuesto por el rey de Siracusa; y Pablo Picasso alguna vez afirmó que la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando.

Ello, sin embargo, no impide que sea posible aplicar ciertas estrategias para propiciar esa genialidad, para llegar a ella a través de otros caminos.

Compartimos a continuación 10 de esos atajos que podrían hacer de una idea no sólo la primera ocurrencia de la mente, sino un elemento verdaderamente creativo.





1. ¿Qué más puedo hacer con esto?
Esta pregunta, por sencilla que parezca, es un detonador poderoso de la creatividad. No procedieron de otro modo los surrealistas o ciertos escritores del llamado “realismo mágico”, entre otros varios ejemplos que podrían citarse para mostrar las posibilidades de añadir significados a eso que creemos familiar o conocido. En uno de los cuentos más conocidos de Julio Cortázar, “Carta a una señorita en París”, el escritor convirtió un elemento tan mundano como una tos común en un elemento fantástico e inesperado para cualquier lector: el vómito improbable e irrefrenable de conejos vivos.




2. Date cuenta de lo que sucede a tu alrededor
Poner atención es en nuestra época una de las acciones más difíciles de realizar satisfactoriamente. Sin embargo, para la creatividad es vital. Las personas creativas suelen distinguirse por notar muchos de los elementos en juego en una misma situación pero no neutralmente, sino en relación con su propia curiosidad. La tipografía de un anuncio callejero, la manera en que visten en determinada ciudad, la música de fondo en cierta película, los colores de una mañana de otoño y de otra en invierno… Un solo instante tiene los elementos suficientes para llenarte de preguntas y admiración, dos nutrientes fundamentales de la creatividad.




3. Sé sencillo
Diversos personajes de muy distinta índole –filósofos, científicos, místicos, artistas, etc.– han coincidido en aconsejar la sencillez como cualidad última de la creatividad. Lo cual tiene cierto aspecto paradójico, pues ser sencillo es para muchos lo más complejo del mundo. Sin embargo, si tanto se insiste en ello es porque, al final, la sencillez es la prueba definitiva de la creatividad en la medida en que permite que muchísimas personas codifiquen el mensaje de esa idea. En pocas palabras, ser sencillo usualmente se traduce en ser entendido.




4. Dale una oportunidad al sinsentido
La racionalidad en la que nos formamos nos conduce en ocasiones a obsesionarnos con la lógica, el orden, la coherencia y algunas otras expresiones de raciocinio absoluto. Con todo, ejemplos como el de Lewis Carroll o John Cage nos muestran que liberarse de esa imposición puede significar liberar también la creatividad propia.



5. Combina
¿La obra de Richard Wagner en la caricatura de una liebre taimada? Muy pocos hubieran imaginado que esto sería posible y, de hecho, muy pocos se hubieran atrevido a hacerlo. Salvo Chuck Jones, quien no dudó en mezclar ámbitos tan disímiles como la ópera y el humor infantil. Combinar –incluso lo que parece que no debe combinarse– puede llegar a resultar en ideas muy creativas.



6. Cambia de lugar
Cuando las cosas que están hechas para ocupar un lugar son llevadas a otro, usualmente sucede algo. Este comercial publicitario, ampliamente conocido, es un buen ejemplo de ello: nadie esperaría que un panda tuviera las reacciones que tiene, y sin duda esa decoloración es parte de su éxito.



7. Traduce
Poder pasar de un campo de conocimiento a otro es un talento que vale la pena cultivar. ¿El lenguaje de la música podría tener cabida en las artes plásticas? ¿De qué manera? ¿Es posible usar ciertos conceptos de la arquitectura para entender un poema?



8. Improvisa
En cierta forma improvisar es adquirir el hábito de solucionar un problema con lo que sea que tenemos al alcance. Y si bien esto puede entenderse con ofrecer lo primero que venga a la mente, también tiene una implicación profunda: tener consciencia plena de lo que somos, nuestras habilidades personales y los recursos (en sentido amplio) de los que disponemos.



