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lunes, 19 de noviembre de 2012

¿QUIÉN ES ESTA ENIGMÁTICA ENTIDAD LLAMADA EL REY DEL MUNDO? 3



El escritor francés Paul Vulliaud habla de un «misterio relativo al Jubileo», lo que se vincula en un sentido a la idea de «Paz», y, a este propósito, cita este texto del Zohar: «El río que sale del Eden lleva el nombre de Iobel», así como el texto de Jeremías: «Él extenderá sus raíces hacía el río», de donde resulta que «la idea central del Jubileo es la reposición de todas las cosas en su estado primitivo». Y está claro que se trata de ese retorno al «estado primordial» que consideran todas las tradiciones. Y, cuando se agrega que «el retorno de todas las cosas a su primer estado marcará la era mesiánica», podrán establecerse  relaciones entre el «Paraíso terrestre» y la «Jerusalem celeste». Por lo demás, aquello de lo que se trata en todo esto, es siempre, en fases diversas de la manifestación cíclica, el Pardes, o centro de este mundo, que el simbolismo tradicional de todos los pueblos compara al corazón, centro del ser y «residencia Divina» (Brahma-pura en la doctrina hindú), así como al Tabernáculo, que es su imagen y que, por esta razón, es llamado en hebreo mishkan o «habitáculo de Dios», palabra cuya raíz es la misma que la de Shekinah. Desde otro punto de vista, la Shekinah es la síntesis de losSephiroth. Ahora bien, en el árbol sephirótico, la «columna de la derecha» es el lado de la Misericordia, y la «columna de la izquierda» es el lado del Rigor. Un simbolismo enteramente comparable es expresado por la figura medieval del «árbol de los vivos y de los muertos», que tiene además una relación muy clara con la idea de «posteridad espiritual». Es menester destacar que el árbol sephirótico es considerado también como identificándose al «Árbol de la Vida». Así pues, debemos reencontrar también estos dos aspectos en la Shekinah, y podemos precisar ya, para vincular esto a lo que precede, que, bajo una cierta relación al menos, el Rigor se identifica a la Justicia y la Misericordia a la Paz.
Según el Talmud, conjunto de discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, leyendas e historias, Dios tiene dos sedes, la de la Justicia y la de la Misericordia. Estas dos sedes corresponden también al «Trono» y a la «Silla» de la tradición islámica. Por otra parte, esta misma tradición divide los hombres divinos çifâtiyah, es decir, aquellos que expresan atributos deAllah propiamente dichos, en «nombres de majestad» (jalâliyah) y «nombres de belleza» (jamâliyah), lo que responde también a una distinción del mismo orden. «Si el hombre peca y se aleja de la Shekinah, cae bajo el poder de las potencias (Sârim) que dependen del Rigor», y entonces la Shekinah es llamada«mano de rigor», lo que recuerda inmediatamente el símbolo bien conocido de la «mano de la justicia»; pero, al contrario, «si el hombre se acerca a la Shekinah, se libera», y la Shekinah es la «la mano derecha» de Dios, es decir, que la mano de «justicia» deviene entonces la «mano que bendice». Según San Agustín y diversos otros Padres de la Iglesia, la mano derecha representa de igual modo la Misericordia o la Bondad, mientras que la mano izquierda, en Dios sobre todo, es el símbolo de la Justicia. La «mano de justicia» es uno de los atributos ordinarios de la realeza; la «mano que bendice» es un signo de la autoridad sacerdotal, y ha sido tomada a veces como símbolo de Cristo.  Esta figura de la «mano que bendice» se encuentra en algunas monedas celtas, lo mismo que la swastika, a veces de brazos curvados. Éstos son los misterios de la «Casa de la Justicia» (Beith-Din), lo que es también otra designación del centro espiritual supremo. 


Este centro, o uno cualquiera de los que están constituidos a su imagen, puede ser descrito simbólicamente a la vez como un templo, aspecto sacerdotal, que corresponde a la Paz, y como un palacio o un tribunal, aspecto real, que corresponde a la Justicia. Y los dos símbolos que acabamos de explicar son aquellos en los que se reparten los elegidos y los condenados en las representaciones cristianas del «Juicio final». Se podría establecer igualmente una aproximación con las dos vías que los Pitagóricos indicaban con la letra Y, y que representaba, bajo una forma exotérica, el mito de Hércules entre la Virtud y el Vicio. Con las dos puertas, celeste e infernal, que estaban asociadas al simbolismo de Janus; con las dos fases cíclicas ascendente y descendente que, entre los hindúes, se vinculan igualmente al simbolismo de Ganêsha, una de las deidades más conocidas y adoradas del panteón hindú. Se trata de las dos mitades del ciclo zodiacal, que se encuentra representado frecuentemente en el pórtico de las iglesias de la Edad Media con una disposición que le da manifiestamente la misma significación. En fin, es fácil comprender por todo esto lo que quieren decir verdaderamente expresiones como las de «intención recta»  y de «buena voluntad» («Pax hominibus bonae voluntatis»). Y aquellos que tienen algún conocimiento de los diversos símbolos a los que acabamos de hacer alusión verán que no carece de fundamento que la fiesta de Navidad coincida con la época del solsticio de invierno, cuando se tiene cuidado de dejar a un lado todas las interpretaciones exteriores, filosóficas y morales, a las que han dado lugar desde los Estoicos, representantes del estoicismo, escuela filosófica fundada hacia el 300 a. C. por Zenón de Citio,  hasta el importante filósofo prusiano del siglo XVIII, Immanuel Kant.
Metatron es elnombre que es numéricamente equivalente al de Shaddaï, el «Todopoderoso», que se dice que es el nombre del Dios de Abraham. El número de cada uno de estos nombres, obtenido por la adición de los valores de las letras hebraicas de que están formados, es 314. La etimología de la palabra Metatron es muy incierta. Entre las diversas hipótesis que se han emitido sobre este tema, una de las más interesantes es la que la hace derivar del caldeo Mitra, que significa «lluvia», y que tiene también, por su raíz, una cierta relación con la «luz». Por lo demás, la similitud con el Mitra hindú y el Mitra zoroastriano persa constituye una razón suficiente para admitir una apropiación por el Judaísmo de doctrinas extranjeras. Y diremos otro tanto en lo que concierne al papel atribuido a la lluvia en casi todas las tradiciones, en tanto que símbolo del descenso de las «influencias espirituales» del Cielo sobre la Tierra. A este propósito, señalamos que la doctrina hebraica habla de un «rocío de luz» que emana del «Árbol de la Vida» y por el cual debe operarse la resurrección de los muertos, así como de una «efusión del rocío» que representa la influencia celeste comunicándose a todos los mundos, lo que recuerda singularmente el simbolismo alquímico y rosacruz. «El término Metatron conlleva todas las acepciones de guardián, de Señor, de enviado, de mediador»; es «el autor de las teofanías en el mundo sensible»; es «Ángel de la Faz», y también «el Príncipe del Mundo» (Sâr ha-ôlam). Para emplear el simbolismo tradicional, diremos que, como el jefe de la jerarquía iniciática es el «Polo terrestre», Metatron es el «Polo celeste»; y éste tiene su reflejo en aquél, con el que está en relación directa siguiendo el «Eje del Mundo». «Su nombre es Mikaël, el Sumo Sacerdote que es holocausto y oblación ante Dios».



Y todo lo que hacen los Israelitas sobre la tierra se cumple según lo que pasa en el mundo celeste. El Sumo Pontífice aquí abajo simboliza a Mikaël, príncipe de la Clemencia. En todos los pasajes en los que la Escritura habla de la aparición de Mikaël, se trata de la gloria de laShekinah. Lo que se dice aquí de los Israelitas puede decirse igualmente de todos los pueblos poseedores de una tradición verdaderamente ortodoxa, tales como los representantes de la tradición primordial, de la que todas las otras derivan y a la que todas están subordinadas. Y esto está en relación con el simbolismo de la «Tierra Santa», imagen del mundo celeste. Por otra parte, Metatron no tiene solo el aspecto de la Clemencia, tiene también el de la Justicia; no es solo el «Sumo Sacerdote» (Kohen ha-gâdol), sino también el «Gran Príncipe» (Sâr ha-gadol) y el «jefe de las milicias celestes». Es decir, que en él está el principio del poder real, así como el del poder sacerdotal o pontifical al que corresponde propiamente la función de «mediador». Por lo demás, es menester destacar que Melek, «rey», y Maleak, «ángel» o «enviado», no son en realidad más que dos formas de una sola y misma palabra. Además, Malaki, «mi enviado» (es decir, el enviado de Dios, o «el ángel en el que está Dios», Maleak ha-Elohim), es el anagrama de Mikaël. Esta última precisión recuerda naturalmente estas palabras: «Benedictus qui venit in nomine Domini». Estas palabras se aplican a Cristo, que se asimila precisamente a Mikaël de una manera que puede parecer bastante extraña, pero que no debe sorprender a aquellos que comprenden la relación que existe entre el Mesías y la Shekinah. Cristo es llamado también «Príncipe de la Paz», y es al mismo tiempo el «Juez de los vivos y de los muertos».
Conviene agregar que, si Mikaël se identifica a Metatron, no obstante no representa más que uno de sus aspectos. Al lado de la faz luminosa hay una faz obscura. Y ésta es representada porSamaël, que es igualmente llamado Sâr haôlam. En efecto, es este último aspecto, y solo éste, el que es «el genio de este mundo» en un sentido inferior, el Princeps hujus mundi de que habla el Evangelio; y sus relaciones con Metatron, de quien es como la sombra, justifican el empleo de una misma designación en un doble sentido, al mismo tiempo que hacen comprender por qué el número apocalíptico 666, el «número de la Bestia», es también un número solar. Este número está formado concretamente por el nombre de Sorath, demonio del Sol, y opuesto como tal al ángel Mikaël. Por lo demás, según San Hipólito, «el Mesías y el Anticristo tienen los dos como emblema el León», que es también un símbolo solar. Y podría hacerse la misma precisión para la serpiente y para muchos otros símbolos. Los dos aspectos opuestos son expresados concretamente por las dos serpientes del caduceo. En la iconografía cristiana, están reunidos en el «anfisbeno», la serpiente de dos cabezas, de las que una representa a Cristo y la otra a Satán. Desde el punto de vista kabbalístico, representa también las dos caras opuestas de Metatron. De una manera general, se podrían hablar de este doble sentido de los símbolos. Y solo diremos que la confusión entre el aspecto luminoso y el aspecto tenebroso, constituye propiamente el «satanismo»; y es precisamente esta confusión la que cometen aquellos que creen descubrir una significación infernal en la designación del «Rey del Mundo». Señalaremos también que el «Globo del Mundo», insignia del poder imperial o de la monarquía universal, se encuentra colocado frecuentemente en la mano de Cristo, lo que muestra por lo demás que es tanto el emblema de la autoridad espiritual como del poder temporal.



