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martes, 26 de marzo de 2013

LAS PAREDES QUE SUEÑAN: EL ARTE RUPESTRE DE AYER Y HOY



“Abandoné la cueva cargado de ángeles, que solté ya en la luz, viéndolos remontarse entre la lluvia, rabiosas las pupilas”
Rafael Alberti, tras visitar Altamira.

"Cuando miro mis pinturas tjukurrpa de la Era del Sueño, me hace sentir bien, feliz en kuturu (corazón), el espíritu. Todo está ahí: todo lo que hay en las cuevas, no se pierde."
Larry Jakamarra Nelson, Warlpiri.
  
"Me viene a la cabeza ahora un pájaro, no recuerdo cuál, creo que era de Australia o Nueva Zelanda… - cuenta Michael Gazzaniga, neurocientífico- era un pájaro que construía una especie de alfombra con flores, una alfombra preciosísima para recibir a su pareja, creo, y podría pensarse que tiene cierto sentido artístico. Bueno, tal vez a nosotros nos parezca artístico, ¡pero dudo mucho que se lo parezca al pájaro! Nosotros tenemos una avidez increíble por el arte, nos atrae mucho, ya sea una historia narrativa, una historia de ficción, un cuadro o lo que sea. En cierto modo, es como si nos preparara para lo desconocido. ¿Por qué nos gusta tanto la ficción, por qué nos atrae tanto lo ficcional? En parte, si sucede así es porque nos prepara para lo inesperado, nos permite haber practicado mentalmente la manera de afrontar una situación nueva mediante la ficción…


Otro motivo es que el arte nos brinda una capacidad metafórica fabulosa, porque constantemente nos ponemos a pensar en algo siguiendo la vía lógica y nos quedamos atascados, sin saber hacia dónde tirar. Y de repente se abre otra posibilidad argumental… Una metáfora… y la adoptamos y aplicamos a aquello que nos ha dejado totalmente paralizados, y nos percatamos de que se puede analizar de un modo distinto, desde otro ángulo."




La creación artística es una característica de los seres humanos que nos define y distingue. Somos creadores de formas (reales o imaginarias) que expresan nuestros sentimientos y cómo vemos el mundo, nuestras vivencias más profundas. La expresión de ideas y sentimientos se hace patente desde la prehistoria con pinturas de hasta 40.000 años de antigüedad, es decir, durante la última glaciación, hasta casi todas las épocas de la historia del ser humano y en todos los continentes exceptuando, por el momento, la Antártida.

Fue desde el descubrimiento de Altamira cuando se contempló al hombre del pasado desde otra perspectiva. Si en una exposición de arte moderno incluimos alguna pintura o escultura prehistórica, no desentonaría mucho. Hasta el punto de que, en la sesión de la Sociedad Española de Historia Natural del 1 de diciembre de 1886, el director de la Calcografía Nacional dictaminaba que: (...) tales pinturas no tienen caracteres del arte de la Edad de Piedra, ni arcaico, ni asirio, ni fenicio, y sólo la expresión que daría un mediano discípulo de la escuela moderna (...).


Los animales aparecen representados en diferentes actitudes. Por el día nuestros antepasados veían a esos animales vivos: mamuts, osos, bisontes, caballos, uros, renos... que se encontraban bien en reposo, asustados, apacibles, pastando o huyendo. El trazo del artista es de un solo impulso o línea, como si se supiera de memoria las formas del animal, algo que indica la gran observación y conocimiento del mundo natural que poseía. Con tan solo unos pocos trazos, pero muy seguros, indica de forma increíble qué tipo de animal representa y en qué momento de su actividad se encuentra. 

"No hay una razón que explique el arte paleolítico en su conjunto, depende de cada circunstancia", asegura José Antonio Lasheras, director del Museo de Altamira. 

"Los teóricos del arte prehistórico nos hemos hecho más modestos", afirma Gerhard Bosisnki, catedrático de prehistoria de la Universidad de Colonia.

Todo empezó con la magia. "Era la base de las teorías de antes de la II Guerra Mundial. Se pintaba como una suerte de arte de magia para la caza', asegura Joaquín González Echegaray, del Instituto para Investigaciones Prehistóricas Santander-Chicago. El arte servía para relacionarse con las fuerzas invisibles, para intervenir en el medio en el que vivían, un vehículo para escapar de la propia impotencia ante un mundo complejo y peligroso. Aún podemos comprobar esto en muchas creencias actuales y cotidianas, se trata de la convicción en que un objeto tiene propiedades como proteger a su portador, a su familia o a su pueblo. El totemismo consiste en identificar ese animal como representación de los antepasados, se convierte así en un ser protector del grupo.


