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miércoles, 13 de marzo de 2013

CIBERANTROPOLOGÍA: LAS REDES SOCIALES Y EL CAOS


"Se sabe que las redes sociales y la afluencia de información masiva sirven para ampliar diferencias." Jorge Miceli, antropólogo.

"Si cambian las cosas off line, tarde o temprano podrán cambiar en el ciberespacio." Marián Moya, antropóloga.

"Estos movimientos radicales no tienen jerarquía, así que el Estado no tiene con quién negociar, no los pueden cooptar.” James Scott, antropólogo y miembro de Ocuppy Wall Street.



”Los gobiernos odian internet fundamentalmente porque es un desafío básico a lo que siempre fue el fundamento de su poder: el control de la información de la comunicación”, afirma Manuel Castells, sociólogo.


“Los gobiernos dicen Internet sí, pero para lo que a mí me sirva, y ponen los mismos casos: pornografía infantil y el terrorismo, como si fueran problemas de internet y no de la sociedad. Los gobiernos odian que algo se escape a su control, pero al mismo tiempo tampoco pueden tener un poquito de internet. Internet o está o no está”

"Sin ánimos de desautorizar al prestigioso Manuel Castells" -comenta por su parte el antropólogo Daniel Miller, autor de "Tales of Facebook"- "Facebook es diametralmente opuesto a internet. En Facebook sientes que perteneces a una comunidad, tanto para las cosas buenas como para las malas, mientras que internet promueve el anonimato. Internet no es una comunidad como tal, es decir, un pequeño grupo de personas que viven juntas, donde todo el mundo lo sabe todo de los demás, donde hay chismes, donde todo se acaba sabiendo..."



"Es así hasta el punto de que hay gente que siente la presión de vivir en un pueblo pequeño dentro de Facebook. Un joven me explicó que se sentía presionado porque sus primos querían que jugara con ellos a Farmville y no sabía cómo decirles que no."
"Se ha dado demasiada importancia a la confidencialidad y, en cambio, no se ha analizado por qué hay tantos usuarios en Facebook: porque mucha gente se siente sola. La soledad es un problema mucho más importante en nuestra sociedad que la confidencialidad. En el fondo, Facebook nos da lo que nos falta en la vida real."


Las redes sociales están de moda. Sitios para empacharse de amistad como Facebook y Myspace, sitios para contactar ex compañeros de trabajo o de colegio como Linkedin, blogs de todo tipo y color: diversas maneras de contactarse y cumplir con el mandato de la era informacional: comunicarse o perecer. Pero, en realidad, las redes sociales están hace tiempo.

Los estudios del antropólogo Carlos Reynoso se centran en las redes sociales en su extensión, que  no es poco: difusión de modas, clientelismo político, tráfico de armas y de estupefacientes, problemas de epidemiología, difusión de ideas y rumores... por mencionar algunas de las múltiples aplicaciones. “Es que cualquier fenómeno dinámico, puede llegar a ser estudiado mediante las redes complejas”, asegura.

“Antropocaos”, un colectivo académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, bajo el ala de Reynoso, analiza este tema a través de la Teoría del Caos y la Complejidad, para el diseño de programas, simulaciones, modelos... Los antropólogos Jorge Miceli, Ramón Quinteros, Marián Moya, Mora Castro y Sergio Guerrero explican su trabajo. 

Guerrero utilizó: "un método que se llama “bola de nieve”. Empecé con algunos blogs centrales fui viendo con cuáles se relacionaban. Esto también se da con la distribución de una nueva droga: se transmite del boca a boca.

Moya da más ejemplos "Es más, para el primer análisis del origen del sida se utilizó análisis de redes sociales para inferir los nodos generadores de la epidemia. También se ve en política: las redes clientelares son redes inherentemente sociales y el fenómeno de la corrupción es justamente un fenómeno de redes sociales." Quinteros añade "el análisis de redes sociales en el fútbol, en el desarrollo del juego. Se ve cómo se distribuyen las cadenas de pases que se dan dentro de un partido."


"Es una derivación de la teoría de grafos del siglo XVIII ideada por el matemático Leonard Euler. De alguna manera habla de la unidad de los procesos en la naturaleza. Los procesos sociales no son tan distintos a los procesos naturales, o incluso a procesos inorgánicos. Aunque muchas veces pensemos que somos más complejos, más evolucionados, en muchos aspectos funcionamos de la misma manera que los organismos más simples."

“Los cambios fueron un baldazo de agua fría hasta para los autores de ciencia ficción –se anima Carlos Reynoso–. Prácticamente nadie anticipó la Web. Es más: las computadoras personales iniciaron su auge a mediados de los ochenta, y por esa misma época la antropología canónica insistía en reivindicar el ‘contacto cara a cara’ y el trabajo en aldeas exóticas. Justamente lo contrario de lo que precisábamos.” 

Ante el tsunami informático, se hizo urgente reconocer que en esos reinos pixelados se estaban desarrollando procesos de socialización importantes. Así surgieron los “ciberantropólogos”, “estudiosos de las ciberculturas” o “antropólogos virtuales".