Según Saint-Yves, el jefe supremo del Agarttha lleva el título de Brahâtmâ, o sería más correcto escribir Brahmâtmâ,  «soporte de las almas en el Espíritu de Dios». Sus dos asesores son el Mahâtmâ, «que representa al Alma universal», y el Mahânga «símbolo de toda la organización material del Cosmos». Es la división jerárquica que las doctrinas occidentales representan por el ternario «espíritu, alma, cuerpo», y que se aplica aquí según la analogía constitutiva del Macrocosmo y del Microcosmo. Importa precisar que estos términos, en sánscrito, designan propiamente principios, y que no pueden ser aplicados a seres humanos,  sino en tanto que éstos representan esos mismos principios. Según Ossendowski, el Mahâtmâ «conoce los acontecimientos del porvenir», y el Mahânga, «dirige las causas de esos acontecimientos»; en cuanto al Brahmâtmâ, puede «hablar a Dios cara a cara». Y es fácil comprender lo que eso quiere decir, si se recuerda que ocupa el punto central donde se establece la comunicación directa del mundo terrestre con los estados superiores y, a través de éstos, con el Principio supremo.  Según la tradición extremo oriental, el «Invariable Medio» es el punto donde se manifiesta la «Actividad del Cielo». Se ha visto que Metatron es el «Ángel de la Faz». Por lo demás, la expresión de «Rey del Mundo», si se quisiera entenderla únicamente en relación al mundo terrestre, sería muy inadecuada. Sería más exacto aplicar al Brahmâtmâ la de «Señor de los tres mundos», ya que, en toda jerarquía verdadera, el que posee el grado superior posee al mismo tiempo todos los grados subordinados. Y estos «tres mundos» (que constituyen elTribhuvana de la tradición hindú) son los dominios que corresponden respectivamente a las tres funciones que enumerábamos antes.
A aquellos que se sorprendan de una tal expresión, podríamos preguntarles si han reflexionado alguna vez en lo qué significa el triregnum, la tiara con tres coronas que es, con las llaves, una de las principales insignias del Papado.«Cuando sale del templo, dice Ossendowski, el Rey del Mundo irradia Luz divina». La Biblia hebraica dice exactamente lo mismo de Moisés cuando descendía del Sinaí. Y hay que precisar, al respecto de esta aproximación, que la tradición islámica considera a Moisés como habiendo sido el «Polo» (El-Qutb) de su época; ¿no sería por esta razón por lo que la Kabbala dice que Moisés fue instituido por Metatron mismo? Todavía convendría distinguir aquí entre el centro espiritual principal de nuestro mundo y los centros secundarios que pueden estarle subordinados, y que le representan solo en relación a tradiciones particulares, adaptadas más especialmente a pueblos determinados. Haremos observar no obstante que la función de «legislador» (en árabe rasûl), que es la de Moisés, supone necesariamente una delegación del poder que designa el nombre de Manu; y, por otra parte, una de las significaciones contenidas en este nombre de Manu indica precisamente la reflexión de la Luz divina. «El Rey del Mundo, dijo un lama a Ossendowski, está en relación con los pensamientos de todos aquellos que dirigen el destino de la humanidad… Conoce sus intenciones y sus ideas. Si complacen a Dios, el Rey del Mundo les favorecerá con su ayuda invisible; si desagradan a Dios, el Rey provocará su fracaso. Este poder se ha dado a Agharti por la ciencia misteriosa de Om, palabra por la que comenzamos todas nuestras plegarias».


Inmediatamente después viene esta frase, que, para todos aquellos que tienen solo una vaga idea de la significación del monosílabo sagrado Om, debe ser una causa de estupefacción: «Om es el nombre de un antiguo santo, el primero de los Goros (Ossendowski escribe goro por guru), que vivió hace trescientos mil años». En efecto, esta frase es absolutamente ininteligible si no se piensa que la época de que se trata es muy anterior a la era del presente Manu. Por otra parte, el Adi-Manu o primer Manu de nuestro kalpa, palabra en sánscrito que significa Eón o largo período,  en que Vaivaswata es el séptimo Manu, antecesor de la raza postdiluviana, o sea nuestra propia humanidad (la quinta). También es llamado Swâyambhuva, es decir, salido deSwayambhû, «El que subsiste por sí mismo», o el Logos eterno. Ahora bien, el Logos, o aquél que le representa directamente, puede ser designado verdaderamente como el primero de losGurus o «Maestros espirituales»; y, efectivamente, Om es en realidad un nombre del Logos. Se dice también que Moisés debió cubrir entonces su rostro con un velo para hablar al pueblo que no podía soportar su resplandor (Exodo). En el sentido simbólico, esto indica la necesidad de una adaptación exotérica. Recordamos a este propósito la doble significación de la palabra «revelar», que puede querer decir «apartar el velo», pero también «recubrir de un velo». Y es así como la palabra manifiesta y vela a la vez el pensamiento que expresa. Este nombre se encuentra también, de una manera bastante sorprendente, en el antiguo simbolismo cristiano, donde, entre los signos que sirvieron para representar a Cristo, se ha encontrado uno que ha sido considerado más tarde como una abreviación de Ave Maria, pero que fue primitivamente un equivalente de aquél que reunía las dos letras extremas del alfabeto griego, alfa y omega, para significar que el Verbo es el principio y el fin de todas las cosas.
En realidad, el símbolo en cuestión es incluso más completo, ya que significa el principio, el medio y el fin. Este signo se descompone en efecto en AVM, es decir, en las tres letras latinas que corresponden exactamente a los tres elementos constitutivos del monosílabo Om (puesto que la vocal o, en sánscrito, está formada por la unión de a y de u). La aproximación de este signo Aum y de la swastika, tomados el uno y el otro como símbolos de Cristo, nos parece particularmente significativa. Por otra parte, todavía es menester precisar que la forma de este mismo signo presenta dos ternarios dispuestos en sentido inverso el uno del otro, lo que es de hecho, a ciertos respectos, un equivalente del «sello de Salomón». Por otra parte, la palabraOm da inmediatamente la clave de la repartición jerárquica de las funciones entre el Brahmâtmây sus dos asesores. En efecto, según la tradición hindú, los tres elementos de este monosílabo sagrado simbolizan respectivamente los «tres mundos» o los tres términos del Tribhuvana: la Tierra (Bhû), la Atmósfera (Bhuvas) y el Cielo (Swar), es decir, el mundo de la manifestación corporal, el mundo de la manifestación sutil o psíquica, y el mundo en modo no manifestado.  Estos son los dominios propios del Mahânga, del Mahâtmâ y del Brahmâtmâ, como se puede ver remitiéndose a la interpretación de sus títulos. Y son las relaciones de subordinación que existen entre estos diferentes dominios las que justifican, para el Brahmâtmâ, la denominación de «Señor de los tres mundos»: «Éste es el Señor de todas las cosas, el omnisciente (que ve en modo inmediato todos los efectos en su causa), el ordenador interno (que reside en el centro del mundo y le rige desde dentro, dirigiendo su movimiento sin participar en él), la fuente (de todo poder legítimo), el origen y el fin de todos los seres (de la manifestación cíclica cuya Ley representa)».  


En el orden de los principios universales, la función del Brahmâtmâ se refiere a Ishwara, la delMahâtmâ a Hiranyagarbha, y la del Mahânga a Virâj. Sus atribuciones respectivas podrían deducirse de esta correspondencia. Para servirnos también de otro simbolismo, diremos que elMahânga representa la base del triángulo iniciático, y el Brahmâtmâ su cima; entre los dos, elMahâtmâ encarna en cierto modo un principio mediador (la vitalidad cósmica, el Anima Mundi de los hermetistas), cuya actuación se despliega en el «espacio intermediario». Y todo esto es figurado muy claramente por los caracteres correspondientes del alfabeto sagrado que Saint-Yves denomina vattan y Ossendowski vatannan, o, lo que equivale a lo mismo, por las formas geométricas (línea recta, espiral y punto) a las cuales se reducen esencialmente los tres mâtrâso elementos constitutivos del monosílabo Om. Vattan es el Lenguaje Universal Hierográfico, aquél que en la India ancestral denominaban Vattan y los Hermanos del Cosmos llamaban Irdin. El propio Lenguaje Sagrado de los Dioses.  El Vattan, reúne en sí mismo todos los componentes cósmicos de la estructura primordial de la Vida. Pues es el Leguaje Creador por su Verbo. Y su estructura está compuesta por siete caracteres diferentes que pueden adoptar cuatro posturas o posiciones cada uno, lo que hace un total de veintiocho caracteres distintos.
Existen siete altas escuelas y cuatro sagrados colegios, al igual que existen siete rayos de energía y cuatro elementos distintos. Los caracteres se agrupan también de modo que puedan tomarse como notas musicales, y éstas a su vez se combinan formando acordes fonéticos, lo que permite que los Hierogramas, puedan ser interpretados como notaciones musicales y ser entonados en solfeo, al mismo tiempo que ellos pueden ser también declamados fonéticamente. La complejidad del solfeo de los signos teúrgicos que comprende la gran ciencia del Aum, es indescriptible y el adepto que la domina puede alcanzar el Samâdhi, el éxtasis supremo, que permite la Visión Divina por medio de la Teúrgia, la unión mágica con el propio Dios interno. En ella, el Yo superior revela al ‘arhat’ las verdades del plano en el que actúa, pasando la Mónada a controlar directamente los cuerpos materiales. Los siete caracteres del Vattan están compuestos por las cinco formas madres de la morfología.

FUENTE: VERITAS-BOSS


sábado, 17 de noviembre de 2012

¿QUIÉN ES ESTA ENIGMÁTICA ENTIDAD LLAMADA EL REY DEL MUNDO? 2


Ossendowski asegura que él mismo ha asistido a uno de esos momentos de recogimiento general. Hay sobre todo, como coincidencia extraña, la historia de una isla, hoy en día desaparecida, donde vivían hombres y animales extraordinarios. Saint-Yves cita el resumen delperiplo de Jámbulo, por Diodoro de Sículo o de Sicilia, mientras que  Ossendowski habla del viaje de un antiguo budista del Nepal, y no obstante, sus descripciones se diferencian muy poco. Si verdaderamente existen de esta historia dos versiones que provienen de fuentes tan alejadas la una de la otra, podría ser interesante recuperarlas y compararlas. Independientemente de los testimonios que Ossendowski nos ha indicado, se sabe, por fuentes muy diferentes, que los relatos de este género son algo corriente en Mongolia y en toda el Asia central; y existe algo parecido en las tradiciones de casi todos los pueblos. Por otra parte, si Ossendowski hubiera copiado en parte la Mission de l´Inde, no vemos muy bien por qué habría omitido adrede algunos pasajes, ni por qué habría cambiado la forma de algunas palabras, escribiendo por ejemplo Agharti en lugar de Agarttha, lo que se explica al contrario muy bien si ha recibido de fuente mongola las informaciones que Saint-Yves había obtenido de fuente hindú, ya que éste estuvo en relaciones con dos hindúes al menos. Los adversarios de Ossendowski han querido explicar el mismo hecho pretendiendo que había tenido en sus manos una traducción rusa de laMission de l´Inde, traducción cuya existencia es más que problemática, puesto que los herederos mismos de Saint-Yves la ignoran enteramente. Se ha reprochado también a Ossendowski escribir Om mientras que Saint-Yves escribe Aum. Ahora bien, si Aum es la representación del monosílabo sagrado descompuesto en sus elementos constitutivos, no obstante es Om el que es la transcripción correcta y el que corresponde a la pronunciación real, tal como existe tanto en la India como en el Tíbet y en Mongolia. Tampoco comprendemos por qué habría empleado, para designar al jefe de la jerarquía iniciática, el título de «Rey del Mundo», título que no figura en ninguna parte en Saint-Yves. Aunque se debieran admitir algunos plagios, por eso no sería menos cierto que  Ossendowski dice a veces cosas que no tienen su equivalente en la Mission de l´Inde, y que son las que no ha podido inventar de ninguna manera.