Luego llegó el estructuralismo y el psicoanálisis. 'Según ellos había animales que representaban lo masculino y, otros, lo femenino, como el caballo, para los hombres, o el bisonte, para las mujeres. Todos transmitían un mensaje del que los autores no eran conscientes', asegura González Echegaray.

Teorías que trataban de dar unidad a un hecho prehistórico crucial: 'La creación, el indicio más importante de que el hombre era diferente a los animales', asegura Lasheras. 

Algo que forjó una conciencia de superioridad, de dominio, de poder, y forjó la educación. Bosisnki, 'el mayor experto europeo en el mundo prehistórico' según Lasheras, dice 'Eran guías para iniciar a la vida, a la cultura y a la caza a los más jóvenes. También fiestas de culto, formas de acercar a la gente a entender su cosmogonía, una explicación del todo, una orientación'.

'No se sabe dónde empezó todo. Probablemente se iniciaron las técnicas en África y luego se fueron extendiendo a Europa', dice Lasheras. Bosinski no lo ve claro: 'En cualquier parte pudo surgir; antes de los grandes templos había pequeños objetos móviles donde de ensayaba, en piedras sueltas, cosas así'.


¿Quiénes eran los artistas? Individuos con ascendente, influencia y autoridad, parece claro. 'Los chamanes debían saber pintar o aprender para ejercer como tales', dice Lasheras. 'Pero también debían ser magos, curanderos, sacerdotes. Lo que está fuera de toda duda es que tenían talentos descomunales y son artistas anónimos'.

De alguna manera, estos artistas han conseguido transmitir y mostrar su obra y sus sentimientos a unos descendientes muy lejanos, aunque nuestros problemas sean otros... ¿o no?

Cualquier artista puede intentar responder a esta pregunta desde su interior, cuando está creando. Todas las sensaciones y sentimientos al ejecutar los movimientos, al elegir el material, los colores, las dificultades con las que se topa o los interrogantes cuando llega a un punto en el que no sabe cómo continuar, la total concentración en su obra y obsesión, en algunas ocasiones, hasta conseguir lo que quiere..., puede aproximarse al artista prehistórico y compartir con él la emoción que sentía al realizar sus obras. 

El arqueólogo Julien Monney cuenta que: "En el norte de Australia, por ejemplo, en la década de los 70, un etnógrafo estaba en el campo con un aborigen, que era su informante, y llegaron al refugio de una roca. En ese refugio habían numerosas pinturas, pero estaban desgastadas. El aborigen comenzó a sentirse muy triste. En esa región, hay una tradición de retocar las pinturas una y otra vez, así que se sentó y comenzó a retocarlas. Entonces el etnógrafo le preguntó lo que cualquier occidental "¿por qué estás pintando? Y el hombré respondió: "No, no estoy pintando. Es la mano y el espíritu quien está pintando."


A lo largo del norte de Australia se pueden encontrar muchas figuras del Tiempo del Sueño que, dicen los aborígenes, son de seres ancestrales reales en lugar de la obra de un artista humano. Heredan estas imágenes sagradas y han sido su responsabilidad cuidarlas y mantenerlas en perfecto estado.
  
No estamos en un museo: son más que simples imágenes. Representan la energía espiritual de los antepasados, por eso las cuidan en un contexto ritual, asegurando así que las estaciones del año lleguen a su debido tiempo, las plantas y los animales se encuentren en abundancia, y los niños nazcan.
En algunas áreas, como la Tierra de Arnhem y Australia Central, la pintura rupestre conserva su significado religioso. Los Warlpiri y Pitjantjatjara, pueblos de los desiertos, todavía retocan sus imágenes sagradas con fines rituales específicos. Larry Jakamarra Nelson, un hombre Warlpiri y maestro de las antiguas tradiciones, que vive en Yuendumu en el Territorio del Norte, dice:
Cuando miro a mis  pinturas tjukurrpa de la Era del Sueño, me hace sentir bien, feliz en kuturu (corazón), el espíritu. Todo está ahí: todo lo que hay en las cuevas, no se pierde.  Esta es mi casa, dentro de mí. Nuestro sueño, nuestro lado secreto, hay que aferrarse a eso, como nuestros padres, al cuidado de la misma. Se lo damos a nuestros hijos cuando nos morimos. Los hijos recordarán, lo podrán continuar, para que no se pierda. Y todavía está allí. Las personas traen a los muchachos jóvenes para el aprendizaje de las cuevas, contando historias de los padres y abuelos, aprendiendo a hacer las pinturas.
(Del prólogo a Elaine Godden y Malnic Jutta, Pinturas rupestres de los aborígenes de Australia)


Como Larry Nelson Jakamarra indica, las pinturas demuestran las conexiones de los aborígenes a sus tierras, un registro de la herencia e historia aborigen y una fuente de identidad para las generaciones presentes de los pueblos aborígenes.