9. Conoce la manera en que operas
No todas las personas se conducen de la misma forma. Por la historia de cada cual hay quienes tienen facilidad de palabra, otros son buenos para sintetizar visualmente un mensaje, algunos trabajan mejor en silencio y soledad y otros necesitan del intercambio constante con otras personas. ¿Tú sabes cuáles son tus circunstancias creativas ideales?



10. Usa tu propia experiencia
Usar tu propia experiencia para dar vida a tus ideas puede resultar en uno de los propósitos más ambicionados de la creatividad: conectar con otros. A veces eso que crees un pensamiento personalísimo, absurdo, es compartido por cientos o miles de personas. La cotidianidad, tus sensaciones, tus recuerdos: mucho de lo que eres tiene un punto de contacto con la realidad en la que todos nos encontramos.
¿Qué te parece? ¿Qué agregarías tú? No dejes de compartirnos tu opinión en la sección de comentarios de esta nota o a través de nuestras redes sociales.

FUENTE: PIJAMASURF

CIUDADES EMPIEZAN A CREAR CARRILES PARA PERSONAS QUE VAN USANDO SU CELULAR

UNA TENDENCIA GLOBAL PARECE ESTARSE PRODUCIENDO: VÍAS ESPECIALES PARA EVITAR QUE PERSONAS QUE CAMINAN USANDO SU TELÉFONOS PRODUZCAN ACCIDENTES.

 



En el 2014 ciudades chinas empezaron a habilitar vías especiales para personas que van utilizando su celular en las calles, es decir, vías lentas. Proyectos similares se han terminado en Washington D.C., en Antwerp, Bélgica, en el 2015 se habilitó un carril similar:


Estas medidas han sido realizadas en calles especialmente transitadas, donde las personas que caminan distraídas pueden llegar a ser un problema o simplemente afectan a las personas que caminan viendo el espacio que los rodea.

Sin embargo, este carril presenta un problema básico y es, ¿cómo estas personas que van ensimismadas en sus celulares -y suelen estamparse contra postes y demás- lograrán quedarse dentro de los límites de su carril? En Washington se ha notado que muchos usuarios simplemente la ignoran, y es que esto es lo que caracteriza a las personas que usan obsesivamente su teléfono, la distracción


En el 2013 hubo reportes de que las lesiones por caminar de manera distraída produjo un récord de 1,506 hospitalizaciones por emergencia, algo que ha crecido enormemente en proporción a años previos. Otras ciudades, en vez de crear estos carriles han preferido multar a personas que caminan de manera distraída cerca de vías de tren, como ocurre en Utah. En muchas ciudades del mundo lógicamente manejar e ir utilizando el teléfono es considerado una infracción.

FUENTE: PIJAMASURF

NO NACEMOS CON UN SENTIDO DEL YO: LO CONSTRUIMOS (Y AL HACERLO OCULTAMOS NUESTRA VERDADERA NATURALEZA)

NUESTRA NATURALEZA VERDADERA, UNA CONCIENCIA LÚCIDA NO-DUAL, ES COMO EL SOL QUE SIEMPRE ESTÁ BRILLANDO DETRÁS DE LAS NUBES DEL EGO.

 

A muchas persona nada les parece más real, sólido y cierto que su propio yo. Que son alguien definido, separados del mundo, un sujero, con una constitución independiente, fija y estable. Y, sin embargo, habría que recordar que este "yo" es construido por nuestras percepciones habituales, aunque parece ser el más sólido castillo es sólo un persistentemente reforzado cúmulo de memorias e ideas reificadas.