Tal es, por ejemplo, la historia de una «piedra negra» enviada antaño por el «Rey del Mundo» alDaläi-Lama, transportada después a Ourga, en Mongolia, y que desapareció unos cien años antes de que René Guénon escribiese el Rey del Mundo. Ossendowski, que no sabía que se trataba de un aerolito, buscaba explicar ciertos fenómenos, como la aparición de caracteres en su superficie, suponiendo que era una suerte de pizarra. Ahora bien, en numerosas tradiciones, las «piedras negras» desempeñan un papel importante, desde la que era el símbolo de Cybeles hasta la que está engastada en la Kaabah de la Meca. Habría que hacer también una aproximación curiosa con el lapsit exillis, piedra caída del cielo y sobre la cual aparecían inscripciones igualmente en ciertas circunstancias, y que es identificada con el Grial en la versión de Wolfram d’Eschenbach. Lo que lo hace todavía más singular, es que, según esa misma versión, el Grial fue finalmente transportado al «Reino del Prestejuan», que algunos han querido asimilar precisamente a Mongolia, aunque, por lo demás, ninguna localización geográfica pueda ser aceptada literalmente. He aquí otro ejemplo: el Bogdo-Khan o «Buddha vivo», que reside en Ourga, conserva, entre otras cosas preciosas, el anillo de Gengis-Khan, sobre el cual hay grabado un swastika, y una placa de cobre que lleva el sello del «Rey del Mundo». Parece que Ossendowski no vio más que el primero de esos dos objetos, pero le habría sido bastante difícil imaginar la existencia del segundo.  Si se cita a Ossendowski e incluso a Saint-Yves, es únicamente porque lo que han dicho puede servir de punto de partida a  diversas consideraciones.
El título de «Rey del Mundo», tomado en su acepción más elevada, la más completa y al mismo tiempo la más rigurosa, se aplica propiamente a Manu, el Legislador primordial y universal, cuyo nombre se encuentra, bajo formas diversas, en un gran número de pueblos antiguos; a este respecto, recordaremos solo el Mina o Ménès de los egipcios, el Menw de los celtas y el Minosde los griegos. Minos era a la vez el Legislador de los vivos y el Juez de los muertos; en la tradición hindú. Estas dos funciones pertenecen respectivamente a Manu y a Yama, pero éstos son representados como hermanos gemelos, lo que indica que se trata del desdoblamiento de un principio único, considerado bajo dos aspectos diferentes. Por lo demás, este nombre no designa de ningún modo a un personaje histórico o más o menos legendario; lo que designa en realidad, es un principio, la Inteligencia cósmica que refleja la Luz espiritual pura y formula la Ley (Dharma) propia a las condiciones de nuestro mundo o de nuestro ciclo de existencia; y es al mismo tiempo el arquetipo del hombre considerado especialmente en tanto que ser pensante (en sánscrito mânava).
Por otra parte, lo que importa esencialmente destacar aquí, es que este principio puede ser manifestado por un centro espiritual establecido en el mundo terrestre, por una organización encargada de conservar integralmente el depósito de la tradición sagrada, de origen «no-humano» (apaurushêya), por la que la Sabiduría primordial se comunica a través de las edades a aquellos que son capaces de recibirla. El jefe de una tal organización, que representa en cierto modo a Manu mismo, podrá legítimamente llevar su título y sus atributos. E incluso, por el grado de conocimiento que debe haber alcanzado para poder ejercer su función, se identifica realmente al principio del que es como la expresión humana, y ante el cual su individualidad desaparece. Tal es efectivamente el caso del Agarttha, si ese centro ha recogido, como lo indica Saint-Yves, la herencia de la antigua «dinastía solar» (Sûrya-vansha) que residía antaño enAyodhyâ, y que hacía remontar su origen a Vaivaswata, el Manu del ciclo actual. Esta sede de la «dinastía solar», si se la considera simbólicamente, puede ser aproximada a la «Ciudadela solar» de los Rosa-Cruz, y sin duda también a la «Ciudad del Sol» de Campanella. Tommaso Campanella (1568 – 1639) fue un filósofo y poeta italiano. Es también citado por su nombre castellanizado, Tomás Campanella. Su nombre antes de entrar en la Orden Dominica fue Giovanni Domenico Campanella. Escribió, entre otras muchas obras, una defensa de Galileo y el tratado utópico La ciudad del sol (compuesto durante su larga estancia en la cárcel por una conjura antiespañola, la misma causa que el economista Antonio Serra), donde describe un Estado teocrático universal basado en principios comunitarios de igualdad.
Saint-Yves no considera al jefe supremo del Agarttha como «Rey del Mundo», sino que  le presenta como «Soberano Pontífice», y, además, le pone a la cabeza de una «Iglesia brâhmanica», designación que procede de una concepción occidentalizada.  De hecho, esa denominación de «Iglesia brâhmanica» no ha sido empleada nunca en la India, más que por la secta heterodoxa y completamente moderna del Brahma-Samâj, nacida a comienzos del siglo XIX bajo influencias europeas y especialmente protestantes, dividida pronto en múltiples ramas rivales, y hoy día casi completamente extinguida. Es curioso notar que uno de los fundadores de esa secta fue el abuelo del poeta Rabindranath Tagore. Lo que dice Saint-Yves completa, a este respecto, lo que dice por su lado M. Ossendowski. Parece que cada uno de ellos no haya visto más que el aspecto que respondía más directamente a sus tendencias y a sus preocupaciones dominantes, ya que, en verdad, aquí se trata de un doble poder, a la vez sacerdotal y real. El carácter «pontifical», en el sentido verdadero de esta palabra, pertenece realmente, y por excelencia, al jefe de la jerarquía iniciática, y esto hace llamada a una explicación: literalmente, el Pontifex es un «constructor de puentes», y este título romano es en cierto modo, por su origen, un título «masónico». Pero, simbólicamente, es el que desempeña la función de mediador, estableciendo la comunicación entre este mundo y los mundos superiores.


San Bernardo dice que «el Pontífice, como lo indica la etimología de su nombre, es una suerte de puente entre Dios y el hombre». Hay en la India un término que es propio de los Jainas, y que es el estricto equivalente del Pontifex latino: es la palabra Tîrthankara, literalmente, «el que hace un vado o un paso»; el paso de que se trata, es el camino de la Liberación (Moksha). LosTîrthankaras son en número de veinticuatro, como los ancianos del Apocalipsis, que, por lo demás, constituyen también un Colegio pontifical. A este título, el arcoiris, el «puente celeste», es un símbolo natural del «pontificado»; y todas las tradiciones le dan significaciones perfectamente concordantes: así, en los Hebreos, es la prenda de la alianza de Dios con su pueblo; en China, es el signo de la unión del Cielo y de la Tierra; en Grecia, representaba a Iris, la «mensajera de los Dioses»; un poco por todas partes, en los Escandinavos tanto como en los Persas y los Árabes, en Africa central y hasta en algunos pueblos de América del Norte, es el puente que liga el mundo sensible al suprasensible. El jainismo es una religión de la India, fundada en el siglo VI a. C. por Majavirá. Se trata de una religión nastika, que no reconoce la autoridad de los textos Vedas ni de los brahmanes. En la actualidad, el jainismo está presente en la India oriental (Bengala), centro occidental (Rayastán, Majarastra y Guyarat) y meridional (Karnataka). Su filosofía y práctica enfatiza la necesidad de realizar esfuerzos para encaminar el alma hacia una conciencia divina y la liberación (Mokṣa). Aquella alma que venza a sus enemigos interiores y alcance el estado superior llamado jina pasa a ser denominada vencedora o conquistadora. El estado más elevado se conoce como siddha. El jainismo es conocido en los textos antiguos también como Śramaṇa dharma (que confía en sí mismo) o el camino de los nirgranthas (aquellos sin apegos ni aversiones).
Por otra parte, la unión de los dos poderes sacerdotal y real estaba representada por un cierto aspecto del simbolismo de Janus, simbolismo extremadamente complejo y de significaciones múltiples; bajo la misma relación, las llaves de oro y plata figuraban las dos iniciaciones correspondientes. Desde otro punto de vista, estas llaves son respectivamente la de los «Misterios mayores» y la de los «Misterios menores» — En algunas representaciones de Janus, los dos poderes son simbolizados también por una llave y un cetro. Para emplear la terminología hindú, se trata de la vía de los Brâhmanes y la de los Kshatriyas; pero en la cima de la jerarquía, uno está en el principio común de donde los unos y los otros sacan sus atribuciones respectivas, y por consiguiente más allá de su distinción, puesto que ahí está la fuente de toda autoridad legítima, en cualquier dominio en que se ejerza; y los iniciados del Agarttha son ativarna, es decir, «más allá de las castas». Haremos observar a este propósito que la organización social de la Edad Media occidental parece haber estado calcada, en principio, sobre la institución de las castas: el clero correspondía a los Brâhmanes, la nobleza a los Kshatriyas, el tercer estado a losVaishyas, y los siervos a los Shûdras.
En la Edad Media había una expresión en la que los dos aspectos complementarios de la autoridad se encontraban reunidos de una manera que es muy digna de observación: en aquella época, se hablaba frecuentemente de una región misteriosa a la que se llamaba el «Reino del Prestejuan». Concretamente, se trata del «Prestejuan», hacia la época de San Luis, en los viajes de Carpin y de Rubruquis. Lo que complica las cosas, es que, según algunos, habría habido hasta cuatro personajes llevando este título: en el Tíbet (o en el Pamir), en Mongolia, en la India, y en Etiopía. Pero es probable que en eso no se trate más que de diferentes representantes de un mismo poder. Se dice también que Gengis-Khan quiso atacar al reino del Prestejuan, pero que éste le repelió lanzando un rayo contra sus ejércitos. En fin, después de la época de las invasiones musulmanas, el Prestejuan habría dejado de manifestarse, y sería representado exteriormente por el Dalaï-Lama. Era el tiempo donde lo que se podría designar como la «cobertura exterior» del centro en cuestión se encontraba formada, en una buena parte, por los Nestorianos y los Sabeos. Se han encontrado en el Asia central, y particularmente en la región del Turkestan, cruces nestorianas que son exactamente semejantes como forma a las cruces de caballería, y de las que, algunas, además, llevan en su centro la figura de laswastika.
Por otra parte, hay que indicar que los Nestorianos, cuyas relaciones con el Lamaísmo parecen incontestables, tuvieron una acción importante, aunque bastante enigmática, en los comienzos del Islam. Los Sabeos, por su lado, ejercieron una gran influencia sobre el mundo árabe en tiempos de los Khalifas de Baghdad. Se pretende también que es entre ellos donde se habrían refugiado, después de una estancia en Persia, los últimos neoplatónicos. Y, precisamente, estos últimos se daban a sí mismos el nombre de Mendayyeh de Yahia, es decir, «discípulos de Juan». Es curioso que muchos grupos orientales de un carácter muy cerrado, desde los Ismaelitas o discípulos del «Viejo de la Montaña» hasta los Drusos del Líbano, hayan tomado uniformemente, lo mismo que las Órdenes de caballería occidentales, el título de «guardianes de la Tierra Santa». Parece que Saint-Yves había encontrado una palabra apropiada, quizás más todavía de lo que él mismo pensaba, cuando habla de los «Templarios del Agarttha». Para que nadie se sorprenda de la expresión de «cobertura exterior», agregaremos que es menester tener cuidado con el hecho de que la iniciación caballeresca era esencialmente una iniciación deKshatriya. Esto es lo que explica, entre otras cosas, el papel preponderante que desempeña en ella el simbolismo del Amor. En la sociedad védica los Kshatriya constituyen la segunda casta. Los movimientos entre las distintas castas en la antigüedad no eran infrecuentes, tanto hacia arriba como hacia abajo. El rango de un Kshatriya fue un premio reconocido por su relevante servicio a los gobernantes de la época. Fue convirtiéndose en hereditario a lo largo de los años. Ya en la Edad Moderna, esta casta incluía un gran número de subcastas, que se diferenciaban según la función o el estatuto, pero estaban unidas por los mismos pilares (la posesión de tierras, la búsqueda de guerras, un señor al cual rendir cuentas, etc.). 