Aún hoy “En general, Internet no es tenida en cuenta como herramienta para hacer trabajo de campo, y los que se dedican a estos problemas son acusados de ‘no estar comprometidos con la realidad’”, denuncia. 


Para Jorge Miceli, “‘red social’ es un slogan con buen marketing que se usa acá o allá. En rigor, casi nadie sabe qué son”.
Reynoso continúa: “La noción de ‘redes sociales’ viene justamente de la antropología. Es un aporte que hizo la escuela de Manchester en la década del cincuenta. Lo insólito es que cuando la web estaba por explotar, alrededor del ’97-’98, estos tipos empezaron a decir que aquella idea era –cito textualmente– ‘un caballo muerto’”, recuerda Reynoso.
"Se encontraron con que la estructura de las redes era muy distinta de lo que se suponía. Y acá cuando decimos “red” estamos hablando de algo que no tiene que ver necesariamente con Internet, sino que puede referirse a un conjunto de amigos, de colegas, etcétera. Hasta entonces, había dominado la concepción “aleatoria” de las redes. Se creía que dejaban que te relacionaras de forma relativamente azarosa. Sin embargo resultó que, luego de cierto período, tendían a estabilizarse con unos pocos que tenían mucho y muchos que no tenían nada. Y eso en términos de status, poder económico y muchos otros aspectos.
Se trata del célebre “efecto San Mateo”. El nombre, acuñado por el sociólogo estadounidense Robert Merton, se inspira en el inquietante versículo: “Porque a cualquiera que tiene, le será dado, y tendrá más; pero al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado”.


"O sea que en las redes sociales la horizontalidad sería una ilusión. Son un ámbito donde se construye desigualdad. Ahí la fórmula para ir “trepando” es relacionarse con el que está en mejor posición que uno. De ahí que se cumplan las “leyes de los mundos pequeños”. Esto es, que la mayoría de los “nodos” –que en el caso de Facebook son las personas– pueden ser alcanzados desde cualquier otro nodo a través de un número pequeño de conexiones. Eso es porque uno no se detiene en los nodos “poco importantes”, sino que jerarquiza y va cortando camino hasta llegar adonde quiere."
 
Jorge Miceli añade: "Es importante tener en cuenta eso, porque es muy corriente oír que “la tecnología es democratizante” en sí misma. Por el contrario, se sabe que las redes sociales y la afluencia de información masiva pueden servir –y de hecho sirven– para ampliar diferencias. Hay estudios que demuestran que el bombardeo informativo hace que los que menos saben sepan cada vez menos. Ante información en cantidad, hay sujetos que ven decrecer su capital cognitivo, se marean. Porque recibís la data y te linkeás con otros en función de tu condición de clase, de tus herramientas de lectura, etcétera. Entonces se habla de “contactarse a Internet” como si eso fuera necesariamente positivo. Es una estupidez: te contactás rápido, sí. No obstante, es como si plantearas que mirar televisión es bueno per se.


"Al mismo tiempo, al interior de una red social, el que tiene más vínculos tiende a crecer más que los otros. Es como si en un momento la gente se plegara a lo que hacen otros y canjeara su sentido crítico por el deseo de obedecer a la moda, lo que origina estas popularidades “explosivas” que se dan periódicamente.

Reynoso opta por rememorar su paso por Microsoft. “Fui contratado como gurú, para evaluar hacia adónde debían ir. Sin embargo, por más que propusieras modificaciones, la última palabra siempre la tenía ‘la gente de negocios’. Esa es la situación dominante.” 

“En consecuencia –cierra Marián Moya– lo que vendrá no tiene que ver con desarrollos que ocurran en la Web, sino sobre todo con lo que pase afuera. De última, la relación fundamental es la que se establece entre humanos, no la de los humanos con las máquinas. Si cambian las cosas off line, tarde o temprano podrán cambiar en el ciberespacio. De lo contrario, la tendencia general será seguir reproduciendo adentro las desigualdades de afuera.”


Al hilo de esta idea, otro antropólogo, James Scott, decía: “La paradoja de la democracia es que – supuestamente – debe crear un sistema para hacer posibles cambios sociales a gran escala, sin violencia y sin irrupciones, mediante un proceso legal en el que se eligen personas; pero el hecho es que los grandes cambios radicales no han sucedido como producto de una legislación o elecciones, sino que han sucedido en las calles, en levantamientos que amenazan con salirse de control y en los que las élites estaban asustadas, aterrorizadas y tomaron cartas en el asunto rápidamente para poder apagar la revuelta.” 

"Estos movimientos radicales no tienen jerarquía, así que el Estado no tiene con quién hablar (negociar). No hay liderazgos. Son movimientos populares sin estructura jerárquica, así que no los pueden cooptar.” 

“No importa tanto hasta qué punto estos grupos logren o no sus objetivos inmediatas, pues lo realmente importante es que están creando redes que son un muy valioso recurso para la movilización popular.
Si surgen ocupaciones espontáneas, hay que aprovechar la capacidad de los movimientos autónomos locales de crear redes sociales.”



Fuentes:



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