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sábado, 2 de junio de 2012

AHORA, LOS OCHO AÑOS SON LOS NUEVOS DOCE

La niñez se acorta y los chicos adoptan conductas propias de adolescentes; la tecnología, una de las claves de esta transformación
Paloma Gutiérrez, de 9 años, escucha música conectada a su computadora; los auriculares son un accesorio inseparable de muchos chicos. Foto: LA NACION / Fernando Gutiérrez



"Tengo dos hijos mayores, uno de 22 y una de 21, que no hacían ni la mitad de lo que hace hoy Lucas, a los 9: se preocupa por cómo se viste, por su peinado y por tener siempre perfume, que son cosas que elige él y que le encantan. Ahora los chicos de esta edad deciden a dónde salir, van al shopping o se reúnen a escuchar música". Para Marisa Giudice, madre de Lucas Pupilli, no hay dudas de que su hijo ya llegó a la adolescencia.

No es el único. Manuel tiene celular, perfil en Facebook y se viste -solo, por supuesto- como si tuviera 15 años. Pero tiene 9. Lola ya no juega con sus muñecas y se la pasa chateando con sus amigas. Está preocupada por la ropa que llevará en el décimo cumpleaños de Iara, su mejor amiga, y le pide a la mamá "ir de shopping".

Las vidas de los chicos ya no están gobernadas sólo por los códigos del juego. Aún son niños, pero su elección por la ropa, sus peinados, sus preferencias a la hora de escuchar música (a menudo encerrados en su cuarto), su manera de relacionarse con sus pares del sexo opuesto y hasta su desarrollo hormonal los codea con el mundo adolescente, donde los dibujitos y los juguetes quedan prematuramente atrás. Los 8 años, ahora, son los nuevos 12.

El doctor Mario Elmo, secretario del Comité Nacional de Pediatría Ambulatoria de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), lo observa como un fenómeno masivo, "donde los niños responden con una demanda reactiva a una propuesta de consumo, publicidad y marketing que genera una fuerte influencia en su entorno. Además, en muchos aspectos, el adulto observa al niño con capacidades superiores, como el manejo de la tecnología, algo que nunca antes había sucedido".

Chiara de Luca, de 7, disfruta de un día en la peluquería Prana. Foto: LA NACION / Ignacio Colo




Las manifestaciones conductuales típicas de los "niños adultos" son: cambios bruscos en el ánimo, irritabilidad, hipersensibilidad y bipolaridad entre introversión y extroversión; en términos generales, una personalidad que se muestra desintegrada e inestable, tal como sucede en la adolescencia. Sus gustos son específicos, manejan la tecnología a la perfección y la imagen personal pasa a ser muy importante.

La especialista en niñez y adolescencia Susana Mauer, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, asocia este tipo de situación a una marca de época. "Acortar distancias y minimizar diferencias es una marca actual. Casi sin solución de continuidad, los chicos van adoptando una pose que genera desajustes en sus comportamientos, desconcierto en los adultos y algunas batallas en el interior de las familias".

La psicóloga Cristina Castillo, supervisora de pareja y familia en el Centro de Asistencia Fernando Ulloa, advierte: "Muchas veces escucho cosas como «es muy maduro, tiene 10 años pero parece un adulto» o «ella es muy compañera mía», que los ubican en un lugar de gente mayor. Los chicos hoy cuestionan y responden como grandes. Por ejemplo, te dicen «yo no me baño para cuidar el medio ambiente». Estas respuestas descolocan".


EL PAPEL DE LOS PADRES

El doctor Elmo también destaca que este tipo de conductas muchas veces son inspiradas por los padres. "Existe un doble discurso. Se alerta, pero en forma sistemática lo promueve. La familia permite y muchas veces estimula. Pero la familia por sí misma no es responsable porque forma parte de un fenómeno social que la supera". Mauer coincide en la necesidad de no responsabilizar a los padres de esta situación: "Estos cambios no son sólo efecto de progenitores negligentes. Esta es una lectura bastante naturalizada en la actualidad que no alcanza a dar cuenta de la complejidad del fenómeno cultural que atraviesa Occidente".

La directora de la Escuela para Padres, Eva Rotemberg, destaca que parte de esta adultización de la niñez tiene que ver con los tiempos de unos y otros. "Los adultos viven a un ritmo acelerado. La temporalidad es una marca muy importante porque el niño necesita de una temporalidad más lenta para el armado de su mente y sus emociones. La temporalidad del adulto no sólo respeta a la del niño, sino que contagia esa aceleración".

Para dimensionar este fenómeno basta comprobar los regalos que los chicos piden para cada Navidad o Día del Niño. Hasta hace dos décadas, todavía un chico de 8 años deseaba un juguete, y si era una niña, se inclinaba por alguna muñeca. Hoy no. Diversos estudios señalan que con el avance de la tecnología, la edad para abandonar los juguetes se acortó tres años. A los siete, los chicos piden una computadora, un iPod o una PlayStation. Incluso sus juegos favoritos, en Facebook o en consolas de juego, son similares a los muchos adolescentes o adultos, como el PES 2012, de fútbol. De hecho, varios padres regalan a sus hijos tecnología -móviles, tabletas- de segundas marcas para que los niños no "arruinen" los suyos.

Pero este salto de etapas no es gratuito y puede tener costos futuros. "Es importante que los padres estimulen la autosuficiencia, pero en una ámbito donde no se dañe el proceso normal ni se quemen etapas. Porque hay vacíos y ausencias que pueden generar conflictos", concluye Elmo.

ETAPAS QUE YA NO DEFINEN MUCHO

INFANCIA
Pequeños gigantes

Lo niños de hasta 11 años no son iguales a los de décadas pasadas. La evolución en el lenguaje y las actividades confunde muchas veces a niños de 9 años con adolescentes por su forma de desenvolverse. Un dato es que muchos comienzan el primer grado con la capacidad de lectoescritura desarrollada a niveles de un niño de 2° grado de hace dos décadas, según estudios.



ADOLESCENCIA
Más temprano

La adolescencia parecería haber comenzado a manifestarse al menos en los aspectos del carácter y la personalidad antes que tiempo atrás. A los 11 años, un niño de clase media que habita una zona urbana, según los especialistas, tiene actitudes de un adolescente de entre 13 y 14 años de la década del setenta. La madurez física también se ha adelantado.



JUVENTUD
Un ciclo alargado

La adolescencia que técnicamente abarcaba entre los 13 y los 20 años hoy parecería haberse extendido. La juventud, un período que hoy se estipula hasta los 40 años, tiene rasgos adolescentes como el personaje del actor Daniel Hendler, en Graduados, con una personalidad fatigada y sin metas definidas. Hoy este tipo de comportamiento llega hasta los 30 años o aún más.



ADULTEZ
Reloj que atrasa

Hace algunas décadas una persona de 50 años empezaba a presentir la inexorable llegada de la tercera edad. Sin embargo, actualmente quienes tienen 50 años podrían compararse con los de cuarenta de antes como las transmutaciones de Marcelo Tinelli. Incluso quienes ya cruzaron la barrera de los 60 realizan actividades reservadas décadas atrás a los jóvenes o incluso adolescentes.

FUENTE: LANACIÓN

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