Cuenta la leyenda que los kshatriyas, que como dicen, eran tiranos, fueron castigados obligándoles a descender de casta, quedando así en segundo lugar después de los brahmanes. También se cuenta que hubo una lucha entre las dos castas, pero los sacerdotes salieron vencedores. En el pasado, los Kshatriyas eran considerados como protectores del pueblo para defenderlo de los peligros. Los Kshatriyas eran reyes y guerreros en el ejército, e incluso los soldados de más bajo rango sabían lo básico de las artes marciales para defenderse y defender. Supuestamente eran capaces de luchar con los ojos vendados, y los arqueros podrían golpear a su objetivo con tan sólo escuchar un sonido en la oscuridad. Los Kshatriyas tienen fama de un gran coraje y mucha valentía, y las historias sobre ellos circulan desde mucho tiempo atrás. En la actualidad, quedan algunas familias de Kshatriyas, pero el número ha reducido enormemente. Las artes marciales aún se conservan y están siendo reutilizadas. Las familias lo consideran un símbolo de estatus, y el aprender artes marciales, un símbolo de tradición. La situación también no ha cambiado en lo referente a la situación del ejército, éste un área donde el patrimonioKshatriya rige. La mayor parte del ejército indio se compone de Kshatriyas, y estos se sienten orgullosos de ello.  Las mujeres Kshatriyas, en el pasado, se limitaban principalmente a sus casas y no jugaron un papel importante para la historia de esta casta. Una vez que una mujer se casa con un hombre de la casta, este se convierte en el marido de ella. A veces el hijo de la mujer más influyente se convertiría en el próximo rey o jefe de la familia (que es elegido por la madre). En el pasado, las mujeres Kshatriya también conocían las artes marciales y otras artes de la guerra.
La idea de un personaje que es sacerdote y rey al mismo tiempo  no es muy corriente en Occidente, aunque se encuentra, en el origen mismo del Cristianismo, representada de una manera destacable por los «Reyes Magos». Incluso en la Edad Media, el poder supremo (según las apariencias exteriores al menos) estaba dividido entre el Papado y el Imperio. En la antigua Roma, por el contrario, el Imperator era al mismo tiempo Pontifex Maximus.  La teoría musulmana del Khalifato une también los dos poderes, al menos en una cierta medida, así como la concepción extremo oriental del Wang. El emperador de China fue el jefe de gobierno y el jefe del estado de China desde la dinastía Qin, año 221 a. C., hasta la caída de la dinastía Qing en 1911. Los jefes de gobierno anteriores a la dinastía Qin eran denominados wang (“rey“). Antes del primer emperador, Qin Shi Huang, los caracteres huang (“rey dios“) y di (“rey sabio“) se usaron separada y nunca consecutivamente. Después de la dinastía Han, huangdi se abrevió como huang o di, perdiendo cada uno de los caracteres por separado el significado que tenían antes de la dinastía Qin. Una tal separación puede ser considerada como la marca de una organización incompleta por arriba, si uno puede expresarse así, puesto que no se ve aparecer en ella el principio común del que proceden y dependen regularmente los dos poderes. Así pues, el verdadero poder supremo debía encontrarse en otra parte.



En Oriente, el mantenimiento de esta separación en la cima misma de la jerarquía es bastante excepcional, y no es apenas más que en algunas concepciones búdicas donde se encuentra algo de este tipo. Queremos hacer alusión a la incompatibilidad afirmada entre la función deBuddha y la de Chakravartî o «monarca universal», cuando se dice que Shâkya-Muni, en un cierto momento, tuvo que escoger entre la una y la otra. Existe una analogía entre la concepción del Chakravartî y la idea del Imperio en la obra de Dante, de quien conviene mencionar el tratado De Monarchia. El término Chakravartî, que no tiene nada de especialmente búdico, se aplica muy bien, según los datos de la tradición hindú, a la función del Manu o de sus representantes: literalmente, es «el que hace girar la rueda», es decir, el que, colocado en el centro de todas las cosas, dirige su movimiento sin participar él mismo en él, o que, según la expresión de Aristóteles, es su «motor inmóvil». En un sentido enteramente comparable, la tradición china emplea la expresión de «Invariable Medio». Hay que destacar que, según el simbolismo masónico, los Maestros se reúnen en la «Habitación del Medio». El centro de que se trata es el punto fijo que todas las tradiciones están de acuerdo en designar simbólicamente como el «Polo», puesto que es alrededor de él donde se efectúa la rotación del mundo, representado generalmente por la rueda, tanto por los Celtas como por los Caldeos y los Hindúes. El símbolo céltico de la rueda se ha conservado en la Edad Media. Se pueden encontrar numerosos ejemplos de él en las iglesias románicas, y el rosetón gótico mismo parece ser un derivado suyo, ya que hay una relación cierta entre la rueda y las flores emblemáticas tales como la rosa en Occidente y el loto en Oriente.
Tal es la verdadera significación de la swastika, este signo que se encuentra difundido por todas partes, desde el Extremo Oriente hasta el Extremo Occidente, y que es esencialmente el «signo del Polo». Este mismo signo no ha sido extraño al hermetismo Cristiano. En el antiguo monasterio de los Carmelitas de Loudun, Francia,  pueden verse símbolos muy curiosos, que datan verosímilmente de la segunda mitad del siglo XV y entre los cuales la swastika ocupa uno de los lugares más importantes. Hay que anotar que los Carmelitas, que han venido de Oriente, vinculan la fundación de su Orden a Elías y a Pitágoras, como la Masonería, por su lado, se vincula a la vez a Salomón y al mismo Pitágoras, lo que constituye una similitud bastante destacable. Y también algunos pretenden que en la Edad Media tenían una iniciación muy parecida a la de los Templarios, así como a los religiosos de la Merced. Se sabe que esta última Orden ha dado su nombre a un grado de la Masonería escocesa. En efecto, los sabios contemporáneos han buscado vanamente explicar este símbolo mediante las teorías más fantasiosas. La mayoría de entre ellos, obsesionados por una suerte de idea fija, han querido ver en él, como casi por todas partes, un signo exclusivamente «solar».  La misma precisión se aplica concretamente a la rueda. Otros han estado más cerca de la verdad al considerar la swastikacomo el símbolo del movimiento. Pero esta interpretación, sin ser falsa, es muy insuficiente, ya que no se trata de un movimiento cualquiera, sino de un movimiento de rotación que se cumple alrededor de un centro o de un eje inmutable. Y es el punto fijo el que es el elemento esencial al que se refiere directamente este símbolo.






Existe la opinión que hace de la swastika el esquema de un instrumento primitivo destinado a la producción del fuego. Ahora bien, si este símbolo tiene a veces una cierta relación con el fuego, puesto que es concretamente un emblema de Agni, es por razones completamente diferentes. En el marco del hinduismo, Agní (del vocablo sánscrito agní: ‘fuego’) es el dios védico del fuego. Junto con Indra y Surya conforman la “trinidad védica” (más antigua y más tarde olvidada y reemplazada por la trinidad puránica de Brahmā, Vishnú y Śiva). Agnídev es hijo de la diosa Pritiví (la Tierra) y del dios Diaus Pitar (que es una derivación del antiquísimo término indoeuropeo que se convertiría en el griego Zeus, el latín Deus y Júpiter) y el sánscrito Diaus Pitar [‘Dios padre’]). Una de las tareas de Agnídev es la de ser mensajero entre los dioses y los mortales. Protege a los hombres y a los hogares de los hombres. En su cabeza tiene un millón de ojos. En el arte hindú se lo representa con dos rostros —lo que sugiere sus efectos beneficiosos y destructivos—, ojos y cabello negro, tres piernas y siete pares de brazos. De su cuerpo emanan siete rayos de luz (otro de sus nombres es Sapta Jihwá, ‘siete lenguas’). Su vehículo es un macho cabrío, o una cuadriga tirada por cabras (o más raramente por loros). Actualmente en los templos hindúes todavía se utiliza el sagrado taladro agní manthana para generar fuego por fricción, que simboliza el milagroso nacimiento diario de Agní.
Por lo que acabamos de decir, ya se puede comprender que el «Rey del Mundo» debe tener una función esencialmente ordenadora y reguladora, con la misma raíz que rex y regere, función que puede resumirse en una palabra como la de «equilibrio» o de «armonía», lo que traduce precisamente en sánscrito el término Dharma. La raíz dhri expresa esencialmente la idea de estabilidad; la forma dhru, que tiene el mismo sentido, es la raíz de Dhruva, nombre sánscrito del Polo, y algunos le aproximan el nombre griego del roble, drus; en latín, por lo demás, la misma palabra robur significa a la vez roble y fuerza o firmeza. En los Druidas (cuyo nombre debe leerse quizás dru-vid, uniendo de este modo la fuerza y la sabiduría), así como en Dodona, donde se encontraba el famoso Oráculo de Dodona, el roble representaba el «Árbol del Mundo», símbolo del eje fijo que une los polos. Lo que entendemos por eso, es el reflejo, en el mundo manifestado, de la inmutabilidad del Principio supremo. Se puede comprender también, por las mismas consideraciones, por qué el «Rey del Mundo» tiene como atributos fundamentales la «Justicia» y la «Paz», que no son más que las formas revestidas por ese equilibrio y esa armonía en el «mundo del hombre» (mânava-loka). Es menester recordar aquí los textos bíblicos en los que la Justicia y la Paz se encuentran estrechamente vinculadas: «Justitia et Pax osculatae sunt», «Pax opus Justitiae», etc.


