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viernes, 8 de marzo de 2013

MUJERES SOBREVIVIENDO: LA MUJER EN LA PUBLICIDAD

Sobrevivir al bombardeo publicitario en la los medios de comunicación

Salir a la calle y volver a casa tranquila, sin sentirse indignada se ha convertido en una misión difícil para algunas mujeres. No importa dónde se mire, en las marquesinas de los autobuses hay grandes posters de lolitas anunciando de una manera sexuada cualquier prenda de ropa de marcas baratas. Incluso en el diario, siempre hay una página a todo color con una mujer medio desnuda anunciando ropa interior, con la misma postura de la lolita de las marquesinas del autobús, es decir, con la boca entreabierta, la mirada “sensual” y el cuerpo puesto de un modo ortopédico que simula deseo sexual de quién lleva esa prenda en el anuncio. Se mire dónde se mire, a menudo se presenta la imagen de una mujer con la que no es fácil identificarse, una mujer muy delgada, casi sin curvas, una mujer que depende única y exclusivamente de su físico, una mujer que sólo quiere ser deseada por los hombres y envidiada por las mujeres.

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Anuncios sobre la imperfección femenina

Si  se presta atención a los anuncios de cosméticos, casi todos ellos hablan de que la mujer tendrá más éxito y será más deseada en la vida  por tener un cutis sin manchas, unas pestañas extra largas, un pelo sedoso, un culo sin celulitis, un pecho bien apretadito por unos sujetadores incómodos, unos labios carnosos, unas piernas bien depiladas… Estos anuncios unidos a los de perfumes, cosifican a la mujer, dando el mensaje que el objetivo femenino es ser objeto de envidia de las demás mujeres y deseada por todos los hombres. El mensaje que se da: valor por encima de todo a la eterna juventud, despreciando la sabiduría que dan los años, o el conocimiento femenino que se pasa de generación en generación.

La menstruación vista como dañina y antihigiénica


El tema se agrava con ese otro grupo de anuncios donde los cambios biológicos y procesos naturales femeninos se ven como algo negativo, como una enfermedad, por ejemplo, tener la menstruación o la menopausia. La regla nos da información de cómo se encuentra el cuerpo de la mujer: emocionalmente afecta el organismo de forma general, físicamente implica la pérdida de la preparación al ser madre y el inicio de un nuevo ciclo. Algunas afirmaciones bastante habituales como que “es normal que la menstruación sea dolorosa, o que provoque enfermedad, se realizan sin conocimiento de causa. Cuando esto sucede, no es porque sea “normal”, sino porque el cuerpo de la mujer informa: mala alimentación, estrés, frustración…son algunas de las causas que sí son normales entre muchas féminas. El organismo avisa de que hay que parar y reflexionar. No tomarse una pastilla y continuar produciendo. Sin embargo, debido a mensajes patriarcales y machistas culturalmente aceptados, “la regla es mala, es dañina, y puede implicar el sentirse desafortunada por tener este problema”. Justo con esta dialéctica, existen muchas otras que también pueden implicar connotaciones negativas: “la regla implica mal olor, como muestran los anuncios de compresas”; con la menopausia “se deja de ser productiva” y aparecen una multitud de dolores que hay que atajar tomando fármacos.


La importancia de cultivar la autoestima desde dentro

Gran parte de los anuncios destinados a mujeres en los medios masivos de comunicación van dirigidos a fomentar una autoestima frágil que depende de la opinión de los y las demás”. 

La carencia de autoestima es la que provoca que se siga un sistema que dice qué tienes qué hacer, qué llevar, qué comer, a dónde ir…contrariamente a lo que puede implicar tener autoestima: decidir optar por una actitud interna que favorezca la autocrítica y la elección de hacia dónde ir, cómo vestir, qué comer y cómo educar a los hijos.

Hay como mínimo dos maneras bien diferenciadas de establecer y desarrollar la autoestima de un ser humano:

La primera es desde el interior, es decir dando mensajes positivos sobre las capacidades que se tienen, valorando el propio criterio, favoreciendo las condiciones de aprendizaje y experiencia para crear una imagen del mundo y saber que el propio criterio es el que se debe seguir, siendo consciente que existe margen de error y que éste nos ayudaa a crecer y desarrollarnos como seres humanos.

La segunda forma de desarrollo de la autoestima es desde fuera, es decir, nuestro valor como seres humanos, como personas depende de lo qué opinen los demás, de las tendencias de la moda, de lo que nos marca la sociedad, ya que no hacerlo significaría estar excluida/o, ser un/a marginada/o. Se convence de que lo que dice el grupo es lo verdadero, no se cuestionan las normas, se sigue un camino impuesto y salir de éste, puede implicar que la sociedad, el entrono, la familia o los amigos castiguen a las personas para volver a ser aceptadas.

Cuando la autoestima se marca desde el criterio de los demás, la autoimagen se ve dañada por cualquier comentario, somos más manipulables y mediante el chantaje emocional hacemos cosas que no queremos.

La imagen de éxito femenino, dañina y frustrante



Se inculca una imagen de éxito femenino que provoca mucha frustración ya que es difícil de alcanzar, dejando a un lado todas las habilidades que se pueden desarrollar a lo largo de la vida. Tener una carrera, tener una vida plena con la autoaceptación de nuestras virtudes y nuestros defectos, no es suficiente. Tampoco se respetan las diversas formas físicas, psicológicas, y emocionales del ser mujer (o del ser persona y diferente).

En un mundo en el que las apariencias son tan importantes y la valía se mide por cuan productiva y/o deseable se es, romper con los estereotipos sin sentir un caos interno es una tarea muy difícil de gestionar. Por eso hoy, proponemos que cada mujer (y persona) que lea este pequeño artículo, piense que tipo de vida quiere tener y le animamos a que se permita dos pequeños actos revolucionarios:

El primero, preferir la aceptación a la crítica y dejar de lado los cánones sociales de belleza y perfección; y el segundo, que siga su propio criterio y ponga por delante lo que le hace sentir bien al sacrificio de ser una mujer perfecta según los cánones sociales.

Hay un dicho feminista muy valioso que dice: no puedo ser la mujer de tu vida, porque estoy ocupada siendo la mujer de la mía. Nos pasamos la vida siendo esas mujeres que nos plantan en los anuncios sin pararnos a pensar si de verdad todo ese sacrificio nos permite avanzar hacia las mujeres (personas) que realmente queremos ser.

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