El psicólog Daniel Brown de la Universidad de Harvard, quien se ha dedicado por décadas a estudiar y practicar budismo tibetano, explica en este hermos video como construimos nuestra sensación del yo y al hacer esto vamos oscureciendo nuestra naturaleza verdadera, la cual según el budismo no es más que conciencia pura, despierta e iluminada, vacía y sin límites. El yo es un mecanismo de defensa ante el infinito, un errática autoenclaustramiento, un. A continuación una traducción sintetizada del comentario de Brown en el video hermosamente animado por Cluadia Bicen:

No nacemos con un sentido psicológico del yo, esto se forma entre el año y los dos años de edad cuando se desarrolla el pensamiento representacional. Así que el yo es una construcción; entre más fuerte el sentido del yo, más sirve como centro de organización para la experiencia. El yo provee continuidad sobre el tiempo y el espacio, así que cuando el tiempo pasa en mi vida me siento como si fuera la misma persona. La mente forma constructos, eso es lo que hace la mente. Construye un "mundo allá afuera", las formas visuales son construcciones, el sentido del ser es un construcción, el sonido es una construcción, incluso el tiempo es una construcción. El problema de esto es que hacemos nuestras construcciones demasiado reales o sólidas, como si existieran independientemente, la consecuencia de esto es que lo reificamos [al yo] haciéndolo demasiado real y demasiado sólido... y esto hace que sea un asidero: mucho del sufrimiento de mi vida cotidiana se organiza en torno a este aferrarnos al yo [que a su vez permite que las cosas se agarren de él, como el polvo que se va pegando a una superficie sólida]. Y el otro problema de esto es que oculta mi verdadera naturaleza... si empiezas a ver estas construcciones como construcciones de la mente y ves más allá te das cuenta como todo es sólo conciencia [awareness] construida, todo el show es fabricado a partir de la cualidad vibrante y fresca de la conciencia despierta. La metáfora es la del Sol, cuando en algún punto las nubes desaparecen decimos que salió el Sol, pero eso no es del todo correcto, el Sol siempre está brillando, lo que pasa es que desde nuestra perspectiva de estar debajo de la nubes no podemos ver que siempre está brillando. Eso mismo pasa con la mente despierta, ilimitada, sin fronteras, conciencia despierta que está siempre aquí.





Con "construcción" Brown hace referencia a que no percibimos las cosas en sí mismas, sino que interpretamos y re-elaboramos lo que recogen nuestros sentidos, formando representaciones de las cosas. Incluso el "yo" es una representación. Detrás de la construcción del yo, yace, sin embargo, una conciencia pura, prístina, que nunca cambia, luminosa. Esto se conoce en tibetano como "rigpa" o como "mahamudra" (gran sello o gran abrazo) en el budismo tántrico, el estado de unidad entre la vacuidad y la luminosidad (que tiene una cualidad de dicha sin dualidad). En el estado de conciencia despierta no-dual, que es igual a la mente búdica, no existe separación entre la conciencia y el espacio de los fenómenos, por lo cual no existe sufrimiento, ya que el sufrimiento se genera a partir de la separación y la impermanencia de los objetos de los cuales estamos separados. Brown explica:

La experiencia meditativa puede alcanzar un nivel fundamental de conciencia, común atodas las mentes, una conciencia, a un nivel muy sutil, que es la mente misma de un buda... La sabiduría inherente -nuestra naturaleza búdica- es la condición natural de la mente. Sin embargo, nuestras concepciones erróneas y emociones negativas provocadas por acciones pasadas oscurecen la pureza natural de la mente, nuestra naturaleza búdica. El despertar es inherente a nuestra experiencia, si sólo lo reconocemos. En las tradiciones Bön y budistas, "despertar" se refiere al océano ilimitado de conciencia/amor lúcido que es siempre el núcleo de nuestra naturaleza fundamental.

El Sol siempre está brillando detrás de las nubes y así también siempre está brillando detrás de nuestro yo, de nuestros conceptos e identificaciones, una conciencia pura y cristalina, que es lo que ilumina toda nuestra experiencia; que no es afectada por ningún contenido, como un espejo pulcro que puede reflejar cualquier fenómeno sin verse trastocado.

FUENTE: PIJAMASURF