Algunos se asustan ante la designación de «Rey del Mundo», que han relacionado con la dePrinceps hujus mundi que se menciona en el Evangelio. No hay que decir que una tal relación es completamente errónea y desprovista de todo fundamento. Para descartarla, podríamos observar simplemente que este título de «Rey del Mundo», en hebreo y en árabe, se aplica corrientemente a Dios mismo. Por lo demás, hay una gran diferencia de sentido entre «el Mundo» y «este mundo», hasta tal punto que, en algunas lenguas, existen para designarlos dos términos enteramente distintos: así, en árabe, «el Mundo» es el-alâm, mientras que «este mundo» es ed-dunyâ. No obstante, como eso puede dar la ocasión a algunas observaciones interesantes, consideraremos a este propósito las teorías de la Kabbala hebraica concernientes a los «intermediarios celestes», teorías que, por lo demás, tienen una relación muy directa con el tema principal de este artículo. Los «intermediarios celestes» de que se trata son la Shekinah yMetatron. En un sentido más general, la Shekinah es la «presencia real» de la Divinidad. Es  sobre todo donde se trata de la institución de un centro espiritual: la construcción del Tabernáculo, la edificación de los Templos de Salomón y de Zorobabel. Un tal centro, constituido en condiciones regularmente definidas, debía ser en efecto el lugar de la manifestación divina, siempre representada como «Luz». Y es curioso destacar que la expresión de «lugar muy iluminado y muy regular», que la Masonería ha conservado, parece ser efectivamente un recuerdo de la antigua ciencia sacerdotal que presidía la construcción de los templos, y que no era solo particular de los judíos.
La Shekinah se presenta bajo aspectos múltiples, entre los cuales hay dos principales, uno interno y el otro externo. Ahora bien, por otra parte, hay en la tradición cristiana, una frase que designa claramente estos dos aspectos: «Gloria in excelsis Deo, et in terra Pax hominibus bonae voluntatis». Las palabras Gloria y Pax se refieren respectivamente al aspecto interno, en relación al Principio, y al aspecto externo en relación al mundo manifestado. Y, si se consideran así estas palabras, se puede comprender inmediatamente por qué son pronunciadas por los Ángeles (Malakim) para anunciar el nacimiento de «Dios con nosotros» o «en nosotros» (Emmanuel). Se podría también, para el primer aspecto, recordar las teorías de los teólogos sobre la «luz de la gloria» en y por la cual se opera la visión beatífica (in excelsis). Y, en cuanto al segundo, volvemos a encontrar aquí la «Paz» que, en su sentido esotérico, está indicada por todas partes como uno de los atributos fundamentales de los centros espirituales establecidos en este mundo (in terra). Por lo demás, el término árabe Sakînah, que es evidentemente idéntico al hebreo Shekinah, se traduce por «Gran Paz», lo que es el exacto equivalente de la Pax Profunda de los Rosa-Cruz. Y, por eso, se podría explicar sin duda lo que éstos entendían por el «Templo del Espíritu Santo», así como también se podrían interpretar de una manera precisa los numerosos textos evangélicos en los que se habla de la «Paz», tanto más cuanto que la «tradición secreta concerniente a la Shekinah tendría alguna relación con la Luz del Mesías». Por lo demás, en el Evangelio mismo se declara muy explícitamente que aquello de lo que se trata no es la paz en el sentido en que la entiende el mundo profano.


FUENTE: VERITAS-BOSS

¿QUIÉN ES ESTA ENIGMÁTICA ENTIDAD LLAMADA EL REY DEL MUNDO? 1


La obra póstuma de Saint-Yves d´Alveydre,  titulada Mission de l´Inde, que fue publicada en 1910, contiene la descripción de un centro iniciático misterioso designado bajo el nombre deAgarttha. Pero muchos lectores de dicho libro debieron suponer que eso no era más que un relato puramente imaginario, una suerte de ficción que no reposaba sobre nada real. En efecto, si se quiere tomar todo al pie de la letra, hay algunas inverosimilitudes que, al menos para aquellos que se atienen a las apariencias exteriores, podrían justificar una tal apreciación. 

Y sin duda Saint-Yves había tenido buenas razones para no hacer aparecer él mismo esta obra, escrita desde hacía bastante tiempo, y que verdaderamente no estaba puesta a punto. Por otra parte, hasta entonces, en Europa no se había hecho apenas mención del Agarttha y de su jefe, el Brahmâtmâ, más que por el escritor Louis Jacolliot. Se cree que éste había oído hablar realmente de estas cosas en el curso de su estancia en la India, pero que después las había arreglado de una  manera eminentemente fantasiosa. Pero, en 1924, se produjo un hecho inesperado: el libro titulado “Bestias, Hombres, Dioses”, en el que Ferdinand Ossendowski cuenta las peripecias de un viaje accidentado que hizo en 1920 y 1921 a través de Asia central, encierra, sobre todo en su última parte, relatos casi idénticos a los de Saint-Yves; y el ruido que se produjo alrededor de este libro proporciona una ocasión favorable para romper el silencio sobre esa cuestión del Agarttha.




Alejandro Saint-Yves d’Alveydre (1842 – 1909), esoterista francés y autor de “El Arqueómetro“, “La Teogonía de los Patriarcas” y una Colección de textos titulados “Las Misiones” (de los judíos, de los franceses, etc). En ellas cubre grandes periodos históricos y trata temas con profundidad inusitada, revelando al Maestro.  Hay quién lo considera miembro de laAgartha Shanga de la época. Aunque su lenguaje es claro, el uso de neologismos y la referencia a conceptos de la Teogonía y Cosmogonía, dificultan la comprensión de los contenidos. Fue guía de distinguidos discípulos tales como Gerard Encausse Papus, fundador de la Orden Martinista. Y Ch. Gougy el arquitecto realizador de los planos arqueométricos. Ambos fueron miembros de la Sociedad Civil “Los Amigos de Saint Yves“. La clave del “El Arqueómetro” es retomado por otros autores tales como el Dr. Serge Raynaud de la Ferriere, fundador de la GFU, quién la aplica en los libros “Yug, Yoga, Yoghismo” y “Los Grandes Mensajes“.
Fernando Ossendowski, en su libro “Bestias, Hombres, Dioses”, explica una profecía desconocida para la gran mayoría de la gente, pero no por eso menos inquietante. Fue anunciada, tal como dice el texto, a finales del siglo XIX a los lamas de un monasterio budista en Asia. Y fue escrita por el autor del libro mencionado a comienzos del siglo XX, según consta en los registros editoriales. Al analizar esta profecía detalladamente podemos observar interesantes similitudes con acontecimientos sucedidos durante el siglo XX y escalofriantes predicciones que deberían suceder en el presente siglo. El texto es el siguiente: “El hutuktu de Narabanchi me refirió lo siguiente cuando tuve ocasión de visitarle en su monasterio al empezar el año 1921: - “la vez que el rey del mundo apareció a los lamas de nuestro monasterio, favorecidos por Dios, hace treinta años, hizo una profecía relativa a los años venideros, que entre otras cosas, dice: ” …… Enseguida vendrán dieciocho años de guerra y cataclismos… Luego los pueblos de Agharti saldrán de sus cavernas subterráneas y aparecerán en la superficie de la tierra…”. Agartha, también conocida o denominada Agarthi, Agharta o Agarttha, es, según la tradición oriental, un reino constituido por numerosas galerías subterráneas que conectan con decenas de ciudades intraterrestres habitadas por seres de un altísimo nivel de conocimiento, que custodian y preservan la evolución planetaria.



Diferentes culturas de todo el planeta, especialmente en Asia, han dejado importantes referencias acerca de este misterio. La situación geográfica de su capital, de nombre Shambala, se encontraría bajo el desierto de Gobi. Estas teorías son tan antiguas como la humanidad y en algunas leyendas se habla del reino subterráneo de Agartha, que se encuentra bajo los montes del Tibet. Se ha dicho en muchas ocasiones que los tan discutidos ovnis no proceden del espacio, sino que tienen sus bases en el interior de la Tierra, que abandonan saliendo precisamente por las dos aberturas que existen en ambos Polos. “Ahí vive la raza superior, la misma que un día subirá a aniquilarnos“. Esta teoría, defendida hace dos siglos por el inglés Bulwer Lytton, sería aceptada por los filósofos del nazismo, quienes se mostrarían convencidos de la existencia de un sol interior. Este sol iluminaría a una tierra hueca cuyos habitantes serían de raza aria y odiarían a muerte a los que vivimos en la superficie del planeta. El mito de este mundo secreto en las profundidades de la tierra nos conduce hasta a la religión Brahamánica. En el libro “El rey del Mundo” (1927), el esotérico francés René Guénon enumera gran cantidad de tradiciones antiguas que hablan de una tierra santa localizada en lugares legendarios, como la Atlántida, el Reino del Preste Juan o el propio Castillo de Camelot entre otros.
René Guénon o Abd al-Wâhid Yahyâ (1886 -1951) fue un matemático, filósofo y metafísico francés. De profesión matemático, es conocido por sus publicaciones de carácter filosófico espiritual y su esfuerzo en pro de la conservación y divulgación de la Tradición Espiritual.  Me ha basado en gran parte en las obras de este eminente filósofo para escribir este artículo, especialmente en su obra “El Rey del Mundo”. De todos modos, recomiendo al lector leer sus obras, que son de una gran erudición. Se le relaciona con Ananda Coomaraswamy, otro gran metafísico anglo-indio de la primera mitad del siglo XX. René Guénon, gran estudioso de las doctrinas orientales y de las religiones, se esforzó por aportar a Occidente una visión no simplista del pensamiento oriental, especialmente de la India y por su defensa de las civilizaciones tradicionales frente a Occidente. Destaca su crítica a la civilización occidental desde presupuestos metafísicos y no ideológicos ni políticos. El estudio de sus libros sobre el hinduismo es indispensable para todas aquellas personas que quieran profundizar en dicha tradición. René Guénon, hijo único de Jean-Baptiste, arquitecto, y de Anna-Léontine Jolly, nace en Blois el 15 de noviembre de 1886. Transcurre en esta ciudad una infancia y una adolescencia totalmente normales, recibiendo la primera educación de su tía materna, institutriz, y continuándola luego en la escuela de Notre-Dame des Aydes, conducida por religiosos. En 1902 pasa al Colegio Augustin-Thierry y al año siguiente se recibe de bachiller «ès lettres-philosophie».