Una de las pinturas, por ejemplo, representa una especie de equidna, mamífero australiano semejante al erizo, que se extinguió hace 15.000 años. En otra aparece un tigre de Tasmania, extinto hace 18.000 años. La historia del clan y su simbología queda consignada en dibujos que muestran tanto escenas de hace miles de años como otras más recientes: la llegada de los hombres blancos es fácilmente identificable por las embarcaciones y aeronaves y las figuras con sombreros, rifles, pipas y sus manos metidas en los bolsillos, una estampa que debió de impactar bastante a los aborígenes.

Varios metros por encima del nivel del suelo hay una serie de figuras algo desvaídas. Son los espíritus Mimi. Son criaturas frágiles, con cuerpo de palo y pequeñas cabezas colocadas al final de un largo y delgado cuello. Nos dicen que son criaturas muy delicadas y que tienen que tener cuidado porque sus cuellos se pueden romper si el viento sopla demasiado fuerte. Los Mimi enseñaron a la gente a dibujar y, así, lo primero que los hombres grabaron fueron esos espíritus.


El Templo de la Cueva de Dambulla también conocido como el Templo de Oro de Dambulla, en Sri Lanka, es un complejo de cuevas con templos en su interior, cinco de los cuales muestran pinturas rupestres. Los habitantes del Sri Lanka prehistórico vivieron en este lugar, pues hay sitios de entierros con esqueletos humanos de esa época. Sin embargo, las pinturas están relacionadas con Buda y su vida. Incluyen la tentación de Buda por el demonio Mara y su primer sermón. Un ejemplo de que las pinturas rupestres no son sólo cosas del pasado.

Las Grutas de Mogao, en Dunhuang, China, también presentan retratos de los Budas y la mitología china , retratos de personalidades y varias pinturas decorativas. Como una enciclopedia de pared, muestra la política, la economía y la cultura del país, así como los intercambios comerciales y culturales entre China y países extranjeros. Por ejemplo , hay algunas pinturas mostrando a griegos, persas e indios dándose un baño.


Otro ejemplo de arte rupestre vivo es el de Chongoni. Está situado en un conjunto de colinas graníticas boscosas de la meseta central de Malawi. El pueblo agricultor de los chewa, cuyos antepasados se asentaron en estos parajes desde la Edad del Hierro tardía, ha venido practicando la pintura rupestre hasta bien entrado el siglo XX. Los símbolos de este arte rupestre, estrechamente vinculados a la figura de la mujer, tienen todavía un importante significado cultural para los chewa, y en los sitios ornados con pinturas se siguen practicando todavía ceremonias y rituales, especialmente dentro de un ritos de iniciación llamado Chinamwali. "Ese es el único caso conocido de arte rupestre relacionado con ritos con mujeres", apunta Lasheras.


Otras mujeres son las de los petroglifos de Chad, de 10.000 años de antigüedad, que muestran a las Niola Doa (bellas mujeres); cuerpos femeninos adornados con líneas geométricas que aún hoy se observan entre las mujeres locales.

Parece que en otros lugares como Colombia o el Alto atlas se pueden observar símbolos actuales. En Colombia, en Sutatausa, se pudieron ver algunos símbolos esotéricos modernos, entre ellos la esvástica, una estrella de seis puntas y una trinaquia de origen celta. 

---Yo estuve aquí--- esto vi.--, -- así lo siento --. dicen también los graffitis. Los arqueólogos han encontrado los graffitis más antiguos en las ruinas de las antiguas ciudades de Roma, Pompeya y también en monumentos del antiguo Egipto, y fueron los esclavos. Los orígenes del graffiti moderno son transgresores y cuestionadores, un medio de expresión de los marginados, de los clandestinos y de los perseguidos por ir en contra del orden establecido hoy. Y son los soñadores.


Fuentes:
http://es.hujiang.com/new/print/422020/

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