En 1904 se dirige a París, para seguir un curso académico de matemáticas superior en el colegio Rollin. Sin embargo, en 1906 aproximadamente interrumpe sus estudios universitarios, a causa, se dice, de su salud, que según parece ya era bastante delicada desde la infancia. Después de la interrupción de los estudios académicos comenzó para René Guénon un período rico en encuentros y fecundo en escritos; sin embargo, es en extremo difícil recoger testimonios seguros sobre sus relaciones, complejas, y generadas frecuentemente por motivos que tenían una relación directa con el desarrollo de su obra escrita, en particular en su aspecto de clarificación y condena de las pseudo-doctrinas ocultistas y «teosofistas». En el período que va de 1906 a 1909 René Guénon frecuenta la «Escuela Hermética», dirigida por Papus, y se hace admitir en la Orden Martinista y en otras organizaciones colaterales. En el congreso espiritualista y masónico de 1908 en el que participa en calidad de secretario de despacho, entra en relación con Fabre des Essarts, «patriarca» de la «Iglesia Gnóstica», en la cual lleva el nombre de Synesius. René Guénon ingresa en esta organización con el nombre de Palingenius. Aquí conoce a dos personajes de notable apertura mental: Léon Champrenaud (1870-1925) y Albert Puyou, conde de Pouvourville (1862-1939), el primero entraría más tarde en el Islam con el nombre de Abdul-Haqq, el segundo un ex-oficial del ejército francés que durante su destino en Extremo Oriente había sido admitido, caso más bien raro para un occidental,  en ambientes taoístas.
Siempre en este mismo período se produce la formación de una «Orden del Templo», dirigida por Guénon; esta organización tendrá una vida breve, pero costará a su fundador el ser excluido de los grupos dirigidos por Papus. También es de este período la admisión de René Guénon a la Logia masónica Thébah, dependiente de la Gran Logia de Francia, del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Es 1908 el año al que algunos hacen remontar el encuentro de Guénon con calificados representantes de la India tradicional. En 1909 funda la revista La Gnose, donde aparecerán su primer escrito,  titulado El Demiurgo, así como artículos sobre Masonería y, lo que es más importante en cuanto que demuestra cómo las doctrinas orientales ya habían sido completamente asimiladas por él en esta época, las primeras redacciones de El Simbolismo de la Cruz, El Hombre y su devenir según el Vêdânta y Los principios del cálculo infinitesimal. A fines de 1910 conoce a John Gustaf Agelii, pintor sueco devenido musulmán con el nombre de Abdul-Hadi cerca de 1897, y vinculado al Tasawwuf (esoterismo islámico) por el Sheikh Abder-Rahmân Elish el Kebir. La revista La Gnose deja de publicarse en febrero de 1912. El 11 de julio del mismo año René Guénon se casa en Blois con la Srta. Berthe Loury y, en este mismo año entra en el Islam. A los años 1913-1914 se remonta su encuentro con un hindú, el Swami Narad Mani, quien le procura una documentación sobre la «Sociedad Teosófica».



Entre 1915 y 1919 es suplente en el colegio de Saint-Germain- en-Laye, reside en Blois, donde muere su madre en 1917, y es profesor de filosofía en Sétif (Argelia). Retorna a Blois y luego a París. En 1924 (y hasta 1929) da lecciones de filosofía en el curso Saint-Louis. En este año tiene lugar una conferencia de prensa en la cual participa junto a Ferdinand Ossendowski,  polaco, autor de una crónica de viaje a través de Mongolia y el Tíbet que había despertado un cierto interés algunos años antes, Gonzague Truc, René Grousset, y Jacques Maritain. También en 1924 aparece la obra Oriente y Occidente. El año 1925 ve su colaboración con la revista católicaRegnabit, dirigida por el R. P. Anizan, que le había sido presentado por el arqueólogo Louis Charbonneau Lassay, de Loudun. El 15 de enero de 1928 fallece su esposa. En este mismo año comienza su colaboración regular con la revista Le voile d’Isis, la que desde 1933 tomará el título de Études Traditionelles. En 1930 parte para El Cairo, donde se establecerá definitivamente, desposando en 1934 a la hija del Sheikh Mohammed Ibrahim, con la que tuvo cuatro hijos (dos varones y dos niñas), uno de ellos póstumo. El resto de su obra de clarificación doctrinal fue compuesta en el período de su estadía en Egipto, período que va de 1930 a 1951, año en el que muere, el día 7 de enero.
René Guénon define el mundo moderno de su época como la degeneración e inversión del mundo tradicional. Por una parte el carácter decisivo de la modernidad es su carácter anti-tradicional, su negación de toda herencia del pasado y su falta de reconocimiento de cualquier deuda con una sabiduría o cultura anterior. La oposición clásica entre Occidente y Oriente no es geográfica sino ideológica y doctrinal. Por eso se puede decir, un poco paradójicamente, que mientras Europa fue tradicional (en la Edad Media) se la podía calificar de “oriental” desde nuestra perspectiva actual. Del mismo modo el Oriente actual, investido de pensamiento occidental, no es ya “oriental“, está occidentalizado (o en otras palabras des-orientado, si tomamos el sentido simbólico y profundo del término). En efecto, como advertía René Guénon, la Edad Media estaba más cercana a la civilización india o extremo-oriental que a nuestra sociedad actual en cualquiera de sus aspectos. De hecho el carácter tradicional de la Edad Media aseguraba y garantizaba un permanente contacto y diálogo con el Oriente tanto geográfico como doctrinal. La conclusión última de su obra (contenida principalmente en El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos) es que la condición del mundo moderno testimonia el fin del ciclo actual de la humanidad, algo que señalan simbólicamente los mismos términos Oriente y Occidente.



Su obra escrita se puede dividir en varios bloques temáticos: exposición de doctrinas orientales y principios metafísicos: aquí se encuentran obras como Introducción General al estudio de las Doctrinas Hindúes (su primera obra, que escribió por encargo y que es una introducción a la Tradición en general), Los estados múltiples del Ser o Principios del cálculo infinitesimal; estudios sobre simbolismo y su interpretación ortodoxa tradicional, en este apartado se encuadran los numerosos artículos escritos para la revista El velo de Isis que posteriormente pasaría a llamarseRevista de Estudios Tradicionales. Estos artículos fueron compilados por Michel Vâlsan en la obra póstuma Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada y en La Gran Tríada; ensayos relativos a la Tradición Primordial, la Iniciación y las sociedades iniciáticas tanto actuales (Masonería) como históricas: El Rey del Mundo; reflexiones críticas sobre el mundo moderno y la sociedad occidental. Contra lo que podría parecer, René Guénon estuvo muy preocupado por el mundo presente. Partiendo de una fuerte crítica a la sociedad occidental pueden distinguirse tres etapas cronológicas en su toma de postura respecto a la cuestión, etapas que se corresponden a su vez con las tres obras en que aborda principalmente el problema de la modernidad.
Oriente y Occidente es la primera de ellas, aborda la falta de comprensión y entendimiento entre esos dos mundos que denominamos Oriente y Occidente, condenados a entenderse si no quieren aniquilarse recíprocamente y perecer. René Guénon defiende una salida inevitablemente dialogada a esta tradicional oposición como vía para lograr el entendimiento entre las diferentes culturas. Hay que señalar que pese a traslucir un optimismo ingenuo es precursor al señalar esta confrontación (o conflicto) que hoy día está en el punto de mira de todos los analistas del mundo actual. La Crisis del Mundo Moderno, a la luz de los acontecimientos que se sucedían en el período de entreguerras René Guénon ve matizado su optimismo, pero no abandona la idea de que el entendimiento entre ambos y la rectificación en vista a una vuelta a la normalidad de Occidente, son posibles. Su análisis se sustenta en la confianza de preservación (en cierta medida) del Espíritu Tradicional en el extremo Oriente, en particular en las culturas china e india. El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos es, sin duda, su mayor, más completa, ambiciosa y acabada obra. Sus anteriores optimismo y confianza dan lugar a un análisis más duro y frío en el que domina el pesimismo y quizá cierto desapego por el destino de la civilización humana actual. En efecto, la Guerra Mundial no deja lugar para la esperanza ni el optimismo. En esta obra René Guénon analiza la civilización occidental partiendo de los principios generales del Vedânta y situándola dentro del marco de las Cuatro Edades(Yugas) que establece la Tradición. Las conclusiones son tan demoledoras como preocupantes por lo que suponen a futuro. Esta clasificación temática de la obra de René Guénon no es rigurosa,  pues en cada obra se encuentran contenidos pertenecientes a los otros campos. Sería vano intentar sistematizar una obra tan interdisciplinar y que se quiere abierta, a diferencia de un sistema filosófico que pretende siempre ser completo y cerrarse sobre sí mismo. Su obra no intenta ser un sistema cerrado, definido y acabado sino una mirada abierta y múltiple sobre el mundo, llena de sugerencias y referencias a todos los campos.



Louis Jaccolliot, Alexandre Saint-Yves d”Alveydre y Ferdinand Ossendowski fueron los primeros en difundir la descripción de Agartha. La teosofa Helena Blavatsky mantiene la opinión y creencia de que el reino de Agartha fue fundada por semi-dioses provenientes del planeta Venus. Las doctrinas esotéricas mas fantasiosas retrasan su fundación hasta hace unos quince millones de años. La idea de mundos subterráneos se pudo haber inspirado en creencias religiosas antiguas como el Hades, el Sheol y el infierno. La palabra Agharta es de origen budista. Se refiere al Mundo o Imperio Subterráneo, en cuya existencia creen los budistas. Ellos también creen que este Mundo Subterráneo tiene millones de habitantes y muchas ciudades, con Shamballah como su capital. Allí vive el Gobernante Supremo del Imperio, conocido en oriente como el Rey del Mundo. Se cree que el Dalai Lama del Tíbet es su representante en la superficie. Transmite sus mensajes utilizando algunos túneles secretos que conectan el mundo subterráneo con el Tíbet. Brasil, en el oeste, y Tíbet, en el este, parecen ser las dos partes del mundo donde se accede con mayor facilidad a este Mundo Subterráneo. El famoso artista, filósofo y explorador ruso Nicholas Roerich, que viajó por Asia central, sostenía que Lhasa, la capital del Tíbet, estaba conectada mediante un túnel con la ciudad de Shamballah, capital del imperio subterráneo de Agharta. La entrada al túnel estaba vigilada por lamas, a los que el Dalai Lama había hecho jurar secreto sobre su ubicación. Se creía que había un túnel similar que conectaba la base de la pirámide de Gizeh con el Mundo Subterráneo, por el que se supone que se podía establecer contacto con los “dioses” del mundo subterráneo.
Las diferentes estatuas gigantes de los primeros dioses y reyes egipcios, así como las de Buda, hallados en todo Oriente, representan los “dioses” subterráneos que vinieron a la superficie para ayudar a la raza humana. Eran emisarios de Agharta, el paraíso subterráneo al que todos los budistas desean llegar. La tradición budista dice que la primera colonización de Agharta se produjo hace muchos miles de años, cuando un hombre santo condujo bajo tierra a una tribu que desapareció. Se supone que los gitanos provienen de Agharta, lo cual explicaría sus permanentes traslados. ¿Para encontrar el hogar perdido? Esto nos recuerda a Noé, que se supone residía en la Atlántida y que se salvó del diluvio que sumergió a la mítica isla. Se cree que él llevó a su grupo a las altas planicies del Brasil, donde se establecieron en ciudades subterráneas, conectadas con la superficie por medio de túneles, para poder escapar de los residuos radioactivos producto de una supuesta guerra nuclear que se cree iniciaron los atlantes. Se supone que esta civilización subterránea tiene muchos miles de años (se cree que la Atlántida se hundió hace +11.500 años) y se afirma que son capaces de manejar fuerzas que nosotros ignoramos, como demuestran sus naves volantes operando con una fuente de energía desconocida. Ossendowski sostiene que el Imperio de Agharta consiste en una red de ciudades subterráneas, conectadas entre sí por túneles, por los que pasan vehículos a tremendas velocidades, tanto debajo de la tierra como del océano.



Estos pueblos viven bajo el reinado de un gobierno mundial, encabezado por el Rey del Mundo. Representan a los descendientes del continente perdidos de Mu (Lemuria) y la Atlántida, además de los de Hiperborea.  Las versiones positivas afirman que en distintas épocas los “dioses” de Agharta vinieron a la superficie para enseñar a los seres humanos y salvarlos de las guerras, las catástrofes y la destrucción. De todos modos hay varios datos que parecen apuntar a algunas intervenciones menos pacíficas. En la épica hindú, el Ramayana, describe a Rama como un emisario de Agharta, que vino en un vehículo aéreo. Osiris fue otro dios subterráneo. Según Donnelly, en su libro “Atlantis: el mundo antediluviano”, los “dioses” de los antiguos eran los gobernantes de la Atlántida y miembros de una raza de semidioses que gobernaba la humanidad. Antes de la destrucción de su continente, que ya habían previsto, viajaron en sus naves volantes al Mundo Subterráneo, a través de la abertura polar, donde aún viven. “El imperio de Agharta“, escribió Ossendowski en su libro “Bestias, Hombres, Dioses”, “se extiende por túneles subterráneos a todas partes del mundo“. En ese libro habla de la vasta red de túneles construida por una raza prehistórica de la más remota antigüedad, que pasa debajo de océanos y continentes, y por los que viajaban vehículos veloces. El imperio del que habla Ossendowski y que aprendió de los lamas del Lejano Oriente durante sus viajes en Mongolia, consiste en ciudades subterráneas bajo la corteza terrestre. Debemos diferenciar éstas de las que están situadas en el supuesto centro hueco de la tierra. Por lo tanto, existen dos mundos subterráneos, uno más superficial y otro en el centro de la tierra.
El escritor O.C. Huguenin, en su libro sobre OVNIS y el mundo subterráneo, cree que existen muchas ciudades subterráneas en diferentes profundidades, entre la corteza terrestre y el interior hueco. Con respecto a los habitantes de estas ciudades, escribe lo siguiente: “Esta otra humanidad tiene un alto grado de civilización, organización económica y social y progreso cultural y científico. En comparación, la de la superficie terrestre es una raza de bárbaros“. En su libro, Huguenin muestra también un diagrama del interior de la tierra, en el que se observan varías ciudades subterráneas en diferentes niveles de profundidad, conectadas entre sí por túneles. Las describe dentro de inmensas cavidades en la tierra. ¿De dónde obtuvo su información? Dice que la ciudad de Shamballah, la capital del imperio subterráneo, está en el centro de la tierra en vez de encontrarse cerca de la corteza sólida. Sobre este mundo subterráneo escribió lo siguiente: “Todas las cavernas subterráneas de América están habitadas por gente antigua que desapareció del mundo. Estos pueblos y las regiones subterráneas donde viven están bajo la misma autoridad suprema del Rey del Mundo. Tanto el océano Atlántico como el Pacífico, una vez fueron el hogar de los vastos continentes que luego se sumergieron; y sus habitantes hallaron refugio en el Mundo Subterráneo. Las profundas cavernas están iluminadas por una luz resplandeciente que permite el crecimiento de cereales y otros vegetales y les brinda una larga vida, libre de enfermedades. En este mundo, existe una gran población y muchas tribus“.











En su libro “The Coming Race”, Bulwer Lytton describe una civilización mucho más avanzada que la nuestra, que existe dentro de grandes cavidades en el interior de la Tierra, conectada con la superficie mediante largos túneles. Estas inmensas cavidades están iluminadas por una misteriosa luz que no requiere de lámparas. Esta luz mantenía la vida vegetal y permitía a los habitantes subterráneos cultivar sus propios alimentos. Los habitantes que Lytton describe eran vegetarianos y disponían de aparatos que les permitían volar en vez de caminar. Estaban libres de enfermedades y tenían una organización social perfecta, en la que cada uno recibía lo que necesitaba, sin la explotación de unos por otros. No se ha dejado de acusar a Ossendowski de haber plagiado a Saint-Yves. Primero, hay lo que podría parecer más inverosímil en Saint-Yves mismo, tal como la afirmación de la existencia de un mundo subterráneo que extiende sus ramificaciones por todas partes, bajo los continentes e incluso bajo los océanos, y por el cual se establecen comunicaciones invisibles entre todas las regiones de la tierra. Por lo demás, Ossendowski, que no toma en cuenta esta afirmación, declara incluso que no sabe qué pensar de ella, aunque la atribuye a diversos personajes que él mismo ha encontrado en el curso de su viaje. Hay también, sobre puntos más particulares, el pasaje donde el «Rey del Mundo» es representado ante la tumba de su predecesor, el pasaje donde se trata del origen de los Bohemios, que habrían vivido antaño en el Agarttha, como muchos otros todavía. La existencia de pueblos «en tribulación», de los que los Bohemios son uno de los ejemplos más sobresalientes, es realmente algo muy misterioso y que requeriría ser examinado con atención. Saint-Yves dice que hay momentos, durante la celebración subterránea de los «Misterios cósmicos», donde los viajeros que se encuentran en el desierto se detienen, donde los animales mismos permanecen silenciosos; El Dr. Arturo Reghini dice que esto podría tener alguna relación con el timor panicus de los antiguos.

FUENTE: VERITAS-BOSS


lunes, 12 de noviembre de 2012

LA FASCINANTE BELLEZA DE LAS SEMILLAS (MICRO-MODELOS DE REPRODUCCIÓN CÓSMICA)

La colección fotográfica “Means of Reproduction” de Svjetlana Tepavcevic nos invita a maravillarnos de las formas intrincadas y prístinas de las semillas.




Las semillas no solo engloban uno de los fenómenos más maravillosos de la naturaleza –la reproducción y el crecimiento explosivo– también constituyen una sublime y a veces secreta expresión estética. La belleza intrincada del mundo de las semillas se puede apreciar en el trabajo de  Svjetlana Tepavcevic, quien casi por casualidad descubrió su diminuta atracción.

Habiendo trabajado en fotografía de naturaleza antes,  Svjetlana Tepavcevic se convirtió en coleccionista de semillas cuando hacía una caminata por Los Angeles y encontró un “objeto fabuloso. Estaba sucio y dañado, pero su estructura intrincada y su extraña belleza me fascinaron. Demasiado pequeño para ser el cráneo de un pequeño animal, el objeto aludía a muchas cosas”. Esta potencialidad de las semillas parece ser la clave de su atracción y desdoblamiento. Una semilla que puede llegar a ser apenas un maltrecho arbusto o un florido e imponente árbol que viva cientos de años –todo esto está latente en la multiplicidad que significa una semilla. Algo que se puede transpolar metafóricamente a otros ámbitos: todo lo que sostenemos, todo lo que hacemos o pensamos es una semilla que puede convertirse en una gran variedad de cosas.

Par captar este fascinante magnetismo embrionario, Tepavcevic utiliza un escáner con el que realiza impresiones de alta resolución. Una técnica bastante sencilla pero que a la vez logra transmitir la enorme complejidad de formas, colores y gestaciones ominosas. Lo que transmuta el objeto desnudo es la mirada, que realiza una aguda edición de la naturaleza.

La serie Means of Reproduction, está motivada por encontrar la belleza en el mundo cotidiano y despertar una conciencia de los orígenes de la vida, pero también tiene un contexto personal –en el eterno doble juego entre eros y thanatos.  ”Ya que viví la guerra y he visto mucha muerte y destrucción, está siempre en mi mente. Va haber un día en el que toda esta vida ya no esté presente, todo se mueve, cambia y muere”,  dice Tepavcevic, quien vivió el conflicto armado entre las diferentes etnias de la antigua Yugoslavia. Una muerte que también se transmite, como reverso, en algunas de estas imágenes, semillas abortadas, secas y descompuestas: promesas de vida que no fue.

Pero la vida renace, en un mismo proceso circular. La reproducción es la fuerza promordial de la naturaleza, una energía que atraviesa a todos los seres vivos y que también se puede observar en el brote de las semilla, que precede la culminación de ese proceso de creación. Estar atentos a este proceso, a esta potencia secreta,  es lo que alimenta el proyecto, según Tepavcevic:  ”El proyecto de foto no sólo se trata de  encontrar las semillas, se trata de un estado mental, un sentido de conciencia y alerta sobre todo lo que nos rodea”.


Resulta asombroso cómo de objetos tan pequeños y en apariencia tan sencillos resultan formas tan grandes y complejas y. El cono de un árbol secuoya, por ejemplo, apenas mide un par de centímetros.  Lo cierto es que las semillas tienen la complejidad en potencia, algo que una mirada penetrante puede descubrir. Son esencialmente vehículos de información –información que procesada adecuadamente puede rendir frutos enormes. La semilla es en realidad una  especie de nave fortificada para que la información (una intención biológica) pueda germinar.



Otra de los placeres de observar las semillas, es que sus formas evocan órganos sexuales, como si hubiera una correspondencia entre toda la naturaleza, una especie de diseño que lo mismo abarca la funcionalidad que la fecundidad estética –tal vez porque la estética es lo que seduce, de esta forma manteniendo el flujo de la fuerza reproductiva. Úteros, vulvas, trompas de falopio, y en algunos casos espermatozoides suelen aparecer en las formas seminales. El trabajo de Svjetlana Tepavcevic, al situar a las semillas en un espacio vacío, nos revela otro parentezco microcósmico: las semillas también son cuerpos siderales, meteoros y planetas. Sería la más maravillosa correspondencia, que una semilla fuera el fractal de un planeta. Un planeta que a su vez es una semilla flotando en el cosmos.

“Pienso en la insondable inmensidad más allá de la Tierra, y que estas pequeñas pero elementales partes de vida contienen un espejo de ello”.











Twitter del autor: @alepholo

FUENTE: PIJAMASURF

NOAM CHOMSKY SOBRE LOS ERRORES PARADIGMÁTICOS EN EL DESARROLLO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL


En una extensa entrevista Noam Chomsky señala los posibles errores del desarrollo de la Inteligencia Artificial, que ha seguido un trayecto enfocado sobre todo desde el conductismo, una aproximación que dista mucho de retratar al cerebro humano en toda su complejidad.


La Inteligencia Artificial (comúnmente AI, por sus siglas en inglés) puede mirarse como el espejo en el cual el ser humano busca reconocerse, entender los mecanismos mentales en los que se constituye y fundamenta su esencia. Aunque con aplicaciones prácticas tangibles, determinadas, el verdadero propósito de la AI es casi ontológico: replicar con el mayor grado de precisión posible nuestro cerebro y sus múltiples recursos para revelar el secreto que da sentido a nuestra existencia en este mundo.

Entre estos, sin duda uno de los más importantes es el lenguaje. O quizá el único si tenemos en cuenta esa corriente de pensamiento —tanto filosófica como de otras áreas— que ve en el lenguaje la cifra del ser humano, el elemento verdaderamente constitutivo de su ser. Entre el cerebro y el lenguaje hay una relación tan estrecha que, tautológicamente, es imposible saber si uno podría existir sin el otro. Incluso algunos experimentos con personas que por alguna condición —sordomudos de nacimiento, por ejemplo, o personas de idiomas distintos que, sin conocer lo que habla el otro, se ven forzados a interactuar entre sí constantemente por un periodo amplio de tiempo— han demostrado que el cerebro está programado instintivamente para desarrollar un lenguaje en sus estructuras más elementales, generando espontáneamente los equivalentes de sustantivos y verbos que cualquier idioma posee. De ahí que, al momento de plantear la posibilidad de dispositivos robóticos que imiten al ser humano, el lenguaje sea imposible de soslayar en su

En buena medida esto se supo gracias a los estudios del afamado lingüista Noam Chomsky, quien en la década de los 70 realizó estos y otros experimentos, además de estudiar la estructura de los idiomas, descubriendo que, teóricamente, la idea de un solo idioma subyacente a todos los que se hablan en el mundo, es factible.

En dicha época de su desarrollo intelectual, Chomsky confrontaba directamente los postulados del conductismo, la escuela psicológica fundada por B. F. Skinner que reducía toda la compleja naturaleza humana a un sistema de pesos y contrapesos, a la acción y la reacción que se da entre un estímulo y la respuesta que este provoca. En este marco, el lenguaje era también un mecanismo simple de aprendizaje en el cual una persona lo hacía suyo solo por efecto de la estimulación: conforme el mundo le hacía ver que se llamaba rojo todo lo que tenía este color, entonces el significado de “rojo” se asimilaba, sin mayor proceso de por medio. Las investigaciones de Chomsky demostraron que, por el contrario, además de tratarse de algo mucho más elaborado, el lenguaje y las estructuras cerebrales se pertenecen y se corresponden entre sí, lo cual es tanto o incluso más importante que los estímulos que se reciben socialmente del mundo exterior (para una exposición más detallada, pero todavía introductoria, de esta discusión, recomendamos el capítulo dedicado a Gertrude Stein del libro Proust Was a Neuroscientist de Jonah Lehrer, del cual existe traducción al español)

Por esta razón, Chomsky es también una voz autorizada para hacer notar las fallas en que ha incurrido la Inteligencia Artificial, las razones por las cuales, aunque sin duda ha alcanzado un desarrollo notable, todavía dista mucho de las promesas que la imaginación científica, literaria y cinematográfica ha planteado en diversos momentos de la historia moderna.


Recientemente el sitio The Atlantic publicó una amplia entrevista con Chomsky (conducida por Yarden Katz) sobre este tema, luego de que este participara en el encuentro “Brains, Minds and Machines” organizado en el marco del 150° aniversario del MIT, institución de la cual es profesor. En particular el interés de escuchar el punto de vista de Chomsky radica en que de alguna forma las críticas del conductismo que hiciera hace varias décadas parecen revivir en el ámbito de la AI, en donde, considera, se están aplicando aquellas premisas, salvo por algunas excepciones en que de verdad se intenta recrear la complejidad de los procesos humanos de pensamiento.

La plática transita por varios temas, algunos sin duda poco accesibles para el público no especializado, pero aun así es posible encontrar la perspectiva desde la cual Chomsky juzga el desarrollo de la AI: una que privilegia los fundamentos sobre los efectos, que descubre en el corazón epistémico de la ciencia —la manera en que se genera conocimiento— la determinación del rumbo que toman sus resultados y sus productos.

Supón que quieres predecir el clima de mañana. Una manera de hacer es obtener mis priores estadísticas, si quieres, hay una alta probabilidad de que mañana el clima aquí sea el mismo que el de ayer en Cleveland, así que me quedo con eso, y dónde el sol tendrá cierto efecto, también me quedo con eso, y así obtienes un montó de suposiciones como esa, realizas un experimento, observas una y otra vez, lo corriges con métodos Bayesianos, obtienes mejores priores. Das con una buena aproximación de cómo será el clima de mañana. Eso no es lo que hacen los meteorólogos —ellos quieren entender cómo está funcionando. Y eso son dos conceptos diferentes de lo que significa el éxito, o qué es un logro. En mi propio campo, el del lenguaje, está por todos lados. Como la ciencia cognitiva computacional aplicada al lenguaje, el concepto de éxito que se usa es virtualmente siempre este. Así que entre más y más datos obtienes, y mejores y mejores estadísticas, puedes obtener una mejor y mejor aproximación a un inmenso corpus de texto, como todo en los archivos del Wall Street Journal —pero no aprendes nada sobre el lenguaje.

Una aproximación muy diferente, que pienso que es la correcta, es intentar ver si puedes entender cuáles son los principios fundamentales y tratar con las propiedades nucleares, y reconocer que en el uso actual, habrá cientos de otras variables interviniendo —como con lo que se ve desde la ventana, que clasificarás para tener mejores aproximaciones, ese es un acercamiento distinto. Estos son solo dos conceptos diferentes de ciencia. El segundo es lo que la ciencia ha sido desde Galileo, la ciencia moderna. La aproximación de datos sin analizar es una suerte de nuevo acercamiento, no totalmente, pues hay cosas como esta en el pasado. Es básicamente un nuevo acercamiento que se ha acelerado con la existencia de memorias masivas, de procesamiento rápido, lo cual permite hacer cosas que no podrías hacer manualmente. Pero pienso que se está llevando a temas como la ciencia cognitiva computacional hacia una dirección de cierta aplicación práctica.

En cierta forma se trata de la aplicación de un algoritmo tras otro, una vasta y fractálica red hecha de algoritmos (“anillos cuyo collar se sella en el anillo de otro collar hecho de anillos”, según definió alguna vez Lacan al lenguaje) en la cual cada paso es el resultado de una serie de causas y consecuencias, ensayos y errores, un sistema tan aparentemente cerrado sobre sí —aunque potencialmente infinito— que de alguna manera es imposible concebirse fuera de él: sea el ser humano o sus creaciones robóticas. ¿O no?

[…] En teoría, porque no sabemos cómo, puedes hablar sobre el nivel neurofisológico, nadie sabe, pero ahí no nivel algorítmico real. Porque no hay cálculo del conocimeinto, es solamente un sistema de conocimiento. Para descubrir la naturaleza del sistema de conocimiento, no hay algoritmo, porque no hay proceso. Puedes usar el sistema de conocimiento, que tendrá un proceso, pero eso es algo diferente.

Pero esa es una actividad fundamentalmente diferente de mí añadiendo pequeños números en mi cabeza, lo cual seguramente tiene algún tipo de algoritmo.

No necesariamente. Hay un algoritmo para el proceso, en ambos casos. Pero no hay algoritmo para el sistema en sí, es un tipo de error de categoría. No preguntas de qué es el proceso definido por los axiomas de Peano y las reglas de la inferencia, no hay proceso. Puede haber un proceso al usarlo. Y podría ser un proceso complicado, y lo mismo es cierto para ti haciendo cálculos. El sistema interno que tienes —para eso, la cuestión del proceso no surge. Pero para tu uso del sistema interno, surge, y tal vez puedas hacer multiplicaciones con cualquier tipo de procedimiento. Como, tal vez, cuando sumas 7 y 6, digamos, un algoritmo es decir “Veamos cuánto toma llegar al 10 —toma 3, ahora dejé fuera al 4, así que tengo que partir del 10 y agregar 4, tengo 14”. Ese es un algoritmo para sumar —es de hecho uno que aprendí en el kindergarten. Es una manera de sumar.

Pero hay otras maneras de sumar, no hay algo como un algoritmo correcto. Estos son algoritmos para llevar a cabo el proceso del sistema cognitivo que está en tu cabeza. Y para este sistema no preguntas sobre los algoritmos. Puedes preguntar sobre el nivel computacional, puedes preguntar sobre el nivel mecánico, pero el nivel del algoritmo no existe para ese sistema. Es lo mismo con el lenguaje. Hay algún sistema ahí dentro que determina el sonido y el significado de un conjunto infinito de oraciones posibles. Pero no hay pregunta sobre qué es un algoritmo. Como no hay pregunta sobre lo que un sistema formal de aritmética te dice sobre la comprobación de teoremas. El uso de un sistema es un proceso y puedes estudiarlo en términos del nivel de Marr. Pero es importante tener conceptualmente claras estas distinciones.

Por otro lado y con ciertas resonancias de sus críticas al conductismo, Chomsky señala lo difícil que resulta hacer simple la oposición entre externalización e internalización, la expresión de un pensamiento y la gestación de ese pensamiento. Un poco a la manera de Wittgenstein y su noción de “lenguaje privado”, imposible en la medida en que las estructuras de dicho lenguaje se tomaban del medio, de las que la sociedad había formado históricamente, no de una creación original y personal ex nihil.


“Un ser humano infantil entiende más de lo que puede producir”, dice Chomsky, una observación que plantea la duda de si la evolución del pensamiento también debería ser parte importante de la Inteligencia Artificial. Y no se trata solo de ese aprendizaje conductista que se denomina con el pomposo término de lo “intuitivo”, sino de una cualidad mucho más amplia, de mayor alcance, capaz de generar conclusiones por sí misma en función de lo que percibe pero, quizá, en ese momento no entiende, una suerte de experiencia cognitiva que la acerque paulatina pero sostenidamente a la perfección, libre como estará de las limitaciones propias del ser humano.

La entrevista completa a Noam Chomsky en The Atlantic.

FUENTE: PIJAMASURF